Tetas a diestro y siniestro

master-tetasLo confieso. Las tetas me confunden. Mejor dicho, su uso indiscriminado. Porque lo mismo se enseñan en la calle para protestar contra el machismo que se exhiben en la portada de una revista para autofinanciarse los implantes mamarios. Una de las últimas que se ha rendido al topless mediático ha sido una periodista canadiense que le mostró los pechos a un alcalde durante una entrevista. Y, claro, una ve todo eso y le da por pensar que tiene los suyos un pelín infrautilizados. Descartada su rentabilidad económica –con menos de una 100 no se puede aspirar a decorar celdas ni cabinas de camión–, resulta complicado discernir cuándo el destape está justificado. Porque tampoco es cuestión de soltarse el sujetador como en las películas de los 70, que decía Alfredo Landa «hola, buenas» y se desnudaban tres rubias de 1,70 del tirón. Que algunas lideren su lucha a golpe de pezón es respetable pero, qué quieren que les diga, yo veo a unos tíos manifestándose con los cataplines al aire y como no me convenzan con otros argumentos de más peso, van dados. También está de moda posar en bolas para recaudar fondos. Tanto que dentro de poco lo morboso será tener un calendario de las jugadoras del equipo del barrio con jersey de cuello alto. Conste que a mí ni fu ni fa, como si nos despelotamos todos a la de tres, pero les advierto que a las noches refresca y no es cuestión de volver al curro el lunes y cogerse la baja el martes por resfriado.

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