La oportunidad de un Abierto Internacional

 Una de las mayores satisfacciones que ofrece al aficionado medio jugar un Abierto Internacional de Ajedrez es la de poder disputar cara a cara – que no de tú a tú – toda una partida con los mejores jugadores del momento, cosa que en otros deportes está harto dificil a la vista de lo complicado que lo tienen los propios periodistas de poderles hacer una foto o entrevista…

Este es el principal motivo para que pequeñas poblaciones o entidades locales organicen y sufraguen esta clase de competiciones que los que desconocen el castellano gustan llamar ópenes, para dar la oportunidad a sus jugadores grandes y pequeños de medir sus fuerzas con esas estrellas cuya luz normalmente sólo nos llega en forma de movimientos y resultados por revistas o internet. De ahí que, además de pagarles dietas de alojamiento y desplazamiento se pongan premios para atraer su aprticipación, a la vez que se establece una cuota de inscripción generalmente baja a los aficionados que por su módico precio tendrán la posibilidad de jugar en la cumbre de las primeras mesas, al menos durante las primeras jornadas de la competición.

En Bizkaia dentro de poco se abrirá la beda con el Torneo Internacional de Barakaldo al que animo a participar a todos a cuantos les guste jugar al ajedrez con los mejores; ánimo que hago extensible para cualquier otro certamen de estas características a los que hemos de apoyar tanto con nuestra entusiasta presencia como con nuestra solidaria aportación económica, si es que no deseamos su desaparición.

Colegio Askartza Isusi: Donde empecé

Aquí, en Las Carreras, fue donde con nueve añitos me inicié en la competición de ajedrez dado que por mi deficiencia visual no me querían comprensiblemente en los equipos de fútbol ni de recogepelotas. Tuve la suerte de quedar segundo del colegio en un torneo interno, por delante de muchos mayores de octavo y creo que eso fue decisivo para inscribirme en el torneo por equipos de la Diputación. A ello me animó mucho el propio Director Arana del Centro que también era un entusiasta del Ajedrez, quien sabía demasiado bien cómo motivarnos: de una parte a cuantos nos apuntábamos a los equipos de ajedrez, nos permitía no acudir a las clases del viernes a la tarde con la excusa de ir a competir a Gallarta, El casal, Muzkiz…y de otra, nos invitaba a un mosto y rosquillas de anís terminara como terminara el encuentro.

Por supuesto, cuando entonces, para mí, ganar era lo más importante, se puede decir que la vida me iba en ello toda la semana. Sin embargo, de lo que ahora me acuerdo, son de lo bien que sabían aquellas rosquillitas y de lo divertido que era ver al dire conduciendo su bólido, un seiscientos de carreras con el que nos llevaba y traía, primero por toda la Margen Izquierda y luego cuando nos clasificábamos, hasta el colegio Jesuitas de Bilbao.
Askartza Isusi marcó a fuego mi ideal de un colegio que trabaja el ajedrez: el profesorado veía con buenos ojos que se practicara este juego y para ello ya a finales de los 70 dedicaba toda una sala a su ejercicio durante los recreos y los horarios del comedor. El Director, nada menos, se preocupaga de organizar campeonatos internos de Navidad y Primavera, de apuntarnos a las competiciones de Diputación y cuando era necesario de llevarnos durante su tiempo libre a jugar al club de Gallarta. Cuando aquello, no había clases de ajedrez formamente establecidas, el dire nos enseñaba lo poco que sabía y luego los mayores hacían lo mismo con los pequeños y los expertos con los principiantes, por supuesto, a la vieja usanza…para entendernos, a base de partidas, quedándose en el grupo sino los que más ganaban, quienes tenía su afición a prueba de derrotas.
Este referente siempre me ha guiado en mi carrera ajedrecística y en la medida en que me ha sido posible lo he intentado reproducir a nivel personal como jugador, como monitor, como profesor y en la esfera institucional como federativo.

Por el ajedrez de base

Con este espacio que me brinda Deia, pretendo corregir una grave deficiencia que detecto en la información del ajedrez a partes iguales tanto de los medios de comunicación como de la comunidad ajedrecística, cuál es, la de que acaso deslumbrados por el juego de las estrellas, no le prestamos la suficiente atención a esas primigenias luces que las vieran nacer cuando todavía no eran nada entre nosotros.

Hablo del ajedrez de base que aparece sin previo aviso en las fiestas de los barrios, del ajedrez escolar que se practica en cientos de colegios durante los recreos o en horario de comedor, del ajedrez aficionado donde los jugadores sólo se juegan el placer de la victoria, ese ajedrez en el que importa más pasarlo bien que ganar puntos aplicando el reglamento de la FIDE, cuando en el tablero se dan cita el principiante al que le dan su primer Mate Pastor con el jugador de café que tiende la celada para dar el Mate Legal…En definitiva, hablo de la fuente de la que manó nuestra afición, nuestra ilusión y nuestro amor por este maravilloso mundo de las 64 casillas.

Este otro ajedrez generoso en actividad y altruista en tiempo, pese a contar con numerosos seguidores y patrocinadores particulares e institucionales, apenas se le conceden espacios dignos que resalten el soterrado y desgraciadamente anónimo esfuerzo de las personas que participan en sus torneos, de los maestros que durante generaciones transmiten el gusanillo de mover las fichas, de los clubes que sin medios ni local sobreviven décadas temporada tras temporada, cuyos sacrificios y méritos deportivos al respecto, nada tienen que envidiar al de los ídolos a los que nuestro deporte ciencia rinde culto tan a menudo.

Será entonces mi propósito rescatar de la marginalidad mediática a este ajedrez para honrarlo semanalmente en la medida de mis posibilidades y de las fuerzas con las que mis colaboradores tengan a bien prestar, como verdaderamente merece, publicando los resultados de aquellos campeonatos que normalmente no encuentran cabida en las páginas de los periódicos, fotos de los campeones locales, entrevistas a los Maestros de Escuela que se han destacado durante años en la enseñanza de nuestro querido juego, reportajes sobre nuestros clubes y escuelas de ajedrez, videos de simultáneas, encuestas entre las madres y padres de los jóvenes ajedrecistas…
Como todas mis anteriores facetas en este mundo blanquinegro, emprendo esta nueva iniciativa movido únicamente por el enfermizo afán de contagiar la afición por este juego, si bien, con más arte que ciencia, o sea, con más ilusión que técnica, pues para nada me he formado como periodista y sobradas muestras daré de ello, como de mi falta de pericia a la hora de insertar materiales ajenos a la palabra para ilustrar los temas.
Si los lectores del blog son de mi espíritu constructivo de apreciar más la intención que los resultados si estos son inocuos a terceros, y además son de los que se animan a participar en su continua mejora, estoy seguro que también en esta ocasión habré abierto una puerta a mi felicidad y a la de quienes me rodean.