Al comienzo de los tiempos ajedrecísticos, en el Palacio del Rey Negro se armó un gran revuelo cuando en la segunda jugada uno de sus peones que vigilaba el centro del campo de batalla fue vilmente atacado por la Dama contraria. La situación era la siguiente:
1 e4 e5; 2 Dh5
Así las cosas, el peón de la Dama se ofreció voluntario para avanzar un paso alfrente para defender a su compañero. Pero el Rey se lo impidió con estas palabras:
-¡Detente! Eres un simple peón y poca ayuda puedes ofrecer para la defensa.
Acto seguido, inquieto el caballo de b8 hizo el gesto de saltar a c6 con idéntico propósito. De nuevo el Rey lo impidió:
-¡Vuelva el caballo a su cuadra! que es donde mejor está.
Visto lo visto, el alfil se mostró dispuesto a ir a d6 que aún siendo mal movimiento servia para defender al peón. Pero otra vez el Rey intervino para impedirlo:
-Si al comienzo de la partida te situaron a mi lado, no se te ocurra dejar tu puesto.
Finalmente, la Reina preguntó: ¿Quieres que vaya yo?
-¡De ningún modo! Yo soy el Rey y es mi obligación salir en defensa de mis súbditos.
Y, ni corto ni perezoso, avanzó con paso firme 2 …-Re7 y las blancas le dieron mate con 3 Dxe5 cosa que le sucedió por tonto e incumplir todas las reglas básicas de inicio de una partida, a saber: desarrollar las piezas y proteger al Rey sin sacarlo a pasear.