Ni contigo ni sin tweet

http://www.youtube.com/watch?v=vJOmrqvJsAQ

Lo mío con las redes sociales es un ni contigo ni sin tweet. Mientras muchos las utilizan con fines humanitarios, como derrocar a dictadores, otros tantos se asoman a ellas solo para saber de familiares y amigos. Pero así, por encima, sin entrar en profundidades. Aunque siempre hay algún pelma que se excede en su afán informador. «Me estoy meando». «Ya voy por el pasillo, camino del baño». «Psssssss». «Tengo que comprar Baldosinín». ¡Basta ya! ¿Es que tienes un ipad incrustado en la tapa del sanitario? ¡Deja de retransmitir tu vida al minuto como si fuera la final de la Champions League!

Otros, sin embargo, son tan parcos en palabras que solo te escriben en las grandes ocasiones. Como aquel primo lejano de cuarenta y tantos que de repente twittea: «Va a ser niño. Le llamaremos como mi pareja, George». ¿¿Niño?? ¿¿George?? Creo que me he perdido algo. Eso sí que es concisión. Y todavía le sobran 89 caracteres. También hay quien se hace la interesante y cuelga dramáticos posts del tipo «Tranquilos, saldré de esta». Perdona, pero yo estaba muy tranquila hasta que has escrito eso en tu muro. ¿No será que tienes la gripe y quieres llamar la atención? Y qué me dicen de los que te mandan jueguecitos del tipo: «Ricardo se siente hoy como una amapola. ¿Con qué linda flor del campo te identificas tú?». Pues con la mala gaita que me canta, con la carnívora, ¡no te fa! Si ya lo decía Bisbal, la peña tiene mucho tiempo libre. Sobre todo los parados. Multipliquen por cuatro millones. ¡Ahí es nada!