Ya hemos comentado en alguna ocasión aquí mismo en TX la riqueza de juego que entraña conocer los secretos de la simetría tanto para ampliar el repertorio de Apertura como en el estudio de Finales, por no abundar en la espectacularidad de ciertas partidas como la de Capablanca o las del Barón de Munchhausen igualmente reproducidas en este blog.
Hoy retomo el asunto a propósito de una curiosa partida en la que ambos contendientes libraron una batalla de espejos.
Para ponerles en antecedentes, debo adelantar que uno de los rivales era alumno mio y en cumplimiento de mis enseñanzas aplicó un sistema simétrico contra la Apertura Inglesa, enseñanza que paso a exponerles a grandes rasgos:
Como quiera que la Apertura Inglesa no sea de las más empleadas y que en verdad no merezca la pena dedicarle demasiado esfuerzo a su estudio, una receta que bien podría ser enmarcada en el repertorio del Roncón del vago, consiste en plantear la línea simétrica poniendo atención en los siguientes puntos:
1º La simetría con negras es peligrosa por cuanto las blancas al llevar la iniciativa pueden iniciar una secuencia forzada que acabe en ganancia o incluso mate.
2º No conviene entonces abusar de la simetría. Cuanto más avanza la partida, más peligrosa se torna la posición.
3º Aunque la estrategia esté tomada de plantear una simetría, su ejecuación no puede hacerse nunca de modo mecánico; es decir, sin pensar.
4º La secuencia simétrica debe poner mucho cuidado cuando:
a) El rival pueda efectuar un jaque en su siguiente movimiento que rompa la secuencia simétrica.
b) Cuando la jugada del rival plantea la posibilidad de un cambio o captura.
c) Y ciertamente, cuando el rival haga una jugada mala o que no sea de nuestro agrado.
Pues bien, esta estratagema, ya ha sido empleada con éxito en varias ocasiones. Pero hace unos dias, el interfecto, tuvo que lidiar con otro pillo que se sabía el asunto y el inicio de partida fue como sigue…
1 c4 c5; 2 Cf3 Cf6; 3 Cc3 Cc6; Aquí el jugador de blancas debió pensar que no le apetecía nada pensar por los dos y jugó
4 a3 Ante esta juagada, el alumno atendiendo al punto c) prefirió continuar con 4…e5, para tomar la iniciativa en el centro. ¡Muy bien! Pero la respuesta del blanco, inmediata y sin pensar fue…
5 e4 Mi alumno, acostumbrado a ser él quien chupa rueda del adversario y a dejarse llevar por el aforismo de Unamuno ¡Que inevnten ellos! Se vio de pronto con que quien debía tirar del carro de la partida era su persona. De este modo, no apeteciéndole en absoluto llevar la iniciativa, la anteriormente despreciable a3 ahora se antojaba una excelente opción para devolver la responsabilidad del juego al rival. Y así las negras jugaron 5…a6.
El jugador de blancas, en su pillería, entendió perfectamente que su adversario había cogido la indirecta y antes de volver a las andadas, jugó algo decente para despistar y probar suerte más adelante.
6 d3 d6 El negro, aliviado, movió al toque ufano de su maniobra anterior y creyendo que la partida discurriría por el cauce habitual de un rival jugando contra si mismo…Pero, las blancas no estaban por la labor…
7 h3 ¡Otra vez! Otra vez a tener que pensar…Esa jugada no gustaba nada a mi alumno y prefirió desarrollar pieza 7…Ae7
8 Ae2 Este movimiento realizado sin tiempo para apuntarlo puso sobre aviso de nuevo al negro quien tras muchas dudas optó por devolver la iniciativa a las blancas con la misma jugada que un tiempo atrás había rechazado, a saber 8…h6.
La partida pronto se complicaría al plantear el primer jugador un cambio de peones en el flanco de dama y la comicidad de la situación desapareció.
¿Cuál es la moraleja de esta entrada si es que hay alguna?
El planteamiento simétrico ayuda a salir del paso en la Inglesa para lograr una partida igualada tras la apertura. Pero si transitando por la simetría te dan la posibilidad de llevar la iniciativa o jugar mejor que el oponente, declinar esa posibilidad denota no entender bien qué significa jugar con negras, pues si bien es cierto que con negras aspiramos a igualar, no lo es menos que también a quedarnos mejor si la circunstancia lo permite, e incluso ir a ganar.
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Las extrañas derrotas del Barón de Munchhausen
Tres extrañas partidas del Baron Münchhausen Ya hemos hablado en TXIKI XAKE del personaje legendario creado por Rudolf Erich Raspe “El Barón de Muchhausen” a propósito de la importancia de los tiempos y llevar la iniciativa con blancas en una partida donde él se comprometía a mover sólo peones a cambio de dar piezas de ventaja. (Ver en Cuentos y Leyendas )
Hoy vamos a recordar sus hazañas a colación de la partida “Capablanca ante el espejo” (Ver Partidas Curiosas) donde comprobamos lo malo que es para las negras mantener la simetría mucho tiempo. Pues bien, para matizar un poco la cuestión de la simetría, además de pasar un gran rato, hoy visionaremos tres curiosas partidas donde la simetría es repetida por el segundo jugador pero en vez de seguir el corte horizontal entre parte blanca y negra, sigue el vertical entre el flanco de rey y el flanco de dama. Bajo este procedimiento, las negras ganan las dos primeras partidas y es en la tercera donde llega la sorpresa que aseguro, os dejará con la boca abierta.
– Responde, Baron, ¿Alguna vez ha perdido una partida de ajedrez? . La mirada del Baron se nublo ligeramente, pero enseguida volvió a su serenidad habitual. .
-¡Ah!, amigos míos, una vez en la vida, y no la olvidare nunca. Como no ignoran, me he enfrentado ante las 64 casillas con los jugadores más celebres del mundo. Pocos podían resistirse a mi juego audaz y fuerte, pero una vez…Ocurrió hace mucho tiempo. Yo era joven entonces y frecuentaba el café de “La Regence”, que aun guardaba el recuerdo de los tiempos de Deschapelles y Labourdonnais. Pronto la fuerza de mi juego, y sobre todo la de mi lengua infatigable, me hicieron invencible. Una vez, mientras miraba una partida y discutía en voz alta las ventajas e inconvenientes de las jugadas realizadas, advertí la presencia de un desconocido que miraba la misma partida sin decir nada. Parecía no apreciar mis comentarios irónicos y esta audacia me molesto. Quise darle una lección .
– Señor- Le dije-, ¿Quiere jugar una partida conmigo? No piense en rehusar, pues jugara una partida conmigo por las buenas o por las malas. Aquí hay un tablero
Barón Münchhausen – Aficionado Café de la Régence
1.e4 d5 2.e5 d4 3.c3 f6 4.exf6 dxc3 5.fxe7 cxd2+ 6.Axd2 Axe7 7.Cf3 Cc6 8.Cc3 Cf6 9.Ce2 Cd7 10.Cfd4 Cce5 Entonces pensé que iba a ganar la Dama jugué 11.Ce6 , pero mi adversario respondió Cd3++ con tristeza, me di cuenta de que mi rey estaba en posición de mate.
¡Una partida no prueba nada!-le dije-. Jugaremos otra vez, supongo que me permitirá seguir con blancas, ya que me ha ganado.
1.e4 d5 2.d3 e6 3.Cf3 Cc6 4.Ag5 Ab4+ 5.Re2 » un plan estratégico muy profundo» 5…Dd7 6.Cc3 Cf6 7.a3 h6 8.Ah4 Aa5 9.e5 d4 10.Ca4 Ch5 11.Cc5 Cf4# ¡y volví a darme cuenta con estupor que era mate!.
Estaba seriamente enojado. La concurrencia en torno a nuestra mesa era numerosa porque, ante mi fracaso, todo el mundo había dejado de jugar para comprobar este hecho increíble. Apreté los dientes y pedí una tercera partida con blancas
1.e4 d5 2.d4 e5 3.c4 f5 4.f4 c5 para evitar las complicaciones, jugaba una larga Variante de los Cambios, llamada después, Variante Muenchhausen 5.exf5 dxc4 6.dxc5 exf4 7.Axf4 Axc5 8.Axc4 Axf5 9.Axb8 Axg1 10.Axg8 Axb1 11.Txb1 Txg8 12.Txg1 Txb8 aquí reflexioné largo tiempo y para simplificar la posición, decidí cambiar las damas 13.Dxd8+ Juzgad mi asombro y la sorpresa de todos cuando mi adversario, con aire muy resuelto, se apoderó de mi Rey jugando 13. RxR….
– Dejad vuestras bromas aparte – dije muy nervioso- – Volved en seguida mi Rey a su lugar.
– Y vos ¿por qué habéis jugado el mismo movimiento?.- preguntó ingenuamente.
-¡Qué pregunta tan estúpida!. ¿ No sois capaz de distinguir un Rey de una Dama?.
– No-Respondió fríamente-, no conozco muy bien el juego; os lo quería decir antes de empezar, pero no me habéis dejado. Todo lo que he hecho ha sido imitar vuestras jugadas.
Esta inesperada declaración fue seguida por una tremenda carcajada. Todo el mundo se reía. Jamás me encontré en una situación tan desagradable. Mi prestigio pendía de un hilo. -¡Qué cosa tan extraordinaria!.- dije tan alto como pude. El ruido cesó y todos me escucharon – Un hombre que apenas sabe mover las piezas gana a un jugador fuerte y avezado … Estoy seguro de que una aventura tan extraordinaria no podía ocurrir más que a un hombre tan extraordinario como yo, ¡el barón Münchahausen!. -Después de estás palabras me fui; mi honor estaba a salvo. Pero durante largo tiempo no toqué una pieza de ajedrez.
Capablanca ante el espejo
Todos mis alumnos saben el aprecio personal que tengo por el concepto de simetría. De hecho, en los estadios más aventajados recomiendo hacer uso de este recurso que propicia la propia naturaleza de nuestro juego para ahorrar energías en el estudio del repertorio de aperturas (Ver artículo sobre simetría)
Pero ¡Todo tiene un límite! En las primeras etapas infantiles, la ecolalia puede obedecer a un ensayo por adquirir las habilidades de los adultos en el manejo del aparato fonador, pero cuando el fenómeno parece persistir, ya es síntoma de que algo no funciona bien en el niño; La imitación en el taller del arte del Maestro es el camino adecuado para el aprendizaje de sus secretos, pero si pasada la etapa formativa el pretendido artista repite y se repite, más que un artista, se queda en artesano. Y a todos nos agrada que nos imiten, pero no hasta el extremo de que nos hagan burla, etc. Lo mismo sucede en el ajedrez.
Son muchas las líneas que basan su estrategia en la simetría, como sucede en la Apertura Inglesa, o la Petrov. Pero si se abusa de este recurso, nos puede suceder lo que le aconteció a un rival de Capablanca durante unas simultáneas en Nueva York. El personaje no debía saber que en ajedrez, el que da Mate primero, gana la partida.
Raul Capablanca – Anónimo
Nueva York 1918
1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Cc3 Cf6 4.Ab5 Ab4 5.0-0 0-0 6.d3 d6 esta variante existe en la teoría de Aperturas y a ella se puede llegar como hemos visto por Cuatro caballos pero también es posible por española y Vienesa. Con este tipo de líneas simétricas se puede volver majareta al rival que a cada momento se plantea la cuestión ante el espejo ¿Quién de los dos está mejor?
7. Ag5 Ag4 8.Cd5 Cd4 9.Cxb4 Cxb5 10. Cd5 Cd4 11.Dd2 Dd7 11.Axf6 Axf3 12. Ce7+ Hasta aquí llegó la guasa y mofa de quien debía creerse un genio ante el espejo preguntándose ¡Espejito! ¡Espejito! ¿Quién juega mejor de los dos?
12…Rh8.
13. Axg7+ Rxg7 14. Dg5+ Rh8 15. Df6 ++
Una curiosidad con la que escarmentar y entretener a los pupilos que ensayan esta estratagema ante su Maestro de Ajedrez.
Ajedrez y Simetría
El placer de la mente humana ante la simetría que todo lo inunda en la naturaleza como lo prueban las leyes de la física, la composición y estructura de la química, el diseño de los organismos en biología…no podía menos que apreciar belleza en el ajedrez, el cual fundamenta su racional realidad en un perfecto juego de simetrías varias, que a su vez, se asientan en los más ancestrales motivos simbólicos discursivos tensiónales de marcado sesgo oriental dada su bipolaridad entre dos contrarios como son el día y la noche o el combate entre fuerzas antagónicas de la luz y la oscuridad, representantes de la pugna entre el bien y el mal morales o las fuerzas positivas y negativas del Universo como en el Yin y el Yang a diferencia de la inclinación trina de la idiosincrasia indoeuropea.
En mor de la claridad para no entorpecer su lectura ateniéndome en lo posible al objeto concreto de este artículo, obviaré usar la tipología específica de la simetría y dar razón histórica de la realidad actual descrita respectivamente. Así, podemos sin demora entrar de lleno a observar que la primera de las simetrías, aunque de obvia que es pasa desapercibida, nos la ofrece la propia forma cuadrada del tablero.
La elección del cuadrado o mejor dicho, la fijación del juego en un tablero cuadrado, no es casual, sino que obedece a primarios conceptos geométricos de corte pitagórico que subyacen en el ordenamiento agonal, como por ejemplo, la perfección que se le confiere. Y es que el cuadrado establece a priori un equilibrio absoluto del terreno de juego tanto a los contendientes, como a sus respectivas estrategias y a los potenciales espectadores, pues en principio, sin piezas, tanto el espacio de blancas de la primera hasta la cuarta fila, como el de negras desde la octava hasta la quinta fila, que surge del corte horizontal es idéntico, como iguales son el flanco de la “a” a la “d” como el de la “h” a la “e” que surge del corte vertical y los cuatro triángulos emergentes de su corte diagonal. Su simetría absoluta, únicamente desaparece en el momento de la colocación de las piezas, donde sólo dos lados enfrentados están ocupados por piezas y en un flanco están las Damas y en otra los Reyes quedando las bandas momentáneamente despejadas.
De por si, el tablero cuadrado, condiciona el juego hasta límites insospechados; Que los jugadores deban alternarse en el turno, sólo es la primera de las consecuencias directas de tan enérgica simetría, pues bajo esta condición, dos turnos seguidos ofrecería demasiada ventaja en un campo tan milimétricamente igualado, cosa que no ocurre por ejemplo en las canchas deportivas o en el propio parchís, donde inciden otras variables que dan chances distintos para amortiguar lo que supone mover dos veces seguidas. Dado su extremo equilibrio, la segmentación de su superficie, mimetizó su disposición general también en cuadrículos de modo que su representación fractal regular, conserva en un particular escaque la virtud del conjunto y viceversa, para permitir a las piezas – salvo a peones – jugar por igual en los cuatro puntos cardinales a excepción de las casillas de los laterales. De este modo, el tablero se reproduce en pequeño por cuadrantes surgidos del corte vertical y horizontal, así como triangulares del corte aparecido por la intersección de sus dos diagonales, perfectamente sustituibles sea en su giro en sentido de las agujas del reloj sea a la inversa. Ello permitirá en su momento trabajar lo que se ha dado en llamar “casillas conjugadas” que no podría ser, de no imperar esta simetría del tablero.
La disposición de los escaques cuadrados alternados en el típico ajedrezado blanco y negro ya comentado, permite observar otra útil característica de otra simetría subyacente, cuál es, la del negativo especular. Sea en su corte vertical, sea en su corte horizontal, las casillas se muestran como en negativo. Ello permite aprender el tablero sin necesidad de visualizarlo de cara a jugar a la ciega, pues si a1 es negra, por necesidad h1 es blanca y a8 es blanca. No ocurre lo mismo con el corte diagonal que es simétrico puro.
Tampoco es fruto del capricho histórico que el cuadrado esté dividido en ocho filas y ocho columnas…Ya he apuntado que no me voy a perder en motivos históricos, por lo que obviaré el original chino del chaturanga y su síntesis india que es la fuente de la duplicidad observada en las piezas. Pero la fijación del juego en ocho, obedece igualmente a la idea del cuatro como perfección, que de suyo responde a la observación muy acertada de los antiguos de que las peculiares características oculares de la especie, no nos permiten apreciar con nitidez diferencias visuales de un vistazo más allá de cuatro elementos, de ahí que los romanos usaran como mucho tres palitos seguidos y evitaran una secuencia de cuatro elementos iguales, cosa que tiene mucho que ver posiblemente con usar el pulgar para contar el resto de los dedos de la mano. Tomando este conocimiento en consideración, es sencillo aceptar que el ocho sea el resultado justo y perfecto para que los jugadores puedan captar con facilidad los cuatro cuadrantes, el espacio natural de cada bando que corresponde a cuatro filas, el espacio de cada flanco que es de cuatro columnas, etc.
La colocación de las piezas presenta una distinta pero no menos elocuente simetría. Por una parte traza un claro eje izquierda-derecha entre las propias piezas donde cada ala respeta un determinado orden y por otro, atiende una simetría especular donde las propias piezas parecen reflejadas guardando las distancias en el lado opuesto, sólo que como en un negativo, apareciendo blanco lo que es negro y a la inversa. De esta singular simetría se deriva el hecho importantísimo de que con blancas y con negras, no jugamos igual y no sólo por el tema del turno: Mientras las blancas tienen su flanco de Rey a la derecha, el de las negras está a la izquierda y con el flanco de Dama ocurre al revés. La primera consecuencia es evidente: el juego busca la simetría facilitando enroques en el mismo bando, pues de lo contrario el bando que inicia el juego tendría gran ventaja con el movimiento de ataque en una variante que favoreciera de entrada partidas con enroques opuestos, por no hablar del fortísimo efecto de rayos X de las Damas hacia los Reyes desde la posición inicial y sus nocivas consecuencias para un juego abierto en el centro, riesgo que sólo las torres en la disposición actual se pueden permitir, dado lo torpe que se hace abrir el juego por el flanco vigilando su salida los alfiles adversarios y que los peones de torre, solo pueden cambiarse por una diagonal, cosa que disminuye el riesgo de los rayos X entre ellas. Curiosamente, este inconveniente, en cambio es propiciado en la simetría pura de las diagonales entre los alfiles como único modo de contrarestar el ataque adversario situando los alfiles en los fianchetos.
La simetría de las piezas contempladas en su singularidad, participa de las mismas simetrías que los seres vivos. Las más simétricas son los Peones, seguidos de Torres y Damas, lego de Caballos y Reyes y por último de los alfiles, característica esta última que no deja de extrañar, por cuanto la pieza que discurre por la vía más simétrica de cuantas hay, la diagonal, paradójicamente sea la menos simétrica de todas. Aunque no lo parezca, ello obliga a los jugadores a estar más pendientes de las piezas que no son simétricas: Los alfiles no suelen gustar con la ranura hacia atrás, los caballos suelen colocarse de lado mirándose mutuamente o de frente y los Reyes nunca se colocan con la cruz de canto.
La apertura del juego ofrece variados motivos de simetría como se podrá apreciar: Las defensas más reconocidas tanto si las blancas salen de Rey o de Dama, son las que ofrecen una resistencia inicial de simetría abriendo de modo frontal. Por supuesto, las negras comprenden rápido que la eterna simetría, juega en su contra por aquello de que las blancas llevan la iniciativa y por consiguiente, ante un repentino mate, no hay amenaza que valga de mate en una. Así tras las comunes:
1) e4-e5; 2 Cf3 las negras se ven ante el dilema de continuar con la simetría o defender su peón. De continuar con la simetría con 2)…-Cf6; de la Petrov tras 3) Cxe5 ya se ven forzadas a romper la simetría con 3)…-d6 si no desean quedarse mal.
La misma lección aprende pronto el principiante que imita la salida de las blancas para dar el mate Pastor y pierde la Dama en h4 capturada por la Dama blanca que previamente había ido a h5.
Pero el turno inicial, ese desequilibrio temporal que hace preferible de entrada jugar con blancas que con negras, no es la única variable que rompe la simetría del tablero y de la colocación inicial de las piezas…Para las blancas, no es lo mismo abrir el juego con e4 que con d4: al margen de las consideraciones sobre el enroque y las estrategias de juego táctico o posicional, los peones de la columna d, salen defendidos y por ello al negro le es más sencillo jugar simétrico en este flanco que en el del Rey, como lo prueba la Tarrasch o el caso de la apertura Inglesa 1) c4 -, donde la simetría es consustancial en su defensa en variantes que exasperan al jugador de blancas con una insultante ecolalia de las negras movimiento a movimiento hasta jugadas que se internan de lleno en el medio juego.
Pero el conocimiento de la simetría, permite a los jóvenes ahorrar energías en el estudio de Aperturas, o lo que es lo mismo, doblar y hasta triplicar su repertorio con solo fijarse en este curioso aspecto. Así, si 1) e4-c5 es la Siciliana, 1) c4-e5 será la siciliana con blancas; si 1) f4-d5 es la Bird, 1) d4-f5 será la Bird con negras, etc. Por supuesto, sin olvidar que hay tiempos de más y de menos, lo curioso es que en la Inglesa operan las mismas debilidades, planes, rupturas, cambios que en su espejo siciliano y que en la Holandesa ocurre otro tanto con su silueta blanca de la Bird. Cualquiera que las haya estudiado un poco, sabe de lo que hablo.
Aunque la Teoría de Juegos ha intentado determinar si el juego de ajedrez es equilibrado o si por el contrario tarde o temprano resuelve a favor de las blancas, lo cierto es que, hasta el momento, esta cuestión no ha podido dilucidarse fuera de una duda razonable. Indudablemente, la fuerza de la simetría alienta el empate. Por eso, los buenos jugadores, evitan en lo posible el juego que posibilite al contrario una defensa en variantes simétricas y simplificadores como la de la defensa Francesa 1) e4-e6; 2) d4-d5; 3) exd-exd;
En la apertura ayuda mucho en romper la simetría el Jaque, dado que el oponente se ve obligado a efectuar un movimiento de defensa y no puede imitar a su adversario. Pero salidos de la apertura, la simetría se diluye dado que en el juego de ajedrez, no opera la propiedad conmutativa, pues en una lucha por las columnas, no es lo mismo dejarse cambiar en c1 que cambiar tú en c8. Los distintos elementos que inciden en el medio juego, dificultan un mantenimiento correcto de la simetría. Prueba de ello es que según la partida se aproxima al final, los motivos de simetría vuelven a operar incluso con carácter de exactitud matemática. Tómese el caso de la “Oposición” o su hermana mayor “Las casillas conjugadas”, sea la triangulación, el zugzwang, la repetición de movimientos, el color de los alfiles…todo remite de nuevo a la simetría.
Hasta en la actitud y estrategia de los jugadores puede observarse esta invitada invisible como lo demuestra que mientras para algunos la mejor defensa es un buen ataque, para otros, el mejor ataque es una buena defensa.
Una batalla en torno a la simetría fue disputada entre los dos modos de anotación: el descriptivo defensor de la paridad y el algebraico partidario del notorio desequilibrio que supone imponer la perspectiva del bando blanco a la hora de citar las casillas.