Preocupación de la reina (3)

Fuera del sueño del Rey Juan Carlos I de España, en la antecámara de sus habitaciones, se oyó el sonido apremiante de una llamada telefónica. Como no cogía nadie el aparato, entró la reina Sofía, todavía en bata y con rulos. Comprobó que el monarca seguía durmiendo. Coincidió con otra ventosidad real. Se decidió por coger el teléfono.

-¡Aquí la casa real! … ¡No! Evidentemente no soy el rey. ¿No tengo voz de mujer? … Si es una cuestión muy importante, me la puede decir a mí. Soy la reina. … ¿Sólo quiere hablar con el rey? Entonces, …  ¿Es una propuesta para solucionar el lío de Urdangarín y de mi hija pequeña? Dígamelo a mí. Yo puedo …

A doña Sofía le sudaban las manos por el nerviosismo,

-Negociar con el rey será muy difícil. … Yo creo que no lo conseguirá. Es mejor que … No creo que consiga la mediación de otros miembros de la familia real. Dígame quién es. … ¿Ni siquiera quiere decirme quién es? … ¡Oh! Me ha colgado.

La reina se quedó muy preocupada por la llamada al rey que ella había protagonizado. Esa preocupación se añadía a la inquietud producida por la noticia de que el rey había tomado una decisión muy importante para el futuro de la monarquía. Se puso más nerviosa. Volvió a mirar a su marido. Seguía dormido y resoplaba.

-¡Felipe! ¡Dónde estás, Felipe, hijo!

La decisión de la reina fue localizar a su hijo el heredero con el fin de comentar con él sus preocupaciones. No tardó mucho en encontrarlo.

-Felipín, hijo, estoy muy preocupada.

-¡Madre, no te alarmes! Todo se puede solucionar.

-Tu padre ha tomado una decisión sobre el futuro de la monarquía.

-¿Qué decisión? – se interesó el heredero – ¿Me deshereda?

-No ha querido decírmelo. – se excusó doña Sofía – Sólo me ha dicho que lo va a cambiar todo.

-¡Lo va a cambiar todo! ¿Incluso la sucesión?

-No lo sé. ¡Todo! Ha dicho que todo.

-¡Madre, tranquilízate! – dijo Felipe temblando – Déjalo en mis manos. Yo me encargo de todo. Me enteraré de cuál es esa decisión tan importante.

-Tu padre ha recibido una llamada para negociar sobre Urdangarín.

-Ahí no hay nada que negociar. ¡Que pague lo que tenga que pagar! Tú, tranquila.

Emakume Abertzale Batza jugó un importante papel de apoyo a los presos en la guerra y la posguerra

Por Josu Chueca . Iruñea

Hasta 1931, en Euskadi, emakumes eran todas las mujeres, pero a partir de esa fecha, esa denominación genérica empezó a ser utilizada también para referirse a las mujeres organizadas como militantes en la filas de Emakume Abertzale Batza y/o del PNV. Y es que, aunque EAB había sido creada en 1922, su verdadera eclosión se dio a partir de ese año, con el advenimiento de la II República, haciendo de esa apelación la marca popular de sus militantes. En dicho periodo, en un contexto de creciente participación y de militancia femenina en las actividades políticas, culturales y en el conjunto de la escena pública, las mujeres abertzales pusieron en pie una organización dinámica y en constante crecimiento hasta llegar la fractura de 1936.

En los años republicanos EAB se extendió desde su originaria matriz vizcaina al conjunto de las cuatro provincias, aumentando su número de afiliadas de forma casi exponencial. Pero fueron sus actividades de carácter cultural, en el campo de la literatura y del folclore; en el de la enseñanza -con su significada aportación a la puesta en marcha de las escuelas vascas o ikastolas- e incluso asistencial -Ropero Vasco, Gabon del solidario…- las que hicieron de las emakumes, la más importante novedad en las aportaciones a la praxis nacionalista en el citado periodo prebélico. Esta quedó visualizada, sobre todo, en la intensa actividad política que, mediante reuniones, conferencias y mítines, llevaron a cabo por toda la geografía vasca, emakumes ya míticas, como Julia Fernández Zabaleta, Mercedes Careaga, Elbira Zipitria, Julene Urzelai, Polixene de Trabudua, Haydée de Aguirre y otras… en el corto, pero rico lustro republicano.

La sublevación militar de julio de 1936 truncó todas estas dinámicas y actividades. EAB corrió la misma suerte que todas las entidades democráticas y sus afiliadas, sobre todo en las provincias donde la sublevación resultó exitosa para los fascistas, muy pronto conocieron la represión, en forma de deportaciones, multas, depuraciones profesionales, encarcelamientos o muerte de sus más próximos.

Redes de apoyo

De hecho la amplia y trágica panoplia represiva desencadenada desde las primeras horas del alzamiento militar fue la motivación para poner en marcha toda una serie de actuaciones, dispersas y aisladas en los primeros momentos, que posteriormente confluyeron hasta formar redes de apoyo a los presos y detenidos y de auxilio y ayuda para todos quienes pretendían escapar de la represión.

En el caso vasco la iniciativa más importante y de mayor operatividad, que terminó configurando una organización para ayudar a los encarcelados y para realizar trabajos de información a favor de éstos y del propio Gobierno vasco, tuvo su motor y eje en el grupo de emakumes que encabezadas por Bittori Etxeberria, darían lugar a lo que luego se denominó Red Álava, en honor del miembro de esta red, Luis Álava Sautu, fusilado por los franquistas en mayo de 1943.

El núcleo de estas emakumes -Delia Lauroba e Itziar Mugica en Gipuzkoa, Teresa Verdes en Bizkaia, Bittori Etxeberria y Felícitas Ariztia en Navarra-, empezó a funcionar como tal, a raíz de la caída de Bizkaia en manos de los franquistas y más en concreto, tras la posterior rendición del Ejército vasco en Santoña, a fines de agosto de 1937. Exiliados el Gobierno vasco y parte de los dirigentes del PNV y, encontrándose en la necesidad de conocer las circunstancias en que la citada rendición se había efectuado, así como la suerte y situación de los miles de detenidos, el diputado jelkide José María Lasarte, entonces responsable de los Servicios de Información del citado Gobierno, se puso en contacto con la emakume baztandarra Bittori Etxeberria.

A través de ésta y de los propios contactos suministrados por Lasarte, inmediatamente se pusieron en acción cuatro emakumes más: La también navarra Felícitas Ariztia, las guipuzcoanas Delia Lauroba e Itziar Mugika, y la vizcaina Tere Verdes. Un informe relativo a la red, entonces recién nacida, subrayaba el protagonismo de ellas cuando afirmaba: «De Pepita -nombre de guerra de Bittori Etxeberria- nació la organización. Ella dio los primeros pasos. Ella la amplió. Simultáneamente a los últimos momentos de Laredo, Pepita Etxano hizo a esta zona una visita clandestina. Nos entrevistamos con ella seguidamente y nos encontramos con algo providencial: conocía medios y conocía muy bien Sigue leyendo Emakume Abertzale Batza jugó un importante papel de apoyo a los presos en la guerra y la posguerra

La visita ejemplarizante de Franco a Begoña el 20 de junio de 1937.

El apoyo de la Iglesia a los sublevados fue total y entusiasta

La Amatxo de Begoña y su santuario han sido siempre un mito emblemático del nacionalismo vasco confesional y un lugar para buscar ayuda en los momentos duros

Por Jesús de Garitaonandia

BILBAO-BEGOÑA. EL culto mariano en el País Vasco tiene una larga y profunda tradición que se plasma en los santuarios dedicados a la Virgen como patrona de las diversas regiones y municipios de Euskal Herria. Yo añadiría que en todos estos santuarios se respira un espíritu regionalista y vasquista muy profundo. De ese espíritu vasquista da buena cuenta el bello himno compuesto por la pluma de Juan José Pérez Ormazabal (posteriormente conocido por sus exaltadas loas patriótico-españolistas) que canta las glorias marianas de Euskal-Herria: «Reina y Madre de Vasconia / que en Aranzazu reináis sobre un espino/ y en Begoña sois estrella del marino / y en Estíbaliz sois miel…/ En solemnes Asambleas / y ante el árbol de los Fueros / renovaban sus Junteros / su fidelidad a Vos; / también hoy los vascos tienen/ sus amores en Vos fijos…/ Firme y recia como el tronco / de los robles de la sierra/ la fe de la vasca tierra / se mantuvo siempre en pie. / Vientos de falsos errores / hoy la baten a porfía, / oh, Reina de Euskal Herria, / vigorizad nuestra fe… (BOOV,15-XI-1935).

Aquí en Bizkaia, la Virgen de Begoña y su santuario han sido siempre un mito emblemático del confesional nacionalismo vasco. Ni las adversas circunstancias de la guerra amortiguaron su atracción y vigencia. Todo lo contrario, las tristes circunstancias de la guerra animaban más a los vizcaínos a visitar a la Madre de Dios de Begoña para pedir su ayuda y protección:

El día 6 de octubre de 1936, en la iglesia de Santa María de Begoña y, concretamente en su camerino, ante el Santísimo Sacramento, don José Antonio de Agirre y Lekube, formuló un juramento solemne de fidelidad a la Iglesia y a Euskadi, y de ofrenda de su vida a esta causa, horas antes de ser elegido Presidente del Gobierno de Euskadi en Gernika.

El 28 de marzo de 1937, dos días antes del comienzo de la feroz ofensiva de Mola y tres meses antes de la caída de Bilbao, el santuario de Begoña convoca en sus aledaños a miles de ciudadanos vascos que celebran el Vº Aberri Eguna a los pies de la patrona de Bizkaia.

Muchos gudaris antes de salir al frente acudían a Begoña a bendecir las banderas de sus batallones y a pedir la protección de la Amatxo de Begoña.

Llegada de FRanco a Begoña el 18 de junio de 1939

Normalidad Esto lo confirma un sacerdote que debe su vida a los nacionalistas vascos y que más tarde llegaría a obispo, Rafael García de Castro, escribe así: «La barbarie roja y separatista, que durante once meses ha sometido a la Villa a su yugo tiránico, respetó la imagen para continuar la abominable farsa del pretendido catolicismo de la llamada República Vasca y hasta pretendió teñir de cierto tinte separatista vasco la devoción a la Virgen de Begoña, celebrando, bajo el dominio del Gobierno de Agirre, diversas solemnidades religiosas en aquel santuario, con motivo de la salida al frente y bendición de banderas del llamado ejército vasco».

En este momento histórico ocurrieron una serie de hechos que sacaban de quicio a los franquistas y a todos los que se pusieron a favor de la rebelión militar del 18 de julio. Enumero aquí algunos de estos hechos:

Durante once meses seguidos, a partir de la rebelión militar franquista, el culto y la vida religiosa parroquial se desenvolvieron en la iglesia de Begoña con absoluta normalidad. Esta normalidad se podía extender a todo Bizkaia.

El Gobierno vasco se puso del lado de la República porque era un gobierno legítimamente Sigue leyendo La visita ejemplarizante de Franco a Begoña el 20 de junio de 1937.

30 años de Amejoramiento del Fuero. La transición en Navarra.

Por Álvaro Baraibar

La Ley Orgánica del 16 de agosto de 1982 hizo posible la incorporación de Navarra a la España de las autonomías a través de una vía propia que actualizaba el régimen foral del viejo Reino

EL pasado 16 de agosto la Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra (LORAFNA), conocida como Amejoramiento, cumplió 30 años de vida. Tres décadas desde que entrara en vigor el que sin lugar a dudas es el estatuto de autonomía más original del Estado español. El Amejoramiento fue la forma en que fraguó esa peculiar vía navarra a la democracia en el marco de la nueva España de las autonomías.

Tras la muerte de Franco, en el marco del proceso de institucionalización de la democracia española, uno de los problemas a resolver era el encaje de los nacionalismos -sobre todo vasco y catalán, pero también el gallego- en la naciente democracia. Si España quería dotarse de un sistema político sólido, estable y duradero que sucediera a la dictadura, debía incorporar al consenso a las fuerzas nacionalistas vasca y catalana. El rechazo de vascos y catalanes a la nueva Constitución hubiera supuesto una falta de legitimidad difícil de superar en aquellos dubitativos primeros años de la transición.

Después de que el proyecto de Adolfo Suárez fuera respaldado por una importantísima mayoría de españoles en el referéndum de la Ley para la Reforma Política de finales de 1976 y de que la voz soberana de los ciudadanos y ciudadanas se pronunciara en junio de 1977 en las elecciones generales, había llegado el momento, antes incluso de que se aprobara la Constitución, de poner en marcha los regímenes pre-autonómicos del País Vasco y Cataluña, de modo que las fuerzas nacionalistas vieran una disposición favorable por parte del Gobierno de Madrid de cara a tener en cuenta algunas de sus reivindicaciones.

En este contexto, Navarra pasó completamente desapercibida y cuando el Gobierno Suárez quiso negociar con el PNV el régimen pre-autonómico, lo hizo para las cuatro provincias. A la altura de noviembre de 1977, el acuerdo estaba ya casi ultimado, pero fue frenado por la UCD de Navarra, que obligó a una nueva negociación, en la que el viejo Reino Sigue leyendo 30 años de Amejoramiento del Fuero. La transición en Navarra.

Santoña, catorce hombres fusilados al amanecer

Por Luis de Guezala

BILBAO. EL lunes se cumple el 75 aniversario del fusilamiento en Santoña de catorce de los miles de prisioneros que se encontraban apresados en el penal de El Dueso. Era el 15 de octubre de 1937. La guerra había concluido en Euskadi pocos meses antes, tras la ocupación total de su territorio por las tropas franquistas a finales de junio. Los restos del Ejército vasco derrotado que pudieron llegar a Cantabria, tras un intento fallido para su evacuación por mar, habían sido capturados y sus componentes distribuidos por las cárceles y campos de concentración organizados por los sublevados.

Comenzaba así el franquismo para los gudaris supervivientes a la guerra. Aquellos hombres y sus familias conocieron pronto uno de los rasgos que más definieron y mejor caracterizaron a la dictadura franquista: la inmisericordia. Algo que, en un principio, podía parecer contrario al ideario de quienes se proclamaban católicos. Pero la inmisericordia se instauró desde el primer momento en que los sublevados lograron hacerse con el poder.

«¡Ha habido, vaya que sí ha habido, vencedores y vencidos!», bramaba en su discurso inaugural como alcalde impuesto a Bilbao, tras su ocupación, José María de Areilza. Y los vencidos no tenían derecho a nada. El fascismo y el totalitarismo negaban a los vencidos su condición humana y todos los derechos correspondientes a esta condición, empezando por el de la vida.

A finales de agosto, tras resultar imposible la evacuación por mar de los cerca de 15.000 gudaris copados en la costa cántabra, en Santoña y Laredo, los dirigentes nacionalistas vascos acordaron un pacto para rendir sus batallones a las tropas italianas, por el que se reconocía a estos combatientes su condición de prisioneros de guerra, con todas las garantías que esto suponía.

Esto era algo que los militares rebeldes españoles no toleraron. Desde el momento en que habían proclamado el golpe de Estado contra las autoridades legítimas republicanas e iniciado la sublevación, que titularon Alzamiento Nacional, todos los que se habían mantenido leales a la legalidad democrática vigente fueron considerados «traidores» nada menos que por «adhesión a la rebelión». En esta lógica, en lo que acabaría desembocando en una trágica guerra civil, no se reconocía por los sublevados otro carácter que el de traidores o criminales comunes a aquellos contra los que combatían, a diferencia de una guerra convencional entre dos Estados soberanos en la que se tiene por referencia la legislación internacional previamente convenida. Esto privaba a los vencidos de cualquier garantía establecida para los prisioneros de guerra, especialmente en lo concerniente a un trato digno y al respeto de sus vidas, máxime cuando uno de los principales objetivos de los vencedores era eliminar a sus enemigos.

El 4 de septiembre de 1937 las tropas italianas que custodiaban más de tres mil prisioneros hacinados en el penal de El Dueso, en Santoña, los abandonaron, entregándolos a militares franquistas. Las condiciones para los prisioneros empeoraron drásticamente con este cambio y, lo que fue aún peor, comenzaron los simulacros de juicios denominados consejos de guerra y los fusilamientos. A las nueve de la noche del 14 de octubre los carceleros Sigue leyendo Santoña, catorce hombres fusilados al amanecer