José Luis Arenillas fue jefe de la Sanidad Militar de Euzkadi durante la Guerra Civil; murió fusilado tras dedicar su vida a la lucha por la democracia y la atención a los heridos
Reportaje de Aritz Ipiña Bidaurrazaga
José Luis Arenillas Ojinaga es sinónimo de lucha y compromiso en el ámbito político y sanitario. Trabajó a favor de la obtención de derechos sociales para las clases trabajadoras vascas y, a partir de 1936, en la lucha contra los fascistas sublevados que asolaron Euskal Herria. Último jefe de la Sanidad Militar de Euzkadi pagaría con su vida, al ser fusilado por los franquistas, el haber luchado como médico a favor de la libertad y la democracia de Euzkadi y de la Segunda República.
Hijo de Ana Ojinaga y Eladio Arenillas, José Luis nació el 2 de marzo de 1903 en Bilbao. Tenía al menos un hermano pequeño, José María. Su madre fue maestra municipal del Ayuntamiento de Bilbao en las escuelas de párvulos de Atxuri, Marzana, y Cortes. El hecho de que su familia estuviera en contacto con las clases más populares de la villa y ver cuán duro era su día a día marcó el carácter de José Luis Arenillas, ya que siempre se preocupó por el bien de los demás y, más concretamente, el de los niños y niñas. Prueba de ello es que, una vez que se licenció en Medicina atendía gratuitamente a los hijos e hijas de las prostitutas en el barrio de las Cortes.
Desde 1932 hasta su disolución en 1935 fue militante de Izquierda Comunista de España. Este partido era la sección española de la Oposición de Izquierda Internacional liderada por León Trotski. En 1935, junto con su hermano José María, participó en la fundación del POUM, Partido Obrero de Unificación Marxista, y fue elegido miembro de su Comité Central. Colaboró en el órgano del partido, La Batalla, con diversos artículos y ensayos relacionados con la cuestión nacional vasca y la lucha de clases.
Fue sumamente crítico con el nacionalismo vasco, pero Arenillas no fue menos crítico con aquellas teorías que rechazaban las aspiraciones nacionales vascas por confundirlas con el cuerpo programático del reaccionarismo católico del PNV. “Para la clase obrera, el apoyo a los movimientos nacionales descansa en una necesidad histórica evidente (…), la existencia de EUZKADI NACIÓN. El País Vasco es un hecho social evidente e ineludible pues reúne un conjunto de particularidades que le diferencian, por ejemplo, de Castilla y Andalucía. Euzkadi es un país de capitalismo industrial que posee una lengua milenaria, una cultura, un carácter nacional y demás elementos constitutivos de una nación”.
El golpe de Estado del 18 de julio de 1936 cambió radicalmente la vida de José Luis Arenillas. Un día después, su compromiso en defensa de la democracia y su oposición al fascismo se hizo evidente. Salió voluntariamente de Bilbao y partió a Otxandio como médico en una columna republicana. Su labor en el frente de Otxandio-Ubidea fue encomiable según los testigos de la época.
“Aquel muchacho lleno de juventud, de tinte moreno, con cazadora de cuero, pantalón gris y abarcas navarras, de mirada noble que atravesaba sus gafas, de enérgica y potente voz, consiguió en pocos días organizar un servicio sanitario completo”. Tres días después de su llegada al frente, la aviación sublevada bombardeó Otxandio que celebraba sus fiestas, dejando en la plaza Andicona 57 muertos, la mayoría niños, y numerosos heridos. El médico municipal del pueblo, José Antonio Maurolagoitia, y José Luis Arenillas fueron los responsables de socorrer a los heridos. Arenillas organizó la evacuación de heridos, que debió de ser extraordinaria, ya que en pocos minutos solo quedaron en la plaza los cuerpos de los muertos, logrando salvar a numerosas personas.
Su labor organizadora llegó a oídos de José Antonio de Aguirre, que fue nombrado lehendakari el 7 de octubre de 1936. Una semana después, el 13 de octubre, el doctor Fernando de Unceta fue designado Jefe Superior de Sanidad Militar. El staff del cuerpo lo completarían Ceferino de Jemein, secretario general; José María Bengoa, secretario particular, y José Luis Arenillas, inspector general de Sanidad Militar, nombrado directamente por el propio lehendakari Aguirre.
La Sanidad Militar estuvo formada por más de 4.000 personas, de las que tenemos identificadas y clasificadas en estos momentos a más de 2.400. Entre ellas encontramos médicos, practicantes, enfermeros y enfermeras, camilleros, acemileros, conductores de ambulancias y vehículos, cocineros o encargadas de la limpieza. Las competencias de Sanidad Militar abarcaban los servicios sanitarios hospitalarios de vanguardia y retaguardia, los servicios médicos en los batallones, los centros de venereología o epidemiología, los servicios antigás, los tribunales médicos-militares o la intendencia sanitaria, entre otros.
Como inspector general de Sanidad Militar, Arenillas tuvo que lidiar con múltiples responsabilidades. Sobre él recayó el nombramiento del personal sanitario de los batallones, organizar la inspección sanitaria de los cuarteles donde se alojaba la tropa y ordenar la evacuación de hospitales.
El 14 de junio de 1937, con el Cinturón de Hierro roto y con las tropas franquistas cerca de Bilbao, se produjeron una serie de deserciones en el Cuerpo de Ejército Vasco. Varios altos responsables políticos y militares huyeron de noche con alevosía en un barco fletado para civiles a Francia, encontrándose entre ellos el jefe superior de Sanidad Militar, Fernando Unceta.
La caída de Bilbao La huida de Unceta supuso un duro golpe para la moral de los responsables de Sanidad Militar, ya que mientras estos, entre los que se encontraba Arenillas, luchaban desesperadamente por organizar evacuaciones de heridos a Santander o a Francia y replegar material sanitario hacia el oeste, su máximo responsable huía escondido entre mujeres y niños.
La conquista de Bilbao y las poblaciones cercanas a partir de mediados de junio de 1937 destrozó la Sanidad Militar de Euzkadi, ya que a la pérdida de los grandes hospitales situados en la capital había que añadir también los hospitales de retaguardia donde se recuperaban los heridos. La carencia de material sanitario, como por ejemplo vehículos, equipos quirúrgicos o gasas fue una constante hasta la rendición en Santoña.
A esto había que añadirle también la pérdida de capital humano. Muchos sanitarios destinados a batallones o a hospitales fueron capturados o desertaron durante estos días, por lo que hubo que reorganizar nuevamente el servicio de Sanidad Militar, recayendo este deber en José Luis Arenillas, que fue ascendido el 16 de junio a jefe de Sanidad Militar y adscrito al Estado Mayor del Ejército.
El mismo 19 de junio, fecha de la ocupación de Bilbao, abandonó la capital, habiendo redactado una orden general reorganizando lo que quedaba de Sanidad Militar. Su primera medida fue la de nombrar nuevos responsables sanitarios de las cinco divisiones, inspectores higiénicos, cirujanos, jefes de odontología, farmacia, ortopedia, otorrinolaringología… Las órdenes sobre estos fueron claras, debido fundamentalmente a lo urgente de la situación: “A todos los designados jefes de sección hago responsables del funcionamiento de los servicios que se les encomienda, dejándoles amplia libertad para desarrollar sus iniciativas”. También se crearon dos zonas hospitalarias ubicadas en Sopuerta, donde se situó la nueva jefatura, y Karrantza. Esta orden general terminaba con una breve frase que resume la situación crítica en la que se encontraba Sanidad Militar y el carácter de su nuevo responsable: “Por razones de humanidad, excito (sic) a todos a que extremen su celo en el cumplimiento de su deber, haciendo esfuerzos sobrehumanos para lograr la debida articulación de los servicios de Sanidad, cuyos elementos, actualmente dispersos y desmoralizados, deberán reajustar rápidamente en persecución de los fines que se indican”. Gran parte de la labor desarrollada por Arenillas, entre el 19 de junio y finales de agosto, consistió también en organizar la evacuación de heridos a Santander y Francia, y solicitar que llegase nuevo material sanitario o higiénico. La meticulosidad de su trabajo queda reflejada en los abundantes listados de heridos de los que disponía, así como de médicos disponibles o que habían desaparecido tras la captura de Bilbao. Esta labor debió de ser extenuante, ya que en las fotografías disponibles de él se aprecia un gran desgaste físico.
Capturado en la mar José Luis Arenillas fue capturado por los franquistas en alta mar tras partir de Santoña de una forma reglamentaria, debido a su cargo en el Estado Mayor del Ejército. Fue conducido a la cárcel de El Dueso y allí juzgado sumariamente junto a otros compañeros. En una farsa de juicio, fue acusado de ser el fundador del POUM en Bizkaia y ser el jefe de Sanidad Militar, hechos que con gran dignidad nunca negó, es más, manifestó que el propio José Antonio de Aguirre le había nombrado inspector general de Sanidad. El 16 de septiembre de 1937 fue condenado a muerte.
Juan de Ajuriaguerra, presidente del BBB, realizó un pacto con Arenillas en la cárcel de El Dueso: si uno de los dos era fusilado debía de hacer lo posible para preparar su última entrevista. Ambos se reunieron el 17 de diciembre, hablaron de sus vidas, de su pasado y de su derrota. Ajuriaguerra le habló de Dios y del más allá, pero Arenillas le manifestó que no podía renegar de lo que había sido su camino durante gran parte de su vida y le contestó que convertirse ahora, agachar la cabeza ante ese Dios, sería como reconocer que había engañado a esos queridos camaradas que le habían seguido. Ajuriaguerra le manifestó: “Cuando le vayan a matar, acuérdese de mí. En ese momento estaré rezando por usted”.
Tras ello le entregó una carta. En ella además de transmitirle que moría satisfecho de haber cumplido con mi deber como hijo de Euzkadi y adicto a la causa de los trabajadores, le pedía que cuidase de su madre de 65 años, Ana Ojinaga Madariaga, maestra municipal destituida del Ayuntamiento, que le diese aliento esperando que apareciese su hermano José María Arenillas, asesinado supuestamente por miembros del PCE en Asturias, y que hiciese llegar estas breves líneas a su mujer en Francia, ya que sin duda le servirían de consuelo en su desgracia.
El 18 de diciembre de 1937, José Luis Arenillas Ojinaga, de 34 años, fue fusilado en el cementerio de Derio, satisfecho con el trabajo desempeñado hasta su captura, dejando una madre en el exilio y destituida, un hermano asesinado en Asturias y lo más duro de todo, una mujer embarazada en Francia.