Tres extrañas partidas del Baron Münchhausen Ya hemos hablado en TXIKI XAKE del personaje legendario creado por Rudolf Erich Raspe “El Barón de Muchhausen” a propósito de la importancia de los tiempos y llevar la iniciativa con blancas en una partida donde él se comprometía a mover sólo peones a cambio de dar piezas de ventaja. (Ver en Cuentos y Leyendas )
Hoy vamos a recordar sus hazañas a colación de la partida “Capablanca ante el espejo” (Ver Partidas Curiosas) donde comprobamos lo malo que es para las negras mantener la simetría mucho tiempo. Pues bien, para matizar un poco la cuestión de la simetría, además de pasar un gran rato, hoy visionaremos tres curiosas partidas donde la simetría es repetida por el segundo jugador pero en vez de seguir el corte horizontal entre parte blanca y negra, sigue el vertical entre el flanco de rey y el flanco de dama. Bajo este procedimiento, las negras ganan las dos primeras partidas y es en la tercera donde llega la sorpresa que aseguro, os dejará con la boca abierta.
– Responde, Baron, ¿Alguna vez ha perdido una partida de ajedrez? . La mirada del Baron se nublo ligeramente, pero enseguida volvió a su serenidad habitual. .
-¡Ah!, amigos míos, una vez en la vida, y no la olvidare nunca. Como no ignoran, me he enfrentado ante las 64 casillas con los jugadores más celebres del mundo. Pocos podían resistirse a mi juego audaz y fuerte, pero una vez…Ocurrió hace mucho tiempo. Yo era joven entonces y frecuentaba el café de “La Regence”, que aun guardaba el recuerdo de los tiempos de Deschapelles y Labourdonnais. Pronto la fuerza de mi juego, y sobre todo la de mi lengua infatigable, me hicieron invencible. Una vez, mientras miraba una partida y discutía en voz alta las ventajas e inconvenientes de las jugadas realizadas, advertí la presencia de un desconocido que miraba la misma partida sin decir nada. Parecía no apreciar mis comentarios irónicos y esta audacia me molesto. Quise darle una lección .
– Señor- Le dije-, ¿Quiere jugar una partida conmigo? No piense en rehusar, pues jugara una partida conmigo por las buenas o por las malas. Aquí hay un tablero
Barón Münchhausen – Aficionado Café de la Régence
1.e4 d5 2.e5 d4 3.c3 f6 4.exf6 dxc3 5.fxe7 cxd2+ 6.Axd2 Axe7 7.Cf3 Cc6 8.Cc3 Cf6 9.Ce2 Cd7 10.Cfd4 Cce5 Entonces pensé que iba a ganar la Dama jugué 11.Ce6 , pero mi adversario respondió Cd3++ con tristeza, me di cuenta de que mi rey estaba en posición de mate.
¡Una partida no prueba nada!-le dije-. Jugaremos otra vez, supongo que me permitirá seguir con blancas, ya que me ha ganado.
1.e4 d5 2.d3 e6 3.Cf3 Cc6 4.Ag5 Ab4+ 5.Re2 » un plan estratégico muy profundo» 5…Dd7 6.Cc3 Cf6 7.a3 h6 8.Ah4 Aa5 9.e5 d4 10.Ca4 Ch5 11.Cc5 Cf4# ¡y volví a darme cuenta con estupor que era mate!.
Estaba seriamente enojado. La concurrencia en torno a nuestra mesa era numerosa porque, ante mi fracaso, todo el mundo había dejado de jugar para comprobar este hecho increíble. Apreté los dientes y pedí una tercera partida con blancas
1.e4 d5 2.d4 e5 3.c4 f5 4.f4 c5 para evitar las complicaciones, jugaba una larga Variante de los Cambios, llamada después, Variante Muenchhausen 5.exf5 dxc4 6.dxc5 exf4 7.Axf4 Axc5 8.Axc4 Axf5 9.Axb8 Axg1 10.Axg8 Axb1 11.Txb1 Txg8 12.Txg1 Txb8 aquí reflexioné largo tiempo y para simplificar la posición, decidí cambiar las damas 13.Dxd8+ Juzgad mi asombro y la sorpresa de todos cuando mi adversario, con aire muy resuelto, se apoderó de mi Rey jugando 13. RxR….
– Dejad vuestras bromas aparte – dije muy nervioso- – Volved en seguida mi Rey a su lugar.
– Y vos ¿por qué habéis jugado el mismo movimiento?.- preguntó ingenuamente.
-¡Qué pregunta tan estúpida!. ¿ No sois capaz de distinguir un Rey de una Dama?.
– No-Respondió fríamente-, no conozco muy bien el juego; os lo quería decir antes de empezar, pero no me habéis dejado. Todo lo que he hecho ha sido imitar vuestras jugadas.
Esta inesperada declaración fue seguida por una tremenda carcajada. Todo el mundo se reía. Jamás me encontré en una situación tan desagradable. Mi prestigio pendía de un hilo. -¡Qué cosa tan extraordinaria!.- dije tan alto como pude. El ruido cesó y todos me escucharon – Un hombre que apenas sabe mover las piezas gana a un jugador fuerte y avezado … Estoy seguro de que una aventura tan extraordinaria no podía ocurrir más que a un hombre tan extraordinario como yo, ¡el barón Münchahausen!. -Después de estás palabras me fui; mi honor estaba a salvo. Pero durante largo tiempo no toqué una pieza de ajedrez.
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