Los presos que llevaron el tren a Bermeo

Franco inauguró en 1955 la vía de ferrocarril construida por ‘libertos’ del dictador procedentes de diferentes lugares de España. Algunos se quedaron

Un reportaje de Iban Gorriti

el próximo año se cumplirán 65 años de la llegada del ferrocarril a Bermeo gracias al trabajo de esclavos de Franco de la Guerra Civil, a quienes nadie nunca ha reconocido lo suficiente esta labor, como no lo hizo el dictador el día de la inauguración de la vía el 16 de agosto de 1955.

Guardias civiles sobre un puente vigilando a los presos trabajadores. Fotos: Archivo del Museo Vasco del Ferrocarril

Entre aquellos presos había un grupo denominado libertos, algunos de ellos vascos. El director del Museo Vasco del Ferrocarril de Azpeitia, Juanjo Olaizola, los define como “antiguos presos que, al ser condenados a destierro y no poder, por tanto, regresar a su tierra natal, optaron por continuar trabajando en sus antiguos puestos”. El investigador hace un paralelismo con los trabajos forzados del Valle de los Caídos de Madrid. “También allí hubo libertos que tenían que seguir picando piedra para ganarse la vida. No tenían otro recurso, porque no podían volver a su pueblo por ser declarados peligrosos y estar en libertad provisional”, subraya.

Aunque para algunos eran anónimos, aquellos libertos de Busturialdea tienen nombre y apellido. Es el caso de Antonio Jiménez Navarro, padre del reconocido escritor de Mundaka Edorta Jiménez, y también José Martos Justicia, Manuel Miguel Pastor Escribano o Miguel Martínez Márquez. Los tres primeros de Jaén, y el cuarto de Málaga.

Antes de conocer pinceladas de la vida de Jiménez, Olaizola precisa a este diario que la mano de obra de presos y penados interviene en el ferrocarril de Amorebieta a Bermeo en dos etapas diferenciadas. La primera, tras de la caída de Gernika en manos del ejército golpista que había provocado la Guerra Civil. Este periodo se prolongaría hasta 1945. La segunda, desde la creación del destacamento penitenciario de Bermeo el 21 de enero de 1953, hasta su disolución el 30 de mayo de 1958. “En la primera etapa -matiza el investigador-, la inmensa mayoría de los penados eran represaliados republicanos, gudaris, milicianos y soldados, mientras que en la segunda eran principalmente presos condenados por delitos comunes”.

También hubo, como curiosidad, un comandante acusado de un delito de “fraude a la intendencia militar”, y cuatro guardias civiles que fueron condenados en Consejo de Guerra el 5 de junio de 1955 por quebrantamiento de consigna y cohecho, en un caso de contrabando de diversos materiales.

Aunque los libertos eran en principio trabajadores libres, continuaron sujetos a la disciplina militar de los destacamentos de trabajadores de los que seguían formando parte, siempre bajo la amenaza de que cualquier denuncia podría quebrar su régimen de libertad condicional. “Muchos de ellos, al no disponer de un domicilio, establecieron su residencia provisional en las propias dependencias del centro de reclusión, situado en la calle de los Tilos, en el antiguo colegio de los Agustinos. Incluso los habitantes de la comarca difícilmente distinguían entre penados y libertos”, matiza Olaizola.

Finalizada la reconstrucción de Gernika, los libertos continuaron trabajando en diversas obras realizadas en la comarca, como en la construcción del ferrocarril entre Sukarrieta (hoy Busturia-Itsasbegi) y Bermeo. De aquel grupo, Olaizola halló hace quince años certificados en el Centro Penitenciario Bilbao, en Basauri.

El padre del literato Edorta Jiménez, Antonio Jiménez Navarro Remolín, era natural de Villagordo, Jaén. Fue sentenciado en Consejo de Guerra, en Córdoba, a 20 años por el delito de rebelión militar. Desde la cárcel andaluza lo destinaron a Gasteiz en 1940. Un año después, a la bilbaina de Larrinaga, “aunque ante la saturación de presos de esta dependencia fue recluido en el centro penitenciario que había sido establecido en la fábrica de la Tabacalera”.

Decretado su traslado a Madrid, no llegó a efectuarse la orden. En 1943, fue encuadrado en batallones de trabajadores que desarrollan su actividad desde la prisión provincial de Bilbao. “Con el fin de iniciar la tramitación del expediente de libertad condicional, la prisión provincial de Bilbao solicitó informes al Ayuntamiento, Delegación de Falange y Guardia Civil de Villagordo, con resultados negativos, ya que las tres entidades coincidieron en señalar sobre Antonio Jiménez Navarro: con frecuencia sería increpado por el vecindario, al tratarse de un exaltado anarquista y de un sujeto peligroso para nuestro régimen”.

A pesar de que un informe del médico de la prisión provincial de Bilbao certificaba que Jiménez padecía “insuficiencia mitral compensada y por tanto se considera inútil para el trabajo”, fue trasladado al destacamento penal de Gernika trabajando a partir de esta fecha en las obras de reconstrucción de esta ciudad, así como en las de renovación y mantenimiento del ferrocarril de Amorebieta a Sukarrieta.

destierro En 1943, obtuvo la libertad condicional con destierro, por lo que, ante la imposibilidad de regresar a su tierra natal, debió optar por continuar trabajando por cuenta de las diversas empresas contratistas de las obras de reconstrucción de Gernika y del ferrocarril en su nueva condición de liberto, fijando su primera residencia en la calle de los Tilos de Gernika, precisamente en el centro de reclusión del antiguo colegio de los Agustinos. El día 25 de mayo de 1950, obtuvo su licenciamiento definitivo. Sin embargo, “él contaba que no sabía cuándo había dejado de ser preso y pasado a ser legal”, lamenta Olaizola.

El misterio del último magnate de Bilbao

El industrial y político republicano Horacio Echevarrieta fue declarado en rebeldía por no presentarse ante un consejo de guerra franquista en 1937

Iban Gorriti
Las biografías del magnate bilbaino Horacio Echevarrieta, aquel republicano que fundó Iberia o Iberdrola, que urbanizó la Gran Vía de Madrid y creó el buque escuela Juan Sebastián Elcano, tienen un denominador común: todas ellas pasan por alto su papel y sus vicisitudes durante la Guerra Civil española. Esa ausencia historiográfica no es menor y resulta muy llamativa porque su vida y obra son una continua cascada de proyectos empresariales internacionales, luchas políticas y una final decadencia que dio con su figura en la quiebra, hipotecado. Su biografía está documentada al detalle, como en una escaleta de película, a excepción de sus andanzas durante el trienio bélico de entre 1936 y 1939 que siguen siendo un misterio

El magnate y el documento de la auditoría de Guerra.Foto: Sociedad Aranzadi

Las investigaciones señalan que el vizcaino residió en Madrid durante la Guerra Civil. “Sin ser molestado”, afirman algunos historiadores. Consultada la Sociedad de Ciencias Aranzadi al respecto, aportan a este diario, al menos, un caso en el que se vio envuelto el oligarca en aquellos años. Echevarrieta junto a otros diez famosos empresarios vascos fueron “declarados en rebeldía” por no comparecer ante un consejo de guerra en un proceso sumarísimo ordinario. Ocurrió en Bilbao el 27 de agosto de 1937. La lista de acusados la protagonizaron Ramón de la Sota Aburto, Miguel Garteizgogueascoa Barandiarán, Jesús Rodríguez Villachica, Alejandro de la Sota Aburto, Antonio Sierra Castet, Manuel de la Sota Aburto, Nicolás Landa Garay, Jesús Aqueche Lahera, Eduardo Aburto Uribe, Nicomedes Mendialdua y Horacio Echevarrieta Maruri.

Según se desprende de los legajos franquistas, el juez instructor de la Auditoría de Guerra de Bilbao suspendió “las actuaciones hasta que se presenten o sean habidos, pasando las actuaciones al Servicio de Información, a efectos de antecedentes y archivándose después en esta auditoría sin otro trámite”. Todos ellos eran consejeros, gerentes o directores de empresas o sociedades bilbainas, como las firmas Franco-Española, Compañía Siderúrgica del Mediterráneo, Naviera Sota y Aznar, Euskalduna y Remolcadores del Ibaizabal. “Posteriormente, en 1941 se presenta Antonio Sierra y en 1943, Alejandro de la Sota. Se les juzga y son absueltos”, confirman desde Aranzadi con los documentos oficiales del régimen totalitarista.

Mientras tanto, al parecer, quien había sido diputado por un partido republicano residía en su inmueble de la calle Claudio Coello, vía madrileña en la que décadas más tarde el presidente franquista Luis Carrero Blanco fue asesinado por ETA. Echevarrieta también acumulaba palacios en Málaga, Getxo (Punta Galea) y Barakaldo (Munoa), en este último falleció nonagenario. En su inmueble de Madrid funciona en la actualidad el hotel Meliá Los Galgos.

Quien fuera alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, recordó el día de la presentación de una de las biografías sobre Echevarrieta cómo se autodefinía el magnate. “Soy españolista y republicano, no tengo nada de bizkaitarra ni de clerical. Por España, por mi patria siento verdadero amor”.

Historiadores preguntados sobre la ausencia de datos sobre la vida del de Neguri entre 1936 y 1939 opinan que Echevarrieta vivió “en una neutralidad”. Fue oligarca republicano, pero también tuvo muchos amigos de la derecha que, tal vez, le hicieron más llevadero el trago de la Guerra Civil. En su biografía poliédrica también hay que recordar que, tan solo tres años antes, en 1934 fue apresado y encarcelado junto a su amigo, el socialista Indalecio Prieto, entonces exministro de Obras Públicas del Gobierno español.

Ocurrió en San Esteban de Pravia desembarcando del mercante Turquesa un cargamento de armas que tenían como destino la conocida como Revolución de Asturias. Fue ingresado en la Cárcel Modelo de Madrid. El autor de la biografía titulada Horacio Echevarrieta: empresario republicano da a conocer con qué histórico político coincidió en la prisión. “Compartió presidio con Santiago Carrillo. Lo explicaba él mismo en sus memorias, cómo se encontró con Horacio Echevarrieta a quien veía como una persona muy alta…”, asevera el catedrático Pablo Díaz Morlán, docente de la Univesidad de Alicante.

NEGOCIaciones con ABD EL-KRIM Díaz Morlán pone en valor también en su divulgación los tratos que Echevarrieta mantuvo con el líder militar rifeño que encabezó la resistencia contra la administración colonial española y francesa durante la denominada Guerra del Rif, Abd el-Krim, para la explotación de las riquezas mineras de Marruecos. “Tras el desastre de Annual en 1921, las negociaciones para la liberación de los prisioneros españoles en manos de los rifeños fracasaron hasta que Horacio Echevarrieta tomó las riendas”, relata el investigador “Por fin, en enero de 1923 las gestiones tuvieron éxito gracias al valor de Horacio, que arriesgó su propia vida al ofrecerse como rehén a cambio de los cautivos”, apostilla.

Su intermediación le valió el reconocimiento del rey Alfonso XIII que le quiso otorgar el título de marqués del Rescate, “alto honor que él rechazó por su condición republicana”. Lo negó aquel famoso dueño de astilleros que construyó el submarino más adelantado de su época, de los años 20 y 30, y que acabó siendo el modelo de las embarcaciones sumergidas de alemanes y soviéticos que batallaron en la Segunda Guerra Mundial. Financió, asimismo, una revolución en Portugal.

Tras la Guerra Civil, Franco le devolvió aquello cuanto le había requisado el régimen dictatorial. Echevarrieta intentó reflotar sus astilleros, pero en agosto de 1947, detalla Díaz Morlán, se produjo una enorme explosión en la fábrica de torpedos, convertida en polvorín, que, además de matar a 150 personas en la ciudad de Cádiz, destruyó todas las instalaciones de la factoría.

El empresario decidió entonces, con 77 años, entregar sus factorías al Instituto Nacional de Industria y retirarse de los negocios. Murió en su finca de Munoa, en el barrio de Burtzeña (Barakaldo) en 1963, a los 92 años. “Aún puede admirarse la belleza de este palacio, y la formidable galería del que fue su chalet de Punta Begoña. Y en las afueras de Málaga puede visitarse la hermosísima finca de La Concepción, convertida en jardín botánico-histórico, donde recibió las visitas de mayor relumbrón y donde se rodó la película Los últimos de Filipinas. Un decorado idóneo para quien ha llegado a ser calificado como el último magnate de Bilbao”.

Viaje a Navarra durante la insurrección de los vascos. Sabino de Arana en Castejón

Sabino de Arana lideró una comitiva que desde Bizkaia viajó a Castejón en 1894 para participar en las protestas de los navarros por el intento de la abolición foral absoluta

Un reportaje de Luis de Guezala

Tras el final de la última guerra carlista, ocupado militarmente el País Vasco peninsular, el Gobierno de la monarquía aprovechó, manu militari, para culminar el proceso desarrollado a lo largo del siglo XIX de unificación, uniformización y centralización de todos los territorios del reino con la abolición de las últimas instituciones forales que quedaban en Álava, Bizkaia y Gipuzkoa. En Navarra este proceso se había adelantado a 1841, tras el final de la primera guerra carlista, por acuerdo de sus élites con el Gobierno central. Únicamente se mantuvo tras 1876, como residuo foral, la vigencia de las haciendas vascas que siguieron recaudando los impuestos y concertando o conviniendo con la hacienda del Estado el pago de unas cantidades anuales en concepto de aportación vasca a los gastos de la administración general del reino.

Sabino de Arana y Goiri.

El 11 de mayo de 1893 se hizo público en el boletín oficial del reino, la Gaceta de Madrid, un proyecto de ley por el que el Gobierno español pretendía eliminar este residuo en Navarra. Esta iniciativa se le atribuyó al ministro de Hacienda Germán Gamazo por lo que la reacción en su contra se acabaría conociendo como la Gamazada. La resistencia al proyecto la comenzó cinco días más tarde la Diputación de Navarra con una nota de protesta a la que rápidamente se adhirió toda la sociedad navarra. Ayuntamientos, merindades y parlamentarios se expresaron en idéntico sentido que la Diputación y en Pamplona el 4 de junio se desarrolló una multitudinaria manifestación. Se llegaron a reunir 120.000 firmas en contra del proyecto, cuando la población navarra de la época se estimaba en 300.000 personas. Incluso se dio una episódica sublevación protagonizada por el destacamento en Puente la Reina comandado por sargento López Zabalegi, que junto a los cuatro soldados bajo su mando se dirigió al grito de ¡Vivan los Fueros! hasta Arraiza, donde fueron detenidos.

Todo esto no pasó lógicamente desapercibido en el resto del País Vasco. En agosto hubo importantes disturbios en Vitoria y a mediados de este mismo mes, con motivo de la visita del Orfeón Pamplonés a Gernika se dieron los hechos conocidos como la sanrocada, entre los que el más destacado y comentado fue la quema de una bandera española. El día 20 hubo incidentes en Laguardia con el resultado de un muerto y varios heridos. Y una semana más tarde, el día 27, se produjo en Donostia el asalto de una muchedumbre encolerizada al Hotel Londrés en el que acababa de alojarse el presidente del Gobierno español, Práxedes Mateo Sagasta. En esta circunstancia la Guardia Civil realizó una carga a consecuencia de la cual resultaron dos muertos y numerosos heridos. Por toda la costa de Bizkaia y Gipuzkoa hubo numerosos enfrentamientos a finales de este mes de agosto y el encargo del Gobierno de nuevos buques de guerra a los astilleros de El Ferrol en lugar de a los de la ría bilbaina aumentó aún más, si esto era todavía posible, las antipatías vascas y las movilizaciones, en este caso obreras, contra este ejecutivo.

Tras aprobarse el proyecto en el Parlamento español el Gobierno de Sagasta llamó en febrero de 1894 a los componentes de la Diputación de Navarra para negociar, que, tras negarse en un primer momento, acabaron acudiendo a Madrid.

La reina regente María Cristina consultó con el general Martínez Campos la posibilidad de utilizar la fuerza. La respuesta que recibió parece ser que fue la siguiente: “Señora: Si se tratase de otra provincia, podíamos pensar en imponer la ley general, empleando la fuerza si fuere preciso; si se tratase de Navarra aisladamente, aún podíamos ir por ese camino, pero debemos comprender que Navarra tiene a su lado a las tres Vascongadas, y que si se apela a la fuerza contra aquella, harán causa común todos los vascos, y con ellos todos los carlistas de España, que provocarían un levantamiento en aquellas provincias para darle carácter general, y en tal caso se encadenará nuevamente la guerra civil”.

Recibimiento en Castejón Los diputados navarros no aceptaron ningún acuerdo con el Gobierno español y decidieron regresar a Navarra. Conocida su postura se les organizó un gran recibimiento en Castejón, primera localidad del antiguo reino a la que llegarían por ferrocarril. Con este motivo viajó a Navarra un grupo compuesto por Sabino de Arana, su hermano Luis, otros tres vizcainos y cinco navarros residentes en Bizkaia. Eran algunos de los primeros miembros del partido nacionalista vasco cuya constitución estaba organizando Sabino de Arana, articulados en torno al periódico Bizkaitarra, que dirigido por él había empezado a publicarse el año anterior tras su discurso de Larrazabal, y por cuyo título comenzaban a ser conocidos como bizkaitarrak. Entre los navarros del grupo estaban Daniel de Irujo, abogado que acabaría defendiéndole en los procesos represivos que sufriría Arana, y padre de Manuel de Irujo, y, casi con seguridad, Miguel Cortés.

El sábado 17 de febrero, víspera del recibimiento en Castejón, llegaron a Iruñea y allí Juana Irujo les bordó un estandarte blanco con el siguiente texto en letras rojas: Jaungoikua eta Lagizarra. Bizkaitarrak agurreiten deutse naparrei. Dios y Ley Vieja. Bizkaya abraza a Nabarra.

En el reverso bordó un aspa roja de San Andrés. El mismo motivo que figura en un lienzo sobre el altar frente al que Jaun Zuria jura defender la independencia de Bizkaia en un cuadro historicista con este título que Anselmo de Guinea había presentado en la Exposición Provincial de Bizkaia organizada por la Diputación vizcaina en 1882, y que fue elogiado, por su tema, por Sabino de Arana. Este fue el portador del estandarte por su condición de director del Bizkaitarra.

Al día siguiente se dirigieron a Castejón a donde llegaron también en un tren especial otros treinta vizcainos más, entre ellos Fidel de Sagarminaga, último diputado general foral de Bizkaia y presidente de la Sociedad Euskal Herria, muchos de cuyos miembros tras su fallecimiento, un mes más tarde, acabarían uniéndose al movimiento liderado por Sabino de Arana. Su grupo se presentó con su estandarte en esta localidad a la Diputación de Navarra representada por su vicepresidente, en funciones de presidente, Ramón María Eseverri, y por el diputado Yanguas y, posteriormente, retornó a Iruñea junto con todos los congregados. En la capital navarra, Eseverri se dirigió a los asistentes a la manifestación pidiéndoles que se retiraran a sus casas y que confiaran en la Diputación.

Esta experiencia de los primeros nacionalistas vascos que se puede titular como la obra del suletino Joseph-Augustin Chaho, Viaje a Navarra durante la insurrección de los vascos, tuvo para ellos una gran importancia. Bizkaitarra dedicó a este acontecimiento dos números, el 6 y un suplemento, en los que reflejan con mucha viveza y detalle todas las circunstancias y emociones que vivieron.

De todo lo visto hemos deducido que en Nabarra hay mucho más patriotismo que en Bizkaya. ¿Cuál será la causa? Entra, lector, dentro de ti mismo, y a poco que reflexiones, has de confesar que los bizkainos estáis absorbidos y dominados por los intereses particulares de los partidos extranjeristas o por los de tres o cuatro caciques que se sirven de vosotros para sus interesados fines.

(…) Una admirable unidad de pensamiento es lo primero que le distinguió: todos los navarros, y no solo ellos, sino hasta sus huéspedes todos, tenían la mente adherida a una misma idea inmediata, a saber, de resistencia radical o absoluta intransigencia respecto de toda ingerencia extraña que pudiese empeorar la situación político-económica de Nabarra. Revistióse también una firme unión de voluntades: pues que personas de cualquier condición y partido, ricos y pobre, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, niños y ancianos, doctos e ignorantes, católicos y liberales, republicanos y monárquicos, nacionalistas, regionalistas y unitaristas, todos sin excepción demostraron por el momento unos mismos deseos, una misma aspiración.

Volvieron a reunirse al día siguiente, lunes, con José María Eseverri que les expresó su gratitud por su asistencia. Los bizkainos manifestamos que la gratitud debíamos sentirla nosotros (…) no hacíamos mas que cumplir con un deber de fraternidad y que la inmensa mayoría del pueblo bizkaino está, como nosotros, de parte de Nabarra en este asunto”.

(…) ¡Qué dichosa unión de representantes y representados! Así se representa al pueblo, Aprended, Diputados bizkainos.

Estas y otras expresiones semejantes se recogieron en el periódico Bizkaitarra por cuyo contenido fue, una vez más denunciado, en una sucesión de procesos que acabaría con su director en la cárcel y el periódico clausurado al año siguiente.

El proyecto del Gobierno de Sagasta y su ministro Gamazo al final no se realizaría. En recuerdo de la Gamazada y por suscripción popular se acabó construyendo en Iruñea un Monumento a los Fueros, nunca inaugurado por las autoridades navarras, con la siguiente inscripción:

Gu gaurko euskaldunok
Gure aitasoen illezkorren
Oroipenean, bildu gera emen
Gure legea gorde nai
Dugula erakusteko.

Nosotros los vascos de hoy
nos hemos reunido aquí,
en recuerdo inmortal de nuestros
antepasados,
para demostrar que queremos
guardar nuestras leyes.

No cabe duda de que Sabino de Arana hubiera podido firmarlo. También él y sus compañeros de viaje pudieron haber cantado el Paloteado de Monteagudo que entonces compuso, en aquella localidad del sur de Navarra, José Jarauta Martínez, en el que se incluyen estos versos:

Antiguamente Navarra
era un reino independiente
de pagos y de soldados
y de otras cosas urgentes.


Desde el mil quinientos doce
Navarra se unió a Castilla
sin abandonar sus fueros;
así el pacto lo pedía.


La Navarra en aquel año
mucho fue lo que perdió
pues perdió la independencia
prenda de inmenso valor.
Pues hay muchos en España
que trabajan con malicia
porque sea la Navarra
como las demás provincias.


Pues si el gobierno de España
sigue en sus pretensiones
se tomarán en Navarra
serias determinaciones.


Con Monteagudo, Cascante
Ablitas, también Barillas,
Cortes, Buñuel y Murchante,
formemos una guerrilla
para marchar adelante.


Pues también se nos ofrecen
como si fueran hermanos
los valientes alaveses
vizcaínos y guipuzcoanos.


Vivan las cuatro provincias
que siempre han estado unidas
y nunca se apartarán
aunque Gamazo lo diga
Viva Navarra y sus Fueros!!!
eL AUTOR

La espía vasca de la alta sociedad

Ana María Bidegaray colaboró con el Gobierno vasco en los años 40 del siglo pasado para destapar a nazis y fascistas huidos a la diáspora uruguaya y argentina; Bélgica y Cruz Roja la condecoraron por sus servicios

Iban Gorriti

hay un episodio en la vida de Ana María Bidegaray que resta por estudiar de una forma más pormenorizada. La mujer natural de Hazparne, tras una humanitaria labor protagonizada en la Primera Guerra Mundial, continuó con su lucha política desde las altas esferas de la sociedad. Lo hizo ya en Uruguay y con la máxima de hallar nazis y fascistas ocultos en el país americano, en el que muchos buscaron anonimato y una nueva vida sin juicios de guerra.

Carne hoy de película de Hollywood, la labortana, de quien se celebra estos días una biografía tecleada por Arantzazu Ametzaga Iribarren, colaboró con el Gobierno vasco en el exilio. Lo hizo como parte de una célula de siete personas que actuó en Uruguay entre 1943 y 1949 para favorecer la captura de agentes españoles, italianos y alemanes que buscaron residencia en el país. Sobre esta estructura ha comenzado a investigar el docente universitario Xabier Irujo, editor del libro María Ana Bidegaray (Euskal Herria, 2019) y colaborador en la investigación histórica del personaje que resucitan del olvido. “Bidegaray colaboró con esta red y también con el Comité Belga de Socorros de Guerra, así como con la Cruz Roja en la Segunda Guerra Mundial”, modula Irujo. “Hasta el punto de que terminado el conflicto, una vez más, fue condecorada por la Cruz Roja por ayudar a humanizar la guerra, ya que colaboró otra vez enviando alimentos y víveres sobre todo a Iparralde”, subraya.

Consultada por DEIA sobre este capítulo del periplo vital de Ana María, Arantzazu Ametzaga, madre de este director del Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada (Reno), admite que en el recién estrenado volumen no abunda en este episodio. “Seguimos investigando al respecto. Se sabe que un submarino alemán se hundió frente a Montevideo y que los nazis buscaron asilo en Uruguay y en Argentina. Yo puedo decir que en los trece años que viví allí no conocí un alemán”, aporta la autora que cuenta ya con 30 divulgaciones.

Con quien sí tuvo gusto de compartir horas, aficiones, cuitas, sueños… fue con la propia Bidegaray, a quien desde la distancia y el cariño llamaba Marianita y la consideraba una heroína que labraba, además, como ella la palabra escrita. “El espionaje es una traición, pero nunca tuvo mala conciencia por ello porque lo hacía desde una misión humanitaria”, analiza, y va más allá en su explicación: “Mi familia y la suya coincidieron en una idea del siglo XIX de hermandad vasca. El tío Manuel Irujo fue quien encarnó la expresión humanizar la guerra. Y ella lo hizo desde Iparralde y Uruguay. Tanto una familia como la otra buscaron llegar a las raíces de nuestro pueblo”, compara. Transmite además que Ana María conoció al lehendakari Aguirre tanto en su primera visita a Montevideo camuflado como el Doctor Álvarez como en las sucesivas oficiales. “Ella se movía fácilmente en la sociedad, en el centro vasco, con el Laurac Bat y de las reuniones obtenía información como servicio de espionaje, pero tenemos muy poca al respecto. Es secretuda”, califica.

En 1956, Ametzaga se despidió de ella. “Fue una de las últimas personas que abracé allí”, evoca quien dejó atrás a quien considera una mujer adelantada a su tiempo y condecorada tras la Primera Guerra Mundial por el rey de Bélgica y en la Segunda Guerra Total por la Cruz Roja. “En virtud de su esfuerzo por salvar prisioneros de guerra de campos de prisioneros alemanes y enviar alimentos a Bélgica e Iparralde, fue también escritora, activista social, madre y una intensa amiga para mí”, apostilla la investigadora.

Pero, ¿por qué el olvido de una figura tan clave? Arantzazu no duda en denunciar la primera razón desde su prisma feminista. “Lo soy y por ello se le ha olvidado primeramente, por ser mujer. Si hubiera sido hombre su importancia hubiera sido mayor”, dice. A renglón seguido, determina que la comunidad vasca en Uruguay es importante, aunque simbólica, y “todo se va apagando con el paso del tiempo, más en un país que vivió una depresión política y económica. No corrían tiempos para los héroes humanitarios”.

Mujer vanguardista El periodista Aitor Azurki, activo conocedor de la memoria histórica vasca, coincide con Ametzaga e Irujo en su importancia. “El libro es una gran aportación a la Historia vasca, ya que descubre la vida de una mujer vanguardista e internacional por su labor humanitaria, política, social y cultural del siglo XX en Europa y América”, enfatiza la primera. Añade que es “una de las mujeres vascas más importantes y desconocidas del pasado siglo” en Euskadi.

Irujo avanza por la misma senda. “No hay muchos ejemplos de féminas tan activas en el curso de la Primera Gran Guerra. Por si fuera poco, durante la contienda dio a luz a dos de sus hijos”, subraya. Con 28 años fue condecorada al término de la contienda por Alberto I de Bélgica, país del que su marido era cónsul. “Este pasaje de su vida es totalmente desconocido e inédito”, estima Ametzaga, quien ha escudriñado en archivos históricos lo siguiente: “Aprovechó las relaciones diplomáticas de su marido para obtener información de interés sobre los campos de prisioneros que los alemanes organizaron más allá de las líneas de combate y organizó una red de rescate de prisioneros de guerra. Éstos eran conducidos desde el otro lado del frente hasta París y, desde allí, repatriados a sus países de origen”.

Su compromiso fue tal que Aran-tzazu Ametzaga no duda en asegurar que llegó a protagonizar la denominada Red Bidegaray, que ayudaba a prisioneros belgas a escapar de campos de prisioneros alemanes hacia las líneas aliadas y prestaba ayuda con alimentos y abrigo. Dicha Red Bidegaray sería “un antecedente” de la famosa Red Comète de la Segunda Guerra Mundial, la “red precursora”. También fue pionera como autora del primer libro editado en Uruguay con relación a la cultura vasca, Cuna Vasca, en el año 1948.

Ametzaga concluye con una de las máximas de Ana María Bidegaray: “Por este mundo solo se pasa una vez y quiero que ese paso que sea bueno”. Por este motivo, “luchó por los demás, tuvo un matrimonio feliz, descendientes, y era querida por todo el mundo”, pondera la autora del también reciente libro Irujo: una familia vasca.

Gernika Berri, ‘Goian izarrak, behean hondarrak’

Frantziako Argeles-sur-Mer-eko hondartzan 1939an sortu zen kontzentrazio esparruan euskaldunek bere toki propioa izan zuten, Gernika Berri izenekoa

Iñaki Goiogana Mendiguren

Egunotan beteko dira 80 urte frankistek Katalunia osoa menpean hartu zutela eta ondorioz etorri zen errepublikanoen erbesteratze handiarena ere bai. Ia egun batetik bestera, denbora oso laburrean, 1938ko Gabon aurrean hasi eta 1939ko otsailaren 9ra bitartean, frankistek Ebro ibaiaren ingurutik Pirinioetarainoko bidea egin zuten. Milaka, ehunka milaka, errefuxiatuk erbestera bidea hartu beharrean aurkitu zuten beraien burua, penintsulan sekula ikusi den migrazio handiena osatuz.


Iheslariotako batzuk, 6 edo 7 mila, beharbada gehiago, euskaldunak ziren. Gehienak lehenago, 1936an eta 1937an, Euskal Herritik alde egin eta Katalunian babesa lortu zutenak. Euskal iheslariotako baten testigan-tza jarraituko dugu egun haietako gertakizunak kontatzeko. Zuzenago esanda, ihes handi haren ondorio izan zen Argeles-sur-Mer-eko hondartzan sortu zen kontzentrazio esparruaren barruan eraiki zen Gernika Berri euskal zelaiaren kontakizuna egiteko.

Testigantza hau arrasatear kazetari batek eman zuen Eusko Jaurlari-tzak Parisen argitaratzen zuen Euzko-Deya aldizkarian. Bere izena Andres, edo Ander, Garate Umerez zen, baina, garai hartako idazleek ohi zuten erara, ezizena erabiltzen zuen bere artikuluak sinatzeko, Gesalibar, akaso izen bereko Arrasateko auzokoa zelako. Hona dakartzagun artikuluak 1939ko martxoaren 19tik apirilaren 16ra bitartean argitaratu zituen Euzko-Deyak.

Garatek, Euskadin, Padura batailoian egin zuen gerra, komisario politiko ardurarekin. Santoñan hartu zuten preso frankistek eta, ondoren egin zioten epaiketan, heriotza zigorra ezarri. 1938ko urtarrilaren 21ean, kanje bati esker, Kataluniara aldatu zen eta, harik eta erbesteratu arte, itsas karabineroen gorputzean aritu. Zeregin militarroz gain, lehenago Euskal Herrian antzera, artikuluak idazten jardun zuen, oraingoan Bar-tzelonako Euzkadi egunkariak zuen Euzkel atalerako.

Iheslari gehienak ez bezala, mendiak negu gorrian zeharkatuz, Gesalibarrek idatzi zuen moduan: Inork ezagutu nahi ezta inguratu ziren Frantziara. Baina nola! Pirinioetako harkaitz tartean galduz, urez beratuta, hankak handiturik, gosez, Garate itsasoz heldu zen Frantziara, baina ez arrisku gutxiago biziz. Honetara kontatzen zuen, hirugarren pertsona erabiliz, Bravo ontzian bizitakoa: Beste asko, berriz, itsasontzi kaxkarretan. Gure begiekin ikusi genuen euskotar batzuen helduera. Gau guztian itsasontzia baztertu (lehorreratu) ezinik. Urez erdi beteta, olatu ikaragarriak noiz iruntziko zain, biluzik.

Egun biz arriskuok jasan ondoren, Fortignanen lehorreratu ziren Bravokoak. Handik Beziers-ko kontzentrazio esparrura eraman zuten arrasatearra eta, ondoren, Argeles-sur-Mer-era, 1939ko otsailaren 24an.

Frantziarren harrera ez zen izan kazetariaren gustukoa. Hara zer zioen: Uste genuen gure gudako zin-tzotasuna ordaindua izango zela behar zen bezala, geurea bezain gizarte jatorra bilatuko genuela, baina neurri zorrotzak atera ziren gure bidera. Goian izarrak, behean hondarrak, inguruan izotza zuri eta bihotzean… ze korapiloa! Benetan negargarriak lehenbiziko egun aiek! Harreraren ondoren, zelaiaren deskripzioa: Argeles-ko herri hau Mendebaldeko Pirinioetako mendien oinpean aurkitzen da. Bertatik gertu dago (3 bat km) hondartza edo itsasbazter izugarri hau. Benetan izugarria. Izango gara gaur, alde guztietakoak jota, laurogei mila gizon eta emakume, baita haur pila bat ere. Lehendabizi espainiarrak, internazionalistak eta denak elkarrekin jarri gintuzten. Frantziar gudariek zaintzen dituzte inguruak. Badira zaldizko afrikar batzuk ere.

Soldadu senegaldarrak

Hala eta guzti ere, Argeles-ko zelaia sortu zenean barrukoak zaintzeko jarri zituzten soldadu senegaldarrak Gesalibar esparrura heldu zenerako ez zeuden: Beltzak, beltz beldurgarri haiek eraman zituzten. Zaintzaren deskripzioa osatzeko beste hau ere idatzi zuen Gesalibarrek: Frantziako zelai zaindariak heldu orduko hasi ziren ‘alanbrez’ bazter guztiak josten eta oraindino ez dute bukatu.

Frantziar agintariek kontzentrazio esparruetan hartu zituzten milaka iheslari, baina zelaiotan behin-behinekotasuna zen nagusi, inongo azpiegiturarik egin gabeko lekuak ziren haiek. Horretara, ez zen harritzeko izan gaixotasunak zabaltzea eta heriotzak gertatzea. Barruan ziren pertsonek ahal zuten modura moldatu behar izan zuten hasierako egunetan. Eta holaxe, jo hara eta jo hona, kortxozko zuhaitz adar batzuk zuzendu eta etxez jabetu ginen. Jarri bi makila tente, beste lasto mordo bat gainean eta guk asmatu genuen lehenengo txabola. Egun biren barruan bete ziren inguru guztiak txabolaz.

Estalpea lortzeak beste garrantzi zuen jana eskuratzeak: gordelekuaren jabe egin ginen, baina gosea ken-tzeko biderik ez. Noizko baten jakin genuen ogia banatzen ari zirela, eta joan gu. Hura burrunba eta deiadarra! Harrika botatzen zituzten fran-tziarrek ogi borobil batzuk! Jaten emateko modu hau hasierako egunetan izan zen. Geroago, agintariak janariak banatzen hasi ziren, baina jakiak prestatu barik: Gero janaria etortzen hasi zen, baina geok gertatu behar.

Euskal iheslariak egoera larrian egonda ere, ez zeuden bertan behera utzita. Erbesteratzea hasi eta batera, Jaurlaritzak, Agirre lehendakaria buru zela, neurriak hartu zituen atzerriratuei gainera zetorkien zoritxarra ahal zen neurrian arintzeko. Lehenengo Figueresen eta geroago Perpinyanen batzorde bat eratu zuen, emakumeak, umeak eta adinekoak Iparraldean eta Frantzian zehar euskal gobernuak eratuta eta egun haietan beren beregi prestatzen ziharduen aterpetxeetara bidaltzeko. Baina etxeotan ez zegoen premian zeuden euskaldun guztientzat lekurik, eta ondasunik ez zuten gizonezkoak, gazte zein heldu eta, kasu batzuetan, agureak ere bai, kontzentrazio esparruetara bidali zituzten.

Frantziar agintariek Hexagonoaren hego ekialdean, Pirinioetan, eta Ipar Afrikako kolonietan sortu zituen esparruotan (denetara 15 inguru), kontzentratu zituzten euskaldunen ardura Agirrek Telesforo Monzon Gobernazio sailburuari eman zion, aginduz arintzeko lehenbailehen zelaiotakoen egoera. Zortea izan zen, Argeles har-tzen zuen, Frantziako 16. barruti militarreko nagusia Fagalde jenerala izatea. Fagalde euskalduna zen, kanboarra, eta, Monzonen eskariz, laster agindu zuen euskaldunei tratu berezia emateko eta Argeles-ko hondartzan aparteko lekua gordetzeko. Honetara sortu zen Gernika Berri izeneko esparrua; hasteko, Argeles-en zeuden euskaldunak hartzeko lekua eta, hau lortu ondoren, beste zelaietan zirenak guztiak ere babesteko gunea izateko asmoz. Lehen usteetan 2.000 gizon inguru elkartu nahi zituen Monzonek esparru euskaldunean. Baina lekua txikia zen eta premiak handiak. Hala eta guzti ere, 1939ko martxoaren 1erako 800 lagun hartzen zituen Gernika Berrik. Barrukoak gerran izan zuten hierarkia militarraren arabera antolatu zituzten, Martin Soler Zangitu altsasuar sozialista buru zutela.

Honetara zioen Gesalibarrek: Zin-tzo eta agudo asko laguntza agertu zi-tzaigun gure oinazeak apalduko zituena, gure estutasunak lasaituko zituena. Ze gogoz gure esku zurtzak estutu zuen Monzon, gure Jaurburu jauna! […] Eta berehala hasi zen bere lanetan. Ez zen erraza laurogei mila gizonen artean euskaldunak biltzea eta hau izan zen lehenbiziko lan izugarria. Lan honetarako, euskaldunak elkartzeko, erabiltzen zuten modua zera zen: ikurrin bat abizari modura jarri eta bertara inguratzen zirenak zerrendatu. Horretara batutako euskaldunekin hasi ziren Gernika Berri prestatzen. Berehala toki ikaragarri honetan neurtu zuan euskaldunentzat bakarrik bazter bat eta bere diruz, bere aziendaz, eta gure lagun-tzarekin hasi ginen txabola oso egokiak elkarri ezarrita, ilaran alde batetik jasotzen. Janlekua, sukaldea, garbitokia eta abar ahal zen azkarren gertatu zituzten eta gaur, gauza hauek denak nahi bezain ongi aurkitzen dira.

Futbola eta korua

Hainbeste mila lagun elkarrekin, eta gainera dena behar zutenak, negoziorako leku aproposa suertatu zen inguruko merkatarientzat eta, Garatek dioen moduan, Arratsaldeetan feria txiki bat ere egiten da zelai bazter baten, (…) karro zahar ugari ere han eta hemen, mando, asto, zaldi eta guztiekin etorriak. (…) Egunero frantziar dendariak etortzen zaizkigu txarkuteri, gozoki, gazta, errekin, ardo eta abarrekin.

Agintari frantsesek argi-indarra jarri zutenean, kale nagusia argiztatzeaz gain, zelai osoan zehar bozgorailuak ipini zituzten. Honela azaldu zuen Gesalibarrek bere kronika batean: Toki guztietatik aditzen da irradotzaren deia: izparrangietako berriak, bisitak, eta barruko harantz-honantz denetarako. Alanbrez inguratuta eta janaren eta aterpearen arazoak modu batera edo bestera konponduta, barruan zirenek egun osoa zuten libre eta ezer egitekorik gutxi. Denbora guzti hori betetzeko asmoz, futbol taldea eta korua antolatu zituzten euskaldunek. Kirolarien berririk ez dugu askorik, baina Euzko Ametza izeneko abesbatzak badakigu emanaldi ba-tzuk burutu zituela. Debuta zelaiko megafoniaren aurrean abestuz egin zuen eta, hor entzunda, Argeles-sur-Mer-eko kasino militarrean abesteko gonbita hartu zuten Muguruzak zuzentzen zuen koralekoek. Bigarren ekitaldi honetan, Monzonez gain, Argeles-ko buruzagi militarrak eta zelaiko pertsonalitate espainiarrak izan ziren entzule. Hirugarren ekitaldi baten berri ere eman zigun Garatek, hau Argeles-ko Zirkulu Militarrean egindakoa. Gesalibarren ida-tziak tarteka optimistak eta humore-tsuak ere badira, akaso irakurleak -Gernika Berrin zirenen etxekoak eta lagunak-, ez kezkatzeko. Baina benetan Argelesko hondartzan iheslariek bizi zutena ez zen inondik inora inorentzat desiragarria. Orduko dokumentazioa irakurrita badakigu janari gutxi eta beti antzekoa izaten zutela, erizaindegiak materiala eta botikak falta zituela, barrukoek sarri soinean zeramaten arropa besterik ez zutela, eta holako gabezia abar luze bat. Denen desioa zen handik aldetzea, eta laster bete zen esperantza hori.

Monzonek eta Fagaldek izan zituzten hartu-emanetan adostu zuten, Gernika Berrin, lekurik ez zegoenez, beste kontzentrazio esparru bat egitea euskaldunentzat. Horretara eraiki zen Gurseko zelaia, hasieran euskaldunentzat, baina laster beste jatorri batzuetakoentzat ere egokitu zena. Horretara lehen euskaldunak Gursera 1939ko apirilaren 4an heldu ziren eta guztira 4 osteratan Biarnoko esparru horretara eraman zituzten gehienak, guztira 6.000 gizon inguru.

Garate ere Gursera eraman zuten eta han egon zen 1939ko urriaren 16ra arte, La Roseraieko ospitalera aldatu zutenera arte, ze, gaztea zen arren, 29 urte zituen, bihotzetik gaixo zegoen. Argeles-ko berriak emanez idatzi zuen azken kronikan honetara agurtu zuen Gernika Berri: Agur Argeles-ko itsas bazterrak. Agur, gure aberriaren egarriaren azken edan-toki gazia, gure oinaze ameskorren ohe hotza, gure gomutasun xamur-xamurren negar tokia, gure isileko malko gaixoak bildu dituen zapi zoriona.