Conciliar y seguir vivo

UN juez ha reconocido el derecho de un padre a flexibilizar su horario de entrada para llevar a la guardería a su hijo. Eso va a ser eso tan raro que llaman concinosequé. A ver qué dice la Real Academia de la Lengua… Conciliar: hacer compatibles dos o más cosas. No aclara si se refiere a compaginar, por ejemplo, una nómina de diputado con un sobresueldo o

dos trabajos de birria para llegar a fin de mes. Me temo que muchos nos sentiríamos más identificados si añadieran la coletilla Y no morir en el intento. Porque conciliar, en la práctica, es cubrirse las ojeras con esmalte color vainilla para exteriores para no asustar a los clientes cuando enlazas tos con pesadillas. O llamar a tus padres para que lleven al crío al pediatra porque te han puesto una reunión a las cinco, quizás para que otro concilie la siesta con su jornada laboral. Es comerte un pincho frío para llegar antes de que acabe la función navideña del colegio. Es salir de la oficina y pasar cinco horas con tu madre en el hospital. Es trabajar a turnos y coincidir con tu pareja solo en el descansillo. Es tener que contratar a una persona para que lleve a la niña al autobús porque no te dejan llegar media hora más tarde a trabajar. Habrá que ver si eres tan imprescindible cuando vayan a recortar personal. Es guardar días de vacaciones para cubrir los virus y las fiestas escolares. Es que la cuidadora te cuente, mientras metes horas extras, la vida de tus hijos por WhatsApp.

arodriguez@deia.com

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