Un antes y un después en el Valle de los Caídos

Varios expertos valoran si la posible exhumación de dos cuerpos en la cripta de El Escorial puede tener continuidad

Un reportaje de Iban Gorriti

EXISTE un antes y un después en el Valle de los Caídos tras conocerse que cabe la posibilidad de que se exhumen los cuerpos de dos hermanos anarquistas de Calatayud allí ubicados? ¿Hay esperanza de que algo cambie en el mayor cementerio del Estado, donde se cifran en alrededor de 33.850 los muertos custodiados junto a las tumbas de los dictadores Franco y Primo de Rivera? Se estima que un millar de ellos fueron trasladados desde la CAV y Nafarroa, lo que no significa que todos fueran vascos. Ahora bien, diez familias de Euskadi han solicitado a la Dirección de Derechos Humanos del Gobierno vasco la recuperación de los restos de parientes, una reivindicación que se remonta a 2003.

VALLE DE LOS CAIDOS

Francisco Etxeberria, Queralt Solé, Francisco Ferrándiz e Hilari Raguer, todos ellos eminencias en lo referente al Valle de los Caídos, siguen de cerca la noticia de que un magistrado ha ordenado que se exhumen los cuerpos de los hermanos fusilados Manuel y Antonio Lapeña. ¿Pero creen que esta decisión insólita abre una puerta a la esperanza? ¿Con esa exhumación se darán nuevos pasos en favor de otras intervenciones en dicho mausoleo del terror?

El más tajante es Etxeberria, antropólogo forense de la UPV/EHU y presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, profesional al que la familia Lapeña ha requerido para exhumar los restos de los ácratas aragoneses. Patrimonio decidirá ese extremo. “¿Esperanzador? No lo creo en absoluto. La sentencia se ha producido en la jurisdicción civil, no en la penal. El juez dice que los familiares tienen derecho a rescatar esos cuerpos y eso no tiene nada que ver con juzgar los crímenes franquistas”, analiza el experto.

El de Beasain asegura que son bastantes las exhumaciones que él y su equipo han realizado con conocimiento judicial, “pero otra cosa es abrir diligencias y sentar una verdad judicial respecto de unos hechos injustos sobre los que nunca ha existido una investigación oficial”, subraya. Va más allá al trasmitir que el reto para los próximos años es hacer oficial esa verdad en la que trabajan a diario, “y para eso también deben servir otras estructuras institucionales además de las judiciales”.

El historiador y religioso catalán Hilari Raguer formó parte a título personal -“ni de la Iglesia ni de nadie”- de la Comisión de expertos sobre el futuro del Valle de los Caídos. “Es esperanzador desde el punto de vista jurídico y judicial”, valora, y matiza que “la dificultad es más técnica que jurídica y política, a pesar de la resistencia que haya podido haber”.

Como Raguer, Paco Ferrándiz, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) también formó parte activa de la comisión de asesores. “La exhumación de los dos hermanos es muy esperanzadora, pero debemos tomarlo con cautela”, previene tras conocer que Patrimonio Nacional tiene 45 días para responder al fallo del juez: “Si no lo hacen -ilustra Ferrandiz-, la demanda irá a la Sala número 3 del Tribunal Supremo. En ese caso se demoraría todo un año más. Pero si Patrimonio colabora…”. Insiste en que “es esperanzador con todas las cautelas por los procesos judiciales complejos”.

Este exdocente de la Universidad de Deusto recuerda que la conciencia pública en materia del Valle de los Caídos como fosa común con tantos miles de cuerpos “es muy reciente” y por ello lo considera “un monumento surrealista”. A juicio de Ferrándiz se desconoce, además, qué consecuencias tendría la apertura de las criptas en las que están documentadas 12.800 personas. “No se ha dado nada por sentado, son muchas las suposiciones y hay un informe de Bedate de 2010. Es evidente el escaso interés y la enorme complejidad”, concluye el autor del libro El pasado bajo tierra, primer estudio en castellano que trata la apertura de fosas comunes de la Guerra Civil desde un prisma antropológico-social.

Centenares de vascos La profesora de Historia de la Universidad de Barcelona Queralt Solé confirma como “un antes y un después” el caso de los dos sindicalistas de la CNT a exhumar en el Valle de los Caídos. “Lo es desde el momento en que la Justicia reconoce un derecho a una familia, a dos personas inhumadas en la mayor fosa común de España”, esgrime. “¿Será factible?”, se pregunta y vuelve al origen: “¿Esperanzador? Que lo reconozca un juez ya es significativo”.

Como los hermanos de Calatayud, hay centenares de vascos en aquel enclave. El arqueólogo Jimi Jiménez asegura que la cifra de “mil vascos” asimilada como oficial no es tal. “Sí, se llevaron a Madrid restos de unas mil personas muertas en el País Vasco y Nafarroa, pero muchos, por ejemplo, eran gallegos”, diferencia este miembro de Aranzadi.

Su compañero de trabajo, Francisco Etxeberria, camina por la misma senda. “En efecto, los más de mil restos trasladados desde el País Vasco proceden en su mayoría de combatientes en esta zona cuyas identidades se desconocen. Y de los que no eran combatientes, la inmensa mayoría se llevaron al Valle de los Caídos con el permiso de sus familiares”, asevera.

José Mari Esparza: “El Consejo de Navarra sabía en 1946 que había más de 3.000 fusilados”

José Mari Esparza Zabalegi (Tafalla, 1951) concede una vida más al tribuno republicano navarro nacido en el siglo XIX David Jaime, euskaldun y euskaltzale

Una entrevista de Iban Gorriti

Bilbao – El editor y responsable de Txalaparta rubrica una biografía titulada Nuestro pueblo despertará en la que bosqueja la obra de un orador que se propuso aprender euskara y a quien reivindica en diferentes momentos como “pionero”, azañista por una España federal y, al mismo tiempo, abertzale.

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¿Quién fue David Jaime?

-Nació en el seno de una familia liberal tafallesa. Nació en Eugi y luego vivió en Etxarri Aranatz. Allí se hizo euskaldun y euskaltzale. Fue concejal de Tafalla, diputado foral en la República y presidente del Consejo de Navarra en el exilio. Murió en Cambo, en 1949.

David Jaime tenía una postura clara a favor de la unidad vasca. Incluso, aunque muy distante del PNV, tenía claro que la Nafarroa republicana solo podría progresar unida a los cuatro territorios…

-En contra de lo que han sostenido algunos historiadores paniaguados, la tradición republicana y de izquierdas en Navarra siempre fue favorable a la unidad de los cuatro territorios. Pero David además era un apasionado abertzale. Y precisamente por ser un hombre de izquierdas, influyó en muchos ayuntamientos navarros para votar en favor del Estatuto Vasconavarro.

Era azañista y situaba también a Nafarroa dentro de España.

-Sí, claro. Los liberales descubrieron en la República Federal el engarce entre los viejos Fueros y los modernos Estatutos de Autonomía. Y muchos fueron consecuentes: fíjate cómo persiguieron a Ramón Bengaray, al escritor Urabayen, al diputado Mariano Ansó, al editor Enciso, al propio Jaime… Toda una generación represaliada que creía en una República Vasconavarra con soberanía plena dentro del Estado.

Aunque de familia castellanoparlante, aprendió euskera. Todo un ejemplo.

-Y lo escribía y lo usaba en las relaciones institucionales, cosa muy rara en esa época. En la primera sesión como diputado foral propuso la oficialidad del euskera en Navarra y así se hizo, por unanimidad de socialistas, republicanos y hasta carlistas como Amadeo Marco. Y en las juntas de Eusko Ikaskuntza, a las que acudió como representante navarro, consta que habló en euskera, cosa también excepcional en las actas de la institución. Y siendo ya presidente del Consejo de Navarra en el exilio escribe, en un euskera perfecto, cartas oficiales a Leizaola o al lehendakari Aguirre, algo muy raro entonces. Ya ves, uno de Tafalla tenía que ser.

¿Cómo fue su relación con el también navarro Irujo y con los lehendakaris Leizaola y Aguirre?

-Entrañable, sobre todo con Irujo y Aguirre. Todos le reconocían su genio y su valía. En el libro hay muchas fotos juntos, inéditas. Eso sí, en la correspondencia oficial David Jaime se enfrentó a ellos con firmeza, en defensa de la personalidad de Navarra y para evitar la presión poderosa del bizkaitarrismo. Unidos sí, decía, pero Navarra primero.

Fue un referente en la primera Radio Euskadi.

-Cuando comenzaron las emisiones desde Mugerre, el Gobierno vasco cedió espacios al Consejo de Navarra, con alocuciones preparadas por Jaime y dirigidas solo a los navarros. Algunas también eran en euskera y posiblemente sea la primera vez en la historia de la radiodifusión navarra que se emite en euskera, con el fondo además de las jotas de Raimundo Lanas. David Jaime, pionero otra vez.

Fue un adelantado de la Memoria Histórica, e hizo un censo de fusilados.

-Sí, pero fue a impulso de aquel gigante que fuera Manuel Irujo. El Consejo de Navarra ya sabía en 1946 que había más de 3.000 fusilados, cifra siempre negada por el franquismo, hasta que 40 años después se demostró que era cierta.

¿Cómo fue su vida en el exilio?

-Le costó casi dos años poder pasar a Iparralde, en una fuga de película. Pero tantos meses metido en zulos, cubas y pajares, acabó por estragarle los pulmones. Enfermo y todo, presidió el Consejo, espoleó a todo el exilio desde el PNV a la CNT, organizó una red de contrabando… Su temprana muerte sacudió a toda la diáspora política vasca.

El título del libro hace referencia a su última carta.

-Escribe a un dirigente del PNV en México, afirmándose en su lealtad al Gobierno de la República y al Gobierno vasco. Franco se está afianzando en el poder, las resistencias del exilio y del interior están menguando… Y David fija su esperanza en el despertar del pueblo.

Aquellas “75.000 pesetas” para hacer frente al bombardeo de Durango

El alcalde Teodoro Arregui solicitó al Gobierno de Euzkadi un “socorro especial” para las necesidades surgidas tras el crimen de guerra del que se cumplen 79 años

Un reportaje de Iban Gorriti

el Ayuntamiento de Durango ha comprado fotografías relacionadas con los bombardeos fascistas que lamentó la villa el 31 de marzo, y el 2 y 4 de abril de 1937. Algunas de ellas tienen el valor añadido de que son inéditas.

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El archivo municipal las custodia y, además, atesora un documento que nunca ha visto la luz: una solicitud de ayuda al Gobierno vasco del lehendakari José Antonio Aguirre firmada por el alcalde Teodoro Arregui Garaigordobil, en el que el regidor, en nombre de la Corporación local, prevé necesarias 75.000 pesetas para hacer frente a las necesidades surgidas tras los ataques de la aviación italiana coordinados por la Legión Cóndor nazi y con el beneplácito de los golpistas españoles, Mola, Franco y Vigón, quienes dejaron por escrito: “Sin contemplación con la población civil”.

En casi cuatro páginas, Arregui trasmite su preocupación por el momento histórico que sufre la villa en aquellos trágicos momentos y lo hace al consejero del departamento de Gobernación del Gobierno de Euzkadi.

El alcalde-presidente da cuenta el 15 de abril, dos semanas después del primer ataque aéreo, del acuerdo adoptado en una sesión extraordinaria de carácter urgente celebrada cinco jornadas antes. Expone que las necesidades, atenciones y servicios derivadas de la guerra en Durango alcanzaron “extremos de agudeza verdaderamente excepcionales”.

Arregui valoraba que la situación se debía a los “espantosos y repetidos bombardeos llevados a cabo por la abominable y mercenaria aviación de la canalla fascista, que ha descendido a tales abismos de degradación humana que ha puesto al descubierto la existencia de una sima amoral tan profunda como jamás imaginaría nuestro país y que, sin duda, tenía reservada su invención a estos traidores y asesinos a sueldo”.

El máximo mandatario subraya en el documento que los ataques terroristas sobre su municipio “han consternado a Bizkaya”. Es consciente del “esfuerzo económico” necesario “para atender tanta calamidad y miseria”. Sabedores de la situación crítica de Euskadi, el pleno propone que el departamento de Hacienda le conceda “un socorro especial de determinada cantidad, en forma de cuenta de crédito abierta a nombre y favor de la Corporación”, de la que pudiera ir disponiendo hasta un límite a medida que las necesidades le fueran obligando a hacer uso del crédito otorgado.

Los representantes políticos elegidos por el pueblo tasaron un tope de 75.000 pesetas. Serían 40.000 para primeros daños y 35.000 más para “cubrir las necesidades puedan surgirle al Ayuntamiento en forma de urgencia o inevitable”.

Tras exponer la situación, el primer mandatario redacta la súplica al Gobierno de Aguirre, “máximo defensor de los municipios vascos y propulsor de sus desenvolvimiento y prerrogativas hasta conseguir prestigiarlos con el elevado rango y categoría de que tradicionalmente estuvieron rodeados”.

Arregui solicita que el Gobierno “se digne” a valorar con su decisivo apoyo y el informe favorable, si lo juzgase oportuno, de la Dirección General de Administración Local, la petición deducida por el municipio de Durango ante Hacienda. “Y se consiga la concesión del socorro especial”, lo que a juicio de la Corporación permitiría al concejo el desarrollo “un poco regular de las múltiples actividades que, rebasando su esfera privativa, absorben por completo su atención”.

Trece días después, el 28 de abril -tan solo dos días después del bombardeo de Genika-Lumo-, las tropas golpistas y sus acólitos ocuparon el pueblo de Durango.

Las ikurriñas de Zalla, dos supervivientes y una tercera enterrada

La familia Zubieta, que custodió de forma clandestina las históricas banderas a lo largo de ocho décadas, las donó el pasado viernes a Sabino Arana Fundazioa

Un reportaje de Iban Gorriti

lOS ojos de Mikel Zubieta se empañan nostálgicos, familiares, históricos. Se aferran a sus recuerdos. Entrañas. A los confines de toda una vida de custodia de dos ikurriñas que sortearon la malaventura de la Guerra Civil y anatema del franquismo. El hijo del molinero Luis y de la ama de casa Feli se alegra y entristece al mismo tiempo. Su razón chasquea al viento de Zalla. “Entregar las dos banderas a Sabino Arana Fundazioa me produce esa sensación de desprenderme de algo que cuidamos de forma clandestina durante años, algo que tengo mucho cariño, y por otra parte sé que van a estar mejor conservadas”, admite con vista vidriosa en las dependencias del batzoki en el que antes de la guerra una de las ikurriñas se mostraba orgullosa colgante desde el balcón, y la otra era el blasón de la Junta Municipal del PNV de Zalla.

Mikel Zubieta, en el instante de hacer entrega a la Fundación Sabino Arana de las dos ikurriñas conservadas por su familia.Iban Gorriti
Mikel Zubieta, en el instante de hacer entrega a la Fundación Sabino Arana de las dos ikurriñas conservadas por su familia.Iban Gorriti

 

Y hubo una tercera: la de las emakumes, con una cuita que Zubieta exhuma de lo escuchado en su casa y a las personas mayores de la localidad vizcaina. “Es como un mito ya”, valora. Existió aquel estandarte que según los testimonios orales heredados permanece enterrada a día de hoy bajo un edificio de la avenida Lanzagorta de Zalla. “Al parecer era una bandera blanca con una ikurriña a un lado. Por cierto, las propias emakumes fueron quieren bordaron el escudo de Zalla con el arcángel San Miguel y el árbol de Gernika en la ikurriña de la Junta, hecha con lanilla”, contribuye Mikel.

Hay dos secretos que han mantenido casi intactas las dos ikurriñas donadas a la fundación con sede en Bilbao. El primero, que Luis Zubieta, antes de la entrada de los fascistas sublevados contra la legítima Segunda República, las tomara del batzoki y escondiera, con el peligro que corría. Y el segundo, gracias al tabaco, pudieron conservarse hasta el siglo XXI. “Mi padre fue un valiente en 1937. Recogió las ikurriñas y las llevó al molino donde vivíamos. Hasta allí hay como un kilómetro y entonces te revisaban las bolsas a ver qué llevabas. Se la jugó”, enfatiza orgulloso de quienes le trajeron al mundo. Y no es para menos. Luis Zubieta fue un marido, un padre de familia, un nacionalista que prefirió exponerse a la cárcel o a la muerte, antes que desprenderse de las dos ikurriñas.

a través del tiempo Los Zubieta han vivido en cinco inmuebles diferentes y con ellos y más adelante sus descendientes siempre viajaron los colores: rojo, verde y blanco, jirones de la historia de su pueblo, de su axioma vital e ideológico. Tras vivir en el recordado molino, lo hicieron en Herculano Plaza, también junto al Bar Teide, en el mismo batzoki que siempre ha estado emplazado en el mismo lugar y en el barrio de El Carmen. La esposa de Luis estuvo a punto de dar el brazo a torcer y quemar las ikurriñas, como la familia hizo con la biblioteca que poseían sobre temas vascos y de nacionalismo vasco. “Mi padre se lo contó a un amigo y este, a su mujer. Ella dijo que le iba a denunciar. No lo acabó haciendo”, apostilla Mikel.

Más adelante, en los años 60, Zubieta hijo y su mujer tuvieron visita de la Guardia Civil porque habían hallado a su padre con “propaganda clandestina” por lo que llegaría a sufrir la cárcel bilbaina de Larrinaga. Acabaron quemando todo durante “una noche entera, salvo un libro de vistas de Bizkaia de la Diputación”. A quien calificaban de bizkaitarrón lograron sacarle de prisión gracias a que la mujer de Luis pidió ayuda al clero de la zona. Del matrimonio, nacieron cuatro vástagos. Uno, falleció al poco de nacer. La hermana mayor fue Ana (a día de hoy fallecida), Elia y Mikel. El padre formaba parte de la organización municipal del PNV de Zalla cuando se desató la Guerra Civil.

Esta familia y descendientes escondieron las ikurriñas en lugares impensables, como por ejemplo, debajo de una bañera o soltando unos ladrillos y volviéndolos a poner con labor de albañilería de por medio. Los días que las aireaban sobre la cama o en un pasillo era todo un rito para los de casa, orgullo a la máxima potencia.

La del balcón del batzoki, algo raída en algunos puntos, es de considerables dimensiones: mide cuatro por dos metros, y la de la junta municipal, 1,90 por 1,20. Las anécdotas se solapan en fechas. Así, por ejemplo, la familia vivió en la casa del batzoki y cuando la ocuparon los de Falange, los fascistas estuvieron muy cerca de los dos estandartes prohibidos.

Horas antes de entregar las banderas a Sabino Arana Fundazioa, Mikel Zubieta proyectaba qué iba a hacer al donarlas. “Les daré un beso muy grande. Me despido de ellas. Me emociono. La de la junta es una ikurriña muy especial: en realidad son dos ikurriñas que cuando las llevamos a donde unas monjas para que vieran cómo se podía mejorar, le pusieron un paño blanco entre ambas, a modo de sandwich y así reforzarla”, detalla quien ya entregó en 1977, con la democracias, estos blasones al batzoki, pero volvieron a la familia hasta los años 90. “Me despido de ellas, pero sé que va a estar mejor cuidada. Ahora, queremos poner una reproducción aquí en el batzoki, en esa vitrina donde ha estado expuesta. Y pensar que en aquellos tiempos para quitar humedad mi padre le ponía tabaco…”, concluye emocionado.

El crucero vasco que encalló el abuelo del ministro de Rajoy

Antonio Eulate, antepasado del ministro de defensa Morenés, fue el capitán del navío ‘vizcaya’, botado en Sestao

Un reportaje de Iban Gorriti

EL escudo del municipio de Sestao cuenta en su emblema con un barco. No es otro que el por muchos desconocido crucero acorazado Vizcaya que pilotaba el capitán Antonio Eulate, abuelo del actual ministro de Defensa del Gobierno español, Pedro Morenés Eulate (PP). A día de hoy, los huesos metálicos del navío permanecen como memoria historia encallada en las costas de Santiago de Cuba donde fue tocado y hundido en batalla en el siglo XIX. El año que viene se cumplirán 125 años de su botadura precisamente en esta localidad costera el 8 de julio de 1891. Fue también en julio, pero siete años más tarde, cuando quedó derrotado y fondado en la batalla naval de Santiago, a la edad de solo siete años de travesías.

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La batalla naval de Santiago de Cuba tuvo lugar el 3 de julio de 1898 en la bahía de igual nombre con dos fuerzas beligerantes como era la española y la estadounidense. La victoria fue para los americanos del almirante Sampson que contaban con cuatro acorazados, dos cruceros acorazados, un cañonero y tres cruceros auxiliares, en detrimento de la del almirante Cervera con cuatro cruceros acorazados y dos contratorpederos.

El crucero acorazado Vizcaya fue botado en los astilleros de Sestao el 8 de julio de 1891 y de inmediato pasó a engrosar la lista de buques de la armada estatal de finales del siglo XIX. Tenía una eslora de 103 metros y 19,86 metros de manga. En él navegaba una tripulación de casi un millar de miembros a una velocidad de 20,25 nudos. Pesaba 6.900 toneladas.

El barco del escudo de Sestao tocó fondo el 3 de julio de 1898 después de hacer frente a cuatro obuses de 203 mm, 9 de calibre medio y 12 de calibre ligero. El capitán Antonio Eulate encalló el Vizcaya en las rocas cerca de Aserradero, en las cercanías de Santiago y se entregó para evitar mayores pérdidas de vidas de su tripulación. Un siglo después de aquella contienda, aún se pueden ver sus restos en la costa cubana. De hecho, todavía hay salidas de submarinistas para visitar su pasado.

Como toda buena batalla se precie, esta también tiene su leyenda histórica de corte épico y tiene relación con el capitán Antonio Eulate, máximo responsable del acorazado vasco. El Vizcaya fue destinado a Nueva York a comienzos del año 1898, en lo que se pactó entonces como “intercambio con la visita amistosa del barco USS Maine a La Habana”. Después de la destrucción del Maine, regresó al Estado español y se unió a la flota del almirante Cervera. Días más tarde, el Vizcaya volvía a cruzar el océano Atlántico, su última singladura. Fue bloqueado en Santiago de Cuba con el resto de la fuerza de Cervera. El buque vasco fue la segunda nave en salir del puerto el 3 de julio de 1898. Sufriendo el fuego americano durante la batalla de Santiago, encajó cuatro obuses de 203 mm, nueve de calibre medio y doce de calibre ligero.

Nace la leyenda

Es en ese punto en el que empieza a forjarse la leyenda. El capitán Antonio Eulate encalló su crucero en las rocas cerca de Aserradero, en las cercanías de Santiago y se entregó, según valoró, para evitar mayores pérdidas de vidas de su tripulación. Cuando Eulate fue trasladado herido a bordo del USS Iowa, echó un vistazo a su navío ardiente, y la historia recoge que dijo levantando la mano en saludo: “Adiós, Vizcaya”. “Como si fuera una señal, el compartimiento delantero del crucero estalló en cuanto las palabras salieron de sus labios”. Eulate es abuelo de Pedro Morenés Eulate, actual ministro de Defensa del Gobierno español presidido por Mariano Rajoy, nacido en Las Arenas el 17 de septiembre de 1948.

Cuando la marina de guerra de los Estados Unidos de América examinó las ruinas de la flota española después de la guerra, el Vizcaya fue declarado como “pérdida total”. Aún hoy puede observarse lo que queda del crucero acorazado a lo lejos desde la carretera Granma, cerca de Aserradero, en el mar, una de sus silenciadas torretas con su cañón.