Niños anquilosados

Pistolas de pompas de jabónSEGURO que a estas alturas de las fiestas se han topado con algún vendedor de pistolas para hacer pompas de jabón. Me refiero a ese artilugio que escupe decenas de burbujas con solo apretar el gatillo. Sin necesidad de soplar. Sin el riesgo de que al niño le estalle una en los ojos o se le derrame la munición. Sin peligro de que se tome un buchito de detergente como les ocurría a sus padres cuando hacían lo propio con la carcasa de un boli Bic. El otro día vi a una cría ametrallando a unos niños, que se lo pasaban bomba persiguiendo las balas de jabón. Todos reían y correteaban. Todos, menos ella, que se debía estar preguntando para qué demonios le habrían comprado ese juguete tan raro con el que solo se divertían los demás. Si al menos tuviera que poner morritos, calcular la intensidad del aire espirado, fabricar las pompas de una en una, mantener el botecito en pie… En estos tiempos en los que los truquemés ya están pintados en los patios, los coches son eléctricos y no a pedales, los parchises son automáticos y ya no hay que tirar el dado ni buscarlo bajo la mesa doblando el espinazo, las mascotas son virtuales, las piezas de los puzzles se encajan arrastrando el dedo por la tablet, los partidos se juegan con un mando en vez de con un balón… En estos tiempos, digo, la tecnología correrá que se las pela, pero los críos se mueven cada vez menos. De seguir así -pienso en la cola de los hinchables, suficientemente larga como para escribir un ensayo- se terminarán anquilosando.

arodriguez@deia.com

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