El 16 de abril se abre la Puerta del Perdón en Santo Toribio de Liébana y comienza el Año Jubilar Lebaniego

Cuentan que el domingo, 16 de abril de 2023 se abrirá la Puerta del Perdón (en la fotografía) y comenzará el Año Jubilar Lebaniego, en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana de la localidad cántabra de Potes. La historia cuenta que en el siglo IX Santo Toribio de Liebana llevó la reliquia del «Lignun Crucis» (Madera de la Cruz) desde Jerusalén a Roma y, luego, a su obispado de Astorga. Pero, la invasión musulmana obligó a trasladar los bienes religiosos más preciados al llamado entonces Monasterio de San Martín de Turieno en los Picos de Europa, que se transforma en un afamado enclave de peregrinaciones, sobre todo, cuando el Papa Julio II en 1512 otorga a este lugar el privilegio de ser Año Santo, cada vez que el 16 de abril, festividad de Santo Toribio, coincida en domingo. El «Lignun Crucis», custodiado en la actualidad por los Franciscanos, es la reliquia, que contiene el fragmento mas grande de la Cruz de Jesucristo, que se conserva en una cruz procesional de plata dorada de estilo castellano del siglo XVI. Así, desde el día en que se abra la Puerta del Perdón hasta el fin de 2023, muchos serán los peregrinos y peregrinas que acudirán a través de los caminos de peregrinación que conducen al Monasterio de Santo Toribio de Liébana para conseguir la Indulgencia Plenaria, que suprime totalmente la pena temporal por los pecados cometidos y confesados hasta ese momento. 

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El Camino del Norte o de la Costa es el trayecto más clásico y, seguramente, será el que sumará más peregrinas y peregrinos al Monasterio de Santo Toribio, a través del desvío en San Vicente de la Barquera; en tres o en cinco etapas, dependiendo de la fortaleza de cada caminante, en dirección a la comarca de Liébana situada a los pies del macizo central de los Picos de Europa. 

La Diputación de Palencia también promociona el Camino Lebaniego Castellano, que sube desde la capital palentina, por las orillas del Canal de Castilla hasta Frómista y Herrera de Pisuerga y, seguidamente, hasta Cervera de Pisuerga para afrontar la entrada a los Picos de Europa por el parque natural de la Montaña Palentina y descender, finalmente, hasta Santo Toribio de Liébana. Un recorrido bastante bien señalizado con la dificultad del ascenso a San Salvador de Cantamuda, Camasobres, Piedrasluengas y Pesaguero. 

Cuentan que Santo Toribio pudo realizar este recorrido en el siglo VI cuando en Palencia fue apedreado —los palentinos celebran la tradicional fiesta de la pedrea en su onomástica— y obligado a continuar su camino hacia el norte, hasta Liébana, donde levantó su eremitorio de pobreza y santidad.

Pero este itinerario no será el único camino por donde se presentarán los peregrinos peregrinas a besar el «Lignun Crucis» porque también se puede acceder a través del Camino Vadiniense,  desde León y Mansilla de las Mulas (Camino Francés), por la orilla del río Esla, Portilla de la Reina, puerto de Pandetrave y Cosgaya. Esta es una ruta que ya se utilizaba en la Edad Media en los dos sentidos de marcha, según convenía a los viajeros que tenían como meta Santiago de Compostela.

https://www.diputaciondepalencia.es/diputacion/publicacion-pdf/guia-camino-lebaniego

El carnaval del «Entroido» de Laza, donde se arrojan trapos sucios y hormigas rabiosas

Cuentan que en los diferentes caminos a Santiago las peregrinas y peregrinos encuentran pueblos con fiestas y tradiciones ancestrales como los carnavales, una celebración que trata de expulsar al crudo invierno, junto a los «fríos» espíritus malignos, fortalecer los vínculos de la comunidad, festejar la llegada de la primavera y dar entrada a la Cuaresma, la época cristiana del ayuno y abstinencia. En realidad, son muchos los carnavales que tienen lugar a lo largo de la geografía y en los diferentes «Caminos de las Estrellas» como las Mascaradas de Zuberoa, el carnaval de Lanz, Ituren y Zubieta, en el Camino del Baztan; los catalanes de Torrelló, Tarragona, Sitges, Solsona y Vilanova i la Geltru o los gallegos del llamado triángulo mágico del Entroido, de los pueblos de Verín, Xinzo de Limia y Laza, en el Camino Sanabrés o Fonseca. De estos tres, el de Laza (en la foto, por donde caminamos en el 2006) es el más peculiar y, al fin y a cabo, en el cual suele producirse una auténtica batalla campal arrojando trapos sucios de barro y puñados de hormigas, que antes han sido tratadas con vinagre, para que, rabiosas, «muerdan» a los espectadores del Carnaval de Laza en la A farrapada.

El Carnaval de Laza se alarga durante toda la semana con numerosos actos; el primero de todos llega el jueves con las xoves de comadres, un rito en el que las mujeres unidas se reúnen para celebrar su lazo con la vida; luego entra el venres de folión, con su estruendosa procesión nocturna de fuegos y tambores que pretende expulsar a los malos espíritus; el tercer día entra el sábado de cabritadas, con una cena popular en el entorno de la plaza de la Picota; el domingo es el «día grande» donde salen por Laza los peliqueiros, los cuales, en número de unos ciento cincuenta, trotan por las calles del pueblo fustigando a la gente con la pellica o látigo. El origen de los peliqueiros parece ser que personalizan a los antiguos cobradores de los condes del siglo XVI.

El lunes, es el turno del luns borralleiro con la batalla campal de A farrapada y la procesión en burro de A Xitanada y el descenso de A baixada da Morena, donde un sátiro con cabeza de vaca persigue a las mozas, mientras sus acompañantes lanzan harina y hormigas vivas. 

El adiós del Carnaval de Laza llega con el martes del Entroido donde los peliqueiros corren por último día junto a las carrozas luciendo un lazo negro como símbolo de luto por el final de la fiesta, que llega con la lectura del Testamento do Burro, una sátira a la vida social y política de Laza, su comarca y Galizia. Es el momento de la Quema do Arangaño, incinerando en la plaza de la Picota el muñeco que simboliza el Entroido de Laza y su comarca.

La última llaga de Pedro de Tolosa curada por la Virgen de Santa María La Real de Sangüesa

Cuentan que en el Edad Media el caballero francés Pedro de Tolosa no disfrutaba de un cuerpo muy agraciado pues estaba cubierto por un centenar de llagas, que le tenían angustiado y humillado por sus amigos y vecinos del Condado de Tolosa en la región francesa de Occitania. Cada día veía pasar junto a su casa a peregrinos y peregrinas por el Camino de Arles o Vía Tolosana, en dirección a Santiago de Compostela y, aunque el hidalgo señor no era un hombre demasiado creyente, terminó por rendirse a la convicción y fe que le transmitían aquellos caminantes en la búsqueda de «algo» tan espiritual, invisible, lejano y agotador. De esta suerte, Pedro de Tolosa tomó la decisión de emprender el Camino de Santiago, atravesar los Pirineos y, por Aragón, Navarra y Castilla León llegar a Galizia para postrarse a los pies del apóstol Santiago para pedirle que le librara de las úlceras que le carcomían su cuerpo. Día a día, jornada a jornada, el aristócrata caminó hacia Compostela a través de pueblos y aldeas, deteniéndose en las ermitas, conventos e iglesias consagradas a cada santo o virgen (como la de la fotografía de Santa María la Real de Sangüesa) a quienes suplicaba su recomendación con el apóstol Santiago para que le liberase de sus heridas.

Así, a lo largo de los dolorosos días de travesía, Pedro de Tolosa veía que sus males no cesaban, pero, al mismo tiempo, notaba que los peregrinos y peregrinas, compañeros en el «Camino de las Estrellas», le contagiaban una alegría y fe inflexible mediante el Canto de Ultreia (¡OH Señor Santiago! — ¡Buen Señor Santiago! — ¡Eultreya! ¡Euseya! — ¡Protégenos, Dios!). 

Poco a poco, la esencia del espíritu del Camino Jacobeo fue adueñándose de Pedro de Tolosa, que, finalmente, llegó a postrarse delante de la tumba del apóstol lleno de fe; ya no le importaba su sufrimiento pues consideraba que Dios le había encomendado sus penas como una prueba de fidelidad. Entonces, Pedro de Tolosa se mostró orgulloso de soportar su calvario hasta que Dios lo decidiera. 

Con esta convicción inició la vuelta a su hogar por los mismos pueblos y aldeas del camino, que días atrás había recorrido, deteniéndose en aquellos conventos, ermitas e iglesias en los que había suplicado por su curación; aunque ya no lloraba su desdicha sino que rezaba, con devoción, por el perdón de su pecado de soberbia al haber comprendido y aceptado sus dudas de fe. De esta suerte, en cada etapa, en cada devota plegaria, le sanaba una de sus úlceras hasta desaparecer de su cuerpo. 

Pedro de Tolosa, jubiloso y contento con su nueva y espiritual vida llegó por el Camino Aragonés a la iglesia de Santa María la Real de Sangüesa (en las fotografías), templo donado en 1131 por el Alfonso I el Batallador a la orden de San Juan de Jerusalén. Allí, contemplando la portada de la colegiata navarra, la última postilla se desprendió de la piel del peregrino, al comprender y aceptar los misterios que para él había supuesto la peregrinación a Santiago de Compostela.

La Fuente de la Reana de Velilla del río Carrión, el manantial sagrado de las antiguas tribus Tamáricas cántabras

Cuentan que en el Camino Olvidado de la Montaña, en Velilla del río Carrión (Palencia), los peregrinos y peregrinas encuentran las Fuentes Tamáricas (también conocidas como Fuente de La Reana), citadas por los geógrafos romanos Plinio el Viejo y Claudio Ptolomeo, en los escritos de los principios de nuestra era. Estas aguas se consideraban como el manantial sagrado de las antiguas tribus de la Cantabria,  que habitaron estas tierras en el siglo tercero antes de Cristo. En realidad, sólo es un pequeño estanque de unos veinte metros de longitud y poco más de un metro de profundidad, por donde se desliza el agua. Los romanos transformaron este acueducto en termas sagradas ya que se han encontrado vestigios de origen romano como cerámica y monedas. Al lado del manantial se encuentra la Ermita de San Juan de la Fuente Divina en este campo conocido como La Serna y a la «sombra» de Peña Mayor, de 1.869 metros de altura.

Las fuentes Tamáricas han adquirido un valor histórico muy curioso por la forma intermitente de brotar el agua, descrito desde los tiempos de Plinio el Viejo, el cual relató que, a veces, el manantial se seca durante doce o veinte días, motivo de mal agüero si alguien se acerca por primera vez a contemplarlas secas. Plinio aseguró en su Naturalis Historia que «le sucedió al legado Larcio Licinio, quien fue a verlas cuando no corrían, y murió a los siete días».

La realidad, según se cuenta, la intermitencia del agua se produce al llenarse y vaciarse un depósito natural en una caverna caliza en las montañas cercanas, a través de fisuras entre las rocas, formándose un sifón en algún punto del descenso. Las lluvias y deshielos alimentan este embalse natural, de forma que el mencionado sifón varía su presión, según la cantidad de agua embalsada, por encima de la linea de carga del recipiente. Así, según indican los geólogos, se producen las constantes variaciones del caudal de las Fuentes Tamáricas.

Velilla del río Carrión y sus alrededores fue un lugar de cruce de culturas en el siglo primero. En estos lares se encontraba la ciudad de Tamaria o Kamárica, capital de los cántabros Tamáricos, los cuales habitaban esta zona del norte de la montaña palentina. Los Tamáricos eran un pueblo muy guerrero que presentó una fuerte resistencia a la invasión del Imperio romano, que sólo logró expulsar hacia el norte a estos aguerridos guerreros a base de años de luchas y batallas prolongadas.

El Palio de Siena de la Vía Francígena, una carrera de caballos por el prestigio del clan del barrio

Cuentan que «todos los caminos conducen a Roma» y, en concreto, la Vía Francígena es uno de ellos; comienza en el Reino Unido en la Catedral de Canterbury y finaliza en la plaza de San Pedro del Vaticano. Este es un camino de 86 etapas y 2.014 kilómetros de recorrido, atravesando 4 países (Inglaterra, Francia, Suiza e Italia), que puede durar unos 3 meses, aunque también se puede realizar escogiendo tramos como, por ejemplo, fue nuestro caso entre Siena y Roma en 12 etapas, en agosto de 2011. En estas específicas fechas, viajamos en avión a Roma y luego en tren a Siena, donde nos encontramos con la celebración del Palio, una carrera de caballos, que festeja en la «inclinada» Piazza del Campo una competición entre los clanes de los barrios de la localidad, que se remonta a la Edad Media, por el prestigio y orgullo de inscribir su nombre en la historia de  Siena.


La historia del Palio de Siena se remonta al siglo IX cuando cada barrio forma su agrupación local llamada contrada, que eran grupos de familias conviviendo en una barriada de Siena, bajo la protección de una familia noble, la cual tenía su propia organización política y vida social, distinta de los demás distritos. Hoy en día, estas ancestrales prerrogativas jurídicas todavía se mantienen en vigor entre los miembros de estas agrupaciones, que contraen el compromiso de pertenencia al clan como un deber indisoluble de identidad personal para siempre. Un contradaiolo lleva su contrada «grabada a fuego en su corazón».

La carrera del Palio de Siena dura cuatro días de julio y otros tantos en agosto, aunque durante la mayor parte del año los contradaiolos vigilan las actividades y novedades de los adversarios, porque para ganar el Palio no sólo hay que saber escoger al mejor jinete sino que, también, hay que tener una estrategia para el torneo y, además, suerte, mucha suerte. En principio los caballos no son propiedad de la contrada, sino que es el ayuntamiento de Siena quien los asigna mediante sorteo entre los diez clanes, que participan en la peligrosa galopada, de un total de diecisiete existentes. Los caballos se montan «a pelo» y, además, los fantinos (jinetes especialistas en este tipo de carreras) pueden golpear a los rivales con el nerbo, una vara hecha con el miembro viril de un ternero. Los fantinos están vigilados en todo momento por los contradaiolos por si alguno de los contrincantes intenta sobornarles. 

Cinco minutos, tan sólo, es el tiempo de la carrera mientras las multicolores contradas cantan, animan y gritan a sus representantes. La clave de la victoria es, únicamente, para el caballo que llega en primer lugar después de las tres vueltas a la plaza, con o sin fantino, pues es la montura de la contrada la que se lleva el trofeo al museo del barrio. Entonces, los contradaiolos vencedores se arrojan sobre la Piazza del Campo para exigir el drappellone, que es conducido a la catedral de Santa María Assunta y a la colegiata de Santa María in Provenzano, las dos vírgenes, patronas del Palio de Siena.

El Portal de Zamudio, inicio de la «Ruta Juradera» de los Señores de Bizkaia en el Camino del Norte

Cuentan que el Camino del Norte entra en Bilbao por la Calzada de los Zamudianos, por el Monte Avril, formando parte del Camino Real que se incorporaba a la capital vizcaina desde Bermeo. Hoy en día, el camino de Santiago del Norte o por la Costa llega hasta Gernika para transitar siguiendo las flechas amarillas subiendo, a media ladera, por las faldas del monte Bizkargi, descender hacia Larrabetzu, y caminar por el Valle del Txorierri hasta Zamudio; desde este pueblo vizcaino sube la Calzada de los Zamudianos por la ladera este del monte Avril para descender, junto a la Basílica de Begoña, por las Calzadas de Mallona hasta el Portal de Zamudio y la Catedral de Santiago en el Casco Viejo de Bilbao. Así, los peregrinos y peregrinas recorren las huellas de los antiguos mercaderes que transportaban sus artículos para abastecer a Bilbao, donde vendían sus artículos, verduras, carnes, pescados y otros alimentos. Este Camino Real entre Bilbao y Bermeo era conocido también como «Ruta Juradera» porque era el trayecto que seguían los reyes castellanos, Señores de Bizkaia, para jurar y aceptar los Fueros en los siglos XIV y XV. Partían desde el Portal de Zamudio, junto a la Catedral de Santiago, hasta la iglesia juradera de San Emeterio y San Celedonio de Goikoletxea (Larrabetzu); para seguir hasta la ermita de Santa María de la Antigua de Gernika —hoy en día, integrada en la Casa de Juntas— y, finalmente, en Santa Eufemia de Bermeo.  

El Portal de Zamudio, también llamado Puerta de los Zamudianos, toma su nombre como consecuencia de ser la salida y entrada a la muralla que rodeaba el conjunto de las «Siete Calles» bilbaínas en la antigüedad. En aquellos siglos XIV y XV el linaje de los Zamudio era la familia del bando oñacino más rica y dominante en Bizkaia, que controlaba el Camino Real a través del Valle del Txorierri, mediante su casa fortaleza de Zamudio, edificada en el siglo XV junto a la iglesia mercenaria de San Martín, cruce de caminos entre Bilbao y Bermeo.

Las guerras banderizas de oñacinos y gamboinos, que se produjeron en la Edad Media en el País Vasco, fueron consecuencia del control feudal y económico de los derechos sobre las tierras, privilegios eclesiásticos, licencias de monopolios y concesiones comerciales en los territorios vascos; sobre quien valía más o quien dominaba mejor los cruces de caminos y valles o protegía mejor a sus partidarios. Los gamboinos eran fieles a la corona de Navarra y los oñacinos pertenecían a los seguidores de Castilla, aunque estas lealtades podían cambiar según las afrentas al honor de los linajes familiares o en función de los intereses del clan.      

Antepasados del linaje oñacino de los Zamudio eran caballeros habituales en las Juntas de Gernika y, por ejemplo, en el cuadro del acto del «besamanos» a Fernando, el Católico (30 de julio de 1476), pintado por Francisco Vázquez de Mendieta, el patriarca de «zamudianos»  Ordoño de Zamudio aparece en primer plano como ilustre de Bizkaia. Toda una manifestación del poder e importancia de la dinastía de los Zamudio.

Las cuevas de las cárcavas del pueblo granadino del Marchal fueron refugio de los republicanos

Cuentan que en el Camino Mozárabe, en el pueblo granadino del Marchal, se encuentran las cuevas de las cárcavas, unos refugios que fueron utilizados por los republicanos para ocultarse de los falangistas al final de la «guerra española de 1936». Hoy en día, las cuevas del Marchal han cambiado con los años y, ahora, muchas se usan como vivienda; porque las especiales características del terreno permiten ser excavadas y mejoradas sin excesivas dificultades, son impermeables, bastante seguras y siempre mantienen una temperatura en su interior de unos 18 grados centígrados. Todas estas características han dado lugar a la denominación de un «hábitat troglodita» cuyo origen se sitúa en la Edad Media como consecuencia  del asentamiento de la servidumbre que acompañó a los ejércitos en la conquista de Granada.


En realidad, esta comarca del Valle del río Alhama, que comprende los pueblos desde Guadix a Purullena, Marchal y Baños de Graena, no cayeron en manos de los fascistas hasta marzo de 1939. Es significativa la historia de Manuel Valenzuela Poyatos, alias El Peleón, secretario judicial de Marchal, nacido en una familia de campesinos pobres, trabajador honrado y obstinado defensor de las injusticias, que castigaban a su clase social; era, además, un socialista comprometido con la causa republicana, que después del golpe fascista del 18 de julio asumió la responsabilidad de secretario del ayuntamiento y con su intermediación varios de los «derechistas» del Marchal (incluido el cura) salvaron su vida.

Pero al final de la guerra, tras la derrota, Manuel fue perseguido por los falangistas y, aunque intentó huir, decidió regresar a su pueblo junto a su esposa Mercedes y sus cinco hijos a quienes veía todas las noches a escondidas. Así pasó un tiempo El Peleón oculto en las cuevas de las cárcavas junto a otros compañeros hasta que los fascistas los localizaron y llevaron a la cárcel, instalada en la Azucarera de San Torcuato de Guadix, donde fue acusado de cargos falsos, denunciado por algunos a los que había salvado anteriormente, siendo condenado a la pena de muerte por el delito de auxilio a la rebelión.

Enfermo y sin poder ver a su familia estuvo detenido nueve meses en Guadix hasta que en la madrugada del 12 de enero de 1940 fue fusilado en la tapia del cementerio de Guadix junto a cuatro compañeros: José García Mesa, Gabriel Hernández López, Antonio Madrid Arenas y José Ordóñez Gutiérrez.Todos ellos fueron arrojados a la fosa común donde se calcula que reposan más de 170 cadáveres.

En Andalucía fueron fusilados numerosos médicos, abogados, escritores (Federico García Lorca fue uno de ellos), artistas, maestros y, especialmente, trabajadores y agricultores; unas 50.000 víctimas mortales de la represión franquista durante y después de la Guerra Civil. En concreto, en Granada fueron asesinadas 8.500 personas, siendo una de las provincias más castigadas de la región —acoge 97 fosas comunes— y, además, un total de 12.200 sufrieron represalias económicas de una u otra manera, según una publicación del Centro de Estudios Andaluces. 

En Granada hubo también campos de concentración como el de la Casa Grande de la localidad de Padul, donde unos cinco mil presos políticos fueron utilizados como mano de obra esclava para trabajos forzados. En este caso, la mayoría de prisioneros eran procedentes de Euskadi, obligados a construir caminos en la Sierra del Manar, que se ha llamado «La Vereda de los Gudaris» y que, hoy en día, se configura como ruta de senderismo. 

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/por-las-veredas-de-los-gudaris-cruz-de-la-atalaya-la-silleta-de-padul-piedra-ventana-y-silleta-del-16938707

El arte urbano del polifacético artista Okuda San Miguel en el Camino del Norte

Cuentan que los peregrinos y peregrinas encuentran en el Camino del Norte el arte urbano de un polifacético artista cántabro llamado Okuda San Miguel, que realiza obras de grandes dimensiones, con geometrías dispares y tupidas policromías. La obra más elocuente y conocida de Okuda es el Faro de la localidad Cántabra de Ajo, que se ha convertido en la atracción de miles de turistas cautivados por este arte urbano; siendo uno de los lugares más visitados de la costa cantábrica en los últimos años. Esta creación artística de Okuda se denomina «Infinite Cantabria» y refleja su patrimonio natural mediante la representación, con formas geométricas y de gran colorido, de cuatro animales autóctonos de Cantabria: osos, lobos, buitres y cabras montesas.

Okuda San Miguel ha utilizado más de cien colores diferentes, que pueden contemplarse en el lado que mira a tierra, mientras que, en el costado del mar apenas existe policromía porque la luz de la torre sigue en funcionamiento y, según se dice, de esta forma no desorientaría a los barcos. El faro de Ajo de Okuda tiene puesta fecha de caducidad ya que en 2028 volverá a ser blanco.

Las obras de Okuda se pueden contemplar en multitud de espacios o edificios de todo tipo (en la foto, uno de los silos de las cercanías de Ajo) como fachadas de casas, silos y graneros, centros comerciales o fábricas e, incluso, inmuebles pertenecientes a los diferentes gobiernos o administraciones; todo espacio libre es válido para el arte urbano de Okuda San Miguel.

Numerosas son las localidades donde se pueden encontrar actuaciones de Okuda como Polanco con el retrato de José María Pereda; Torrelavega y su fachada de la oficina del paro; Miengo, con dos obras diferentes: «Totem» en la plaza Marzán y otra en el colegio Elsedo de Mogro, donde a petición de los alumnos, pintó un muran titulado «Oasis in Pandemic»; Camargo con su «The rest of the rainbow zebra» situado en el centro comercial de Bahía Real; Laredo, en su oficina de turismo (en colaboración con los artistas locales David Arranz y Esteban Camino) en homenaje a la Batalla de Flores; Santander con varias creaciones como la que se encuentra frente a la la residencia San Martín, la de la calle Río de la Pila o el mural situado en General Dávila representando «La Vinajera de Silió», el carnaval de este pueblo de Cantabria, imaginado por los artistas Okuda y Serzo que colorearon esta mascarada emparentada con los ritos celtas, los cuales también se celebran en numerosas localidades; y otras obras en varios pueblos como Reinosa, Ruerrero, Polientes, Somo, Camargo, o la rotonda de La Cuchía de Miengo.

En realidad, las obras de Okuda San Miguel se pueden encontrar en calles de todo el mundo: Estados Unidos, Japón, India, Mali, México, Sudáfrica, Perú, Chile, Brasil y a lo largo de toda Europa.  

La Ruta Gregoriana de Castilla La Mancha, el nuevo Camino de San Gregorio Nacianceno

Cuentan que en el Camino de Levante los peregrinos y peregrinas se cruzan con un «nuevo camino» llamado la Ruta Gregoriana de Castilla La Mancha. En realidad es uno de los modernos itinerarios espirituales que han nacido en los últimos tiempos tratando de aprovechar el paso de senderistas o turistas de todo tipo. Este trayecto ha sido ideado para venerar al teólogo defensor de la fe cristiana San Gregorio Nacianceno. Esta Ruta Gregoriana se puede realizar a pie, en bici, en moto o en coche; todos estos medios se admiten con las mismas características de sellos por los pueblos de paso (parroquia, cofradía o ayuntamiento), que se utilizan en las credenciales de peregrinación existentes en los más de cincuenta Caminos de Santiago acreditados, aunque no documentados históricamente en muchos casos. Es la fiebre del «todo vale».


En total son 555 kilómetros de recorrido a través de los llamados «pueblos naciancenos»: Arenales de San Gregorio, de Ciudad Real; Fuensanta, La Eras y Alcalá del Júcar, de Albacete; Saceda del Río, Huete, Pozorrubio de Santiago y Pozoseco, de Cuenca; y, finalmente, Sonseca y Villacañas, de Toledo. Cada peregrino o peregrina decide los días y la fórmula de realizar la ruta. La Hermandad de San Gregorio Nacianceno, de Pozorrubio de Santiago, es la promotora de este camino, la cual trata de impulsar este proyecto de cooperación intermunicipal para promover el culto y conocimiento de San Gregorio Nacianceno, difundir la tradición de este santo y el hermanamiento religioso-cultural en los pueblos de la región y, además, contribuir al desarrollo rural. El camino ha sido dividido en siete tramos, mediante etapas de diferentes kilometrajes, para conseguir la «Gregoriana» que acredita haber realizado todas las etapas. En la web de Wikiloc se encuentran los tracks de los recorridos de la Ruta Gregoriana.

San Gregorio Nacianceno es un santo tanto para la iglesia católica como para la ortodoxa. Nacido en la Capadocia, región histórica de la Anatolia en Turquía, en el año 329, fue un arzobispo cristiano de Constantinopla, el cual contribuyó de forma relevante en la teología trinitaria, principalmente en el concepto de las tres personas de la Trinidad. Forma parte de los denominados Padres Capadocios junto a Basilio el Grande y Gregorio de Nisa.En el siguiente enlace puede encontrarse información sobre esta Ruta Gregoriana:

https://www.rutagregoriana.org/

El Desierto de Tabernas almeriense en el Camino Mozárabe, escenario de películas del Oeste

Cuentan que en el Camino Mozárabe, en su ramal almeriense, se pasa muy cerca del Desierto de Tabernas, escenario de multitud de películas del Oeste y otros rodajes, anuncios publicitarios y reclamos de televisión. En total cerca de 300 películas de spaghetti western han sido rodadas en el Desierto de Tabernas, un paraje seco y deshabitado de 280 kilómetros cuadrados, que había pasado desapercibido hasta que el director de cine italiano Sergio Leone destapó en la década de los años sesenta. El «Salvaje Oeste» de Hollywood se trasladó a Almería porque brindaba localizaciones ideales y, además, mucho más baratas que las americanas. El clima del desierto almeriense con unas tres mil horas de sol al año y con temperaturas que fluctúan entre los -5 y los 48 grados centígrados era el rincón ideal para este tipo de películas del Oeste americano.


Sergio Leone inauguró así la serie de filmes que se denominó «La Trilogía del Dólar» rodando Por un puñado de dólares en 1964, La muerte tenía un precio en 1965 y El Bueno, el Feo y el Malo, en 1966; incluso se construyó un viejo poblado del Oeste donde se representaba un lugar salvaje y hostil donde la violencia y la muerte siempre estaba presente. Muchos fueron los artistas que protagonizaron sus películas en los 14 pueblos construidos ad hoc en el Desierto de Tabernas: Charles Bronson, Claudia Cardinale, Brigitte Bardot, Clint Eastwood, Steve McQueen, Yul Brunner, Faye Dunaway, Sean Connery, Bud Spencer, Terence Hill, Gregory Peck Harrison Ford; los cuales interpretaron legendarias películas de la historia del cine, como: Lawrence de Arabia, Cleopatra, o Indiana Jones y la última cruzada.

A mediados de los años setenta los spaghetti western comenzaron a decrecer y este tipo de películas fue desapareciendo poco a poco, aunque el viejo pueblo de vaqueros Fort Bravo y el poblado indio del Desierto de Tabernas nunca «ha cerrado sus puertas» y, hoy en día, todavía sus instalaciones siguen siendo el marco de rodaje de anuncios, videoclips y algunos filmes, además, de escenas del far west para turistas realizadas por especialistas; todo un show del lejano Oeste, con un museo de 150 piezas de proyectores de cine, carros y diligencias, un jardín con mas de 250 especies de cactus, zoológico, piscinas… todo un atractivo programa para pasar el día en familia.