Los testigos monetarios del Gobierno de Euzkadi

Se considera a las monedas de 1 y 2 pesetas de 1937, fabricadas en Bélgica, como el único ejemplo acuñado en la historia contemporánea vasca.

Un reportaje de Iban Gorriti

23-F. Tres únicas letras son suficientes para que un recuerdo histórico alarme a la mente por aquel intento fallido de golpe de Estado de 1981 por parte de algunos mandos militares españoles. Curioso es el dato de que otro 23 de febrero, el de 1937, el Gobierno Provisional de Euzkadi emitió un decreto sobre la emisión de monedas propias de una y dos pesetas tras el golpe de Estado de julio de 1936. Ambos conatos de acabar con la democracia, con las libertades, con los Derechos Humanos, están separados por 45 años.

Eliodoro de la Torre (Barakaldo, 1889), consejero de Hacienda del lehendakari Aguirre, fue el encargado de poner en marcha toda la maquinaria humana y logística necesaria para emitir moneda. La producción se encargó a Bélgica, aunque en localidades como Gernika se producirían, por ejemplo, las de Asturias. Durante aquel 23-F se publicó la información en el Diario Oficial del País Vasco el 17 de marzo. El decreto daba a conocer la razón de la emisión: “En los últimos tiempos en el territorio en el que ejerce autoridad el Gobierno de Euzkadi se ha notado escasez de moneda fraccionaria, que ha producido entorpecimientos en las transacciones comerciales”, aseguraba Eliodoro de la Torre y firmaba el presidente Aguirre.

Para evitar aquellas dificultades, el Gobierno preparó la emisión de monedas de níquel de una y dos pesetas, y a propuesta del consejero se autorizó una partida de 10 millones de pesetas. “En el anverso de las cuales figura la inscripción de Gobierno de Euzkadi y en el reverso, en cifra, el valor”, imprimían. El Artículo 2 preveía que el Departamento de Hacienda entregara a la Banca local y Cajas de Ahorros la cantidad suficiente de moneda para que fuera distribuida de manera que quedaran atendidas las necesidades de la industria, el comercio y los ciudadanos en general.

Las monedas de Euzkadi se acuñaron en Bélgica y no en Gernika “por seguridad, porque se podían ‘perder’, sufrir hurtos, etcétera”

El decreto dejaba a su vez por sentado que estas monedas quedaban equiparadas a las oficiales para todos los efectos. “Serán de curso forzoso en el territorio sobre el que ejerce su autoridad el Gobierno de Euzkadi y tendrá fuerza liberatoria en toda clase de pagos”, apuntaba. El Departamento de Hacienda advertía de que los autores, cómplices o encubridores de su falsificación incurrirían en el delito de falsificación de moneda. Asimismo, explicaba que de cara al atesoramiento y eventuales sanciones, aquellas monedas quedaban “equiparadas a las de plata”. El último artículo del decreto concretaba que en el momento en que hubiera de producirse la caducidad y retirada de este valor se anunciaría “de forma oportuna y por medios eficaces, con antelación suficiente”.

Las monedas se acabarían acuñando en Bélgica. Al respecto, el historiador José Ángel Etxaniz Txato, de Gernika-Lumo, recuerda a DEIA el testimonio de un amigo suyo de la villa foral. Se llamaba Juan Gerrikabeitia Bikandi y fue veterano trabajador de la fábrica JYPSA Joyería y Platería de Guernica S.A., de cubertería y cuchillería. “Gerrikabeitia me contaba que las monedas de Euzkadi no se fabricaron en Gernika por seguridad, porque se podían perder, sufrir hurtos, etc. Por esa razón se mandaron acuñar en el extranjero”, transmite Etxaniz, miembro de Gernikazarra Historia Taldea, fundado en 1985. El historiador matiza, sin embargo, que “en JYPSA sí se fabricaron las monedas para el Consejo de Asturias y León”. José Ángel Etxaniz adelanta que en abril publicará un trabajo de investigación monográfico sobre esta temática.

Características

El investigador Didier E.H.M.G. Vanoverbeek, por su parte, editó un trabajo en el que escribía sobre lo que tituló Acuñación de una moneda única para un Estado efímero. Relataba que los diseños de las dos monedas fueron obra de Armand Bonnetain y los cuños para la producción se fabricaron en el taller Alexandre Everaets; los cospeles salieron de una firma de Lieja. La acuñación del valor se realizó en siete semanas por el precio de 2.125.000 francos, en dos pagos. La entrega se produjo en dos ocasiones: en tren por Toulouse y en barco desde Amberes.

Las monedas de dos pesetas pesan 8 gramos y tienen un diámetro de 26 milímetros y la de una pesan la mitad y su diámetro es de 22 milímetros. De la primera se produjeron un total de dos millones y de la de menor valor seis millones. A juicio de Vanoverbeek el Gobierno de Euzkadi tenía previsto acuñar también de 5 pesetas, pero el fin de la guerra lo impidió. “Por lo tanto, estas dos piezas siguen siendo los únicos testigos monetarios de la historia contemporánea del País Vasco”, valora en el trabajo difundido por Adolfo Ruiz Calleja.

El anverso de las monedas muestra dentro de un borde moldeado de perlas un busto de mujer con gorro frigio mirando hacia la derecha. En la parte inferior del busto las iniciales estilizadas del artista: AB. En el reverso, dentro de un borde moldeado de perlas el valor de la pieza siendo de una o dos pesetas. En la parte inferior está el año 1937 por encima de un guion, y el conjunto rodeado por una corona de laurel.