Emulando a El Vaquilla

«Tú eres El Vaquilla, alegre bandolero», cantaban Los Chichos.

Miércoles, 25 de marzo, duodécimo día después del cristo. Lo confieso. Soy una fuera de la ley. En plan El Vaquilla, pero con las greñas más largas. He bajado al súper a comprar unos kiwis y, además de llenar dos bolsas de productos de primerísima necesidad, como donuts, patatas fritas, cacahuetes, galletas de chocolate, aceitunas y todo lo que he pillado con aceite de palma y grasas trans, he comprado un lápiz. Sí, ¿qué pasa?, un lápiz. Staedtler Noris HB2, para más señas. ¡A mí las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado! ¡Que me detengan! Espero un rato con las manos en alto, pero allí no aparece ni un munipa. Deben de estar todos muy ocupados multando a los gilipuertas que en la infancia se perdieron el episodio Dentro y fuera de Epi y Blas. ¡Que lo tenéis en YouTube! «Tú eres El Vaquilla, alegre bandolero», cantaban Los Chichos. Qué tiempos aquellos. Ahora los delincuentes son unos tristes que se recorren Bilbao de punta a punta para comprar una barra de pan.

PD: El lápiz ha sido todo un éxito. El crío ha batido su récord en cautividad: ocho multiplicaciones antes de que anochezca. Mañana me pongo un pasamontañas y bajo a por una goma Milan.

El reto viral de mudar la cama

A la cama hamburguesa, al tener conservantes, no hay que cambiarle el tranchette más que cuando saca el Athletic la gabarra.

Martes, 24 de marzo, undécimo día después del cristo. Siguiendo con mi tratamiento de choque para fomentar la colaboración familiar, me dirijo a la innombrable en su jerga y le propongo «el reto viral» de cambiar las sábanas. Me mira en plan: «Ah, ¿pero se lavan?». «En realidad son pirolíticas, pero los años bisiestos suelo cambiarlas». Me quedo observando porque esto promete. Pone la bajera, encima el protector del colchón, luego la sábana. Error. Pone el protector del colchón, pero con la felpa hacia abajo. Mecachis, casi, casi. Error. Pone el protector bien -a falta de la final de la Copa, tiro una bengala-, luego la sábana y encima la bajera. Me callo como una perra para echarme unas risas viendo cómo intenta meterse ahí esta noche. Nunca imaginé que se pudieran hacer más combinaciones con tres telas que con los números de la Bonoloto. Por cierto, a estos chavales ¿qué narices les enseñan en el instituto? A mediodía le digo que lave su vaso y me pregunta que si con la parte amarilla o verde del estropajo. Me duele tanto la tripa de reírme que suspendo el tratamiento de choque, que si no mañana voy a tener agujetas.

PD: La innombrable quiere aclarar, y yo lo suscribo ante el crío, que levanta acta notarial, que todas estas cosas que escribo me las invento yo, que estoy para encerrar. Ay, que no, que ya estoy encerrada.

Arantza Rodríguez