El carnaval del «Entroido» de Laza, donde se arrojan trapos sucios y hormigas rabiosas

Cuentan que en los diferentes caminos a Santiago las peregrinas y peregrinos encuentran pueblos con fiestas y tradiciones ancestrales como los carnavales, una celebración que trata de expulsar al crudo invierno, junto a los «fríos» espíritus malignos, fortalecer los vínculos de la comunidad, festejar la llegada de la primavera y dar entrada a la Cuaresma, la época cristiana del ayuno y abstinencia. En realidad, son muchos los carnavales que tienen lugar a lo largo de la geografía y en los diferentes «Caminos de las Estrellas» como las Mascaradas de Zuberoa, el carnaval de Lanz, Ituren y Zubieta, en el Camino del Baztan; los catalanes de Torrelló, Tarragona, Sitges, Solsona y Vilanova i la Geltru o los gallegos del llamado triángulo mágico del Entroido, de los pueblos de Verín, Xinzo de Limia y Laza, en el Camino Sanabrés o Fonseca. De estos tres, el de Laza (en la foto, por donde caminamos en el 2006) es el más peculiar y, al fin y a cabo, en el cual suele producirse una auténtica batalla campal arrojando trapos sucios de barro y puñados de hormigas, que antes han sido tratadas con vinagre, para que, rabiosas, «muerdan» a los espectadores del Carnaval de Laza en la A farrapada.

El Carnaval de Laza se alarga durante toda la semana con numerosos actos; el primero de todos llega el jueves con las xoves de comadres, un rito en el que las mujeres unidas se reúnen para celebrar su lazo con la vida; luego entra el venres de folión, con su estruendosa procesión nocturna de fuegos y tambores que pretende expulsar a los malos espíritus; el tercer día entra el sábado de cabritadas, con una cena popular en el entorno de la plaza de la Picota; el domingo es el «día grande» donde salen por Laza los peliqueiros, los cuales, en número de unos ciento cincuenta, trotan por las calles del pueblo fustigando a la gente con la pellica o látigo. El origen de los peliqueiros parece ser que personalizan a los antiguos cobradores de los condes del siglo XVI.

El lunes, es el turno del luns borralleiro con la batalla campal de A farrapada y la procesión en burro de A Xitanada y el descenso de A baixada da Morena, donde un sátiro con cabeza de vaca persigue a las mozas, mientras sus acompañantes lanzan harina y hormigas vivas. 

El adiós del Carnaval de Laza llega con el martes del Entroido donde los peliqueiros corren por último día junto a las carrozas luciendo un lazo negro como símbolo de luto por el final de la fiesta, que llega con la lectura del Testamento do Burro, una sátira a la vida social y política de Laza, su comarca y Galizia. Es el momento de la Quema do Arangaño, incinerando en la plaza de la Picota el muñeco que simboliza el Entroido de Laza y su comarca.

La última llaga de Pedro de Tolosa curada por la Virgen de Santa María La Real de Sangüesa

Cuentan que en el Edad Media el caballero francés Pedro de Tolosa no disfrutaba de un cuerpo muy agraciado pues estaba cubierto por un centenar de llagas, que le tenían angustiado y humillado por sus amigos y vecinos del Condado de Tolosa en la región francesa de Occitania. Cada día veía pasar junto a su casa a peregrinos y peregrinas por el Camino de Arles o Vía Tolosana, en dirección a Santiago de Compostela y, aunque el hidalgo señor no era un hombre demasiado creyente, terminó por rendirse a la convicción y fe que le transmitían aquellos caminantes en la búsqueda de «algo» tan espiritual, invisible, lejano y agotador. De esta suerte, Pedro de Tolosa tomó la decisión de emprender el Camino de Santiago, atravesar los Pirineos y, por Aragón, Navarra y Castilla León llegar a Galizia para postrarse a los pies del apóstol Santiago para pedirle que le librara de las úlceras que le carcomían su cuerpo. Día a día, jornada a jornada, el aristócrata caminó hacia Compostela a través de pueblos y aldeas, deteniéndose en las ermitas, conventos e iglesias consagradas a cada santo o virgen (como la de la fotografía de Santa María la Real de Sangüesa) a quienes suplicaba su recomendación con el apóstol Santiago para que le liberase de sus heridas.

Así, a lo largo de los dolorosos días de travesía, Pedro de Tolosa veía que sus males no cesaban, pero, al mismo tiempo, notaba que los peregrinos y peregrinas, compañeros en el «Camino de las Estrellas», le contagiaban una alegría y fe inflexible mediante el Canto de Ultreia (¡OH Señor Santiago! — ¡Buen Señor Santiago! — ¡Eultreya! ¡Euseya! — ¡Protégenos, Dios!). 

Poco a poco, la esencia del espíritu del Camino Jacobeo fue adueñándose de Pedro de Tolosa, que, finalmente, llegó a postrarse delante de la tumba del apóstol lleno de fe; ya no le importaba su sufrimiento pues consideraba que Dios le había encomendado sus penas como una prueba de fidelidad. Entonces, Pedro de Tolosa se mostró orgulloso de soportar su calvario hasta que Dios lo decidiera. 

Con esta convicción inició la vuelta a su hogar por los mismos pueblos y aldeas del camino, que días atrás había recorrido, deteniéndose en aquellos conventos, ermitas e iglesias en los que había suplicado por su curación; aunque ya no lloraba su desdicha sino que rezaba, con devoción, por el perdón de su pecado de soberbia al haber comprendido y aceptado sus dudas de fe. De esta suerte, en cada etapa, en cada devota plegaria, le sanaba una de sus úlceras hasta desaparecer de su cuerpo. 

Pedro de Tolosa, jubiloso y contento con su nueva y espiritual vida llegó por el Camino Aragonés a la iglesia de Santa María la Real de Sangüesa (en las fotografías), templo donado en 1131 por el Alfonso I el Batallador a la orden de San Juan de Jerusalén. Allí, contemplando la portada de la colegiata navarra, la última postilla se desprendió de la piel del peregrino, al comprender y aceptar los misterios que para él había supuesto la peregrinación a Santiago de Compostela.

La variante por la senda del litoral en el Camino del Norte en la etapa de Güemes que finaliza en Somo


Desde hace ya un cierto tiempo han florecido multitud de rutas y, también, variantes con una aparente lógica histórica en los diferentes caminos a Santiago de Compostela. Es el «todo vale» con tal de que el peregrino y peregrina disfrute de espectaculares paisajes o atraviese pueblos o aldeas, protagonistas de intereses turísticos imaginados. Un ejemplo cercano es la etapa que parte de Laredo o Noja, en la costa de Cantabria, en el Camino del Norte y que, habitualmente, discurre por Güemes, donde el Padre Ernesto Bustio ofrece una entrañable acogida al peregrino desde hace ya décadas. En cambio, una nueva variante deja a un lado este emblemático albergue para dirigir a los peregrinos y peregrinas por veredas que no pasan por Güemes. 

Este Camino de la Costa resultó muy transitado en los primeros siglos de las peregrinaciones jacobeas desde el siglo IX. El itinerario ortodoxo llega desde la localidad de San Miguel de Meruelo al municipio de Bareyo y se sigue hacia Güemes, donde se puede pernoctar en el albergue mencionado anteriormente. El camino continúa hacia Galizano, donde —El peregrino o peregrina decide lo que le conviene— es posible escoger la senda costera de nueve kilómetros y medio (en la fotografía, la playa de Langre) o el paseo peatonal de siete kilómetros hasta Somo, donde se embarca en el transbordador a Santander. 

Este sería el itinerario por Güemes considerado «más clásico», aunque, también, es posible cambiar, antes, de ruta desde Bareyo, si caminamos a la derecha durante unos 700 metros.  Así, se puede enlazar con el nuevo itinerario por la costa de Ajo sin pasar por Güemes. 

Cada peregrino o peregrina escoge lo que más le conviene. En el siguiente enlace de Wikiloc encontramos este camino.

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/camino-norte-1213-laredo-santona-noja-meruelo-guemes-galizano-somo-pedrena-santander-18858017


Y esta otra es la que transcurre por la senda del litoral partiendo de Isla y caminando por Ajo, Galizano y, la senda costera hasta Somo.

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/12-nov-isla-ajo-galiz-somo-24-5-km-ok-118885785

Y para los senderistas, dejamos un camino circular (por ejemplo, para pasar el día) partiendo desde Galizano o Somo (donde se puede dejar el coche) por la senda del litoral, que se puede realizar en una mañana de domingo.

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/galizano-a-somo-por-la-senda-costera-119196482

El arte urbano del polifacético artista Okuda San Miguel en el Camino del Norte

Cuentan que los peregrinos y peregrinas encuentran en el Camino del Norte el arte urbano de un polifacético artista cántabro llamado Okuda San Miguel, que realiza obras de grandes dimensiones, con geometrías dispares y tupidas policromías. La obra más elocuente y conocida de Okuda es el Faro de la localidad Cántabra de Ajo, que se ha convertido en la atracción de miles de turistas cautivados por este arte urbano; siendo uno de los lugares más visitados de la costa cantábrica en los últimos años. Esta creación artística de Okuda se denomina «Infinite Cantabria» y refleja su patrimonio natural mediante la representación, con formas geométricas y de gran colorido, de cuatro animales autóctonos de Cantabria: osos, lobos, buitres y cabras montesas.

Okuda San Miguel ha utilizado más de cien colores diferentes, que pueden contemplarse en el lado que mira a tierra, mientras que, en el costado del mar apenas existe policromía porque la luz de la torre sigue en funcionamiento y, según se dice, de esta forma no desorientaría a los barcos. El faro de Ajo de Okuda tiene puesta fecha de caducidad ya que en 2028 volverá a ser blanco.

Las obras de Okuda se pueden contemplar en multitud de espacios o edificios de todo tipo (en la foto, uno de los silos de las cercanías de Ajo) como fachadas de casas, silos y graneros, centros comerciales o fábricas e, incluso, inmuebles pertenecientes a los diferentes gobiernos o administraciones; todo espacio libre es válido para el arte urbano de Okuda San Miguel.

Numerosas son las localidades donde se pueden encontrar actuaciones de Okuda como Polanco con el retrato de José María Pereda; Torrelavega y su fachada de la oficina del paro; Miengo, con dos obras diferentes: «Totem» en la plaza Marzán y otra en el colegio Elsedo de Mogro, donde a petición de los alumnos, pintó un muran titulado «Oasis in Pandemic»; Camargo con su «The rest of the rainbow zebra» situado en el centro comercial de Bahía Real; Laredo, en su oficina de turismo (en colaboración con los artistas locales David Arranz y Esteban Camino) en homenaje a la Batalla de Flores; Santander con varias creaciones como la que se encuentra frente a la la residencia San Martín, la de la calle Río de la Pila o el mural situado en General Dávila representando «La Vinajera de Silió», el carnaval de este pueblo de Cantabria, imaginado por los artistas Okuda y Serzo que colorearon esta mascarada emparentada con los ritos celtas, los cuales también se celebran en numerosas localidades; y otras obras en varios pueblos como Reinosa, Ruerrero, Polientes, Somo, Camargo, o la rotonda de La Cuchía de Miengo.

En realidad, las obras de Okuda San Miguel se pueden encontrar en calles de todo el mundo: Estados Unidos, Japón, India, Mali, México, Sudáfrica, Perú, Chile, Brasil y a lo largo de toda Europa.  

La Ruta Gregoriana de Castilla La Mancha, el nuevo Camino de San Gregorio Nacianceno

Cuentan que en el Camino de Levante los peregrinos y peregrinas se cruzan con un «nuevo camino» llamado la Ruta Gregoriana de Castilla La Mancha. En realidad es uno de los modernos itinerarios espirituales que han nacido en los últimos tiempos tratando de aprovechar el paso de senderistas o turistas de todo tipo. Este trayecto ha sido ideado para venerar al teólogo defensor de la fe cristiana San Gregorio Nacianceno. Esta Ruta Gregoriana se puede realizar a pie, en bici, en moto o en coche; todos estos medios se admiten con las mismas características de sellos por los pueblos de paso (parroquia, cofradía o ayuntamiento), que se utilizan en las credenciales de peregrinación existentes en los más de cincuenta Caminos de Santiago acreditados, aunque no documentados históricamente en muchos casos. Es la fiebre del «todo vale».


En total son 555 kilómetros de recorrido a través de los llamados «pueblos naciancenos»: Arenales de San Gregorio, de Ciudad Real; Fuensanta, La Eras y Alcalá del Júcar, de Albacete; Saceda del Río, Huete, Pozorrubio de Santiago y Pozoseco, de Cuenca; y, finalmente, Sonseca y Villacañas, de Toledo. Cada peregrino o peregrina decide los días y la fórmula de realizar la ruta. La Hermandad de San Gregorio Nacianceno, de Pozorrubio de Santiago, es la promotora de este camino, la cual trata de impulsar este proyecto de cooperación intermunicipal para promover el culto y conocimiento de San Gregorio Nacianceno, difundir la tradición de este santo y el hermanamiento religioso-cultural en los pueblos de la región y, además, contribuir al desarrollo rural. El camino ha sido dividido en siete tramos, mediante etapas de diferentes kilometrajes, para conseguir la «Gregoriana» que acredita haber realizado todas las etapas. En la web de Wikiloc se encuentran los tracks de los recorridos de la Ruta Gregoriana.

San Gregorio Nacianceno es un santo tanto para la iglesia católica como para la ortodoxa. Nacido en la Capadocia, región histórica de la Anatolia en Turquía, en el año 329, fue un arzobispo cristiano de Constantinopla, el cual contribuyó de forma relevante en la teología trinitaria, principalmente en el concepto de las tres personas de la Trinidad. Forma parte de los denominados Padres Capadocios junto a Basilio el Grande y Gregorio de Nisa.En el siguiente enlace puede encontrarse información sobre esta Ruta Gregoriana:

https://www.rutagregoriana.org/

El Desierto de Tabernas almeriense en el Camino Mozárabe, escenario de películas del Oeste

Cuentan que en el Camino Mozárabe, en su ramal almeriense, se pasa muy cerca del Desierto de Tabernas, escenario de multitud de películas del Oeste y otros rodajes, anuncios publicitarios y reclamos de televisión. En total cerca de 300 películas de spaghetti western han sido rodadas en el Desierto de Tabernas, un paraje seco y deshabitado de 280 kilómetros cuadrados, que había pasado desapercibido hasta que el director de cine italiano Sergio Leone destapó en la década de los años sesenta. El «Salvaje Oeste» de Hollywood se trasladó a Almería porque brindaba localizaciones ideales y, además, mucho más baratas que las americanas. El clima del desierto almeriense con unas tres mil horas de sol al año y con temperaturas que fluctúan entre los -5 y los 48 grados centígrados era el rincón ideal para este tipo de películas del Oeste americano.


Sergio Leone inauguró así la serie de filmes que se denominó «La Trilogía del Dólar» rodando Por un puñado de dólares en 1964, La muerte tenía un precio en 1965 y El Bueno, el Feo y el Malo, en 1966; incluso se construyó un viejo poblado del Oeste donde se representaba un lugar salvaje y hostil donde la violencia y la muerte siempre estaba presente. Muchos fueron los artistas que protagonizaron sus películas en los 14 pueblos construidos ad hoc en el Desierto de Tabernas: Charles Bronson, Claudia Cardinale, Brigitte Bardot, Clint Eastwood, Steve McQueen, Yul Brunner, Faye Dunaway, Sean Connery, Bud Spencer, Terence Hill, Gregory Peck Harrison Ford; los cuales interpretaron legendarias películas de la historia del cine, como: Lawrence de Arabia, Cleopatra, o Indiana Jones y la última cruzada.

A mediados de los años setenta los spaghetti western comenzaron a decrecer y este tipo de películas fue desapareciendo poco a poco, aunque el viejo pueblo de vaqueros Fort Bravo y el poblado indio del Desierto de Tabernas nunca «ha cerrado sus puertas» y, hoy en día, todavía sus instalaciones siguen siendo el marco de rodaje de anuncios, videoclips y algunos filmes, además, de escenas del far west para turistas realizadas por especialistas; todo un show del lejano Oeste, con un museo de 150 piezas de proyectores de cine, carros y diligencias, un jardín con mas de 250 especies de cactus, zoológico, piscinas… todo un atractivo programa para pasar el día en familia.

El ferrocarril entre Santander y el Mediterráneo, un proyecto que nunca se puso en funcionamiento

Cuentan que en el Camino de la Montaña Olvidado se encuentra el túnel de La Engaña, (en la foto, la entrada del túnel, tapiada, en las cercanías de la población burgalesa de Pedrosa de Valdeporres). Inicialmente, el proyecto surgió con la idea de comunicar mediante ferrocarril los puertos marítimos del Cantábrico con el centro de la península; un deseo que nunca se puso en funcionamiento. En realidad, se trataba de una «antigua idea» nacida en el año 1879 con la intención de enlazar los puertos de Bilbao y Santander, y así obtener un rápido y estratégico enlace en caso de, por ejemplo, conflicto militar. Las obras comienzan en 1886 con el tramo entre Astillero y Ontaneda, que enlazaba en Solares con Santander, pero, una vez puesto en marcha en 1902, todo se atasca al surgir nuevos trazados a través de Burgos, Soria y Zaragoza de forma que el plan ya se comienza a denominar Santander-Mediterráneo. 


En aquellas fechas, los intereses políticos de diversas diputaciones van retrasando las decisiones hasta que en 1908 se presenta una nueva idea, la cual el Ministerio de Obras Públicas aprueba cuatro años después. Pero, de nuevo, la Primera Guerra Mundial «obliga» a cambiar la idea y la estrategia militar establece que la línea pase por Trespaderne y Miranda de Ebro y enlace con Bilbao. Los años van pasando y las dificultades por cambios de ancho de vía se suceden aunque las obras de los seis tramos entre Calatayud y Cidad Dosante, pasando por Soria, Burgos y Trespaderne logran ser finalizadas en 1930.

Pero a partir de Cidad Dosante era necesario atravesar la abrupta orografía montañosa de la frontera entre Cantabria y Burgos mediante incontables túneles y viaductos. Así, de los 32 túneles previsto sólo seis se ejecutaron, siendo el de La Engaña, de 6.946 metros de longitud, el más largo de España. Finalmente, en 1941 el ferrocarril de Santander al Mediterráneo fue nacionalizado y en 1959 se paralizan las obras, se abandona la idea y se desmantelan varios tramos de vías.

En esta abundante y larga historia ferroviaria coinciden demasiadas circunstancias que dieron por inviable un magnífico final: Falta de planificación en el ancho de vía y en su trazado concreto, intereses políticos contrapuestos de diferentes diputaciones y, además, corrupción por parte de especuladores británicos, que también incluían al rey Alfonso XIII, Fernando María de Baviera y Borbón, Guillermo Solms y Rafael Benjumea, ministro de Fomento en la dictadura de Primo de Rivera, los cuales nunca llegaron a declarar siendo, finalmente, sus corruptelas sobreseídas. Toda una acumulación de desastres sin sentido. 

Sin olvidar la mano de obra utilizada a partir de pelotones de presos republicanos, entregados por el régimen franquista para ser empleados en la construcción de La Engaña, en condiciones absolutamente calamitosas, mal alimentados, trabajando hasta la extenuación y sin maquinaria y elementos de construcción adecuados, que originaban accidentes y muertes. 

Hoy en día, todavía resuenan voces considerando la revisión y actualización de este proyecto de ferrocarril, pero la realidad es que los informes y conclusiones nunca se concretan; a pesar de las conclusiones de la Comisión de Transportes del Parlamento Europeo recomendando la terminación de la línea de cara al ahorro energético que supondría.

En el siguiente enlace se encuentra la historia detallada de este fiasco ferroviario:

http://www.fcsm.es/fc.htm

Jean François Champollion, «El Padre de la Egiptología» que descifró la Piedra Rosetta

Cuentan que en la localidad francesa de Figeac, en la Vía Podense que sale de Le-Puy-en-Veley, nació Jean François Champollion, historiador considerado «padre de la egiptología» por haber descifrado la escritura jeroglífica, a través de la Piedra Rosetta en 1822. Una representación (en la foto) de la Piedra Rosetta, con las correspondientes inscripciones en egipcio, demótico y griego antiguo, se encuentra en el Museo de Champollion de Figeac, mientras que la roca original se halla en el Museo Británico de Londres. La Piedra Rosetta, descubierta en 1799 en la costa norte de Egipto, es una fracción de una vieja estela egipcia en la que se muestra un compromiso político en tres tipos diferentes de escritura: 14 líneas de jeroglíficos egipcios en su parte superior; 32 líneas escritas en demótico en el centro y 54 líneas de griego situadas en la parte inferior.  


Los tres textos, en realidad, eran versiones de un decreto sacerdotal en honor del faraón Ptolomeo V datado en el año 196 antes de Cristo. Champollion resolvió el enigma a pesar de no haber tenido acceso a la auténtica Piedra Rosetta; lo hizo a través de una copia, estudiando los signos durante años, resolviendo y descifrando, finalmente, la comprensión de los jeroglíficos del antiguo Egipto. Champollion demostró que el sistema de escritura egipcia se trataba de una composición de signos fonéticos e ideográficos. Champollion era un genio para los idiomas; hablaba a los 11 años latín, griego y hebreo y a los 13 años aprendió sirio, árabe, copto y caldeo, además de conocimientos del chino.

El primero en suponer con una cierta seguridad que un conjunto de jeroglíficos estaban repetidos en la Piedra Rosetta fue un académico inglés llamado Thomas Young, el cual descubrió que el nombre de Ptolomeo estaba repetido varias veces. Este fue el primer paso, aunque Young no descifró todo el código pues no se dio cuenta que los jeroglíficos evidenciasen también sonidos. Cosa que sí hizo Champollion al darse cuenta de que la grafía egipcia reflejaba incluso la fonética de esta lengua. Su conocimiento del idioma copto, el habla de los egipcios cristianos, descendientes directos de la jerga del antiguo Egipto, fue el mérito del erudito francés para descifrar la Piedra Rosetta. 

La Cruz de Sota en Islares recuerda la muerte en accidente de Catalina, hija de Ramón de la Sota y Llano

Cuentan que en el Camino del Norte, a la altura de la playa de Arenillas en Islares (Cantabria), los peregrinos y peregrinas encuentran el pedestal de la Cruz de Sota, destruida durante la Guerra Civil, y erigida «in memoriam» de Catalina de la Sota y Aburto, fallecida en ese lugar como consecuencia de la caída al mar del coche donde viajaba en noviembre de 1922. Catalina era hija de Ramón de la Sota y Llano,  insigne empresario naviero, notable político, artífice del desarrollo económico de Bilbao a finales del siglo XIX y en los primeros años del XX, y miembro del Partido Nacionalista Vasco. La saga de La Sota procedía de una familia de propietarios rurales de las Encartaciones vizcainas siendo Ramón el primogénito, nacido en Castro Urdiales en 1857, «por casualidad» al encontrarse su madre Alejandra, veraneando en la villa castreña. Los Sota estaban afincados, habitualmente, en su residencia de San Julián de Muzkiz (Bizkaia).


En el trágico accidente falleció, además de Catalina, el clérigo capuchino José María Elizondo, quedando heridas de gravedad la madre y Sofía MacMahón, hija del marques de ese apellido, salvándose milagrosamente, Eduardo, el chofer de los Sota. Cerca de una hora estuvo el coche en el mar, a merced de las olas, hasta que fueron rescatados por los vecinos de Islares. 

Como recuerdo de la pérdida de su hija Catalina, su padre, Ramón de la Sota, dispuso la construcción (a unos 300 metros de la entrada a la playa de Arenillas) de una cruz en el lugar de la caída del coche (en la fotografía), rodeada de unos bancos de piedra, los cuales servían, además, como mirador de la costa, Oriñón, el Monte Candina y el Cabo Cebollero de Sonabia. Durante la Guerra Civil la Cruz de Sota fue destruida, resistiendo tan sólo el pedestal con la referencia a las dos personas fallecidas en el accidente y la fecha del suceso.

Ramón de la Sota fue nombrado marqués de Llano por el rey Alfonso XIII y, como aliado de los hermanos Sabino y Luis Arana Goiri impulsó el nacionalismo vasco, defensor de los Fueros frente al Gobierno español, y de un partido democrático, moderno, moderado, pragmático, laico y autonomista. Precisamente, por esta conexión con el nacionalismo vasco, los vencedores de la Guerra Civil utilizaron estas tesis para castigar a la familia Sota, requisando sus bienes en 1937, un año después del fallecimiento de Ramón de la Sota y Llano.

El viejo sistema para medir la velocidad de los barcos en el Camino del Norte en la costa de Islares

Cuentan que en el Camino del Norte, en el tramo de la costa entre las localidades de Cerdigo e Islares (Cantabria), los peregrinos y peregrinas encuentran los restos de un viejo monolito, que servía como referencia a los nuevos barcos a la hora de establecer la velocidad de navegación. En aquellos tiempos, no existía, por ejemplo, el Sistema de Posicionamiento Gobal (GPS), un método que posibilita la ubicación de un objeto —en este caso un barco— sobre la superficie de la Tierra utilizando cuatro o más satélites mediante una regla matemática para indicar la posición del objeto en cuestión, usando la geometría de triángulos, que se denomina trílateración. Como consecuencia de este proceso, el monolito ha perdido su empleo y el tiempo lo ha «enviado al paro» de los servicios marítimos a pesar de mantenerse erguido, una parte de él, desafiando a los vientos y temporales del mar Cantábrico.


Según tengo entendido, explicado de una manera sencilla, la utilización de este monumento marítimo se empleaba para conocer la velocidad de los nuevos buques que salían de los astilleros vascos, situados en El Abra, la puerta de entrada a la ría de Bilbao, donde también existía la referencia de salida del buque. Desde ese punto, la nave surcaba las aguas del Cantábrico durante una milla náutica (1,852 kilómetros) en linea recta, paralelamente, a la costa hasta situarse frente al monolito en las cercanías de Islares. Así, se buscaba la paridad correspondiente a un nudo equivalente a una milla náutica por hora y se podía conocer la velocidad que desarrollaba el navío.

La Milla Medida de Islares consta de cuatro torres emparejadas que crean dos enfilaciones separadas entre sí 2.213 metros. Esta medida conocida permitía a los barcos en pruebas de homologación recorrer dicha distancia midiendo el tiempo empleado obteniendo como resultado la velocidad real alcanzada.

Hoy en día, todo ha cambiado y después de la Segunda Guerra Mundial aparecieron diferentes instrumentos electrónicos como los radares, GPS, GLONASS o los sistemas de ondas electromagnéticas de estaciones terrestres, los cuales han logrado evolucionar la navegación de forma muy radical. Tras la desaparición de los principales astilleros del área de Bilbao, junto con la llegada de los GPS, esta instalación quedó abandonado a finales de los años 90. El paso del tiempo y la falta de mantenimiento desde entonces amenazan la integridad de este patrimonio industrial que ya sufre un avanzado estado de corrosión.