José Félix de Lequerica, ‘El Vigía’ en Guerra

El 9 de junio se cumplieron 50 años de la muerte de este político franquista

SANTURTZI, José Ignacio Salazar Arechalde

Diputado en Illescas, alcalde en Bilbao, embajador en París y Vichy, ministro de Asuntos Exteriores, fueron algunos de los cargos que el astuto político franquista consiguió en su carrera política. Obtuvo bastantes más, como veremos, lo que sin duda hace buena su propia definición como carguista de la que no dejó de alardear toda su vida.

Y detrás de aquellos destinos latía siempre el carácter o la representación del españolismo en Bilbao, algo así como ostentar el título de primera espada en lo que un autor como Javier de Ybarra ha llamado la «política nacional en Vizcaya». Esa posición le granjeó en ciertos círculos no pocas simpatías y halagos al ver en él una especie de adalid en un territorio cuando menos incómodo, «donde la españolidad tenía una emoción desesperada y desterrada», según expresión de su admirador el falangista gallego Eugenio Montes.

Integrado en el mundo de las familias de la oligarquía vasca, antes del golpe de Estado del general Primo de Rivera formó parte de las candidaturas mauristas monárquicas y de la Liga de Acción Monárquica, perdiendo y ganando elecciones. Derrotado en el distrito de Bergara en 1918, su fracaso lo vinculó a los turbios manejos nacionalistas encabezados por su aborrecido Ramón de la Sota. Por el contrario, la victoria monárquica de 1923 fue para él puro reflejo de la política nacional de su admirada plutocracia vizcaina.

En la convulsa República su posición ideológica se fue inclinando a fuerzas claramente totalitarias, en torno al fascismo de Ramiro Ledesma Ramos, a quien ayudó económicamente para lanzar su revista La Conquista del Estado y al falangismo de José Antonio Primo de Rivera que, estallada la guerra, asumió con enorme entusiasmo. En este período llegó a ser detenido tras la intentona golpista del general Sanjurjo.

En las páginas de ‘domingo’

El semanario Domingo publicó su primer número en Donostia un 21 de febrero de 1937. Dirigido por el periodista murciano Juan Pujol, tenía un sesgo claramente totalitario que no disimulaba. Al contrario, fascismo y nacionalsocialismo eran ideologías que constituían la brújula de su línea editorial. En este nicho ideológico encontraron cálida acogida autores como Calle Iturrino, Arraras, Giménez Caballero, Areilza y, cómo no, el propio Lequerica.

Mientras las bombas estallaban en pueblos y ciudades, Lequerica teorizaba en Domingo sobre el sentido de la guerra, los contendientes y las consecuencias que la victoria de los suyos iban a generar. Escudriñando en los más de treinta artículos que escribió en este medio, primero con el seudónimo de El Vigía y luego con su nombre, se puede trazar con cierta profundidad su perfil ideológico.

La sublevación militar tenía como misión, entre otras, luchar contra la descomposición de la unidad de la patria. Era preciso acabar con el nacionalismo vasco por múltiples razones pero en dos de ellas incidió de una manera especial. Para Lequerica la nación vasca era un simple invento de Sabino Arana y, en su consecuencia, algo absurdo, antihistórico y, empleando sus palabras, «propio de la dura lógica de las cabezas de una tierra sin excesiva agilidad mental».

Por otro lado, el catolicismo del nacionalismo vasco añadía un grado de responsabilidad a sus dirigentes haciéndoles responsables de la guerra en el País Vasco. Sin el clero separatista -incluyendo aquí al Seminario de Vitoria y a muchos religiosos jesuitas, capuchinos, carmelitas y de otras órdenes- afirmó con rotundidad «no tendríamos hoy la guerra en Euzkadi». La crítica a ese catolicismo la extendió a escritores como François Mauriac que en los momentos desesperados de la agonía de Bilbao había salido en la defensa de la libertad del Pueblo Vasco. Para Lequerica las palabras de Mauriac no eran sino una lamentable conjura de una parte del catolicismo contra el régimen de Franco.

Lo que llamó con desprecio «curitas euzkadianos» era una obsesión no exclusiva de nuestro personaje. Otras cabezas pensantes del régimen, acaso más ágiles que las del resto de sus conciudadanos, como la de Areilza, hacían vibrar a los espectadores del teatro Coliseo cuando éste arremetía contra «la gran vergüenza del clero separatista».

Y la victoria de Franco, su victoria, exigía alejar, relegar o exterminar a los vencidos. Lo dijo Lequerica en otro Coliseo, el España de Sevilla, cuando era ya alcalde de Bilbao ante el ministro de Educación Nacional Pedro Sainz Rodríguez, proclamando la victoria absoluta y la imposibilidad de concordia alguna con el bando vencido. ¿Qué hacer entonces con lo que llamó población indeseable de exiliados? Su deseo primero fue deportar a los desafectos a África o América. Consciente de lo imposible de la medida, confió en su asimilación para lo que trajo a colación los ejemplos de Italia y Alemania.

Ambos dictadores fueron ejemplo de lo que había que obrar en el futuro. Se entusiasmó con la política industrial de Hitler y Mussolini y a éste le calificó de genial italiano de quien surgía un nuevo orden social y le ensalzó como genio constructor que sabía también utilizar las viejas piedras de la antigüedad.

En Adolf Hitler vio al gran líder en el que se debía reflejar España para acabar con sus enemigos. El Internacionalismo rojo y el Internacionalismo blanco fueron en Alemania un grave problema «hasta la hora decisiva de Hitler».

Tan ilustre intelectual no tuvo reparo alguno en utilizar en estos artículos insultos e improperios sin cuento, poco adecuados para quien iba a ser considerado el diplomático más señero del régimen de Franco. El canónigo Onaindia era calificado de traidor, los vencidos eran unos delincuentes de derecho común, curas, médicos y maestros estaban comprometidos con los crímenes de Bizkaia y el Gobierno vasco simplemente ejercía una dictadura de la estupidez.

En el ayuntamiento de Bilbao

El 19 de agosto de 1938 José Félix de Lequerica tomó posesión de su cargo de alcalde. Hasta el 22 de marzo de 1939 ostentó la vara de mando en el Ayuntamiento de Bilbao. El todo poderoso ministro del Interior, a la sazón Serrano Suñer, le nombró alcalde de la Comisión Gestora sustituyendo a José María González Careaga, y ya en su primera intervención dejaba claro el principio rector de su gestión que no era otro que ejecutar una » política nacional dentro de los postulados de la nueva España».

La labor de depuración de funcionarios municipales que iniciara Areilza tras la conquista de Bilbao, la continuaron sus sucesores, incluido Lequerica, conjugándola con una política de incorporar en determinados puestos del Ayuntamiento, desde guardas y conserjes hasta médicos, a lo que llamaban caballeros mutilados del bando vencedor.

Algunas decisiones adoptadas por el Ayuntamiento que nuestro personaje presidía mostraban de manera descarnada la voluntad que le guiaba. De gran contenido simbólico fue la concesión de la medalla de oro de Bilbao al general Alfredo Kindelán «en atención a los máximos servicios prestados por las Alas Nacionales a este pueblo durante la Santa Cruzada colaborando con las Fuerzas de Mar y Tierra en su gloriosa liberación que se realizó la inolvidable tarde del sábado 19 de junio del 37» .

Hemos creído oportuno incluir el texto literal del acuerdo municipal porque difícilmente se puede inferir mayor ofensa a los bilbainos que padecieron los bombardeos de la aviación nazi al servicio de Franco durante los 11 meses de guerra, que ofreciendo la medalla de la villa a uno de los responsables de las Alas Nacionales que tanto dolor y pánico ocasionaron. En documentos británicos recientemente descatalogados se muestra a Kindelán junto con otros militares españoles como Varela, Queipo, Aranda y otros aceptando sobornos de importantes cantidades de dinero.

En consonancia con sus ideas, Lequerica no tuvo inconveniente alguno en cumplir con las normas dictadas por el Servicio Nacional de Primera Enseñanza y destruir los libros de las escuelas públicas doctrinalmente antipatrióticos o antirreligiosos, o de autores enemigos del Movimiento Nacional. En igual línea de adoctrinamiento, restableció la fiesta del maestro y la fiesta del niño para honrar a personajes como Félix Serrano y celebrar homenajes a la bandera y otros «actos de amor a España».

Su paso efímero por el Ayuntamiento de Bilbao no dejaba de ser un pequeño escalón en el ascenso a mayores responsabilidades de alguien que, como decía la propia Corporación en la felicitación por su nombramiento como embajador en Francia, era lógico «encumbrar a los más altos puestos» ya que se trataba de uno de «los mayores valores nacionales».

Lequerica y la memoria

Embajador en París y luego en Vichy, colaboró desde 1939 con las autoridades franquistas en las entregas del presidente de la Generalitat Lluis Companys, del socialista bilbaino Zugazagoitia y del periodista Cruz Salido, todos ellos fusilados tras las farsas de los consejos de guerra de los militares de la Dictadura. En ese puesto no dejó de interpretar los acontecimientos de la guerra mundial en clave antisemita frente al temor de que el gobierno francés de Paul Reynaud llegara a «encender en unión de la judería americana la contienda de continente a continente».

Ministro de Asuntos Exteriores durante unos meses, es cierto que su posterior tarea diplomática como inspector de embajadas, embajador en Washington y delegado permanente en las Naciones Unidas ha gozado de mejor prensa. Pensamos, sin embargo, que alabarle en el desempeño de esos puestos por su acierto y eficacia, puede ser acaso el peor de los reproches. Bueno es recordar que la habilidad diplomática no se desarrolló en el país de las maravillas, sino en un régimen de hecho, en la Dictadura del general Franco con la que, por otro lado, estaba perfectamente identificado.

En el último artículo firmado como El Vigía y publicado en Domingo al día siguiente de la conquista de Bilbao, marcaba la línea de los vencedores hacia los vencidos que no era otra sino la de su eliminación, negando hasta su memoria, ideas que nos recuerdan las reflexiones de Almudena Grandes en su novela El lector de Julio Verne: «es como si aquello nunca hubiera pasado, como si nadie se acordase de nada».

En efecto, Lequerica refiriéndose a los exiliados vascos profetizó que se disolverían poco a poco para concluir «y después nada, el olvido, la extinción; y tal vez los hijos de un fanático perdido junto al Orinoco o al Amazonas guardarán un recuerdo… Así se termina el problema vasco». Era lo que exigía la victoria absoluta. La supresión del bando vencido y la negación de todo derecho a la memoria con un solo fin: el olvido, como si la guerra y los exiliados nunca hubiesen existido. Pero aquello pasó, vaya sí pasó, y es obligado precisamente para que no se olvide, recordar esas palabras de hierro expuestas por quien fue considerado por la revista Domingo como uno de los escritores «más cultos, más inteligentes y más agudos» o por el ministro franquista Fernando María Castiella como el embajador que cumplió su misión «con inmenso tacto y habilidad», opiniones que hoy volvemos a leer en autores que cuando menos, vamos a ser aquí un tanto diplomáticos, podemos considerar desmemoriados.

Aquel seudónimo que utilizara en los primeros meses de 1937 sirve para caracterizar su actuación en una época ciertamente poco dorada. Vigiló desde las páginas de la prensa falangista a nacionalistas y republicanos, desde su despacho de la casa consistorial bilbaina al vecindario de la villa conquistada y en las embajadas españolas de París y Vichy a los exiliados expulsados de su tierra. Vigilancia que le fue, no lo dudamos, de enorme utilidad para lograr otros cargos, llegando a ser procurador y vicepresidente de las Cortes Españolas, en el régimen de Franco.

XiX. mendearen hasierako gerra. Lekeitio ia-ia erre zutenekoa

1812an Lekeition gerrillariek eta britainiarrek, batetik, eta frantsesek bestetik izan zuten batailan gertaturiko gorabeherak

Iñaki Goiogana

MILA zortziehun eta hamabiko udaberrian Espainiako independentzia gerra, edo, britainiarrek esaten dioten modura, Iberiar Penintsulako gerra, artean erabakitzeko zegoen, ordurako lau urte borrokan eman arren. Gerra hura pizteko aitzakia Portugalek Frantziako enperadore Napoleoni emandako ezetzean zetzan. Hain zuzen ere, Trafalgarko porrotaren ondoren, korsikarra Erresuma Batua itsasoz ezin garaituz gelditu zen eta britainiarrak makur arazteko Europako kontinente osoaren blokeoa agindu zuen, eta Portugalek ezetz esan zion. Ondoren, Fran-tziak eta Espainiak Portugali gerra egin zioten eta, Portugaleraino joateko Espainia zeharkatu behar zuenez, Napoleonek tropak bidali zituen penintsulara eta batzuk Espainiako lurraldeetan gelditu ziren. Ondoren, penintsula osora zabaldu zen borroka.

Aitzakia hau izanda ere, benetan penintsulan eta kontinente osoan borrokatzen zena, besteak beste, Erresuma Batua eta Frantziaren arteko nagusitasuna zen. 1812ko udaberrian hainbat bataila eta borroka egindakoak ziren elkarren artean etsaiak, baina oraindik argi eta garbi balantza alde batera edo bestera jarri gabe. Portugal aliatuen (Erresuma Batua, Portugal bera eta espainiar frantsesen kontrakoak) esku zegoen, baina penintsulako lurralde gehienak ez. Bizkaiko golkoko kosta osoa Gaztela biak ia osorik (Madril artean) eta Mediterraneoko kosta osoa frantsesen menpe zegoen. Aliatuek, esandako lurraldeaz gain, Andaluzian zuten beste gune bat beraien menpe. Honetaz gain, esan behar da baita ere, frantsesen esku zeuden lurralde zabaletan Napoleonen soldaduen agintea ez zela erabatekoa gerrillarien erasoak tarteko.

Batzuk eta besteak etsaia garai-tzeko indarrez justu zebiltzan, baina Wellingtonek, aliatuen buruzagi nagusiak, aurrea hartzea erabaki zuen Napoleonen Errusia inbadi-tzeko asmoen berri izan zuenean. Urruneko enpresa hartarako enperadore frantsesak soldaduak behar zituen eta Espainian zituen unitateetatik hartzen hasi zen. Hala eta guzti ere, frantziarren indarrak ez ziren gutxi eta garaipena berma-tzeko modua Marmont jeneral frantsesak penintsulan zituen indar guztiak ez batzean zetzan, besteak beste euskal kostan, Kantabrian eta Asturiasen ziren soldadu frantsesak Gaztela aldera joatea eragotziz.

Euskal Herria enperadorearen indarren esku zegoen, nahiz eta gurean ere gerrillari partidak asko eta indartsuak izan eta ejertzito espainiarreko unitate batzuk ibili. Itsasertzean frantsesak ziren nagusi, hain zuzen ere bide hori erabiltzen zutelako ingelesek gerrillarien partidak armaz hornitzeko eta talde militar ez erregular hauei aurre egiteko biderik errazena zelako, kosta itxi eta itsasoan kortsarioak zabaldu.

‘artzaina’ gerrillaria Lekeitioko kasuan 1808tik 1811ra bitartean frantsesek bisitak egiten bazituzten ere azken urte hartako urritik aurrera bertan hirurehun gizonetik gorako goarnizio bat jartzea erabaki zuten. Ordura arte gerrillarien, batez ere Gaspar Jauregi, Artzaina ezizenez, urretxuarrak gidatzen zuen partidarekin, baina baita Juan Ansotegirenarekin ere, pertsekuzioan izan ziren borroken eskenatoki bilakatu zen Lekeitio behin baino gehiagotan, baina borrokak izan ondoren frantses indarrek alde egiten zuten herritik. 1811ko urritik aurrera berriz bertan geldi-tzea erabaki zuten. Ez zen izan hartu zuten autu bakarra. Lekeitiarrez osaturiko guardia zibikoa osatzen ahalegindu ziren, baina, antza denez, arrakasta handirik gabe. Bestalde, herrian kokatu zen destakamendu frantsesak herria gotortzeko hainbat lan egiteko agindu zuen.

Badakigu gerra hasi zenean, 1808an, Lekeitio zaintzeko lau fortin bazirela herriaren mugen barruan. Bat Santa Katalinan, eta gainerako hirurak herriko sarreran bertan, San Juan Talakon eta behean eta San Nikolas islan. Leku bakoitza 18 liberako munizioa erabiltzen zuten kanoi biz hornituta zegoen Beheko Talaia izan ezik. Leku honetan zeuden piezak txikiagoak ziren, 12 liberakoak hain zuzen ere.

Frantsesek gotorleku guztioz gain beste bat prestatu zuten Kalbario mendian, Lumentza tontorrekoa. Mendi honen gailurrean kanoiak jartzean frantsesek argi erakutsi zituzten beraien ardurak, itsasotik zetozen britainiarrak eta lehorrean zebiltzan gerrillariak. Izan ere, Lumentza gainetik herriko sarrera guztiak kontrolatu zitezkeen eta bertara irtetea ez zegoen edozeinen esku. Aurrerantzean, denborak erakutsiko zuenez, gerrillarien kemenaz gain zerbait gehiago beharko zen frantsesei aurre egiteko Lekeition.

1812ko ekainaren 14an itsasoratu zen A Coruñan Home Popham kapitainaren buruzagitzapean, Venerable lerroko ontziaz gain, Surveillant, Medusa eta Rhin izenak zeramatzaten fragataz eta beste hainbat itsasontzi txikiagoz osaturiko ontziteria britainiar bat. Eskifaiaz gain mila itsas infante ere ontziratu ziren bertan. Kontuan hartzeko zenbaterainokoa zen itsas armada honen indarra esan behar da, Venerable bezalako ship of the line batek 18 liberako munizioa erabiltzen zuten 74 kanoi zeramatzala aldean eta fragata bakoitzak, bestalde, 30 kanoitik gora zeramatzala, denak ez 18 liberakoak baina potentzia handikoak bai. Ontzi txikiagoez ez dugu informaziorik baina pentsatzekoa da ez zirela armarik gabe joango. Neurria hartzeko esan baita ere Venerableren moduko lerroko ontziak (lerrokoak borroka egiterakoan lerroan jartzen zirelako) armada britainiarreko hirugarren mailakoak zirela, hau da, ez potentziarik handiena zutenak, baina bai handikoak eta itsasoan maniobrak egiteko aproposak. Honako ontzietan oinarritu zen itsas armada britainiarraren indarra eta, ondorioz, inperioa ere bai.

Untziteri honen lana, Pophamek hartu zuen agindua, gerrillarien laguntzarekin bat eginez, frantsesak zirikatzea izan zen; hain zuzen ere, frantziarren Iparraldeko ejertzitoaren buru zen Cafarelli jeneralak ez ziezazkion bidali Marmonti Gaztela aldean Wellingtoni aurre egiten laguntzeko agindu zizkion 8.000 gizonak.

Ondorengo egunetan Lekeition eta itsasalde guztian gertatu ziren borroken berri zehatza dugu, batetik garai hartan Ingalaterrako egunkarietan honen berri eman zelako, baina, baita ere, Lekeitioko udal artxiboan hainbat agiri gorde direlako orduko kontuen Sigue leyendo XiX. mendearen hasierako gerra. Lekeitio ia-ia erre zutenekoa

‘Bizkaitarra’: 120 años del primer periódico nacionalista vasco

Se cumplen hoy 120 años del comienzo de la prensa abertzale cuando, un jueves 8 de junio de 1893, apareció Bizkaitarra, si bien no sería hasta el domingo el día en el que se vocearía por primera vez por las calles de Bilbao para su venta el nombre de este primer periódico nacionalista vasco.

Hacía solo cinco días que su director y principal promotor, Sabino de Arana y Goiri, junto a su hermano Luis, había expuesto públicamente su ideario en el txakolí de Larrazabal, en una afari-merienda, a la que le habían invitado, interesados en conocerlo, varios lectores de su librito titulado Bizkaya por su independencia.1

El resultado de aquel primer acto público, recordado posteriormente como Juramento de Larrazabal, no fue inicialmente bueno, ya que el rotundo discurso de Arana no convenció, en un principio, a casi ninguno de los asistentes. Pero, a pesar de todos los Sigue leyendo ‘Bizkaitarra’: 120 años del primer periódico nacionalista vasco

Historia de los vascos: El nacionalismo vasco en la democracia cristiana del siglo XX

Se cumple el cincuenta aniversario del acuerdo por el que se constituyó un equipo del Estado español dentro de los NEI de la democracia cristiana

Iñaki Goikoetxeta González. Bilbao

Aguirre, Leizaola y Landaburu, con personalidades europeas entre las que se encuentra Mauriac, Premio Nobel de Literatura. (SABINO ARANA FUNDAZIOA)

LOS Nuevos Equipos Internacionales (NEI) fueron constituidos oficialmente en Chaudfontaine, localidad valona cercana a Lieja, el 2 de junio de 1947. Su creación, tras la devastación y el trauma que laminó el continente europeo en la II Guerra Mundial, respondía a una doble necesidad. Se trababa de impulsar la construcción de la Unión Europea Federal como una estructura política con el objetivo de asentar la paz en Europa y resistir al expansionismo soviético, al tiempo que se agrupaba en los NEI a los hombres y partidos democráticos de inspiración cristiana.

Las reuniones previas a la constitución formal de los NEI se celebraron en París. La sede del Gobierno vasco, en varias ocasiones, sirvió de espacio para los encuentros preparatorios, en los que el PNV participó activamente desde sus inicios.

Muchas partidos contribuyeron a la formación del movimiento, debiendo destacarse el protagonismo de personalidades de referencia como Robert Schuman, Georges Bidault, Alcide de Gasperi o Konrad Adenauer, que se han significado como los padres fundadores de la Unión Europea. El sustrato filosófico que nutría a la organización era el personalismo comunitario, cuyos principales representantes eran Emmanuel Mounier y Jacques Maritain. El personalismo comunitario reivindicaba la centralidad de la persona como sujeto social por contraposición al individualismo liberal y a las ideologías colectivistas negadoras de las personas.

En una Europa fuertemente polarizada, en los albores de la guerra fría, los NEI se constituyeron como una tercera vía entre el autoritarismo y el fascismo y la expansión comunista que ya extendía sus tentáculos sobre media Europa.

En este contexto de posguerra, la amenaza estalinista se tornó en una obsesión. Su toma del poder de numerosos gobiernos de Europa central y del este, constituían un factor de referencia. Los comunicados conjuntos, propiciados por los vascos, contra el régimen de Franco contaron con reticencias, sobre todo de alemanes y austriacos que consideraban a la dictadura española un baluarte defensivo contra la penetración del comunismo. En este sentido, es preciso subrayar que aunque la mayoría de los demócratas cristianos se batieron en la resistencia contra el nazismo, otros se mostraron indulgentes con los regímenes fascistas que gobernaron en Europa e, incluso, algunos colaboraron con el ocupante alemán. Los NEI eran pues una organización pluralista que, aunque tuvo una actividad notable, no portaba la vocación de configurarse en partido político europeo. Se pretendía, esencialmente, construir una colaboración estrecha entre los diferentes grupos democristianos europeos.

DOCE PERSONALIDADES

En la fundación de los NEI se constituyó un Comité de Honor compuesto por doce prestigiosas personalidades europeas. Se eligió al lehendakari José Antonio Aguirre –presidente de la República Vasca- como vicepresidente de honor de la organización, cuyo presidente era el ex-primer ministro belga Paul Van Zeeland.

El Comité Ejecutivo de los NEI estaba integrado por representantes de equipos nacionales, conformado parcialmente por ministros en ejercicio, siendo nominado por Euskadi Francisco Javier de Landaburu, el único componente de una Nación sin Estado en dicho Comité Ejecutivo.

El Comité del Equipo Nacional Vasco de los NEI, que se reunía semanalmente en París, estaba conformado por Landaburu, Lasarte, Iñaki de Aguirre e Iñaki de Renteria. En 1948, tras amplios debates sobre la delicada cuestión alemana, la CDU fue admitida en los NEI y Landaburu compartió con Konrad Adenauer responsabilidades en el Comité Ejecutivo.

El PNV fue el único partido político del Estado que participó en el nacimiento de los NEI. En 1955 se aprobó la adhesión de Unió Democrática de Cataluña (UDC) a la organización.

Los NEI, en su vocación de crecimiento, abogaban por integrar a partidos con representación en todo el territorio del Estado. A comienzos de la década de los 60, Izquierda Demócrata Cristiana y Democracia Social Cristiana, partidos minúsculos creados en la segunda mitad de la década de los 50 y presididos, respectivamente, por los exministros de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) Giménez Fernández y Gil Robles Quiñones entraron en los NEI.

Representantes de los cuatro grupos participaron, junto a otros, en el IV Congreso del Movimiento Europeo, el llamado Contubernio de Munich por la prensa franquista (5-8 de junio de 1962).

Los NEI y la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA) -creada en abril de 1947- conformaron la Unión Mundial Demócrata Cristiana (Chile, julio de 1961). Se constituyó, así, una asociación compuesta por partidos políticos democratacristianos y socialcristianos a escala mundial, cuya ideología se basaba en el humanismo cristiano.

Esta organización es la predecesora de la Internacional Demócrata Cristiana (IDC) que, desde 2001, se denomina Internacional Demócrata de Centro.

Tras la muerte del lehendakari Aguirre en marzo de 1960, Landaburu -vicepresidente del Gobierno vasco y representante más significativo del PNV en las relaciones internacionales- fallece en mayo de 1963. Jesús María de Leizaola, Manuel de Irujo y Joseba Rezola asumieron, tras el deceso, la representación internacional del partido.

Equipo del estado

El 2 de junio de 1963, mañana se cumple el cincuenta aniversario, en Barcelona, PNV y UDC -urgidos por los NEI que exigían un único equipo o representante por cada Estado- suscribieron un documento, junto a los dos grupos españoles citados, en el que exponían la voluntad de formar parte del Equipo del Estado español de los NEI.

Las reuniones entre estos cuatro grupos del Equipo del Estado, con objeto de debatir su representación en los NEI, no eran demasiado amistosas. Gil Robles alegaba que los únicos partidos de ámbito nacional eran los presididos por los exdirigentes de la CEDA republicana y reclamaba su protagonismo principal. No se alcanzaban acuerdos, por lo que el PNV seguía manteniendo la representación internacional en los órganos ejecutivos de los NEI.

El II Congreso de la Unión Mundial Demócrata Cristiana se celebró en Estrasburgo (septiembre de 1963). Gil Robles, observando a Jesús María de Leizaola en la Mesa Presidencial del Congreso, protestó airadamente ante el presidente del Congreso y primer ministro belga, Theo Lefèvre, por haber permitido sentarse en la mesa al presidente de un gobierno separatista.

El XVII Congreso Europeo de los Partidos Demócrata Cristianos (Taormina, 9-12 diciembre de 1965) tomó la decisión de crear la Unión Europea de Demócratas Cristianos (UEDC), organismo que sustituiría a los NEI.

En el Congreso, después de numerosas reuniones, no exentas de tensiones, la UEDC consiguió que se aceptara la representación de los cuatro grupos que formaban el equipo español tras el acuerdo sobre un documento -similar al suscrito en Barcelona el 2 de junio de 1963- que, aprobado en la madrugada del día 11, apenas sirvió para maquillar las exigencias de los democristianos europeos.

El Equipo español no desarrolló una acción política unitaria, salvo la organización de jornadas internacionales conjuntas democratacristianas, auspiciadas por la UEDC, que se celebraron en Montserrat, Valencia y Madrid, está última justamente, en enero de 1976, tras la muerte de Franco.

En 1977, ante la inminencia de las primeras elecciones legislativas del 15 de junio, Izquierda Democrática de Joaquín Ruiz Giménez -sucesor de Giménez Fernández-, y la Federación Popular Democrática de José María Gil Robles Gil Delgado, se unían creando la Federación de la Democracia Cristiana. En dichas elecciones, esta formación obtuvo un resultado desastroso. Recibió 215.841 votos (1,18% del total). No consiguió escaño en el Congreso. Tras ello, se disolvió en 1979.

De nuevo, solamente el PNV y la UDC permanecieron en la organización democristiana, con el aval de un notable respaldo popular en los comicios.

Ante la cercanía de las elecciones europeas de 1979, los partidos democristianos europeos crearon el Partido Popular Europeo (Luxemburgo, 8 de julio de 1976)

Pueblos europeos

El PPE se fundó, también con la presencia del PNV, estableciendo en el preámbulo de sus Estatutos lo siguiente: «El PPE es fiel a los ideales y a la herencia de los Padres fundadores de la unidad europea que como Schuman, Adenauer y De Gasperi, decidieron, en oposición a los regímenes totalitarios y después de una fratricida guerra mundial, hacer del todo imposible nuevos conflictos construyendo la unidad europea. El PPE inspirándose en sus valores espirituales y principios morales que encuentran en las raíces cristianas su más alta expresión, se compromete a completar la obra histórica de la unidad federal de los Pueblos europeos en una sociedad más libre, más justa, más democrática y pacífica».

El PPE, en el objetivo de obtener la primacía en el Parlamento Europeo ante la fortaleza numérica de los partidos socialistas, sobre todo en la medida que la ampliación de la Comunidad Europea concernía a países donde el PPE no encontraba grupos homologables, fue acogiendo a partidos conservadores y de derecha que desfiguraban el sustrato social y federal del movimiento y no creían en la Europa Federal. En este contexto, se produce la integración del Partido Popular español.

El PNV, ante este alejamiento del perfil progresista y europeísta del movimiento a cuya creación había contribuido y en el que había participado desde 1947, abandonó el PPE en julio de 1999. A esta decisión contribuyó el permanente y montaraz hostigamiento del PP español.

La salida definitiva de la entonces Internacional Demócrata Cristiana (IDC) tuvo lugar en Chile (octubre de 2000), cuando se exigió, en una operación vengativa urdida por el PP español, la adscripción del PNV a la estructura regional para permanecer en la Internacional.

Nuestro representante en el Congreso de la IDC de Santiago de Chile, Imanol Bolinaga, tras la votación y cuando el presidente de la mesa le concedió la palabra para su despedida, narró la trayectoria del PNV en el movimiento democristiano, finalizando su disertación con un emocionado Gora Euskadi Askatuta.

Este mensaje, que retumbó vibrantemente en la sala, encierra un significado profundo tanto en el pasado pero, sobre todo, hacia el futuro de nuestro proyecto político. La necesidad de constituir a Euskadi en sujeto político de la Unión Europea para garantizar su personalidad nacional y evitar su sometimiento, como la historia nos acredita, a los intereses de unos Estados que no habilitan espacios para las aspiraciones de libertad de sus Naciones.

Historia de los vascos. San Michel Garikoitz, un santo de Iparralde

El 14 de mayo se cumplieron 150 años del fallecimiento de este religioso natural de Ibarre (Behe-Nafarroa), fundador de la orden de los Padres betharramitas

Por Beñat Oyhénart

Única foto que se conserva de él

Bétharram. IBARRE, en Behe-Nafarroa, está formado por varias casas alrededor de una pequeña iglesia. Otras viviendas, aisladas, cuelgan de la pendiente de la montaña; entre ellas, Garakotxea, (la casa en lo alto), da su nombre a los Garicoits. La propiedad no tiene más que tres hectáreas de tierra rocosa, en pendiente, en una esquina del bosque.

En 1796, Arnaud Garikoitz y Gratianne Etcheberry, ambos de Ibarre, se casan; es el tiempo de la Revolución Francesa: nada de celebraciones religiosas en el pueblo. Van al sur de los Pirineos y reciben la bendición de un sacerdote católico.

Michel nace el 15 de abril de 1797. Seis meses después es bautizado a escondidas. ¡El niño no es un santo! Con cuatro años le lanza una piedra a una mujer porque creía que le había hecho daño a su madre. Con cinco años le roba unas agujas a un vendedor ambulante. Pero su madre le vigila: «Sin ella, yo me habría convertido en un malvado», diría él. Una tarde de invierno, frente al fuego, ella le enseña: «Hijo mío, ¡Dios echa a los niños con pecado mortal a un fuego terrible!» La lección refleja el rigor jansenista de la época.

En Ibarre, Michel va a la escuela. Dotado, estudioso, ya agotaba la sabiduría del profesor. No abandona los libros ni la idea de estudiar para ser sacerdote. Cuando habla de ello, su madre le dice: «Nosotros somos muy pobres», y su padre: «Si eres razonable; deja ese sueño a un lado, tenemos que vivir del fruto de nuestro trabajo».

Ganar unos pocos escudos se convierte en necesidad. En 1809, con 12 años, entra como criado en Oneix, a 25 kilómetros de Ibarre. La señora de la casa le dice: «¿Has hecho la Primera Comunión?» El jansenismo de su madre se lo había impedido en Ibarre; el cura de Garris, del que depende Oneix, no se apresura. El fervor del joven pastor es visible. En éxtasis descubre a Dios fundido en caridad. Esta visión le marca para siempre. El 9 de junio de 1811 hace la Primera Comunión en Garris.

«QUIERO SER SACERDOTE» Michel vuelve a Ibarre. Pero no por mucho tiempo. Sin descanso, les insiste a sus padres: «Yo quiero ser sacerdote». Su abuela por parte de madre, y madrina suya, suplica: «Michel está dotado para los estudios; hay escuelas gratuitas; el cura de Saint-Palais puede ayudarnos».

Michel debe trabajar para poder estudiar: en casa del cura de Saint-Palais, para el secretario del obispo en Baiona… Con 19 años, en Aire-sur-Adour, con una beca, se consagra a los estudios. Entre 1819 y 1821 está en el seminario de Dax. Termina sus estudios de Teología en Larressore siendo ya profesor. Por fin, se ordena sacerdote el 20 de diciembre de 1823.

En Cambo, es vicario de un cura medio paralítico durante casi dos años. Su entrega es absoluta: «santo padre» le llamaban ya entonces. Con los jóvenes parroquianos a los que él mismo anima, descubre la devoción al Sagrado Corazón. A finales de 1825 deja el País Vasco: el obispo le envía a la otra punta de la diócesis, en el extremo del Bearn, a Bétharram.

Allí, ayuda a un sacerdote anciano a dirigir el gran seminario; después, él le sucede. Pero el obispo manda a los seminaristas a Baiona. En 1833, Michel se queda solo en el santuario mariano. Habla poco la lengua local. ¿Qué futuro le espera? Desde su llegada a Bearn, va a Igon, a 4 kilómetros, a visitar a las Hijas de la Cruz. Allí se encuentran dos religiosas vascas, las dos jóvenes de Cambo que le iniciaron en la devoción al Sagrado Corazón. Sorprendido de verlas tan contentas, a pesar de la pobreza del convento, descubre a su fundadora, Jeanne-Elisabeth Bichier des Âges, y la vida religiosa.

Una congregación El ejemplo de esta comunidad religiosa y su preocupación de ver sacerdotes devotos, obedientes al obispo, le inspiran la idea de la creación de una congregación. Las Hijas de la Cruz le animan. Un retrato ignaciano en Toulouse y el consejo de su antiguo obispo le abren el camino. A los pies del altar de Nuestra Señora de Bétharram, en lo más profundo de sí mismo, se ve confirmado en su destino, animado a llevarlo a cabo.

En 1835, el obispo de Baiona autoriza a los sacerdotes a unirse a él. Así nace una nueva congregación. En 1838 se produce un cambio de obispo: Monseñor Lacroix ve con buenos ojos una sociedad de sacerdotes pero dependiente solo de él, mientras que Michel Garikoitz piensa en una verdadera congregación, capaz de elegir a su superior. Cuando el primero quiere sacerdotes auxiliares, el otro desea auxiliares del Sagrado Corazón: finalmente, se establece la Sociedad de sacerdotes auxiliares del Sagrado Corazón. Como el obispo permanece en el puesto cuarenta años, la ambigüedad se mantiene hasta la muerte de Michel Garikoitz.

Siguiendo un modo de vida que recuerde a Ignacio de Loyola y a la Compañía de Jesús, Garikoitz empuja a los suyos a contemplar al Dios que nos ama a través de Jesús, el Verbo hecho carne que se rebaja hasta morir en la cruz para salvarnos; Jesús que nos atrae hacia el amor divino; Jesús el modelo que nos enseña cómo amar; Jesús el medio que nos permite alcanzar el amor de Dios. Viendo este espectáculo, Sigue leyendo Historia de los vascos. San Michel Garikoitz, un santo de Iparralde