De entre las distintas clases de sacrificio que el juego posibilita (posicional, de extracción, de calidad…) quiza el denominado “Sacrificio silencioso”, sea el menos conocido y no precisamente por ser menos vistoso, sino por lo que su acertado nombre indica, por no hacer ruido.
Cualquiera que haya asistido a una partida viva entre jugadores de café, habrá observado con qué armonía, a los movimientos de las piezas les acompaña ciero sonido caracteristico, ora en su arrastre, ora en su posado sobre el tablero, si bien, es en los cambios entre las piezas cuando estas son capturadas por expertos que su clacoteo resulta más placentero a la vista y oido, habilidad del maestro que los pupilos se ejercitan en imitar cuando todavía son incapaces de hacer magia con los dedos de una sola de sus manos para sustituir una pieza del rival por la propia en un único gesto, sin causar un terremoto alrededor de la casilla. Pues bien, como quiera que los sacrificios mas habituales sulen comportar capturas como en los típicos casos de Axf7 del Fegatello o Txc3 en la Siciliana, la mayoría de los sacrificios hacen ruido, salvo el caso que hoy presentamos en TX.
Así, denominamos sacrificio silencioso a aquel que acontece cuando una pieza es entregada en una determinada casilla, sin mediar captura. Y uno de los mejores ejemplos que he encontrado para ilustrar este curioso recurso táctico, nos lo ofrece el final de la siguiente partida, que como es recomendable cuando se trata de ilustrar un concepto, lo presento en crudo sin comentarios previos para no desviar la atención del tema principal.
Scott, Peter R – Simonds, Phillip – Islington op 7th (4), Islington, 1971
1.d4 d5 2.Cf3 Cf6 3.g3 c5 4.Ag2 Cc6 5.O-O e6 6.b3 cxd4 7.Cxd4 Ac5 8.Ab2 O-O 9.Cxc6 bxc6 10.Cd2 a5 11.e4 Aa6 12.Te1 Db6 13.Df3 dxe4 14.Cxe4 Cxe4 15.Txe4 Tad8 16.Df6 El sacrificio silencioso Axf2+ 17.Rh1 1-0