Aquí, en Las Carreras, fue donde con nueve añitos me inicié en la competición de ajedrez dado que por mi deficiencia visual no me querían comprensiblemente en los equipos de fútbol ni de recogepelotas. Tuve la suerte de quedar segundo del colegio en un torneo interno, por delante de muchos mayores de octavo y creo que eso fue decisivo para inscribirme en el torneo por equipos de la Diputación. A ello me animó mucho el propio Director Arana del Centro que también era un entusiasta del Ajedrez, quien sabía demasiado bien cómo motivarnos: de una parte a cuantos nos apuntábamos a los equipos de ajedrez, nos permitía no acudir a las clases del viernes a la tarde con la excusa de ir a competir a Gallarta, El casal, Muzkiz…y de otra, nos invitaba a un mosto y rosquillas de anís terminara como terminara el encuentro.
Por supuesto, cuando entonces, para mí, ganar era lo más importante, se puede decir que la vida me iba en ello toda la semana. Sin embargo, de lo que ahora me acuerdo, son de lo bien que sabían aquellas rosquillitas y de lo divertido que era ver al dire conduciendo su bólido, un seiscientos de carreras con el que nos llevaba y traía, primero por toda la Margen Izquierda y luego cuando nos clasificábamos, hasta el colegio Jesuitas de Bilbao.
Askartza Isusi marcó a fuego mi ideal de un colegio que trabaja el ajedrez: el profesorado veía con buenos ojos que se practicara este juego y para ello ya a finales de los 70 dedicaba toda una sala a su ejercicio durante los recreos y los horarios del comedor. El Director, nada menos, se preocupaga de organizar campeonatos internos de Navidad y Primavera, de apuntarnos a las competiciones de Diputación y cuando era necesario de llevarnos durante su tiempo libre a jugar al club de Gallarta. Cuando aquello, no había clases de ajedrez formamente establecidas, el dire nos enseñaba lo poco que sabía y luego los mayores hacían lo mismo con los pequeños y los expertos con los principiantes, por supuesto, a la vieja usanza…para entendernos, a base de partidas, quedándose en el grupo sino los que más ganaban, quienes tenía su afición a prueba de derrotas.
Este referente siempre me ha guiado en mi carrera ajedrecística y en la medida en que me ha sido posible lo he intentado reproducir a nivel personal como jugador, como monitor, como profesor y en la esfera institucional como federativo.