Robinjú

Lo confieso. Fue enterarme de que a Rafa Nadal le habían birlado un peluco de 300.000 euros y pensar de la misma que eso le pasa por tenerlo. Mi exvecino, el desahuciado, lleva uno digital ochentero, de esos de plasticorro negro que eran lo más cool en la época de El Vaquilla, y se ha plantado en 2012 con él sin amago de tirón. Ya puede extinguirse la humanidad entera, incluido el incorrupto Santiago Carrillo, que la joyita permanecerá intacta en su fosilizada muñeca. Se ve que cuando le tocó en la tómbola aún no habían inventado eso de la obsolescencia programada porque para mí que ni siquiera le ha tenido que cambiar la pila.

A lo que iba, que no digo yo que haya que robar, pero si no queda más remedio, mejor que se haga a lo Robinjú. Ahora que el reloj de Nadal ya ha aparecido, solo queda por localizar el vibrador de oro valorado en 4.000 dólares que robaron de un sex-shop en Brasil. Me fastidia reconocerlo, pero por una vez creo que coincidiré con Rouco Varela en que esto es obsceno. La diferencia será que a él se lo parecerá el artilugio en sí y a mí el pastón que cuesta pudiendo cumplir la misma función, según me ha contado una amiga, no se vayan a pensar, uno de marca blanca. Me imagino el careto del empleado del Compro oro cuando le suelten encima del mostrador eso. Vale que los ricos se metan el dinero por donde les quepa, pero que luego no nos digan que el que no se consuela es porque no quiere porque con esos precios cualquiera va al sex-shop.

Insolidariolé

Preguntar según a quién da mucho miedo. Y si no, que se lo cuenten a los parados de las pedanías de Guijo de Galisteo. El Ayuntamiento de este municipio cacereño propuso destinar el presupuesto de los festejos taurinos a crear empleo y los vecinos en referéndum dijeron que por aquí. Vale que el dinero en juego, 15.000 euros, no era como para echar cohetes, pero menos da una piedra.

Eso pasa por dejar votar a los chavales, que quieren cachondeo y toros sin pensar en las cornadas que da el hambre. Tres insensatas de 17 años dijeron apoyar el jolgorio porque «todavía son muy jóvenes para trabajar» y en la feria se divierten «mucho». Ale, pues a gastarse la paga en cubatas y que viva la insolidariolé. Puestos a sacar punta a todo, el cargo del hombre que dio a conocer el resultado era de chiste: concejal de Festejos y Personal. Toma ya. Pues está el personal como para bailar Paquito el chocolatero.

Lo peor de todo es que la noticia ha salido del patio de vecinos de Twitter para extenderse por el mundo mundial. The Guardian destacó en su edición digital que «una localidad con problemas de liquidez antepone los toros a crear puestos de trabajo», mientras que France Press añadió «a pesar de tener en Extremadura una tasa de desempleo del 30%». La agencia Reuters, por su parte, atribuyó la repercusión mediática del referendo «a la recesión que vive España, donde una de cada cuatro personas está en el paro». Y las otras tres, visto lo visto, mejor no saberlo.

Esperre que erre

Declaraciones incendiarias de la presidenta, una marcha de extrema derecha convocada pese a la advertencia policial… Ya puestos, mañana podrían repartir en los aledaños del Vicente Calderón el kit antiseparatista, compuesto de un buff de camuflaje, un puño americano y una porra extensible, todo ello dentro de un hatillo confeccionado con la bandera preconstitucional. Menos mal que los aficionados vascos y catalanes solo irán armados de paciencia y, a lo sumo, de un pito con el queenmudecer el himno español.

Aunque puestos a protestar, a mí me hacía más gracia lo de cantar Un elefante se balanceaba… en memoria del paquidermo de Botsuana abatido por el rey. Hay quien incluso proponía ir al partido disfrazados de Dumbo, pero las orejas no dejarían ver a los de los laterales, así que como mucho alguno irá trompa. Eso sí, con la neverita de camping a cuestas, porque la consigna es no llenar las arcas de Esperanza Aguirre. No va la menda y dice que si hay silbidos, habría que suspender el partido. Y ni siquiera fue un calentón, porque confesó que «lo llevaba pensando mucho tiempo» y ayer, de hecho, lo reiteró.

Esperre que erre ha conseguido que, entre pitos y flautas, no se hable de su déficit oculto. Y lo ha hecho Caiga Quien Caiga, como en los viejos tiempos. Si no fuera porque solo sabe bailar cha cha cha, darían ganas de mandarla a cantar con las abuelas rusas a Eurovisión. Qué pena que la Esperanza sea lo último que se pierda, porque, como diría el torero, íbamos a quedarnos tan a gustitoooo.

Canguelo

Creo que estoy obsesionada porque ayer vi pegado en una farola un anuncio de Reformas en general y visioné de la misma a Rajoy. Con un pañuelito de cuatro nudos, un lápiz mordisqueado en la oreja y la prima de riesgo asomándole por la parte trasera del pantalón. Me perseguía con un puro en la comisura de los labios y la intención de alicatarme el sueldo. Rápido y muy económico, rezaba el texto. En lo primero no le faltaba razón, porque el tío va a ñapa por semana. Pero lo segundo sonaba a recochineo.

La culpa de mis alucinaciones la tiene mi compañera, que se pasa el día metiéndome miedo. Ahora le ha dado por sacar sus ahorros del banco a poquitos para no levantar sospechas. Los almacena debajo de la cama, en tupperwares. Y no es la única que teme por su capital. El padre de mis criaturas, ante la ineficacia del hombre del saco, las asusta con que si no se portan bien, van a decretar un corralito. El de seis meses le mira y se parte de risa. Es lo bueno que tiene ser un inconsciente. Pero la de seis años corre a lavarse los dientes con cara de pánico. Debe pensar que nos van a atacar mil gallinas ponedoras, porque no me lo explico. Será que el canguelo se transmite de padres a hijos.

La situación no es para menos y se refleja hasta en los chistes: Ayer hice un trío en el trabajo. Ah, pero ¿tienes trabajo? No tiene ni pizca de gracia, pero es sintomático. Llegando a casa vi otro cartel: Se dan clases particulares. Me acordé de otro dirigente, pero a estas alturas del curso, es imposible que apruebe en junio.

Vuelve, cari

Por el respeto que les tengo, pero he estado a un tris de no escribir esta columna. Total, ¿para qué? En pleno resacón futbolero -a los hinchas del viaje relámpago a Bucarest les deben de doler hasta las pestañas- me pregunto si hay vida después del partido. Y si es así, si en concreto hay alguien al otro lado de este post. No me mientan por compasión. Entenderé que hayan sido abducidos por las noticias rojiblancas. Tal es así que con su permiso -el suyo, querido lector incombustible, y el de mis incondicionales padres- voy a aprovechar estas líneas para hacer un llamamiento personal: Vuelve, cari. Se lo digo al padre de mis criaturas, que el miércoles se fue a ver el encuentro en las pantallas gigantes de San Mamés y está desaparecido en combate.

Teniendo en cuenta que lo más tarde que ha llegado a casa en los últimos años fue un día que se quedó a ver con los niños los fuegos artificiales, estoy empezando a preocuparme. Más que nada porque se despidió diciendo que si ganaba el Athletic, iba a hacer el Camino de Santiago en goitibehera y si perdía, con más razón, para suplicar que ganara la otra final. Y este es capaz.

En el 84 ya se tiró cuesta abajo y sin frenos desde la Basílica de Begoña y no vean qué pedazo de cicatriz. De lado a lado del cráneo. Pena que no se abra, cual cremallera, para reiniciarle el seso. En su último sms, previo al partido, decía que había alquilado un banana boat para surcar la Ría detrás de la gabarra. Vuelve, cari, y llama a tu madre, que quiere saber si vas a ir a comer el domingo.