Del Tablero Mural, esa pizarra cuadriculada que vemos colgada de la pared o sobre un caballete donde siluetas de piezas representan permiten visionar una partida de torneo o un problema de Ajedrez a un amplio número de personas, podemos decir que es típico en un aula de Ajedrez, pero no un elemento básico o imprescindible. Antes ¡Al contrario! Nadie lo echa en falta mientras se pueda impartir las clases con los juegos tridimensionales.
Nadie en su sano juicio usaría una llave inglesa para abrir el tapón de rosca de una botella de agua; Le bastaría con los dedos de su mano. Lo mismo sucede con el Tablero Mural, que no hace falta mientras podamos dar la clase sobre un tablero normal al alcance cómodo de la mano y sobre todo de la vista del alumnado. En consecuencia, mientras el número de alumnos no sea excesivo, se evitará en lo posible trabajar con el Mural. Lo usual, es que a partir de ocho alumnos el seguimiento de la lección se haga algo incómoda dependiendo en parte de cómo sea la mesa, por ejemplo: en la típica mesa de pupitre, siete más el monitor ya están incómodos, mientras en una mesa rectangular de profe, nueve podrían estar cómodos. Así pues, si el grupo no supera la decena, lo mejor es prescindir del Mural.
Ahora bien, si el alumnado es inferior a ocho años, o son benjamines que por primera vez hacen Ajedrez, da igual su número ¡No se debería impartir clase con Tablero Mural! ¿Por qué? En el caso de los renacuajos bastante les cuesta ya gobernar con la vista diagonales, filas y columnas, sobre un tablero al alcance de su mano, como para que sigan una explicación a distancia donde no pueden interactuar más que de palabra, por no comentar que a esas edades no todos dominan las letras y los números y les resultaría dificilísimo las operaciones cartesianas, que por algo todavía no saben jugar ni a la “Guerra de barcos” y si me apuráis…ni al “Tres en raya”. En cuanto a los benjamines principiantes de entre 8 y 10 años, conviene que primero se familiaricen con el juego en 3D y quizá, si todo va bien, a modo de novedad hacia el 2º trimestre se puede ir introduciendo alguna explicación en Mural. Entre tanto, si son más de diez o doce, se trabaja con ellos por grupos.
Pero pongamos que tenemos un alumnado amplio, que ya domina el juego y tiene una edad suficiente como por ejemplo esos mismos benjamines de nueve o diez años…Entonces, porque no queda otra, usamos el Mural. ¿Cómo se debe impartir clase con Mural?
Lo primero que se debe considerar, es el lugar dónde se va a colocar el mural: Si va a estar estático, colgado de la pared, deben evitarse las esquinas porque entonces además de restar 90º visuales de público, el monitor no tendrá otra que ponerse en la parte opuesta y restará visibilidad, con lo que el abanico se reducirá hasta sólo 60º. Lo suyo es que se deje un hueco para que el monitor pueda trabajar desde uno de sus lados ofreciendo siempre un ángulo de 120º para su seguimiento visual por parte del alumnado.
Cerca del Mural ha de disponerse un soporte para poder cómodamente dejar piezas, libros o fotocopias de modo que las explicaciones en el Mural no se vean entorpecidas por tener lejos los materiales o faltarte dedos para evitar dar una clase sobre los problemas de la Gravedad.
Si sobre un tablero normal, el docente ha de llevar la lección bien preparada, ante un Mural, ¡Más todavía! Porque la cercanía de los escaques, si no se tiene muy claro el discurso, coordinado con los movimientos, no sólo se pierden los alumnos, que también el profesor.
Siguiendo por aquí, el monitor que trabaja con Mural ha de adquirir la habilidad de los presentadores del Tiempo, y ser capaces de explicar la posición de espaldas a ella y no al alumnado, pues mientras las piezas con imanes no precisan de vigilancia, las otras piezas, como que se portan mejor cuando las miras.
Para terminar, dar clase con mural requiere cierta práctica, por ello los monitores deberían primero dar mucha clasecita sin Mural, antes de perderse en un tablero que les puede quedar grande.