Leyenda del Mate del Loco, por Nicola Lococo

En cierto paraje había un rey que se creía un excelente jugador de ajedrez al que no le hacia ninguna falta que nadie le enseñara a jugar mejor, porque ¡el era el mejor! Bueno… el mejor de su reino, donde ningún súbdito se atrevía a ganarle. Como era el rey, tenía el privilegio de salir siempre con blancas. ¡Sus encuentros se contaban por victorias!
Cierto día, llegó al lugar un viajero que por equipaje sólo portaba un ajedrez. ¡pero qué ajedrez! Su tabla era de marfil con las piezas todas confeccionadas en piedras preciosas como diamantes, rubíes, esmeraldas…¡Nadie había visto cosa igual! Su presencia pronto fue puesta en conocimiento del rey quien no dudo en hacerle llamar para disputar una partida.
-Observo que tenéis un ajedrez precioso. –Resaltó el rey con cuquería – ¿Pero es precioso también vuestro ajedrez? ¿O como al resto de mis súbditos os daré mate en cuatro?
-Puestos a fanfarronear, yo podría darlo en dos.
-¡Eso es imposible! –Exclamó el rey levantándose del trono – El mate más común es el del Pastor y es en cuatro; y el más rápido el del Tonto que es en tres. Además, ¡ejem! Aquí sólo yo juego con blancas…
-Podría igualmente – sentenció el visitante.
¡Imposible! ¡Imposible! – Musitaba el rey mientras repasaba mentalmente una y otra vez todas las posibilidades de hacer mate en dos jugadas con blancas, antes de exclamar – ¡Usted es un embaucador que dice poseer una ciencia extraña para que acceda a recibir clases de ajedrez. Pues bien, le reto a que demuestre que es posible dar mate en dos jugadas. Si lo consigue, le haré entrega de mi propia corona de oro. Pero de lo contrario, su juego pasará a engrosar el tesoro de palacio.
El viajero accedió y ante el rey y todos los lugareños, aquel visitante realizó sobre su tablero de marfil 1 f3 e5; 2g4 Dh4 ¡Mate!
El rey empezó a decir ¡No! ¡No! ¡No! sacudiendo de un lado a otro la cabeza. En una de sus sacudidas, la corona voló directamente a las manos del visitante. Y el rey no solo perdió la corona, también perdió la cabeza por lo que al mate se le conoció desde entonces como mate del Loco.

Leyenda del Mate Pastor, por Nicola Lococo

En cierta ocasión, un pequeño príncipe salió del castillo sin permiso de sus padres para correr aventuras. Como se le hizo de noche, a su regreso puso como excusa que tres pastores le retuvieron cuando se encontraba salvando a una ternera de las fauces de un lobo pero que tuvo la suerte de poderse jugar su libertad en tres partidas sucesivas una con cada uno de ellos.
Su padre el rey, algo receloso requirió ver cómo transcurrieron las partidas; ni corto ni perezoso, el pequeño príncipe se las representó advirtiendo que él siempre conducía las blancas.
-Al primer pastor le gané así:
1 e4 e5; 2 Dh5 d6; 3 Ac4 Cf6 4 Dxf7++
-Al segundo pastor fue igual de fácil:
1 e4 e5; 2 Dh5 Cc6; 3 Ac4 Ac5 4 Dxf7++
-Y con el tercer pastor tuve que esforzarme más:
1 e4 e5; 2 Dh5 Cc6; 3 Ac4 g6; 4 Df3 Ac5; 5 Dxf7++
-¡Qué hijo más inteligente tengo! – Exclamó el rey lleno de orgullo y satisfacción.
-¡Que inventiva tiene tu hijo! Querrás decir – Interrumpió la reina – porque no ha dicho nada al derecho: Resulta que no ha jugado al ajedrez con tres pastores, sino sólo con uno, a saber, el párroco del pueblo que es Pastor de la Iglesia y que en sus ratos libres cuida de unas ovejas para engordar su hacienda por lo que también es pastor y que para más señas, se apellida Pastor. Y ¡sí! ha jugado tres partidas, pero las ha perdido tal y como te las ha descrito. En cuanto a que protegía a la pobre ternera…antes me lo imagino molestándola…
Por este motivo nadie da mate al Pastor, sino del Pastor.

Leyenda sobre el Mate del Tonto, por Nicola Lococo

Al comienzo de los tiempos ajedrecísticos, en el Palacio del Rey Negro se armó un gran revuelo cuando en la segunda jugada uno de sus peones que vigilaba el centro del campo de batalla fue vilmente atacado por la Dama contraria. La situación era la siguiente:
1 e4 e5; 2 Dh5
Así las cosas, el peón de la Dama se ofreció voluntario para avanzar un paso alfrente para defender a su compañero. Pero el Rey se lo impidió con estas palabras:
-¡Detente! Eres un simple peón y poca ayuda puedes ofrecer para la defensa.
Acto seguido, inquieto el caballo de b8 hizo el gesto de saltar a c6 con idéntico propósito. De nuevo el Rey lo impidió:
-¡Vuelva el caballo a su cuadra! que es donde mejor está.
Visto lo visto, el alfil se mostró dispuesto a ir a d6 que aún siendo mal movimiento servia para defender al peón. Pero otra vez el Rey intervino para impedirlo:
-Si al comienzo de la partida te situaron a mi lado, no se te ocurra dejar tu puesto.
Finalmente, la Reina preguntó: ¿Quieres que vaya yo?
-¡De ningún modo! Yo soy el Rey y es mi obligación salir en defensa de mis súbditos.
Y, ni corto ni perezoso, avanzó con paso firme 2 …-Re7 y las blancas le dieron mate con 3 Dxe5 cosa que le sucedió por tonto e incumplir todas las reglas básicas de inicio de una partida, a saber: desarrollar las piezas y proteger al Rey sin sacarlo a pasear.

Las extrañas derrotas del Barón de Munchhausen

Tres extrañas partidas del Baron Münchhausen Ya hemos hablado en TXIKI XAKE del personaje legendario creado por Rudolf Erich Raspe “El Barón de Muchhausen” a propósito de la importancia de los tiempos y llevar la iniciativa con blancas en una partida donde él se comprometía a mover sólo peones a cambio de dar piezas de ventaja. (Ver en Cuentos y Leyendas )

Hoy vamos a recordar sus hazañas a colación de la partida “Capablanca ante el espejo” (Ver Partidas Curiosas) donde comprobamos lo malo que es para las negras mantener la simetría mucho tiempo. Pues bien, para matizar un poco la cuestión de la simetría, además de pasar un gran rato, hoy visionaremos tres curiosas partidas donde la simetría es repetida por el segundo jugador pero en vez de seguir el corte horizontal entre parte blanca y negra, sigue el vertical entre el flanco de rey y el flanco de dama. Bajo este procedimiento, las negras ganan las dos primeras partidas y es en la tercera donde llega la sorpresa que aseguro, os dejará con la boca abierta.

– Responde, Baron, ¿Alguna vez ha perdido una partida de ajedrez? . La mirada del Baron se nublo ligeramente, pero enseguida volvió a su serenidad habitual. .

-¡Ah!, amigos míos, una vez en la vida, y no la olvidare nunca. Como no ignoran, me he enfrentado ante las 64 casillas con los jugadores más celebres del mundo. Pocos podían resistirse a mi juego audaz y fuerte, pero una vez…Ocurrió hace mucho tiempo. Yo era joven entonces y frecuentaba el café de “La Regence”, que aun guardaba el recuerdo de los tiempos de Deschapelles y Labourdonnais. Pronto la fuerza de mi juego, y sobre todo la de mi lengua infatigable, me hicieron invencible.  Una vez, mientras miraba una partida y discutía en voz alta las ventajas e inconvenientes de las jugadas realizadas, advertí la presencia de un desconocido que miraba la misma partida sin decir nada. Parecía no apreciar mis comentarios irónicos y esta audacia me molesto. Quise darle una lección .

– Señor- Le dije-, ¿Quiere jugar una partida conmigo? No piense en rehusar, pues jugara una partida conmigo por las buenas o por las malas. Aquí hay un tablero

Barón Münchhausen – Aficionado Café de la Régence

1.e4 d5 2.e5 d4 3.c3 f6 4.exf6 dxc3 5.fxe7 cxd2+ 6.Axd2 Axe7 7.Cf3 Cc6 8.Cc3 Cf6 9.Ce2 Cd7 10.Cfd4 Cce5 Entonces pensé que iba a ganar la Dama jugué 11.Ce6 , pero mi adversario respondió Cd3++ con tristeza, me di cuenta de que mi rey estaba en posición de mate.

¡Una partida no prueba nada!-le dije-. Jugaremos otra vez, supongo que me permitirá seguir con blancas, ya que me ha ganado.

1.e4 d5 2.d3 e6 3.Cf3 Cc6 4.Ag5 Ab4+ 5.Re2 » un plan estratégico muy profundo» 5…Dd7 6.Cc3 Cf6 7.a3 h6 8.Ah4 Aa5 9.e5 d4 10.Ca4 Ch5 11.Cc5 Cf4# ¡y volví a darme cuenta con estupor que era mate!.

Estaba seriamente enojado. La concurrencia en torno a nuestra mesa era numerosa porque, ante mi fracaso, todo el mundo había dejado de jugar para comprobar este hecho increíble. Apreté los dientes y pedí una tercera partida con blancas

1.e4 d5 2.d4 e5 3.c4 f5 4.f4 c5 para evitar las complicaciones, jugaba una larga Variante de los Cambios, llamada después, Variante Muenchhausen 5.exf5 dxc4 6.dxc5 exf4 7.Axf4 Axc5 8.Axc4 Axf5 9.Axb8 Axg1 10.Axg8 Axb1 11.Txb1 Txg8 12.Txg1 Txb8 aquí reflexioné largo tiempo y para simplificar la posición, decidí cambiar las damas 13.Dxd8+ Juzgad mi asombro y la sorpresa de todos cuando mi adversario, con aire muy resuelto, se apoderó de mi Rey jugando 13. RxR….

– Dejad vuestras bromas aparte – dije muy nervioso- – Volved en seguida mi Rey a su lugar.

– Y vos ¿por qué habéis jugado el mismo movimiento?.- preguntó ingenuamente.

-¡Qué pregunta tan estúpida!. ¿ No sois capaz de distinguir un Rey de una Dama?.

– No-Respondió fríamente-, no conozco muy bien el juego; os lo quería decir antes de empezar, pero no me habéis dejado. Todo lo que he hecho ha sido imitar vuestras jugadas.

Esta inesperada declaración fue seguida por una tremenda carcajada. Todo el mundo se reía. Jamás me encontré en una situación tan desagradable. Mi prestigio pendía de un hilo. -¡Qué cosa tan extraordinaria!.- dije tan alto como pude. El ruido cesó y todos me escucharon – Un hombre que apenas sabe mover las piezas gana a un jugador fuerte y avezado … Estoy seguro de que una aventura tan extraordinaria no podía ocurrir más que a un hombre tan extraordinario como yo, ¡el barón Münchahausen!. -Después de estás palabras me fui; mi honor estaba a salvo. Pero durante largo tiempo no toqué una pieza de ajedrez.

El Juego de Ajedrez, por P. Cohelo

 

El joven dijo al abad del monasterio:
Me gustaría mucho ser un monje, pero no he aprendido nada importante en la vida. Lo único que me enseñó mi padre fue a jugar al ajedrez, que no sirve para la iluminación. Además, aprendí que cualquier juego es un pecado.
Puede ser un pecado pero también puede ser una diversión, y quién sabe si este monasterio no está necesitando un poco de ambos – fue la respuesta.
El abad pidió el tablero de ajedrez, llamó a un monje y le ordenó jugar con el muchacho.
Pero antes de comenzar la partida, añadió:
– Aun cuando necesitemos diversión, no podemos permitir que todo el mundo se pase jugando al ajedrez. Entonces, solamente conservaremos aquí al mejor de los dos jugadores; si nuestro monje pierde, saldrá del monasterio y dejará la plaza para tí.
El abad hablaba en serio. El joven comprendió que jugaría por su vida y le vino un sudor frío; el tablero se convirtió en el centro del mundo.
El monje comenzó a perder. El muchacho atacó, pero entonces vió la mirada de santidad del otro, y a partir de ese momento comenzó a jugar mal a propósito. Al fin y al cabo prefería perder porque el monje podía ser útil al mundo.
De repente, el abad tiró el tablero al suelo.
– Tú aprendiste mucho más de lo que te enseñaron – dijo. – Te has concentrado lo suficiente para vencer, fuiste capaz de luchar por lo que deseabas. Después, tuviste compasión y disposición para sacrificarte en nombre de una noble causa. Sé bienvenido al monasterio, porque sabes equilibrar la disciplina con la misericordia.