Mucha policía, poca diversión

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Qué quieren que les diga. Ha sido echar un vistazo a la Ley de Seguridad Ciudadana que perpetra el Ministerio del Interior y ser poseída de la misma por el espíritu de Eskorbuto. Es lo que tiene madurar al ritmo de Mucha policía, poca diversión, entre algarada y algarada callejera. Que marca. Así que aquí me tienen, preparando el colacao a los críos y tarareando, en plan niña de El Exorcista: «¿Quién tiene el dinero? ¿Quién? ¿Quién tiene el poder? ¿Quién tiene el futuro? ¿Quién? ¿Quién lleva la ley?». Se lo preguntaba a mediados de los ochenta la mítica banda y bien podría contestarles ahora el Gobierno de Rajoy, vistas las nuevas infracciones que se ha sacado de la manga y que en la práctica suponen que uno se podrá manifestar, pero lejos, bajito y con educación. Tipo merendola de los boy scouts.

Vamos, que si uno ve a un antidisturbios velando por el mantenimiento del orden público a porrazo limpio y se le escapa un joputa, ya puede ir pidiendo un crédito para apoquinar los 30.000 euros del ala que le pueden caer. Y que ni se le ocurra acudir a la protesta con una capucha, aunque sea invierno y se le pelen las orejas de frío. A ver si se entera el personal, de una vez por todas, de que hay que cruzar contenedores a cara descubierta, con el pelo engominado y corbata, como delinquen los corruptos. Tampoco vale grabar a los agentes, no vaya a ser que de pronto pilles a media docena pateando presuntamente hasta la muerte a un ciudadano. Como sigan alimentando a la bicha que llevamos dentro, algún día se va a liar parda.