Cómo enviudar y que parezca un accidente.

CARI, ¿bajas la basura?”, le dices, mientras terminas de recoger la mesa con el crío colgado a la chepa, reclamando que lo lleves a la cama, previa escala en el baño, en uno de tus vuelos low cost. “Claro”, responde él y echa mano del smartphone. Primero comprueba su ubicación, no vaya a ser que, mientras untaba la yema del huevo frito, haya sido abducido por algún habitante de ese nuevo planeta descubierto por la NASA y teletransportado a una cocina de una casita en Plutón. Una vez comprueba que no, que continúa en su pisito y tendrá que seguir pagando la hipoteca, introduce en el navegador GPS la dirección del contenedor de la esquina para calcular la ruta más rápida y económica.

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Decidido el trayecto, consulta por medio de una aplicación si hay algún amigo por la zona que le recomiende algún otro contenedor y anuncia en el grupo de WhatsApp de padres del colegio que va a tirar la basura por si alguien se apunta. Después comprueba en su reloj inteligente la temperatura exterior, la velocidad del viento, la presión atmosférica, la fase lunar y las mareas. Tras cerciorarse de que no le sorprenderá una galerna, se ajusta el pulsómetro-podómetro que le informará de la distancia recorrida y las calorías quemadas. Al de una hora vuelves y le sorprendes colocándose los auriculares bluetooth sin siquiera haber tocado la bolsa de basura. Te encierras con la tableta en el baño. Tecleas: cómo enviudar y que parezca un accidente.

arodriguez@deia.com

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