El reto viral de mudar la cama

A la cama hamburguesa, al tener conservantes, no hay que cambiarle el tranchette más que cuando saca el Athletic la gabarra.

Martes, 24 de marzo, undécimo día después del cristo. Siguiendo con mi tratamiento de choque para fomentar la colaboración familiar, me dirijo a la innombrable en su jerga y le propongo «el reto viral» de cambiar las sábanas. Me mira en plan: «Ah, ¿pero se lavan?». «En realidad son pirolíticas, pero los años bisiestos suelo cambiarlas». Me quedo observando porque esto promete. Pone la bajera, encima el protector del colchón, luego la sábana. Error. Pone el protector del colchón, pero con la felpa hacia abajo. Mecachis, casi, casi. Error. Pone el protector bien -a falta de la final de la Copa, tiro una bengala-, luego la sábana y encima la bajera. Me callo como una perra para echarme unas risas viendo cómo intenta meterse ahí esta noche. Nunca imaginé que se pudieran hacer más combinaciones con tres telas que con los números de la Bonoloto. Por cierto, a estos chavales ¿qué narices les enseñan en el instituto? A mediodía le digo que lave su vaso y me pregunta que si con la parte amarilla o verde del estropajo. Me duele tanto la tripa de reírme que suspendo el tratamiento de choque, que si no mañana voy a tener agujetas.

PD: La innombrable quiere aclarar, y yo lo suscribo ante el crío, que levanta acta notarial, que todas estas cosas que escribo me las invento yo, que estoy para encerrar. Ay, que no, que ya estoy encerrada.

Arantza Rodríguez

¡Que esto no es un resort!

El pedido que hice en el súper para el apocalipsis no nos ha durado ni la primera quincena.

Sábado, 21 de marzo, octavo día después del cristo. Estoy hasta el mismísmo de servir desayunos, almuerzos, comidas, meriendas, cenas, recenas y picoteos mientras intento, en vano, darle a la tecla. Estas criaturas no tendrán virus, pero tienen un par de solitarias tamaño XXL. Se están ventilando el pedido que hice para el fin del mundo en tiempo récord. Les repito por enésima vez que esto no es un resort y la chapa sobre teletrabajo y colaboración familiar. La innombrable me dice que vale, pero que qué hay de comer. Por suerte, no tengo ningún arma a mano. Paso al plan B. Tratamiento de choque. «Hay pollo, pero te lo fríes tú». Coloca una paellera en la placa más pequeña, se venda hasta el codo con un trapo de cocina y lanza desde una distancia de metro y medio, digo yo que por miedo al contagio, dos pechugas sobre una piscina de aceite sin que haya que lamentar daños personales. No me pregunten cómo, pero una se le quema y otra se le queda cruda. Las engulle enfurruñada. «¿Y a él por qué sí se las fríes?». «Porque tiene 8 años y lo mismo está petada la Unidad de Grandes Quemados de personal médico y de enfermería. Si no, le plantaría el delantal, que hoy día injertan parches de piel como patchwork». A lo de cómo la innombrable puso el lavavajillas y salió todo más sucio que antes no le he encontrado aún explicación, lo mismo que a lo del 8-M. Que nos perdone Greta Thunberg, pero hubo que repetir el ciclo de lavado.

Arantza Rodríguez