Proclama Idoia Mendia, líder apenas estrenada del socialismo vasco crepuscular, que ha llegado el momento de cambios profundos en EITB. Puesto que se come el verbo por el camino, supongo que lo que la sustituta semidigital de Patxi López —¿qué ha sido de él?— quiere decir es que hay que afrontar, acometer, o en politiqués batua, implementar tales cambios. ¿Cuáles exactamente? Bueno, no empujen, que tampoco hay que descender a esos niveles de detalle. La cosa no va de propuestas concretas para mejorar la salud de ese mastodonte reumático que nos ha resultado, casi desde su mismo alumbramiento, el queridísimo ente público. Se trata, sin más y sin menos, de utilizarlo como navaja albaceteña en la reyerta partidista cutresalchichera nuestra de cada día. Y ahí la (ir)responsabilidad no es exclusiva de la dirigente del PSE, pues no hay una sola sigla que, estando en la oposición, haya renunciado a la tentación de atizar al txori a modo.
La propia Mendia debería acordarse de los obuses dialécticos que se enviaban desde Sabin Etxea durante el trienio largo y oscuro en que su partido (gracias al PP, que hoy también tanto rezonga) tuvo los trastos de mandar, incluidos los medios que pagamos a escote. Eso fue anteayer. ¿Por qué no se emprendieron entonces los cambios que ahora demanda a voz en grito? Me consta, porque yo fui testigo privilegiado del primer año del capataz Surio en el rancho grande, que la intención inicial era sacudir un buen meneo, empezando, oh sí, por el ERE del que ahora despotrican. Pronto se descubrió que era más práctico dejarlo todo igual y disfrutar del juguete mientras durase.