El pasado Martes, haciendo un descanso en la redacción final de mi próxima obra filosófica Discurso contra la Humildad, me senté a ver los anuncios de la tele, cuando de improviso, la imagen se puso en blanco y negro en lo que parecía un documental. Cuál sería mi sorpresa, al atender que su argumento giraba en torno a los inicios del ajedrez informático y que no se trataba de un documental antiguo, sino de una muy reciente película del 2013 de título Computer Chess.
Para todos aquellos cuya edad les ha impedido disputarse un premio en metálico de torneo de tú a tú con una computadora de ajedrez y su dueño al lado, así como a todo amante del juego que desee conocer las tripas de silicio de la historia más reciente del Ajedrez, les recomiendo el visionado de esta curiosidad intelectual, aunque no les garantizo diversión.
La trama, por llamarlo de alguna manera, está datada en los años ochenta y ambientada en un torneo entre computadoras de ajedrez a lo largo de un fin de semana, donde los programadores se enfrentan a los más arduos problemas de cómo corregir errores burdos de cálculo táctico y lo más difícil, enseñar a las máquinas conceptos posicionales o de valoración. Conforme discurre la acción, el espectador va comprendiendo el alcance de todo aquel esfuerzo colectivo, cómo el ajedrez fue quizá el mejor banco de pruebas para poner las bases de lo que hoy se conoce como la Inteligencia artificial.