San Veremundo de Iratxe, el abad que alimentaba a los pobres peregrinos

Cuentan que el Camino Francés atraviesa  Tierra Estella por la localidad navarra de Villatuerta, donde nació San Veremundo (también sitúan su origen en el cercano pueblo de Arellano), monje benedictino y abad del Monasterio de Santa María la Real de Iratxe, que alimentaba a los pobres y a todos aquellos que pasaban por el convento; incluso, según cuenta la historia, en más de una ocasión los frailes de la abadía sufrieron continuos ayunos debido a la «compasión alimenticia» que ejercía su santo prior con los peregrinos y peregrinas. San Veremundo vivió entre los años 1020 y 1099 y con apenas doce años ingresó en el Monasterio de Iratxe, en el tiempo en que era rector su tío Don Munio, quien le «colocó» como portero para atender a los pobres del entorno y a los peregrinos y peregrinas, que por aquellos años caminaban hacia Santiago de Compostela. Es a partir de este generoso quehacer cuando se acrecienta la leyenda y milagros de San Veremundo, que hoy en día se mantiene en la fuente de la que brota agua y vino al pasar el Camino Francés por Bodegas Iratxe. 

Con 32 años, San Veremundo es designado abad, al fallecer su tío Don Munio, y es a partir de esos años cuando el Monasterio de Iratxe adquiere su mayor prestigio y gloria, sobre todo con los privilegios otorgados por reyes navarros como Sancho Garcés IV y Sancho Ramírez, aunque al ser nombrado prior, San Veremundo no abandona su valiente misión de atender a los mendigos y caminantes, que se presentaban en la puerta del claustro para recoger los alimentos y restos de la comida de los monjes.

La comunidad benedictina aceptaba resignada los ayunos a los que les obligaba su santo abad, pero un día San Veremundo fue descubierto por uno de los monjes con el hábito hinchado, quien le preguntó por la causa de tamaño «engorde», obteniendo como respuesta que eran «flores para la Virgen de Santa María del Puy». El fraile destapó su túnica dejando caer un montón de rosas recién cortadas.

San Veremundo es patrón de las dos localidades navarras de Villatuerta y de Arellano, las cuales custodian, alternativamente, durante cinco años las reliquias del monje benedictino. El intercambio de los restos tiene lugar en el mes de agosto mediante una romería por varias localidades de Tierra Estella, donde San Veremundo es venerado, con cánticos en su honor y  jotas navarras, al visitar la romería el Monasterio de Iratxe, Dicastillo, Arellano y Villatuerta. 

La Fuente de la Reana de Velilla del río Carrión, el manantial sagrado de las antiguas tribus Tamáricas cántabras

Cuentan que en el Camino Olvidado de la Montaña, en Velilla del río Carrión (Palencia), los peregrinos y peregrinas encuentran las Fuentes Tamáricas (también conocidas como Fuente de La Reana), citadas por los geógrafos romanos Plinio el Viejo y Claudio Ptolomeo, en los escritos de los principios de nuestra era. Estas aguas se consideraban como el manantial sagrado de las antiguas tribus de la Cantabria,  que habitaron estas tierras en el siglo tercero antes de Cristo. En realidad, sólo es un pequeño estanque de unos veinte metros de longitud y poco más de un metro de profundidad, por donde se desliza el agua. Los romanos transformaron este acueducto en termas sagradas ya que se han encontrado vestigios de origen romano como cerámica y monedas. Al lado del manantial se encuentra la Ermita de San Juan de la Fuente Divina en este campo conocido como La Serna y a la «sombra» de Peña Mayor, de 1.869 metros de altura.

Las fuentes Tamáricas han adquirido un valor histórico muy curioso por la forma intermitente de brotar el agua, descrito desde los tiempos de Plinio el Viejo, el cual relató que, a veces, el manantial se seca durante doce o veinte días, motivo de mal agüero si alguien se acerca por primera vez a contemplarlas secas. Plinio aseguró en su Naturalis Historia que «le sucedió al legado Larcio Licinio, quien fue a verlas cuando no corrían, y murió a los siete días».

La realidad, según se cuenta, la intermitencia del agua se produce al llenarse y vaciarse un depósito natural en una caverna caliza en las montañas cercanas, a través de fisuras entre las rocas, formándose un sifón en algún punto del descenso. Las lluvias y deshielos alimentan este embalse natural, de forma que el mencionado sifón varía su presión, según la cantidad de agua embalsada, por encima de la linea de carga del recipiente. Así, según indican los geólogos, se producen las constantes variaciones del caudal de las Fuentes Tamáricas.

Velilla del río Carrión y sus alrededores fue un lugar de cruce de culturas en el siglo primero. En estos lares se encontraba la ciudad de Tamaria o Kamárica, capital de los cántabros Tamáricos, los cuales habitaban esta zona del norte de la montaña palentina. Los Tamáricos eran un pueblo muy guerrero que presentó una fuerte resistencia a la invasión del Imperio romano, que sólo logró expulsar hacia el norte a estos aguerridos guerreros a base de años de luchas y batallas prolongadas.

El Portal de Zamudio, inicio de la «Ruta Juradera» de los Señores de Bizkaia en el Camino del Norte

Cuentan que el Camino del Norte entra en Bilbao por la Calzada de los Zamudianos, por el Monte Avril, formando parte del Camino Real que se incorporaba a la capital vizcaina desde Bermeo. Hoy en día, el camino de Santiago del Norte o por la Costa llega hasta Gernika para transitar siguiendo las flechas amarillas subiendo, a media ladera, por las faldas del monte Bizkargi, descender hacia Larrabetzu, y caminar por el Valle del Txorierri hasta Zamudio; desde este pueblo vizcaino sube la Calzada de los Zamudianos por la ladera este del monte Avril para descender, junto a la Basílica de Begoña, por las Calzadas de Mallona hasta el Portal de Zamudio y la Catedral de Santiago en el Casco Viejo de Bilbao. Así, los peregrinos y peregrinas recorren las huellas de los antiguos mercaderes que transportaban sus artículos para abastecer a Bilbao, donde vendían sus artículos, verduras, carnes, pescados y otros alimentos. Este Camino Real entre Bilbao y Bermeo era conocido también como «Ruta Juradera» porque era el trayecto que seguían los reyes castellanos, Señores de Bizkaia, para jurar y aceptar los Fueros en los siglos XIV y XV. Partían desde el Portal de Zamudio, junto a la Catedral de Santiago, hasta la iglesia juradera de San Emeterio y San Celedonio de Goikoletxea (Larrabetzu); para seguir hasta la ermita de Santa María de la Antigua de Gernika —hoy en día, integrada en la Casa de Juntas— y, finalmente, en Santa Eufemia de Bermeo.  

El Portal de Zamudio, también llamado Puerta de los Zamudianos, toma su nombre como consecuencia de ser la salida y entrada a la muralla que rodeaba el conjunto de las «Siete Calles» bilbaínas en la antigüedad. En aquellos siglos XIV y XV el linaje de los Zamudio era la familia del bando oñacino más rica y dominante en Bizkaia, que controlaba el Camino Real a través del Valle del Txorierri, mediante su casa fortaleza de Zamudio, edificada en el siglo XV junto a la iglesia mercenaria de San Martín, cruce de caminos entre Bilbao y Bermeo.

Las guerras banderizas de oñacinos y gamboinos, que se produjeron en la Edad Media en el País Vasco, fueron consecuencia del control feudal y económico de los derechos sobre las tierras, privilegios eclesiásticos, licencias de monopolios y concesiones comerciales en los territorios vascos; sobre quien valía más o quien dominaba mejor los cruces de caminos y valles o protegía mejor a sus partidarios. Los gamboinos eran fieles a la corona de Navarra y los oñacinos pertenecían a los seguidores de Castilla, aunque estas lealtades podían cambiar según las afrentas al honor de los linajes familiares o en función de los intereses del clan.      

Antepasados del linaje oñacino de los Zamudio eran caballeros habituales en las Juntas de Gernika y, por ejemplo, en el cuadro del acto del «besamanos» a Fernando, el Católico (30 de julio de 1476), pintado por Francisco Vázquez de Mendieta, el patriarca de «zamudianos»  Ordoño de Zamudio aparece en primer plano como ilustre de Bizkaia. Toda una manifestación del poder e importancia de la dinastía de los Zamudio.

El Desierto de Tabernas almeriense en el Camino Mozárabe, escenario de películas del Oeste

Cuentan que en el Camino Mozárabe, en su ramal almeriense, se pasa muy cerca del Desierto de Tabernas, escenario de multitud de películas del Oeste y otros rodajes, anuncios publicitarios y reclamos de televisión. En total cerca de 300 películas de spaghetti western han sido rodadas en el Desierto de Tabernas, un paraje seco y deshabitado de 280 kilómetros cuadrados, que había pasado desapercibido hasta que el director de cine italiano Sergio Leone destapó en la década de los años sesenta. El «Salvaje Oeste» de Hollywood se trasladó a Almería porque brindaba localizaciones ideales y, además, mucho más baratas que las americanas. El clima del desierto almeriense con unas tres mil horas de sol al año y con temperaturas que fluctúan entre los -5 y los 48 grados centígrados era el rincón ideal para este tipo de películas del Oeste americano.


Sergio Leone inauguró así la serie de filmes que se denominó «La Trilogía del Dólar» rodando Por un puñado de dólares en 1964, La muerte tenía un precio en 1965 y El Bueno, el Feo y el Malo, en 1966; incluso se construyó un viejo poblado del Oeste donde se representaba un lugar salvaje y hostil donde la violencia y la muerte siempre estaba presente. Muchos fueron los artistas que protagonizaron sus películas en los 14 pueblos construidos ad hoc en el Desierto de Tabernas: Charles Bronson, Claudia Cardinale, Brigitte Bardot, Clint Eastwood, Steve McQueen, Yul Brunner, Faye Dunaway, Sean Connery, Bud Spencer, Terence Hill, Gregory Peck Harrison Ford; los cuales interpretaron legendarias películas de la historia del cine, como: Lawrence de Arabia, Cleopatra, o Indiana Jones y la última cruzada.

A mediados de los años setenta los spaghetti western comenzaron a decrecer y este tipo de películas fue desapareciendo poco a poco, aunque el viejo pueblo de vaqueros Fort Bravo y el poblado indio del Desierto de Tabernas nunca «ha cerrado sus puertas» y, hoy en día, todavía sus instalaciones siguen siendo el marco de rodaje de anuncios, videoclips y algunos filmes, además, de escenas del far west para turistas realizadas por especialistas; todo un show del lejano Oeste, con un museo de 150 piezas de proyectores de cine, carros y diligencias, un jardín con mas de 250 especies de cactus, zoológico, piscinas… todo un atractivo programa para pasar el día en familia.

El Roble del Rezadero: Un rosario con sus cinco misterios determina la distancia hasta el pueblo leonés de Yugueros

Cuentan que en el Camino de la Montaña Olvidado, en la etapa entre Cistierna y Boñar (León), poco antes de la localidad de Yugueros, los peregrinos y peregrinas encuentran un viejo roble, al cual se le conoce por  el Roble del Rezadero. La  leyenda dice: «Detente, Caminante, y piensa un momento en nuestros antepasados. En este lugar, al pie del Roble del Rezadero, se reunían pastores y ganaderos de Yugueros, en las crudas noches de invierno, después de encerrar y atender a su ganado en las casas del monte. Desde aquí subían al pueblo, juntos, rezando el rosario, ¿Distancia a Yugueros? Pues eso, un rosario con sus cinco misterios». Esta es una brillante fórmula para medir los itinerarios, antiguamente, en el mundo rural.


Yugueros es un pueblo leonés que engloba a dos valles, el de Valdeyera y Río Seco. La localidad, en tiempos pretéritos,  tuvo una gran importancia por ser un lugar de numerosas ganaderías y amplios pastizales donde se alimentaban los rebaños en medio de los robles y encinas. La tradición cuenta que, al final de la tarde, los ganaderos y pastores se citaban en este Roble del Rezadero para ascender unidos a sus hogares en Yugueros, una vez que habían guardado sus rebaños en las majadas. 

Es muy posible que los  «torrejinas», gentilicio por el cual se conoce a los habitantes de Yugueros, —-reciben este alias porque su iglesia no tiene espadaña sino una torre de estilo fortaleza— guardasen una devoción especial a la «Virgen fea» de la iglesia de Yugueros (situada en un altar secundario y poco iluminado); de ahí esa afición y veneración a rezar el rosario una vez que finalizaban la jornada. La talla de la Virgen, al parecer, en el siglo XII era poco expresiva aunque, finalmente, fue restaurada con una policromía mas moderna y acorde a los cánones de la hermosura.   

El Rollo Gótico Jurisdiccional de Boadilla del Camino, advertencia para caminantes

Cuentan que en el Camino Francés, en el pueblo palentino de Boadilla del Camino, los peregrinos y peregrinas encuentran el Rollo Gótico jurisdiccional, del siglo XV, donde, posiblemente, muchos caminantes fueron mostrados a la vergüenza, encadenados de pies y manos, por haber delinquido en el recorrido del Camino de Santiago. En aquellos tiempos, pululaban por los caminos de las rutas jacobeas, en búsqueda de peregrinos y peregrinas a los que timar o engañar, bandidos, ladrones y estafadores, los cuales, en algunos casos, eran atrapados y amarrados, como advertencia, al Rollo Gótico de Boadilla del Camino antes de ser ajusticiados por sus fechorías.


El Rollo Gótico, como se puede observar en la fotografía, conserva en su base cinco escalones con unas cavidades y ornamentos en su interior. A partir de este fuste descubrimos ocho pequeños pilares góticos, entre los cuales han sido talladas conchas de peregrino, rosetas y cabezas de clavos. En la cúspide hallamos un gran capitel, adornado con unas gárgolas de animales y cabezas de querubines, completando su vértice por un aguja gótica. El Rollo Gótico jurisdiccional de Boadilla del Camino tiene una altura de siete metros y medio y una base de doce y medio.

La historia del Rollo Gótico, símbolo de independencia, se remonta al reinado de Enrique IV, El impotente, apodado así al no lograr tener sucesión legítima; hijo de Juan II y María de Aragón y hermano paterno de Isabel, la cual se proclamó reina a su muerte. En el caso de Boadilla del Camino el privilegio se otorgó en 1467 como reconocimiento por la ayuda prestada a Enrique IV para recuperar el trono; ratificado por los Reyes Católicos en 1482. De esta forma, la localidad palentina erigió el «Rollo» para que todo el mundo conociese que Boadilla del Camino era independiente, sin estar supeditada a señor o señorío.

Muy cerca de Boadilla del Camino, en Itero de la Vega, encontramos un «rollo de justicia», que se remonta a 1529 y que también se puede encontrar en el Camino Francés. Años después, las Cortes de Cádiz abolieron las funciones de los «rollos»

La Cruz de Sota en Islares recuerda la muerte en accidente de Catalina, hija de Ramón de la Sota y Llano

Cuentan que en el Camino del Norte, a la altura de la playa de Arenillas en Islares (Cantabria), los peregrinos y peregrinas encuentran el pedestal de la Cruz de Sota, destruida durante la Guerra Civil, y erigida «in memoriam» de Catalina de la Sota y Aburto, fallecida en ese lugar como consecuencia de la caída al mar del coche donde viajaba en noviembre de 1922. Catalina era hija de Ramón de la Sota y Llano,  insigne empresario naviero, notable político, artífice del desarrollo económico de Bilbao a finales del siglo XIX y en los primeros años del XX, y miembro del Partido Nacionalista Vasco. La saga de La Sota procedía de una familia de propietarios rurales de las Encartaciones vizcainas siendo Ramón el primogénito, nacido en Castro Urdiales en 1857, «por casualidad» al encontrarse su madre Alejandra, veraneando en la villa castreña. Los Sota estaban afincados, habitualmente, en su residencia de San Julián de Muzkiz (Bizkaia).


En el trágico accidente falleció, además de Catalina, el clérigo capuchino José María Elizondo, quedando heridas de gravedad la madre y Sofía MacMahón, hija del marques de ese apellido, salvándose milagrosamente, Eduardo, el chofer de los Sota. Cerca de una hora estuvo el coche en el mar, a merced de las olas, hasta que fueron rescatados por los vecinos de Islares. 

Como recuerdo de la pérdida de su hija Catalina, su padre, Ramón de la Sota, dispuso la construcción (a unos 300 metros de la entrada a la playa de Arenillas) de una cruz en el lugar de la caída del coche (en la fotografía), rodeada de unos bancos de piedra, los cuales servían, además, como mirador de la costa, Oriñón, el Monte Candina y el Cabo Cebollero de Sonabia. Durante la Guerra Civil la Cruz de Sota fue destruida, resistiendo tan sólo el pedestal con la referencia a las dos personas fallecidas en el accidente y la fecha del suceso.

Ramón de la Sota fue nombrado marqués de Llano por el rey Alfonso XIII y, como aliado de los hermanos Sabino y Luis Arana Goiri impulsó el nacionalismo vasco, defensor de los Fueros frente al Gobierno español, y de un partido democrático, moderno, moderado, pragmático, laico y autonomista. Precisamente, por esta conexión con el nacionalismo vasco, los vencedores de la Guerra Civil utilizaron estas tesis para castigar a la familia Sota, requisando sus bienes en 1937, un año después del fallecimiento de Ramón de la Sota y Llano.

La exclusiva aldea prerromana de Santa Trega de «A Guarda», estratégico control de la desembocadura del Miño

Cuentan que los peregrinos y peregrinas encuentran en su caminar, en el Camino Portugués por la Costa, el Castro de Santa Tecla (en gallego, Santa Trega), una aldea prerromana que fue ocupada por comunidades indígenas de origen celta, en la época situada entre el siglo 1º antes de Cristo y el 1º después de Cristo. El asentamiento, en realidad, era insuperable en aquellos tiempos de conflictos entre los clanes celtas; desde los 340 metros de Santa Trega sus habitantes poseían un control excelente sobre el estuario del Miño, su valle y el territorio periférico, dominando el tráfico marítimo y fluvial, las explotaciones auríferas de los montes de «A Groba» y, también, como defensa de invasores.   


El castro de Santa Trega se encuentra, en el monte del mismo nombre, en el Camino Portugués, luego de atravesar el río Miño desde Caminha (Portugal) al barrio Couto de «A Guarda». El itinerario jacobeo bordea a media ladera la cumbre donde se ubica el castro gallego, que fue abandonado paulatinamente una vez que los romanos consiguieron dominar el territorio para «trabajar» las minas de oro de las proximidades. Hasta entonces, la ciudadela prerromana estuvo habitada por unos cinco mil habitantes, los cuales se dedicaban a la agricultura, la ganadería, la pesca, y el comercio, siendo considerada como uno de los poblados más habitados de esta zona de Galizia.

El Castro de Santa Trega ocupaba una superficie amurallada de una 20 hectáreas con dos puertas de entrada, con casas circulares para vivir, muy sencillas, recubiertas de elementos vegetales, otras para almacenar grano o como taller de alfarería, herrerías u oros oficios; todas ellas decoradas con colores azules y blancos. El conjunto de estas construcciones estaban dispuestas en bloques o grupos con un patio común, compartiendo depósitos de agua y un pozo donde se «atesoraban» los desperdicios..

Mas arriba del castro se encuentra un Viacrucis creado por el escultor valenciano Vicent Mengual, donde se celebra la Procesión del Voto, el último sábado del mes de agosto, como consecuencia de una tradición que se festeja desde 1355 por haber librado Santa Tecla  de la Peste Negra a los habitantes del entorno.  

La «Procesión de los Amortajados» del pueblo leonés de Quintana de Fuseros

Cuentan que en el Camino Olvidado de la Montaña, en la localidad de Quintana de Fuseros, del municipio de Igüeña (comarca del Bierzo) en León, se celebra la «Procesión de los amortajados» el día 3 de mayo en la Fiesta de la Cruz. Esta es una extraña tradición a la que acuden personas de diferentes localidades, las cuales afirman haberse librado de la muerte gracias a la mediación milagrosa del Cristo de la Cabaña (en la foto adjunta la ermita del Santo Cristo) habiendo padecido alguna enfermedad, accidente grave o trance fatal. Así, los devotos afectados, en agradecimiento al Cristo, asisten a los actos religiosos, que se celebran en la festividad de la Santa Cruz, vestidos con el sudario que llevarían en el caso de haber fallecido. La Cofradía de las Ánimas del Cristo de la Cabaña, una hermandad de origen desconocido que se menciona en documentos del Marqués de la Ensenada en 1752, era quien se encargaba de organizar toda esta ceremonia, acompañando a la procesión muchos de los habitantes de la localidad berciana ataviados con vestimentas para ser enterrados. 

La «Procesión de los amortajados» no es la única del territorio de León. Se mencionan otras semejantes, las cuales, paulatinamente, han desaparecido como, por ejemplo, la de Nuestra Señora de la Asunción, del barrio de La Garandilla en el municipio de Valdesamario; la de la Virgen de La Carballeda, de Val de San Lorenzo; la de La Trinidad, de La Cuesta, o la de la ermita de Santa Elena, de Felechares de la Valdería, del ayuntamiento de Castrocalbón. En Galizia, subsisten «Las Mortajas» de la Puebla de Caramiñal (La Coruña) y la procesión de «Los Ataúdes» de  Santa Marta de Ribarteme (Pontevedra), prohibida este año por el párroco de la localidad por considerar que una tradición religiosa no puede convertirse en un mero espectáculo. En la provincia de Zamora existe también la de «La Procesión del Santo Entierro» en Bercianos de Aliste, que se celebra desde el siglo XV, aunque no es igual a la de Quintana de Fuseros.

La celebración de la «Procesión de los amortajados» se inicia muy de mañana con la reunión de los amortajados y familiares en la iglesia parroquial, que inician la marcha de la comitiva con la Virgen del Rosario. Los hombres abren la romería llevando velas encendidas y acompañando a los amortajados vestidos con túnicas blancas y moradas. Poco después, las mujeres caminan junto a las amortajadas, distinguidas con túnicas y toquillas de colores rosas y azules. Todos desfilan en silencio hasta la ermita del Cristo de la Cabaña, donde oyen Misa.

La ceremonia continúa después regresando a la iglesia parroquial de San Claudio acompañando la figura del Cristo de la Cabaña, con el sudario y los crespones morados a hombros de los devotos, escoltando a la Virgen del Rosario. Las dos imágenes permanecerán en la parroquia de Quintana de Fuseros hasta la festividad de San Isidro (15 de mayo), día en el que el Cristo de la Cabaña será, de nuevo, sacado en procesión para bendecir los campos y retornar a su ermita.

Quintana de Fuseros fue conocida antiguamente por Taurón y, según la tradición, fue un emplazamiento de Los Templarios en este territorio del Bierzo alto. Las señales de antiguas explotaciones auríferas romanas son muy numerosas en los alrededores e incluso existen emplazamientos mineros de nativos astures anteriores a la dominación romana.

Los «Cruceiros», la dimensión oculta del carácter del alma, la magia y la fascinación gallega

Cuentan que las peregrinas y peregrinos encuentran en los incalculables caminos a Santiago una de las expresiones más peculiares de la arquitectura popular gallega; los «cruceiros»; en realidad, son la dimensión oculta del carácter del alma, la magia y la fascinación gallega. Decía el insigne Castelao, impulsor del nacionalismo gallego y estudioso de los «cruceiros», que «Onde hai un cruceiro, houbo un pecado». Se refería a detalles de la simbología de los «cruceiros», que tienen su origen en los Celtas, los antiguos pobladores de Galizia, de viejos cultos a dioses paganos, homenajes a muertos o ánimas, poderes sanadores, enterramientos de «anxeliños» sin bautizar o lugares donde se celebraban ritos satánicos de «meigas». 

En su momento, el Cristianismo convirtió, mediante advocaciones a Jesucristo, la Virgen y los santos, toda esta simbología pagana enlugares sagrados y, además, en un rico patrimonio etnográfico y cultural de la arquitectura popular de Galizia, donde se calcula que hay unos 15.000 «cruceiros». No sólo los hay en Galizia pues también los encontramos en numerosos territorios de la península. En Euskadi, por ejemplo, en Laudio Llodio (Araba), Gernika, Elorrio y Bilbao (Bizkaia), Zarautz y Zumaia (Gipuzkoa) y Etxalar, Iruña Pamplona, Esteribar, Olite, y Gares Puente La Reina (Navarra).

Los «cruceiros» son, básicamente, una cruz situada en lo alto de un varal de piedra o una columna y, aunque los hay de diferentes tipos, puede decirse que los clásicos son los formados por una plataforma, basa, fuste, capitel y la cruz. Habitualmente, están situados en los cruces de los caminos, en encrucijadas que simbolizaban mágicas entradas a otros mundos, donde se desconoce con quien te vas a tropezar y si, precisamente, en ese lugar puedes encontrar un peligro; de ahí la función protectora que a los «cruceiros» se les ha otorgado.

Los ejemplos de «cruceiros» son muy variados y comprenden desde la sencilla cruz hasta esculturas llenas de riqueza y solemnidad, como el de la localidad Cangas de Morrazo  (Pontevedra), en la parroquia de Hío, un espectacular «cruceiro» barroco del maestro José Cerviño, que modeló su obra en un único bloque de granito. La escultura simboliza en lo alto el descendimiento de Cristo de la cruz, con la Virgen María y San Juan, junto a José de Arimatea y Nicodemo, en una escena rebosante de autenticidad. Más abajo, la Virgen María pisa la cabeza de la serpiente, Adan y Eva desnudos, y la imagen de los arcángeles. En la base de la columna aparecen hornacinas con las ánimas del purgatorio, Cristo resucitado junto a su madre y, de nuevo, Adán y Eva quemándose en las llamas del limbo por haber cometido el pecado original, origen de la salvación por crucifixión de Cristo.

En la provincia de Lugo, en la «Terra Chá»  ––Tierra Llana del Miño— que se cruza en el Camino del Norte, encontramos «cruceiros» unidos a multitud de historias, como, por ejemplo, el de Lousada, donde una cruz de piedra indica que allí «uno asesinó a Vicenta Balsa en 1901»; otro en Abadín construido para «escarmentar o trasno e santificar el lugar»; también en Vilalba, otro en la parroquia de Corbelle, en el lugar donde, según dicen, se apareció Satanás.

Según la tradición, si depositamos una piedra en la base de los «cruceiros» que encontramos en los Caminos de Santiago el peregrino o peregrina se asegura la posibilidad de regresar a Galizia.