Ropa: la primera semana es chic; la siguiente, hortera; y la tercera, vintage

SERÁ que con la ola de calor tengo las neuronas al pil-pil, pero cuantas más revistas leo menos entiendo de moda. Y más lleno tengo el trastero, porque no hay quien se haga con una sin tener que llevarse unas chanclas, una bolsa tamaño Ikea o un pareo. Ahora me da miedo comprar ropa por si se la tienen guardada y me regalan revistas. Por culpa de esas publicaciones, en mi armario hay colgados unos pitillos amarillo fosforito, unas mallas de flores y unos vaqueros de campana. Los que una semana eran muy chic a la siguiente eran una horterada y a la tercera, vintage. Y así, no hay quien le pille el truco a las tendencias. Como no sea a las suicidas. Para mí que utilizan la misma ruleta para decir qué se lleva y escribir el horóscopo.

Por desgracia, no soy la única damnificada. El otro día vi en Sopelana a una mujer con unas sandalias de tacones tipo broca del 16. La pobre se quedaba clavada en la arena. Parecía que estaba haciendo una cata. También vi a un chaval con las bermudas en los muslos. Caminaba a pasitos, como las muñecas de Famosa. Una cosa es llevar el pantalón caído y otra que ni se lo ponga. Lo que se me da bien es ese peinado despeinado que se lleva ahora. Me hago una coleta, acerco la cabeza al crío y con cuatro estirones, consigo el efecto ideal. También sirve un gato. A ver si llega el martes de Aste Nagusia, me enfundo el traje de baserritarra y me relajo. Igual no me lo quito hasta las elecciones. Y hasta bailo un aurresku.