Cuentan que en el Vexu Kamin, Camino de la Montaña o Camino Olvidado, en la localidad de Zalla se encuentra la ermita de San Pedro Zarikete, a la vera del Camino Real en la ribera del río Cadagua y a la sombra de un frondoso roble, plantado en 1912, nieto del centenario Árbol de Gernika. La iglesia data del siglo XVI aunque, según los trabajos de restauración finalizados hace pocos años, existen indicios que se remontan a los siglos XI y XII. Presiden la portada del altar tres retablos localizado en el central, en un lugar preferente, la imagen de San Pedro Zarikete con sus considerables y desproporcionadas orejas, al que acompañan las tallas de San Antonio, San Bernabé, San Nicolás y Santa Mónica. Este retablo central y el de su izquierda son barrocos, los cuales se atribuyen a Francisco Martínez de Arce, retrablista del siglo XVII, considerado como uno de los artistas mas renombrados de su época. Lo cierto es que la ermita de San Pedro Zarikete era muy conocida como consecuencia de su fama contra el «mal de ojo» y los demonios, pues multitud de devotos, que se consideraban poseídos por los duendes malvados venían a postrarse a los pies de San Pedro Zarikete para desembrujarse. Por allí pasaban al año miles de gentes piadosas, que se creían endemoniadas por los espíritus malignos, los cuales venían a postrarse a los pies de San Pedro Zarikete para ser exorcizados.
Dos son las conmemoraciones de la festividad de San Pedro Zarikete: El 29 de junio y el 1 de agosto, considerada esta última como «Día del Santo» en el que se celebran ceremonias y tradiciones como la costumbre, para protegerse de los malos espíritus, de dar una vuelta alrededor de la ermita entrando por una de las puertas y saliendo por otra, (para equivocar y librarse de los malignos) al tiempo que se arroja sal como protección contra los malvados espectros y el «mal de ojo». Esta superstición fue una creencia popular extendida en muchas partes del País Vasco y, además, en otras muchas civilizaciones, según la cual, la persona poseída era capaz de producir desgracias y males a los seres de su alrededor con sólo mirarles; se combatía con amuletos que guardaban en su interior laurel, pan bendito, azabache y otras sustancias.
Muchas son las anécdotas que se narran de personas «embrujadas» que fueron a postrarse a los pies de San Pedro Zarikete. Se cuenta, por ejemplo, que una mujer de Madrid acudió a la ermita de Zalla porque era propietaria de una pensión a la que apenas entraba nadie; culpando de su mala suerte a que alguien le hubiera embrujado. Relatan que cumplió el rito ante San Pedro Zarikete para proteger su posada de los malos espíritus. Lo que se desconoce fue el resultado final.
Cuentan que en el Camino Francés, en la frontera entre las localidades de Santo Domingo de la Calzada y Grañón, los peregrinos y peregrinas encuentran una gran cruz que es conocida por La Cruz de los Valientes; dicha cruz tiene una historia de enfrentamiento entre los dos pueblos por la titularidad de un encinar de mil fanegas que se encontraba entre las dos poblaciones riojanas. Este litigio medieval, entre la realidad y la ficción, terminó resuelto mediante una contienda singular, cuerpo a cuerpo, que hoy en día tiene su celebración en el mes de agosto, con los dos pueblos hermanados, por medio de una degustación de caparrones, alimento a base de alubias que, según dicen, proporcionó la victoria al luchador de Grañón. La cruz se sitúa en el límite de los dos pueblos, justo en el lugar donde se celebró el combate.
La historia tiene sus orígenes en las rivalidades habituales entre pueblos limítrofes por derechos sobre tierras, regadíos o pastizales que se pierden en la nube de los tiempos; en este caso, por una amplia extensión de terreno ocupado por encinas y robles, que los dos pueblos consideraban como suya. El litigio era continuo y las discusiones no tenían fin con menciones por parte de cada pueblo a privilegios otorgados por reyes o linajes gobernantes.
Finalmente, los regidores de ambos municipios decidieron solucionar el problema por medio de una lucha, sin armas, entre dos valientes lugareños, uno por cada pueblo, dentro de un círculo; de forma que aquel que consiguiera expulsar al otro fuera del perímetro sería el vencedor y el encinar quedaría para siempre para el pueblo del victorioso campeón.
Así, Grañón escogió como su paladín a Martín García, joven mozo riojano dedicado en cuerpo y alma a las labores del campo y que fue alimentado a base de platos de caparrones; mientras que los de Santo Domingo de la Calzada seleccionaron al joven (del que se desconoce su nombre) más grande y fuerte del pueblo; bregado en mil riñas y marrullerías.
Llegado el día acordado para el combate los habitantes de Grañón y Santo Domingo de la Calzada se reunieron en el límite entre Grañón y Santo Domingo de la Calzada, junto al círculo marcado para la pelea. El forzudo calceatense se presentó desnudo, impregnado de grasa y aceite por todo el cuerpo, de forma que era muy difícil asirle para tirarle fuera del círculo; las protestas de los de Grañón no fueron tenidas en cuenta y el combate comenzó.
Martín García intentaba, una y otra vez, aferrar de alguna manera al gigantón de Santo Domingo de la Calzada, que se reía del joven grañonero una y otra vez, mientras esperaba el momento oportuno para, con un empujón, sacarle del redondel. Pero Martín, astutamente, se deslizó bajo sus piernas y, con todas sus fuerzas, introdujo su dedo corazón por el agujero del culo del coloso calceatense, el cual fue levantado y proyectado fuera del perímetro para asombro de todos.
Los calceatenses se retiraron y la dehesa quedó para siempre como usufructo de los grañoneros.
Esta es la historia de La Cruz de los Valientes, nombre con el que se la conoce desde entonces como recuerdo de los dos jóvenes riojanos que lucharon por su pueblo y que, según la tradición los peregrinos y peregrinas rezan un padrenuestro, para encontrar valor suficiente para continuar su camino hacia Santiago de Compostela.
En estos tiempos tecnológicos existen muchas aplicaciones (app) dedicadas a los diferentes caminos de Santiago que, poco a poco, iremos presentando en este apartado de «Guías gratis». Hoy, nos referimos a una de las más antiguas, desarrollada por el Instituto Geográfico Nacional/Centro Nacional de Información Geográfica (IGN) en colaboración con la Federación de Amigos de Camino de Santiago, que han desplegado una pauta para caminar por los Caminos de la Estrellas, que se puede llevar en el teléfono móvil, la cual se denomina Camino de Santiago
IGN. La app es gratuita (para iOs y Android) y los mapas e itinerarios se pueden descargar para trabajar sin conexión (offline). El manejo es sencillo y facilita caminar por las etapas de los caminos jacobeos utilizando como fondo la cartografía y los servicios web del Instituto Geográfico Nacional, añadiendo, lógicamente, toda los detalles proporcionados por la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago.
En la primera ventana puede verse un mapa con los diversos caminos existentes; tocando en la parte superior izquierda se despliega un menú con las opciones de; Configuración, Descargas, Ayuda, Guía del Peregrino, etc. Y si pulsamos sobre la imagen podremos escoger el tipo de mapa con la ortografía y capas del IGN a escala 1:25.000.
La app incorpora también informaciones sobre la cultura de cada una de las jornadas a caminar por las peregrinas y peregrinos, con aclaraciones sobre los monumentos, albergues y servicios que encontraremos en nuestro recorrido, además de consejos para comenzar a realizar cualquiera de los Caminos a Santiago. En el siguiente enlace puede verse cada uno de los detalles de esta aplicación Camino de Santiago IGN https://www.caminosantiago.org/cpperegrino/comun/imgcomun/GuiaAPPv1.pdf
Eroski Consumer ofrece totalmente gratis, desde hace ya un tiempo, una interesante y completa aplicación con información de los diferentes Caminos de Santiago, la cual incluye distancias de cada una de las rutas jacobeas, etapas a realizar, fotografías, monumentos y significativas descripciones del itinerario para que los peregrinos y peregrinas sepan en todo momento qué es lo que se encuentran en cada momento. La información que incluye la guía de Eroski Consumer comprende el Camino Francés, se inicia en Saint-Jean-Pied-de-Port o Donibane Garazi en Euskera y traslada al peregrino o peregrina por cada etapa hasta Santiago de Compostela y hace lo mismo con el comienzo en el puerto de Somport del Camino Aragonés que se une al Camino Francés en Puente La Reina Gares. Además, se documentan los itinerarios del Camino del Norte, Primitivo, el de San Salvador, Vasco del Interior, Baztanés, Vía de la Plata, Sanabrés, Catalán por San Juan de la Peña y el de Fisterra y Muxía.
La guía incluye una completa información de cada uno de los albergues en cada etapa, con fotografías, página web (si la tienen), teléfonos de contacto, persona que se encarga de la atención a los peregrinos y peregrinas, precios actualizados, comentarios de los lectores, número de plazas, etc. Otras interesantes informaciones de esta guía es el apartado de Monumentos, donde se incluyen descripciones de localidades por donde pasa cada camino, además, de reseñas de iglesias, castillos y sus infraestructuras dignas de ser visitadas. La Guía basa toda su información en los contenidos de su web (https://caminodesantiago.consumer.es) y en las informaciones que trasmiten los peregrinos y peregrinas, de forma que todos sus testimonios permiten una guía del Camino de Santiago perfectamente actualizada y digna de ser tenida en cuenta por aquellos que quieran planificar cualquiera de los caminos jacobeos. Se puede descargar gratuitamente tanto para Apple https://apps.apple.com/es/app/camino/id378279011 Como Android: https://play.google.com/store/apps/details?id=com.eroskiconsumer.caminodesantiago&hl=es
Cuentan que en el Camino del Baztán, en la localidad navarra de Sorauren, se produjo una de las batallas de mayor trascendencia en la Guerra de la Independencia en julio y agosto de 1813 entre las tropas napoleónicas, al mando del general Nicolás Jean Dieu Soult, que mandaba a 80.000 hombres, y Arthur Wellesley, conocido como Lord Wellington, general de los ejércitos aliados españoles y comandante en jefe de las fuerzas británicas en la Península Ibérica, el cual contaba con 60.000 hombres. Mudo testigo de esta batalla es el viejo puente medieval de Sorauren en el que, según un documento de 1565, se cobraba pontazgo (un antiguo impuesto que recaudaban los señores feudales de Castilla, Aragón y Navarra por los derechos de tránsito) por ejemplo, al paso de la madera que se bajaba por el río Ultzama.
Cuentan que en el centro de esta pasarela del río Ultzama el «Duque de Hierro», como era conocido Lord Wellington, se ubicó con su caballo Copenhagen dando órdenes a sus tropas para que rechazasen con coraje y valentía a los franceses; propósito que consiguieron los ejércitos hispano-británicos. El general inglés era un flemático y elegante estratega y, posiblemente, desde su ubicación en el puente medieval contemplaba toda la batalla que se desarrollaba, en las laderas del cercano monte Elordi de forma que supo arengar y capitanear a sus soldados a la victoria sobre las tropas napoleónicas.
Los franceses estaban acaudillados por Soult, un mariscal napoleónico de gran valía y experiencia, que trataba de frenar el avance de los aliados españoles, ingleses, portugueses y británicos de cara a liberar las asediadas plazas de Donostia San Sebastián e Iruña Pamplona. Su ofensiva comenzó el día de Santiago con las llamadas Batallas de los Pirineos, que se produjeron en Amaiur Maya, Orreaga Roncesvalles, Lizaso y, finalmente, la decisiva de Sorauren. Napoleón irritado por la derrota sufrida en la Batalla de Vitoria por su hermano mayor José Bonaparte —Pepe Botella— cuando huía a Francia tomó la decisión de nombrar a Nicolás Jean Dieu Soult como general de los ejércitos franceses del norte para liberar las plazas de Donostia San Sebastián e Iruña Pamplona, que resistían el bloqueo a las tropas españolas, británicas y portuguesas. En principio, los franceses lograron victorias parciales, momento que intentaron aprovechar los sitiados en Iruña Pamplona para —saliendo de la capital navarra— procurar coger a las tropas aliadas de Wellington entre dos fuegos. Pero fracasaron porque no lograron romper el cerco aliado y se vieron obligados a retornar a sus posiciones. Lord Wellington consiguió reagrupar a sus hombres y plantar cara a Soult entre Zabaldika, Oricáin y Sorauren derrotando al ejercitó francés al que hicieron más de cuatro mil bajas. El mariscal Dieu Soult, visto que no podía socorrer a los asediados en Iruña Pamplona, decidió dirigirse a Donostia San Sebastián, plaza también sitiada, a través de Lekumberri y Tolosa, pero El «Duque de Hierro» adivinó las intenciones de las tropas francesas a las que hostigó en las cercanías de Eguarast, en la comarca de Ultzama, hasta conseguir que las milicias napoleónicas de Soult regresaran a los emplazamientos de pocos días antes y, posteriormente, derrotados, a su posición inicial en Donibane Garazi San Jean Pie de Port, dando por finalizada la campaña. Todas estas batallas se saldaron con unas 6.000 bajas de los aliados y más de 8.000 de los napoleónicos.
Cuentan que en el barrio de Kastrexana en el Camino del Norte hay un puente, cuya denominación es «El puente del Diablo», el cual une Bilbao con la localidad de Barakaldo. A esta pasarela sobre el río Cadagua se le atribuye una leyenda que Antonio Trueba y de la Quintana, escritor del siglo XIX conocido como «Antón, el de los Cantares», escribió en una de sus obras relatando lo que un amigo suyo le narró sobre «El puente del Diablo», nombre con el que se le conoce desde tiempos lejanos. En realidad, esta leyenda tiene muchas variantes, con protagonistas diferentes según en qué lugar del mundo se cuenta, aunque en el fondo del relato se encuentra, finalmente, la moraleja del arrepentimiento para la salvación del alma.
Este es el relato sobre «El puente del Diablo» de Kastrexana.
Cerca de la ermita baracaldesa de Santa Agueda, en las cercanías de río, vivía una hermosa joven enamorada de un apuesto mozo, que habitaba en la orilla de Bilbao; sus amores eran mutuos y, todos los días, se juntaban en el Cadagua, vadeando la corriente de agua a través de unas piedras, para hablar de sus cosas y planear su futuro juntos. Pero las crecidas intempestivas del río ponían en peligro la integridad de los amantes, que en algunas ocasiones ya habían sufrido angustiosos percances.
La muchacha era fiel devota de la Virgen de Begoña, cuya imagen estaba en la ermita de Santa Agueda colindante a su casa, de forma que rogaba a la Madre de Dios poder casarse con su amado. Pero los progenitores de la doncella consideraron que era todavía muy joven para aceptar el enlace y acordaron con los padres del muchacho alistarlo en el ejercito y, de esta manera, evitar el matrimonio.
Cuando la chica conoció el acuerdo corrió al encuentro de su amado, pero ese día el Cadagua bajaba enfurecido y era imposible cruzar a la otra orilla. Entonces, la joven presa de una gran cólera maldijo desesperada su suerte, postrada de rodillas, clamando al sombrio cielo.
— ¡Maldita sea mi suerte! no puedo cruzar el río e impedir que mi amado me abandone.
En ese momento, un cegador rayo fue seguido de un estrepitoso trueno; cuando surgió un hombre de pie, cubierto con una capa negra, frente a la atribulada muchacha.
— Yo puedo ayudarte. Construiré un puente para ti antes de que amanezca y, así, podrás juntarte con tu novio… pero tengo una condición…
— Cuál es, lo que sea… — Que cuando termine el puente, tu alma será mía La muchacha asintió y «El Diablo» hizo valer sus poderes y el puente comenzó a levantarse, piedra a piedra. De esta manera, fue pasando la noche mientras el alba comenzaba a formarse en el horizonte. Sin embargo, la joven se percató de lo que había hecho y, arrepentida, se encomendó a la Virgen de Begoña, la cual escuchó sus súplicas y envió a Santiago, quien con su bastón impidió que «El Diablo» pusiera la última piedra del puente; entonces, el gallo cantó, dando la bienvenida al luminoso sol, mientras Lucifer desaparecía en medio de una negra nube sin haber cumplido su trato con la joven. Seguidamente, Santiago con un nuevo golpe con su cayado, colocó la última piedra dejando terminado el puente y, as´í, los enamorados novios corrieron a abrazarse.
Esta es una versión más de las muchas que existen en el mundo sobre «El Puente del Diablo», una leyenda con muchas variantes y personajes: jóvenes enamorados, albañiles y constructores o, incluso, ancianos, pastores y militares. La premisa básica es que todos consiguen engañar al Diablo, que se queda sin conseguir el alma de los protagonistas. En el caso del puente de Kaxtrexana lo cierto es que fue construido en 1435 —autorizado por Isabel, La Católica— por el cantero Pedro Ortiz de Lekeitio; era una forma añadida para cruzar el río Cadagua en el Camino Real y para que los caminantes a Santiago de Compostela pudieran continuar con su camino hacia tierras gallegas. También durante la Primera Guerra Carlista la lucha por el puente resultó una complicada batalla entre las tropas isabelinas de Espartero y los carlistas de Prudencio de Sopelana, que habían cruzado el puente y desde la posición de la ladera barakaldesa de Santa Águeda aniquilaron a las tropas isabelinas cuando intentaban atravesarlo.
Varias de las asociaciones por donde pasa el Camino de la Montaña o Camino Olvidado ha puesto a disposición de los peregrinos y peregrinas una excelente aplicación (app) para llevar en el móvil con informaciones muy completas de cada una de las etapas y un práctico guiado de cada una de ellas. Las entidades regionales que han colaborado son: Ceder Merindades, de Burgos; Agrupación Comarcal de Desarrollo de la Montaña Palentina; Grupo Acción de la Montaña de Riaño; Asociación Cuatro Valles de León y Asociación de la Comarca Berciana Asodebi; además, han cooperado el Gobierno de España, la Junta de Castilla y León, el Programa Europeo Leader y el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural.
El guiado —según mi experiencia— es fácil de utilizar. Se selecciona la etapa que vas a realizar al día siguiente y bajas el guiado de la jornada (preferible desde una red wifi) para tener la seguridad de no perderte. Es importante no cargar tu móvil con demasiados datos ya que una vez terminado el trayecto, lo borras y vuelves a realizar la misma operación para el día siguiente. Este guiado se realiza por medio del sistema GPX o GPS sobre imágenes aéreas y viendo el emplazamiento en tiempo real del punto donde se encuentra el peregrino o peregrina.
Al mismo tiempo, la aplicación facilita informaciones de servicios y recursos de cada etapa y los pueblos por donde se deberá pasar. Desde la app se puede enlazar con la web original https://www.caminoolvidado.com donde en el apartado «descargas» se pueden conseguir cada una de las etapas en GPX o GPS y los pdf correspondientes a la guía y el mapa. Además, de los enlaces a cada una de las agrupaciones locales, que han colaborado en la formación de la aplicación.
Cuentan que, en el Vexu Kamin o Viejo Camino, el varón Jean de Rosmithal de Blatna, joven de la región checa de Bohemia y cuñado del rey Jorge, fue protagonista en el 1465 de un incidente en el Puente de la Muza o Viejo Puente de Balmaseda al considerar excesivo el arbitrio de paso. Este aristócrata bohemio decidió viajar por Europa en el siglo XV para estudiar las costumbres de los pueblos y su disciplina militar, además de viajar a Santiago de Compostela, acompañado de un séquito de 40 personas entre escoltas, criados y lacayos, pero al llegar a este único paso del río Cadagua la guardia del puente quiso cobrar su tributo, el cual fue considerado excesivo por la comitiva checa; iniciándose un conato de lucha con los belicosos pontazgueros de la villa de Balmaseda. Finalmente, por decisión de Jean de Rosmithal, la cosa no fue a mayores y, una vez cobrado el impuesto, la comitiva pudo continuar su camino.
Un cronista, que acompañaba a Jean de Rosmithal, describe en un documento de la época, el lance indicando que «como no habíamos pagado esta especie de tributo en ninguna parte, nos negamos a hacerlo, y los caballos que llevaban nuestros bagajes fueron tomados por los que estaban en la torre del puente, que nos quisieron matar; para repeler el ataque apuntamos contra ellos nuestras escopetas, pero el señor prohibió que dispararan y que se tiraran flechas; porque, si heríamos a alguno de aquellos, nos matarían a todos, lo cual confesó uno de ellos, diciendo que habían concertado, que si uno solo recibía una herida, todos moriríamos y se quedarían con lo que llevábamos en nuestros cofres y alforjas para el pago del pontazgo. Satisfecho este tributo nos devolvieron los caballos y recibimos las cartas preinsertas para que, si nos acontecía otra cosa semejante, estuviéramos con su protección más seguros».
Por entonces, Balmaseda era una villa próspera, fundada por el rey asturiano Don Pelayo en el año 735 para impedir el avance de los musulmanes hacia el norte de la península, aunque no adquiere su rango de fundación hasta el 1199 por Don Lope Sánchez de Mena, Señor de Bortedo, que le entrega el Fueron de Logroño y la convierte así en la primera villa fundada en el Señorío de Vizcaya. Hoy en día, Balmaseda es «Bien de Interés Cultural» desde el año 1984.
La ruta comercial entre el Reino de Castilla y León, a través de la calzada medieval que seguía el trayecto entre el enclave romano de Pisoraca (Herrera de Pisuerga) por la Ruta de la Lana hacia los puertos marítimos del norte de la península, proporcionó a Balmaseda «carta de origen» como vía comercial de tránsito de mercancías y personas de considerable importancia.
Este Camino del Baztán hunde sus raíces en el misticismo y la mitología acerca de historias de brujería —reales o inventadas— y las antiguas rutas de los contrabandistas, como práctica tradicional, sobre todo en los siglos XIX y XX, que así evitaban el pago de impuestos por mercancías de todo tipo; en un entorno de verdes montañas y prados, de bosques que irradian secretos, asombro y emoción en la contemplación de una naturaleza insuperable. De este modo, el peregrino o peregrina que se sumerja en el Camino del Baztán percibirá sensaciones increíbles caminando por esta ruta del Pirineo, que avanza desde el territorio vasco de Lapurdi hasta el de Nafarroa.
Cuenta la mitología vasca que senderistas, peregrinos y peregrinas se sentirán acompañados por el «Basajaun», protector del caminante desde siempre, pues, es quien cuida de la tierra y de los bosques. Su significado en Euskera así lo establece: basa es bosque y jaun es señor; El Señor de los bosques. El Camino del Baztán sale de la capital de Lapurdi en Bayona, punto de encuentro de los caminos de Tours y Soulac-sur-Mer, que era uno de los puertos marítimos de entrada de peregrinaje a Santiago de Compostela. En la capital lapurtana de Bayona los peregrinos y peregrinas debían decidir si atravesaban el Pirineo por el valle del Baztán o seguían por la costa hacia Hendaia para cruzar el Puente de Santiago hacia Irún y caminar por el Camino de la Costa o del Norte. Nosotros, en el caso de esta guía, atravesaremos la montaña pirenaica por los valles de Xareta, el Baztán, el de Ultzama y el de Anué para llegar, finalmente, al área metropolitana de Iruña Pamplona, en Trinidad de Arre, donde se enlaza con el Camino Francés, que se inicia en la localidad de Baja Navarra de Saint Jean-Pie-de-Port (en Euskera Donibane Garazi) o, también, en Orreaga Roncesvalles.
En lo que se refiere a la señalización es necesario tener en cuenta un detalle importante desde la salida de Bayona hasta la frontera en Dantxarinea. En Europa en general no se utilizan las flechas amarillas de los caminos jacobeos y todas las indicaciones francesas (En la fotografía) están marcadas por los senderos de Gran Recorrido (GR). De todas formas, el Camino del Baztán se encuentra muy bien señalizado y el peregrino o peregrina no tendrán problema de perderse. Otro detalla importante es cómo obtener la credencial en la salida de Bayona. Las asociaciones locales de los amigos del Camino de Santiago dan credenciales e informaciones prácticas sobre los diferentes caminos. En esta guía se ha añadido al final una sencilla credencial. Y en el caso que nos ocupa del Camino del Baztán los voluntarios de «Les Amis du Chemin de Saint-Jacques» reciben a los peregrinos en la sacristía de la Catedral de Santa María en Bayona, entre los meses de abril a septiembre. En concreto, al fondo de la nave central suelen situar una mesa con diversas informaciones y un teléfono para llamar y recoger la credencial. El horario establecido es: De lunes a sábado; de 9 a 12 horas y de 15 a 18 horas (exceptuando los días festivos). Por las características propias de este itinerario montañoso el período aconsejado suele ser entre los meses de abril a octubre, aunque cada caminante se plantea sus retos personales y algunos prefieren hacer el Camino del Baztán en época invernal. En este caso —no sería aconsejable—se hará muy necesario estar muy atento a las previsiones meteorológicas del momento porque la nieve o el tiempo invernal puede jugarnos una mala pasada. En el siguiente enlace se puede consultar la guía en internet para no llevarla en la mochila: https://es.calameo.com/read/00631302932db4d7f9c2f
Un encuentro para no olvidar en el Camino de Arles (Francia), en la Via Tolosana
Cuentan que suele ser habitual encontrar peregrinos en los diversos Caminos de Santiago que andan de un lugar a otro, por la Vía de la Plata, el Camino del norte o de la costa, el Francés, Aragonés o cualquiera de los diferentes itinerarios jacobeos que atraviesan Europa. Son insólitos viajeros hacia Santiago, Jerusalén, Roma u otros lugares de devociones ancestrales que deambulan en busca, generalmente, de una vida o una mejor suerte. En más de una ocasión he encontrado algunos «Peregrinos de la vida» vagando en dirección a la supervivencia de su peculiar realidad, porque, habitualmente, resulta más fácil y seguro transitar por rutas señaladas con flechas amarillas, que siempre te llevan a lugares ilustres.
Recuerdo, especialmente, uno de estos «Peregrinos de la vida», que encontré en la Vía Tolosana en 2011. Era la primera etapa del Camino de Arlés, en Francia, que transcurre a lo largo de la orilla izquierda del canal del Gard, en dirección a Saint-Gilles, final de la primera jornada. Al rato, de frente, a lo lejos, vimos una silueta que venía a nuestro encuentro, la cual, al llegar a nuestra altura, nos saludó, con un breve bon jour. Nosotros respondimos al saludo y seguimos nuestra marcha, pero los símbolos peregrinos de su gorra me llamaron la atención. No pude evitar girarme y comprobar si llevaba en su mochila atributos santiaguistas
–-¡Vaya por Dios! – extrañado, pude reconocer, cubriendo la mochila, la rojiblanca bandera del Athletic Club de Bilbao con su reglamentario escudo. No conseguí esquivar mi asombró y grité:
—¡Aúpa Athletic! Mi voz hizo volverse al peregrino, que tenía una cara entre sorprendido y receloso.
—¿Eres de Bilbao? – le interrogué. —..…
—No, soy murciano, de Cartagena.
—¿Cómo es que llevas la bandera del Athetic?
—Es una larga historia. Me la regalaron en una carnicería de Estella, en Navarra, la hermana del jugador del Athletic Javi Martínez.
—¿Y a donde vas? porque el sentido de tu marcha no es hacia Santiago.
—Voy a Jerusalen….
No recuerdo cuál era su nombre. Lo cierto es que encontrar un peregrino con una bandera del Athletic, en medio de la campiña del parque de La Camargue, era todo un descubrimiento. El momento de las intimidades personales había llegado. Era «Peregrino de la vida» y atesoraba una historia de vida enrevesada; soltero, hombre de mil oficios y obrero de la construcción en Murcia, en los últimos años la crisis económica le había dejado en la indigencia. Su búsqueda de trabajo le condujo hasta la ciudad fronteriza de Irún por la que había deambulado durante un tiempo hasta caer en la depresión.
—Ya no podía más —contó— y, sin saber qué hacer, por mi cabeza pasaron demasiados malos pensamientos. Una tarde encontré un rótulo que indicaba albergue de peregrinos. Subí hasta el primer piso y entré. Me recibió un hombre mayor de barba blanca y, con toda amabilidad, me explicó dónde me encontraba y qué era el Camino de Santiago. Me invitó a cenar y hablamos hasta bien entrada la noche. Entonces yo no era un hombre creyente, pero aquel hospitalero me animó a descubrir mi camino… Al día siguiente, después de tomar el desayuno, cuando ya pensaba en abandonar el albergue, el hospitalero me enseño un cajón lleno de cosas, que me ofreció; había un sinfín de bártulos que los peregrinos olvidaban o dejaban para quien pudiera necesitar.
Así, aquel nuevo peregrino partió del albergue equipado en cuerpo y, sobre todo, alma para enfrentarse y buscar su camino en la vida. Desde Irún fue a Santiago por el Camino del Norte y de la Costa, descendió por la Vía de la Plata hasta Zamora y luego por el Camino de Levante hasta Alicante y Valencia regresando a Compostela por la Vía de la Lana y el Camino Francés. Sin dinero, «a salto de mata», confiando en la voluntad de Dios, tanteando y encomendando su supervivencia al comportamiento de aquellos que encontraba en su camino. Lo cierto es que, según continuaba la conversación, su confianza en la buena voluntad de la gente era conmovedora.
—¿Pasarás mucha hambre? –-le dije advirtiendo su enjuta figura. —A veces sí, pero Dios siempre me provee y me ayuda….
No lo podía imaginar, aquel ateo, que tiempo antes tuvo malos pensamientos, se había convertido en un creyente confiando su existencia «a la buena de Dios».
—¿Y cómo te alimentas? ¿Tienes dinero?
—No mucho –-aseguró enseñando una cartera llena de papeles pero sin atisbo de efectivo.
De pronto, recordé que un par de días antes, al cruzar una calle de Bilbao, camino de casa para preparar la mochila, encontré en el suelo un billete de 50 €uros. El azar estaba claro, qué mejor destino para el billete que el bolsillo de aquel «Peregrino de la vida».
Seguro que él lo iba a gastar mucho mejor que yo.
—No, no quiero que me regales nada; en todo caso intercambiamos y te daré algo mío
Y de una de sus muñecas extrajo una sencilla pulsera con imágenes de vírgenes y santos, que aún conservo.
—Me la regalaron —dijo— las monjas del albergue de Las Carbajalas en León; me acompaña desde hace tiempo y lo mismo que a mi me ha cuidado, espero que a vosotros también os proteja.
El trueque realizado para nosotros era más que suficiente, pero no para este caminante de la vida. Así que, de un bolsillo de la mochila, extrajo dos conchas de peregrino que nos ofreció a mi esposa y a mi.
—Para que las engancheis en la mochila —nos anunció—.
Nos dimos un abrazo deseándonos Buen Camino y cada cual continuó su marcha. Este peregrino de la vida era diferente a otros que, vestidos de marrón peregrino y sombrero de ala ancha, por ejemplo, pululan por los caminos de Santiago de otra manera. Quizás, por algunas desigualdades manifiestas, mi recuerdo de este «Peregrino de la vida» es diferente al de otros que también he encontrado en el camino y que he olvidado.