Lo más importante

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DICE el crío, que es de pensamiento instantáneo como el Cola Cao turbo, que lo más importante del mundo es que descubran nuevos planetas, apaguen incendios y ganen la copa. En resumen, astronautas, bomberos y futbolistas, y no necesariamente por ese orden, porque no ve el día en que se le caiga su primer diente para pedirle al ratoncito unas medias del Athletic. Y eso que a base de estirar y estirar ha conseguido que unos calcetines tobilleros negros le lleguen hasta las rodillas. Si todo es ponerse. Espero que no emplee la misma fuerza bruta para extraerse pieza por pieza la dentadura hasta hacerse con toda la equipación. El padre de las criaturas, en cambio, afirma que lo más importante del mundo son las criaturas. “Ah, se me olvidaba, y tú también, claro”, añade al rato, porque es de pensamiento lento, tipo chocolate espeso. Es un bienqueda, porque los cuatro sabemos que se pirra por su saxofón, al que saca brillo con un trapito todas las noches. La cría, que pronto será abducida por los amigos, sostiene, de momento, que lo más importante del mundo es la familia y, después, que no caiga un meteorito y las tecnologías. Yo creía que lo más importante era la cuidadora hasta que me quedé sin ella y se me cayó el mundo encima. Entonces corrí a llamar a mi hermana, mi madre, mi sobrina… y ahora que lo pienso bien, va a ser que sí es la familia.

arodriguez@deia.com

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