A los ídolos se les va la olla

https://www.youtube.com/watch?v=www.youtube.com/watch?v=Qr1q5m9sR1Y

ESTABA curioseando uno de esos currículum vítae que llegan por mail, compadeciéndome de aquel chico que coleccionaba currillos de tres meses y pensando que al menos no se apellidaba Chasco, como otra pobre que envío el suyo el año pasado, y en esas llegó un compañero avergonzado por cuenta ajena por el grito hipohuracanado que había lanzado Cristiano Ronaldo. “¿Y qué esperabas? Ha ganado un Balón de Oro, no un Premio Nobel”. A mí, el alarde gutural me recordó a los irrintzis del crío cuando le enseño unas natillas de chocolate y me pareció, discúlpenme los futboleros, muy representativo de, al menos, una parte del sector. Además, a un deportista o a una miss no se les debe exigir un discurso de académico de la lengua, lo mismo que al descubridor de una vacuna no se le pide que haga la bicicleta en el campo o desfile en tanga y tacones y con unas alas de ángel gigantes a la espalda. Dicho esto, no estaría de más que el portugués empleara parte de su fortuna en que alguien le enseñara a comportarse en público porque a los ídolos de masas, y líderes en general, tiende a írseles la olla. Como a ese religioso saudí que ha prohibido los muñecos de nieve porque fomentan “la lujuria”. Será por la zanahoria, porque cualquier roce te tiene que dejar la libido congelada. A otros, como al finiquitado rey, más que la olla, parece que se les ha ido la… válvula de escape, porque les llueven demandas de paternidad.

arodriguez@deia.com

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