Es del todo comprensible la humana sensación de hastío infinito que hace pensar y decir que estamos de vuelta en la casilla de salida. Me acuso el primero: por ahí he dejado escrito que ahora mismo andamos como en marzo y abril. Se entiende como exageración provocada por la impotencia que empuja al síndrome de Sísifo. Pero no es cierto. De hecho y por fortuna, es rotundamente falso.
Para empezar, tenemos medio año de conocimiento acumulado —si bien todavía incompleto y contradictorio— sobre el comportamiento del bicho. Añadan que en este instante el personal sanitario dispone de equipos de protección en número suficiente cuando en aquellos días terribles de primavera los profesionales de primera línea se tenían que forrar con bolsas de basura y calzarse pantallas hechas a mano por voluntarios de buena fe. Ídem de lienzo con las mascarillas, que aunque sigan siendo más caras de lo debido, ustedes y yo podemos adquirir cuando entonces eran una quimera.
Claro que no hay nada más esclarecedor que los datos. Es verdad que hoy hay más positivos, pero eso es porque también se hacen infinitamente más pruebas. Pero en primavera llegó a haber más de 3.000 ingresados en los hospitales de Hego Euskal Herria, 350 de ellos en la UCI, cuando ahora hay 850 en planta y 200 en UCI. Cifras tremendas pero aún lejanas.