Hace años ya publiqué distintos textos dirigidos a dignificar la realidad de la mujer en el mundo del Ajedrez. Al margen de las distintas iniciativas que cada vez se toman más en serio a esa mitad de la población que hasta hace bien poco ni se la tenía en consideración estamental y mucho menos relevancia deportiva, creo sinceramente que todas ellas están avocadas al fracaso si antes o a la par, no modificamos un aspecto que parece irrelevante, cuando sin embargo, puede constituir uno de los problemas que la mentalidad femenina ha de sortear para interesarse por la práctica de tan noble juego como es el Ajedrez. Me estoy refiriendo al machismo explícito que supone denominar “Rey” a la pieza más valiosa, quedando la Dama relegada a un lugar secundario.
La solución a esta particular cuestión, ya la ofrecí hace dos décadas, si bien ni yo mismo estaba lo suficientemente convencido como para tomarme la molestia de hacerlo por escrito, publicarla, huelga decir ponerla en práctica. Pero hoy es el día – me he estado reservando para comunicarlo este 8 de Marzo – que puedo mantener, que una ligera modificación semántica a este respecto, cosecha profundos cambios positivos de actitud y de perspectiva en el alumnado femenino, dado que me he tomado la molestia de trabajarlo en mis propias clases observando sus directas consecuencias.
Durante un tiempo, probé tímidamente con el sucedáneo de hablar de la Dama como la pieza más fuerte del tablero. Pero los chicos, algo dolidos con esta definición – prueba suficiente de que el asunto no es baladí ni pasa desapercibido en el caso contrario – rápidamente deslucían mi estrategia explicitando que ¡el Rey es el más importante! Y qué quieren que les diga…las chicas, pueden ser chicas, pero tienen muy claro que prefieren ser importantes a fuertes, tanto cuanto sus padres desean oír a las visitas decir que sus hijas son guapas, antes que el lamentable ¡Ay! ¡Que niña más…simpática!
Finalmente, en mis clases de la Escuela Municipal de Bilbao, decidí tomarme en serio a mi mismo y empecé a proponer a todos llamar a la figura que va de pasito en pasito y a la que hay que decir ¡Jaque! “Rey” cuando quien conduce las piezas es un chico y “Reina” cuando al frente de las piezas se halla una chica. Y otro tanto tratándose de esa otra pieza que mueve cuanto quiere como alfil y torre a la que se le puede llamar Ministro o Ministra si es movida por un chico o una chica respectivamente. Y la verdad es que la propuesta tiene buena acogida y funcionaría mejor de lo que lo hace, si el entorno acompañara, pues si es difícil romper con la tradición de siglos que no ha podido doblegar la presencia en la historia de figuras tan importantes como una Leonor de Aquitania, de una Isabel “La Católica”, ni una Catalina “La Grande”, más aun si vamos contracorriente.
De ahí, esta mía decisión de invitaros a todos desde aquí a denominar desde ahora, “Rey o Reina” a la figura que se dice ¡Jaque! y “Ministro o Ministra” a la pieza que mueve a la vez como torre y alfil que actualmente decimos Dama. Para que la iniciativa cunda, tengo intención de dirigir este escrito en un lenguaje algo más farragoso y aderezado por intrincados términos leguleyos a las Federaciones Vizcaína, Vasca y Española, empresa que espero reciba todo vuestro apoyo para que pueda salir adelante con o sin el apoyo de la RAE.
Bueno, los podemos llamar la reina y el damo……o la abeja reina y el zangano……
Otra cosa, o pones la foto que has dicho o te araño…..
El principal proble de llamarla Ministro o Ministra es la letra por la que empieza.
Hasta ahora utilizamos las letras R, D, T, A y C (en castellano). Si empleamos Ministro o Ministra tendriamos que cambiar la D por la M en todo el material escrito que utilice la D, aunque actualmente se utiliza en libros e internet la figura que todos conocemos. (no voy a hacer el experimento de escribirla).
La cuestión de cómo fomentar la actividad femenina en ajedrez es algo en lo que se ha reflexionado mucho; y es un misterio, ya que siendo el deporte en el que más igualdad existe entre ambos sexos, sigue habiendo una diferencia abismal de calidad y de número de jugadores. Por desgracia creo que esta pequeña «reforma», si bien puede contentar a algunas mujeres creo que no ataca al problema de raíz. Creo que esta diferencia se debe claramente a siglos de desigualdades entre sexos, y sobre todo, por las razones biológicas (sobre todo hormonales) y culturales por las que a los niños nos introducen desde pequeños en el mundo de la competición. Creo realmente que esta diferencia no cambiará hasta que los seres humanos seamos biológicamente más semejantes entre sexos y hasta que los niños y niñas sean educados de una forma similar.
Por el momento nos tenemos que conformar con intentar incentivar la participación de las mujeres con otros métodos. Métodos como hacer jugar a las mujeres solo en torneos femeninos, aislando su situación y mermando la calidad por culpa del «proteccionismo»; o el más común, premiar a las mejores mujeres dentro de los torneos de hombres, lo cual supone una injusticia para un jugador masculino con mejor resultado deportivo pero sin premio alguno (lo que lleva a más de un berrinche en torneos infantiles), y creando un falso conformismo en las participantes femeninas.
Por tanto, creo que hasta que no se resuelvan las diferencias culturales entre ambos sexos, tendremos que encontrar una fórmula por la cual las niñas se sientas atraídas por este deporte de la misma forma que los niños.
PD: Perdón por la extensión del comentario.
Amigo Ander, de perdón nada…en todo caso ¡gracias! por tu aportación.