Otro ‘Steer’ novela el Durango del año 1937

 Robert Egby escribe un segundo libro con el bombardeo de la villa como partida de la trama

Un reportaje de Iban Gorriti

With all best wishes. De este modo dedica sus libros el siempre imprevisible Robert Egby, escritor británico que estableció su residencia en Pemberton, Nueva Jersey. “Con todos mis mejores deseos”, deja escrito para el recuerdo de los lectores de libros como Por el amor de Rose, novela histórica que estrenó el año pasado y con localizaciones de Elgeta, Urkiola o el bombardeo de Durango del 31 de marzo de 1937.

Egby junto con su esposa Betty Lou visitaron en 2014 Euskadi para investigar sobre aquel capítulo que por desgracia durante días puso a Durango en el mapa del mundo. El propio George Lowther Steer, según comunica el historiador iurretarra Jon Irazabal Agirre, visitó la villa una semana después del ataque de los bombarderos y cazas italianos. El famoso escritor difundió la masacre que los militares golpistas españoles permitieron. “Como curiosidad -narra Irazabal a Egby en el interior de la Oficina de Turismo de Durango- la esposa de Steer acababa de morir y el corresponsal viajó a París a su despedida y entierro, y a los pocos días vino a Durango y posteriormente a Gernika”.

El angloamericano no pierde detalle. Apunta todo. No quiere errar. Con la historia no se juega, a pesar de que él la novele. Y en ese momento, Egby da a conocer que gesta en su seno un nuevo libro y que por ello esta semana ha vuelto a viajar a Euskal Herria. Que tiene entre manos una nueva novela -“no es la segunda parte de Por el amor de rose”, diferencia-, y que esta vez arranca en sus primeras páginas de nuevo con el bombardeo de Durango, la mañana de aquel 31 de marzo de 1937 que tanta impresión le causó cuando tuvo noticia de él.

El encuentro con el matrimonio que conforman Robert Egby (83 años) y Betty Lou Kishler (81 años) se produce en la Oficina de Turismo de Durango, ese municipio que “nos gusta mucho” y al que volvieron ayer sábado desde Donostia, donde han levantado su campo base este año.

Junto a ellos, la amable anfitriona del servicio del Ayuntamiento durangarra, la técnica Natalia Naverán. A la cita se suman en unos minutos el historiador Jon Irazabal, de Gerediaga Elkartea, sociedad de amigos de la Merindad de Durango que cumple este año su medio siglo de investigación y aportación a la cultura con actividades como la Durangoko Azoka de diciembre. Tras las presentaciones, se suma al grupo Javier Sarmiento como traductor.

Irazabal es sin lugar a dudas la persona que mejor conoce qué aconteció el 31 de marzo y días posteriores de abril de 1937 cuando un pueblo inocente fue banco de pruebas para el fascismo internacional. El de Iurreta ha escrito dos libros sobre este capítulo negro que dejó al menos 336 muertos documentados en la villa. Él fue quien descubrió que la creencia primigenia de que los alemanes bombardearon la localidad no era cierta: “fueron los italianos”, informa. “Primero encontramos un documento en Madrid y a partir de ahí viajamos a Roma y dimos con todos los escritos y fotografías que dejaban por sentado que se encargó el bombardeo a los italianos que estaban en Soria”, certifica Irazabal.

Egby ni pestañea. Betty Lou fotografía a los presentes sin perder ángulo. Suman 164 años, pero una actitud de querer informarse y aprender pasmosa.

Adelanta Egby: “Esta nueva novela que estoy escribiendo se pondrá a la venta en 2016, el año que viene”. Quienes le escuchan no pueden evitar querer saber algo sobre la sinopsis al desvelar que comenzará en la calle Kurutziaga de Durango minutos antes del bombardeo. “Allí estará una niña jugando con su muñeca. Minutos después, una vez que la aviación legionaria italiana arrasó la villa a las 8.30 horas, aparece muerta. Un familiar que encuentra a la pequeña fallecida acabará de mayor siendo un francotirador en el ejército inglés. Este mismo, volverá años más tarde a Euskal Herria buscando venganza y dará con una pareja que reside clandestinamente en Francia por ser miembros de la organización armada ETA”.

Para el resto habrá que esperar unos meses, así como para el título. “No tiene aún título fijo. Y como he dicho, aunque no es una segunda parte del libro Por el amor de Rose, sí he decidido que dos personajes de esa novela aparezcan en esta nueva”, avanza el escritor y editor, de reconocido éxito.

“Hemos venido a Durango otra vez a informarnos de qué ocurrió durante aquellos días de la Guerra Civil, por ejemplo qué pasó en Elgeta, en los montes Intxorta”, explica Egby; y Betty Lou agrega, agradecida, que “este país nos gusta mucho”.

Egby, un hombre espigado de talento incuestionable, comienza a recoger todos su enseres. Revisa sus apuntes: cómo fueron los militares golpistas españoles Mola, Franco y Vigón quienes dieron el consentimiento a la Legión Cóndor alemana de Hitler para que coordinaran una masacre que ejecutaron los pilotos de la Aviación Legionaria Italiana de Mussolini con sus bombarderos Savoya y los cazas CR32. Irazabal les deja con la boca abierta una vez más: “Los pilotos de los caza tenían la orden expresa de ametrallar a todas las personas que encontraran a su camino: daba igual si eran parte de la guerra o civiles o edades”.

Mola ya había avisado que o Bizkaia se rendía a los sublevados o la destruiría y “sin miramientos hacia los civiles”. Así, el asesinato de las más de 336 personas en Durango supuso, según los especialistas, un genocidio porque murió el 5% de la población que la villa tenían entonces censada. El matrimonio sorprendido con la beligerancia con la que actuaban los golpistas y sus aliados internacionales. De hecho, abrieron los ojos más de la cuenta al conocer el dato de que Mola premió a los pilotos que mataron con sus bombas a los durangarras con su envío a la ciudad de Zaragoza para celebrarlo con prostitutas, mientras numerosas familias en Durango lloraban a sus muertos inocentes. Casi ochenta años después, un anglosajón, como hizo George L. Steer en 1937, dará a conocer de nuevo al mundo aquella tragedia. La nuestra.

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