Hace unos días, departiendo sobre curiosidades del Ajedrez con mi amigo, José Manuel Rodríguez Cordero, siendo él un gran aficionado al estudio de nuestro pasatiempo favorito, quiso ponerme en aprietos con un problema que para su sorpresa respondí sin necesidad de pensar ni calcular. La posición es la siguiente:
Blancas: Ra8, Ca1,a7
Negras: Rc7
¡Juegan Blancas!
Solución: ¡Son tablas!
Para saber el resultado de este diagrama es necesario antes estar al corriente del tema donde el bando débil busca las tablas en un final de peón de torre por ahogado del bando fuerte. Pero además, observar el detalle de que como el trote del Caballo siempre obliga a cambiar de color, sucede que si rey débil y caballo contrario ocupan casillas del mismo color, jugando bien, el resultado es tablas, por muchos turnos y vueltas que se den. Contemplemos una secuencia típica de quién desconoce este asunto:
1 Cb3 Rc8; 2 Cd4 Rc7; 3 Cb5+ Rc8; Esta posición sería la ideal de tocar jugar las negras. Pero no es el caso.
4 Cd6+ Rc7; 5 Ce8+ Rc8; Las blancas van ganando a jaques. Y de continuar, las blancas acabarían aceptando que no hay forma de ganar.
El misterio, es una cuestión de colores y no de la posición. De hecho, da igual donde esté situado el caballo blanco de salida, porque siempre serán tablas si en el turno que le toca mover, caballo y rey del bando débil ocupan escaques del mismo color; en este caso negras; invito a hacer la prueba.
Ahora, basta desplazar el caballo de a1 a b1, para hacer el problema muy fácil. Observemos con qué sencillez se resuelve:
1 Cc3 Rc8; 2 Cb5 La victoria es evidente. Las negras no pueden volver a c7 y dejan salir al rey blanco con la consiguiente promoción del peón.
La exposición en el aula de este problema da mucho juego si primero se permite al alumnado intentar la victoria.