La leyenda del descubrimiento de la Virgen de Orreaga Roncesvalles del Camino Francés

Cuentan que la veneración a la Virgen de Orreaga Roncesvalles se ha vinculado al Camino de Santiago como protectora de peregrinos y peregrinas desde tiempos inmemorables. Sobre su «descubrimiento» en este lugar del inicio del Camino Francés se conocen leyendas similares, a lo largo de los itinerarios jacobeos, que cuentan cómo apareció la imagen de la Virgen para ser venerada por los caminantes a Santiago de Compostela. De hecho, la realidad —documentada— nos indica que la imagen es una talla del gótico francés, traída desde la localidad francesa de Toulouse, cuando se comenzaron los trabajos de construcción de la Colegiata de Orreaga Roncesvalles, precisamente, en el lugar donde se produjo el prodigio de la aparición de la Inmaculada Concepción en el siglo X. En la actualidad, todas las tardes se celebra la Misa del Peregrino en la que se imparte la bendición de la Virgen para que los andarines tengan «Buen Camino».

La leyenda comienza cuando un canónigo asustado por las continuas invasiones de los francos y sarracenos a través de los Pirineos y, temiendo que la imagen de la Virgen fuera injuriada y profanada, decide ocultar la talla en el bosque pero, con el paso del tiempo, el sacerdote falleció sin revelar el lugar del escondite. 

Pasaron los años y el suceso quedó en el olvido por los habitantes de Orreaga Roncesvalles;  hasta que dos pastores en una oscura noche de niebla cerrada se cobijaron en una borda junto a sus ovejas. De pronto, vieron pasar delante de ellos un ciervo con su cornamenta iluminada con una luz cegadora. Los pastores, aterrados, corrieron a refugiarse en lo más profundo del aprisco y decidieron no contar el suceso en el pueblo. Así lo hicieron, pero durante la noche siguiente el ciervo volvió a mostrarse, esta vez, con las astas rodeadas de brillantes estrellas, que le otorgaban un aspecto sobrenatural. Los pastores, venciendo sus miedos, siguieron al animal, el cual se detuvo en una fuente, donde comenzó a arañar la tierra con sus pezuñas mientras se escuchaba una melodía angelical.

Los pastores decidieron acudir al obispo de Iruña Pamplona para contarle el celestial suceso, pero el prelado no les creyó, retirándose a dormir, pensando, que serían supercherías de aldeanos ignorantes e incultos; sin embargo, en la mitad del sueño del purpurado se le apareció un ángel que le conminó a acompañar a los pastores para comprobar el divino evento. 

El obispo se levantó a toda prisa y fue hasta el refugio de los pastores, justo en el momento en que el ciervo se acercaba a la fuente, y comenzaba a remover la tierra con sus patas. Todos los presentes se afanaron a excavar hasta que encontraron la imagen de la Virgen con su corona de plata reluciendo en la oscuridad de la noche. 

Hoy en día, muy cerca de la Colegiata de Orreaga Roncesvalles, junto al albergue de peregrinos y peregrinas, se puede encontrar la fuente del prodigio «presidida» por una antigua escultura representativa del momento en que un ángel despierta al obispo.

El Hospital de peregrinos y pobres de la Vera Cruz de San Martín de Islares

Cuentan que en el Camino del Norte, en la pedanía castreña de Islares, «sobreviven en pie» las antiguas piedras del hospital de peregrinos y pobres de la Vera Cruz, datado a principios del siglo XVI, y a pocos metros de la ermita de San Roque. Los restos revelan una construcción en sillarejo y mampostería de dos plantas y varias estancias para albergue y cuidado de los peregrinos y peregrinas, que caminaban hacia Santiago de Compostela. Este refugio jacobeo (ya en 1617) estaba regido por los curas de Islares, los cuales nombraban un mayordomo, encargado de la administración y anotación de los ingresos, gastos y rentas del Hospital de la Vera Cruz; siendo los responsables de rendir cuentas ante el Visitador General del Arzobispado de Burgos, según consta en documentos de la época, donde se mencionan a media docena de comisionados enviados por el Arzobispo de Burgos, entre 1631 y 1661.

El fundador del Hospital de la Vera Cruz de Islares fue Juan Pérez de Çamal Carrança, nacido en Islares y cartujo en Medina de Pomar, usufructuario de cuantiosos bienes, como navíos de pesca y pingües rentas a lo largo de esta franja costera del Cantábrico entre Castro Urdiales e Islares; de hecho tenía como su administrador a Gonzalo de Rozas, mayordomo del monasterio de Santa Clara de Castro Urdiales. 

Además, este acaudalado religioso, a su fallecimiento, dejó ordenado en su testamento como heredero principal al Hospital de peregrinos y pobres de la Vera Cruz de San Martín de Islares. Y también, entre otras cosas, la celebración de varias misas rezadas por su alma en la iglesia de San Martín, sobre la sepultura de sus padres, y una cantidad de ducados para dar limosna a los pobres del pueblo: «que a ninguno se le dé menos de cuatro reales».

El «Tren del Aceite», convertido en una vía verde para senderistas y cicloturistas

Cuentan que el Camino Mozárabe recorre algunos tramos del «Tren del Aceite» en la provincia de Jaen, un ferrocarril que comenzó a construirse en 1879 y que se finalizó catorce años después. En la actualidad una parte del itinerario se ha transformado en una Vía Verde para ciclistas y senderistas entre Jaen y la estación de Campo Real a 6 kilómetros de Puente Genil. En realidad se trata de una ruta que tiene por protagonista a los miles de olivos con variedades de todo tipo de aceitunas, que se evidencian en la exposición del Jardín de Variedades de Alcaudete, uno de los finales de etapa del Camino Mozárabe. La Diputación de Jaen ha recuperado el trayecto como Vía Verde, en 2001, después la clausura por parte de RENFE en 1985, equipando el camino con algunos pocos servicios.

El «Tren del Aceite» partía, en realidad, de la localidad de Linares, pasaba por Jaen, Torredelcampo, Torredonjimeno, Martos, Alcaudete, Luque (desde donde se construyó una desviación hasta Baena), Zuheros, Doña Mencía, Cabra, Lucena y Moriles; el trazado se completó con el tramo cordobés, entre Puente Genil y Cabra. De esta forma, se facilitaba la salida a los productos de la metalurgia pesada de Linares y a los productos alimenticios, sobre todo aceite, de Jaén y Córdoba.

Varias son las localidades del «Tren del Aceite» que se corresponden con el Camino Mozárabe en varias etapas, como las de Lucena, Cabra, Doña Mencía, Alcaudete y Baena. En realidad, todo el trazado de la Vía Verde del Aceite se distingue por este singular atractivo, que justifica su nombre por la maravilla de un escenario, el cual se acredita claramente por su nombre. Sólo en la provincia de Jaen están acreditados 66 millones de olivos y, además, la de Córdoba ocupa en el ranking la segunda plaza con más hectáreas de olivar. Caminar o pedalear a lo largo del «Tren del Aceite» entre septiembre y enero es relajarse entre un perfume de aceitunas, que se origina de los centenares de almazaras convirtiendo la cosecha en «jugo de aceituna».

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/via-verde-del-aceite-59297542

https://www.viasverdes.com/noticias/noticia.asp?id=635&cat=*