Pequeños ahorradores y padre cigala

Dice la cría que le meta la paga de amama en la hucha, que prefiere guardarla, en vez de comprarse chuches, “por si un día no tiene trabajo”. ¡Por Tutatis! ¿Pero qué clase de pequeña ahorradora estoy criando? ¿Tan negro se ve el panorama a los siete años? ¿Me pedirá que, en vez de una cuenta infantil, le abra un fondo de pensiones? Lo peor es que el pequeño inconsciente, que nos sigue escrutándolo todo como los coches con cámaras de los municipales, se ha quedado pensativo, dándole vueltas al chupete. Ahora temo que un día se escape al banco de la esquina, balbucee tras el mostrador y le calcen unas preferentes.

Por si vinieran mal dadas, peores quiero decir, una trata de no malgastar cerrando grifos, apagando luces y reciclando vaqueros de temporadas pasadas, ahora que está tan de moda el vintage. Todo en balde, porque el padre de las criaturas es especialista en contrarrestar el efecto hormiguita con sus cigaladas. ¿Que has usado tres cupones descuento en el supermercado? Pues él los anula comprando pastillas para el lavavajillas brillo de diamante a precio de ídem en el comercio más caro de Bilbao. ¿Que te tiñes en casa, es un decir, para espaciar tus visitas a la peluquería? Pues él se mete en Fnac “solo a mirar” y sale con un yo qué sé, qué se yo, con usb y te echa por tierra el ahorro del mes en un pispás. El otro día gastó medio bote de Pronto limpiando una mesita de medio metro cuadrado. Si cree que así le voy a apartar de sus funciones, lo lleva claro.