Huelga obsoleta

Vale que la reforma laboral es una canallada, pero no trabajar para defender el derecho al trabajo se antoja paradójico. Si no fuera tan grave -despedir va a resultar más barato que pagar el recibo de la luz-, serviría para hacer un chiste malo del tipo ¿Cuál es el colmo de un parado? Llamarse Curro.

En esto de las protestas, digo, a riesgo de ser más incomprendida que Calimero, no nos vendría mal invertir en I+D. Porque lo de hacer huelga se nos está quedando un pelín obsoleto. Por no evolucionar, en las manifestaciones ni siquiera se ha llegado a la pancarta digital. ¿Y qué me dicen de los megáfonos? A estas alturas deberían ser de bolsillo y con Dolby Surround. Tampoco tapizar el suelo de pasquines parece muy propio del siglo XXI. Resultaría mucho más ecológico hacerse eco de los panfletos vía WhatsApp. En los lemas, hay que admitirlo, es donde se echa más imaginación, aunque siempre se corean grandes clásicos como Con este gobierno vamos de culo.

Pero si hay algo que nunca he compartido son los llamados piquetes informativos. ¿Por qué piensa ese señor de barbas, pegatina sindical en el pecho, que entiendo mejor sus argumentos si me los explica a la puerta del trabajo? Y ahora que ya me los ha expuesto, ¿por qué no me deja pasar? A ver si va a ser que no es un piquete informativo… Alguien ha coaccionado a alguien, musitaría Gila. Lo siento, pero a mí me va más el rollo referéndum, como en Suiza. Y darles donde más les duele, en las urnas.