‘Tiragomas’, el gudari de hierro clave en la liberación de París

Se cumplen este mes 47 años de la muerte de este vizcaino de Arrazola, en el mismo año que se conmemora el septuagésimo aniversario de la liberación de la capital gala

Un reportaje de Iban Gorriti

tiragomas’’, un hombre de hierro, “el vasco que más valor demostró en la liberación de París de los alemanes”. Así lo definió José Miguel Romaña Arteaga en su libro La Segunda Guerra Mundial y los vascos (Bilbao, 1988). La figura de este vizcaino ha sido una de las que han podido caer en el olvido cuando las crónicas y los testimonios de quienes lucharon junto a él contra el fascismo y el nazismo le ensalzan como héroe. El gudari del batallón Arana Goiri y del Rebelión de la Sal es recordado por ejemplo porque durante la liberación de París de los alemanes, “durante el ataque a la Cámara de los Diputados, dio pruebas de un gran espíritu combativo matando a seis alemanes y apoderándose del armamento”, queda impreso en el libro de Romaña Arteaga. Por otra parte, el secretario y responsable del grupo de recreación histórica de la asociación Sancho de Beurko, Guillermo Tabernilla, también tiene palabras taxativas sobre esta figura histórica: “A gudaris como Tiragomas no los paraba nadie”.

Emeterio Soto Campesino, ‘Tiragomas’, rodeado con un círculo junto a otros gudaris del batallón Arana Goiri.Foto: Juan Bilbao Yarto
Emeterio Soto Campesino, ‘Tiragomas’, rodeado con un círculo junto a otros gudaris del batallón Arana Goiri.Foto: Juan Bilbao Yarto

El acta de nacimiento de Tiragomas, al que ha tenido acceso el apasionado de hechos históricos vascos Juan Luis García, le pone nombre y apellidos. La partida de nacimiento de la anteiglesia de Arrazola -valle de Atxondo- deja constancia de que el 3 de marzo de 1909 nació Emeterio Soto y Campesino en el enclave vizcaino. Hijo de Robustiano Soto (30 años), jornalero llegado a Arrazola de un pueblo de Palencia, y casado con María Nieves Campesino (23 años). Euskaldun desde niño, a pesar de que su madre y padre eran castellanos, Emeterio residió años más tarde en Santurtzi y falleció el 6 de octubre de 1967, por lo que se cumplen este mes 47 años de su defunción.

Durante la Guerra Civil, Emeterio Soto Campesino fue gudari del batallón Arana Goiri, de la compañía Kortabarria. Además, en la Sabino Arana Fundazioa cuentan con una nómina de junio de 1937 a su nombre del Batallón Rebelión de la Sal, compañía Urtusaustegi, la cuarta del citado grupo. El libro de Romaña Arteaga señala que Emeterio Soto era un “ferviente abertzale” que se alistó en 1936 a las filas del batallón Arana Goiri, “donde dio sobradas pruebas de su arrojo. Era un vasco de hierro, indomable como Lezo de Urreztieta, alto, fuerte y muy bragado”, según testimonio de Juan José Arriola Ugalde.

Guillermo Tabernilla, de Sancho de Beurko, aporta, por su parte, datos que contextualizan la presencia en la Resistencia de Tiragomas en Francia. Así, explica que cuando el Consejo Nacional de Euzkadi firmó el pacto con la Francia Libre de Charles De Gaulle para incorporar voluntarios vascos a una unidad de combate en mayo de 1941, “quizás ni se imaginasen las dificultades que ello supondría”, valora; unas de orden político -la negativa del Gobierno británico por las presiones de las autoridades franquistas-, y otras de orden práctico, pues fue muy difícil la recluta de hombres para esa nueva unidad y tuvo que recurrirse en gran medida a sudamericanos -soldados de fortuna y aventureros, no necesariamente de origen vasco-, frustrándose lo que podía haber sido una realidad: el 3º Batallón de Fusileros Marinos Vascos, que no pasó de la fase de organización al ser disuelto en 1942.

Tabernilla precisa que dos años antes De Gaulle ya había experimentado “la enorme dificultad” de crear un ejército que combatiese a los nazis al margen de la Francia del armisticio, y se tuvo que conformar con poco más de 1.200 voluntarios, de los que la mitad eran antiguos republicanos españoles que combatían en la 13ª Demi Brigade de la Legión Extranjera.

Tras la guerra civil Tras la que califica como “durísima” Guerra Civil, con los miembros del Ejército de Euzkadi “en la cárcel o en vías de ser liberados, no pocos de los mejores muertos y todos ellos sometidos a feroces represalias, el vasco se había desmovilizado psicológicamente y ya no tenía mentalidad de combatir en una guerra lejana, aunque fuese contra un enemigo común, salvo aquellos más irreductibles e indomables, gran parte procedentes de la izquierda, que estaban repartidos por todo el mundo, no pocos de ellos malviviendo en la Francia ocupada y otros en las filas de la Legión Extranjera. Tiragomas era uno de esos irreductibles”.

El secretario de Sancho de Beurko adjetiva a Emeterio Soto, Tiragomas, como un “nacionalista vasco, gudari voluntario que luchó en los más feroces combates” de la campaña de Bizkaia formando parte de la compañía Kortabarria del batallón Arana Goiri. Superviviente del Saibigain.

“Su recuerdo -agrega Tabernilla- nos ha llegado a pinceladas y, en mi caso, a través de su compañero, el gudari de Trapagaran Juanito Bilbao Yarto, que siempre me habló con admiración de su valentía. Ese es el gran mérito de Tiragomas, formar parte de ese núcleo de irreductibles que no se rindieron nunca. Si el Consejo Nacional de Euzkadi hubiese contado con ellos en 1941 quizás la historia hubiese sido diferente, pues tuvieron que pasar casi cuatro largos años hasta que se hiciese realidad el batallón Gernika. Lo que sí estaba claro es que a gudaris como Tiragomas no los paraba nadie”.

En el libro La Segunda Guerra Mundial y los vascos, de José Miguel Romaña Arteaga, se cita un testimonio aportado por Juan José Arriola Ugalde, gudari y compañero de este guerrillero en la compañía Kortabarria del Arana Goiri de Felipe Bediaga. “Tiragomas fue el máximo exponente del heroísmo vasco en la conquista de la capital francesa, fue un tipo irrepetible: era un valiente y un buen compañero, muy apreciado por todos”.

El 25 de agosto de 1944, día de la liberación de París, Tiragomas estaba allí, “un curtido gudari que se batió como un león”. Pons Prades escribió en su libro Republicanos españoles en la II Guerra Mundial: “En los combates de Luxemburgo, fuertemente fortificado por los alemanes, luchan codo con codo hombres de Fabien, entre los que se encuentran los españoles Huet, Pachón, Zafón y Tiragomas, y soldados de la Novena”. El vizcaino ayudó a poner en libertad a guerrilleros españoles presos de los nazis en la Ópera y en la entrada a la Cámara de los Diputados, en el cuerpo a cuerpo, dio muerte a seis alemanes. “Y se apoderó de su armamento”, agregan.

En la referencia bibliográfica citada de Romaña Arteaga lamentan que el vizcaino, ya residente en Santurtzi, falleciera en 1967, tan pronto para la memoria histórica, “pues podía haber aportado sin duda valiosos datos de las Resistencia y de otros vascos que lucharon junto a él”.

Guadalajara, la tierra de los Arrazola

Unos 170 titulares de este apellido, entre ellos varias decenas de guipuzcoanos y belgas, se reunieron en la villa alcarriense de Checa; Arrazola es el apellido más extendido en este pueblo al que fue un vecino de Oñati hace 492 años.

Un reportaje de Mikel Mujika.

Encuentro de los Arrazola de la región belga de Flandes con los de Checa, en 1999. (Foto: DEIA)
Encuentro de los Arrazola de la región belga de Flandes con los de Checa, en 1999. (Foto: DEIA)

EN un lugar de La Mancha…, un guipuzcoano apellidado Arrazola oyó hablar hace poco más de un año de una pensión con este mismo nombre. Y se preguntó el por qué. Sucedió en una pequeña localidad de Cuenca, Beteta, muy próxima a la provincia de Guadalajara. A José Mari, donostiarra afincado en Pasaia, le picó la curiosidad. Activó sus armas y se puso a tirar del hilo. El mismo hilo del que ya estaban tirando algunos, como Joseramon Arrazola, un vecino de Oñati que lleva quince años estudiando el origen de los Arrazolas en Guadalajara, la segunda provincia del Estado español, tras Gipuzkoa, donde más extendido está este apellido originario de Gipuzkoa.

Se da la circunstancia de que en esta región de Castilla La Mancha hay más Arrazolas que en todo Bizkaia y Araba juntos. Así lo indica el padrón. Sus pesquisas llevaron a Joseramon a un pequeño pueblo alcarrense, Checa, en la provincia de Guadalajara, tierra de los Arrazola.

Era cuestión de tiempo que Joseramon y José Mari coincidieran y se pusieran a trabajar juntos.

Este último es precisamente el impulsor del encuentro que este fin de semana llevan a cabo en Checa unas 170 personas que lucen este apellido. Allí está también Joseramon. En total han viajado decenas de Arrazolas de Gipuzkoa; también de la región belga de Flandes, así como de otros tantos puntos de la geografía española, desperdigados sobre todo entre Madrid, Zaragoza, Barcelona, Valencia y Tarragona, después del declive vivido a finales del siglo XIX en el pueblo guadalajareño de Checa, en otros tiempos convertido en un pujante núcleo económico creado en torno a la extracción del hierro y las ferrerías.

un presidente del gobierno Arrazola es allí el apellido más extendido. Así se apellidaba el personaje más ilustre de esta villa, Lorenzo Arrazola, nacido el 10 de agosto de 1873 en una familia humilde y criado por un tío materno. Este Arrazola, político, abogado y catedrático de universidad, se convirtió en toda una eminencia en tiempos de Isabel II. Fue presidente del Gobierno, en seis ocasiones ministro de Gracia y Justicia, presidente de la Real Academia de Legislación y Jurisprudencia, presidente del Consejo de Ministros de España y también del Tribunal Supremo.

En Oñati, Joseramon llevaba años preguntándose si aquel gran jurista y político de la historia española tenía RH negativo. ¿Cómo habría adquirido un apellido tan de Oñati? Hasta que descubrió que era de los Arrazola de Checa de toda la vida. La pregunta surgió sola. ¿Cómo llegó allí este apellido?

La historia se remonta al siglo XVI. Concretamente a 1.522, cuando un vecino de Oñati, Sancho Arrazola, se subió a un carro con su mujer y puso rumbo a Castilla La Mancha, donde creó una ferrería. A él le siguieron otros muchos vascos que fueron a trabajar el hierro.

La Ferrería de Sancho Arrazola duró hasta la Revolución Industrial y se quedó fuera del mercado al quedar lejos de la vía del tren. Así comenzó el declive de Checa. Al pueblo llegó la miseria, la gente se fue a las capitales; sobre todo Zaragoza, Madrid y Barcelona; otros a América. En la actualidad la villa cuenta con poco más de 300 habitantes censados. Sin embargo, el pueblo recobra en verano parte del esplendor que tuvo y reúne a 3.000 personas.

2016, cita en oñati Según explica José Mari Arrazola, «Checa tiene mucho tirón. Es un lugar precioso. El Tajo nace allí. Es un paraje maravilloso lleno de montañas, bosques y ríos». Ya lo conocía de antes. Cuando oyó hablar de los Arrazola de Checa, que eran multitud, no pudo controlar su impulso y se puso a buscarlos. No le iba a costar mucho.

Se puso en contacto con el alcalde y resulta que su propia esposa es una Arrazola; el primer edil acogió encantado la idea de este encuentro; también el presidente de la asociación cultural San Bartolomé, otro Arrazola. En la guía de teléfonos, los Arrazola son mayoría también.

Los actos centrales tuvieron lugar ayer, con mesas redondas y charlas en torno a los orígenes, historia y distribución del apellido, así como otras actividades que solo se perderán los Arrazola de Colombia, «que este año no han podido venir, pero esperamos poder contar con ellos en la próxima cita», explica José Mari.

La expedición guipuzcoana trasladó al pueblo de Checa una «cariñosísima carta del alcalde de Oñati, invitando a los presentes a conocer sus lugares de origen, en una nueva concentración en Oñati en 2016».