De tiros y tiros

Fue verle patear a sus primos en la boda de los Príncipes de Asturias y darse uno cuenta de que Froilán apuntaba maneras. El tiempo y el tiro que se ha pegado en un pie solo han venido a dar la razón. “Con los niños siempre pasa eso”, trataba de quitar hierro al asunto su abuela. Pues qué miedo, oiga. Si la reina no exagera, en los cumpleaños de sus nietos, en vez de gorritos de fiesta, deben repartir, junto con los ganchitos, cascos y chalecos antibala.

La madre de la criatura, la infanta Elena, admitía que había sido “un susto”, lo que, puestos a elegir, siempre es mejor que muerte. Y el tío, Álvaro de Marichalar, restaba importancia al accidente. “A todos se nos ha escapado un tiro alguna vez”, afirmaba. Perdona, pero a todos no. La única arma que, afortunadamente, empuñan los niños del común de los mortales es el mando de la wii y, de lanzar un tiro, es a puerta o a canasta y con un balón.

Ahora que la Casa Real anda estudiando cómo recortar gastos, no estaría de más que se ahorraran unos euracos en escopetas y munición. Que los demás también nos estamos apretando el cinturón y no precisamente para ajustarnos la cartuchera, sino porque, a falta de balas, se nos disparan los precios de la luz, el gas, la gasolina y los huevos. El niño, al menos, fue sincero. “Es mi culpa, mi padre nada tiene que ver”, parece que admitió Froilán tras el incidente. Las escopetas, como los lanzapelotas, las carga el diablo. A ver si también otros asumen su responsabilidad.

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