Surreality show

Después de ver en ETB-2 cómo una aspirante a conquistadora del fin del mundo sufría una hipotermia severa enterrada en la orilla de una playa, que a la concursante de otro reality estuviera a punto de reventársele una teta al lanzarse desde un helicóptero al agua se me antoja un mal menor. De hecho, la propia interfecta, más que por su pecho, parecía estar preocupada por tener que abandonar el programa. Con lo fácil que les resulta a algunos políticos hacer lo propio una vez consiguen grapar su trasero al escaño.

Antes de que algún desaprensivo sufra daños irreversibles ante las cámaras -¿Qué será lo próximo, tirar a Toni Genil por un barranco con los ojos vendados?- propongo a las teles que si lo que quieren es grabar a gente sufriendo, hagan un reality de parados. Esos sí que están con el agua al cuello, lastrados por la hipoteca, y con el flotador embargado. Como a Patxi le crecen como perretxikos los desempleados, en Euskadi tendríamos un montón de candidatos para el casting. No me digan que no tiene morbo ver cómo les desahucian en directo, cómo piden la vez para buscar restos en el contenedor del supermercado o cómo empeñan en un Compro oro hasta las fundas de los dientes de sus antepasados. Aunque si más que un reality lo que quieren es ver un auténtico show, no se pierdan el que se montan algunos candidatos en campaña. Nada que envidiar a Pirritx eta Porrotx, oiga. Pasen y vean, antes de que les nominemos el 22 de mayo.