El PSOE pierde su feudo

Por si alguien lo dudaba, las tres diestras que salieron del mismo tronco han aparcado las presuntas diferencias y, salvo milagro de última hora, van a sumar mayoría de gobierno en Andalucía. Luego vendrán, apuéstense lo que quieran, vendiendo esta o aquella moto para que no parezca un pacto, pero lo será con todas las de la ley. Uno de perdedores, por cierto, si atendemos a la terminología que hasta anteayer ha sido matraca ad nauseam de los que ahora hacen piña para echar al PSOE de la poltrona ocupada durante 36 años, casi nada.

Y de esa eternidad al mando de la Bética y la Penibética me sale otra hilacha argumental. Porque es verdad que da para mucho cagüental asistir al apaño con una formación de extrema derecha sin complejos, pero aparte de lo escasamente sorprendente del hecho, no podemos obviar que el primer culpable del bofetón en las urnas fue el propio partido que desde hace tres decenios y pico ha hecho mangas y capirotes creyéndose impune en los tribunales y ante un electorado al que ha tratado como un rebaño.

Tanto ha ido el cántaro a la fuente, que al final ha saltado por los aires, dejando a Susana Díaz con una mano delante y la otra detrás. Si no fuera porque esta hostia también lo es en su cara, Pedro Sánchez tendría motivos para despiporrarse de la risa ante la caída en desgracia de quien intentó buscarle la ruina por tierra, mar y aire, y muy cerca estuvo de conseguirlo. Al correr de los calendarios, mal que bien, Sánchez sigue durmiendo en Moncloa, mientras Díaz, que no ha currado un día de su vida por cuenta ajena, aguarda que le señalen la puerta giratoria correspondiente. Qué pena.

Nada de nada

Como saben los más veteranos consumidores de este puñado de líneas deshilachadas, no me salto un discurso borbónico de nochebuena. Es algo entre el vicio confesable, la superstición, la tradición y, supongo, unas gotitas de ganas de descolocar a quienes no esperaban que servidor tuviera semejantes costumbres. ¿Masoquismo? Qué va. Jamás me ha provocado el menor dolor asistir ni a la verborrea casi etílica del padre ni a la colección de gallos del hijo desde que le tomó el relevo. Simplemente escucho y trato de hacerme una idea de por dónde va el balón político hispanistaní. A veces, es muy evidente, incluso hasta grosero, el recado que se quiere enviar. En otras ocasiones, sin embargo, es necesario olfato de perdiguero para desentrañar el mensaje que esconden los tópicos escupidos por la boca regia. Las reacciones de las horas siguientes, a favor, en contra o entreveradas, ayudan en la interpretación.

¿Y qué ha dicho esta vez el joven Capeto? Pues, sinceramente, creo que absolutamente nada. Puro blablablá. Les aseguro que no tengo memoria de una parrapla navideña tan vacía como la de anteanoche. Solemne memez, lo de dejar a los jóvenes la Constitución del 78 como legado, como si la Carta Magna pudiera comerse o sirviera para pagar una hipoteca. Y lo de la convivencia como el valiosísimo jarrón chino que no podemos romper, menuda chufa. Ni amenaza con los tanques como en octubre de 2017 ni propone echarle un par de narices y preguntar a sus súbditos a ver cómo quieren montárselo. Patada a seguir. Mareo de perdiz. No olvidemos que la chapa pasa censura gubernamental, y lo que toca ahora es hacer el Tancredo.

Garzón contra Garzón

La primera vez que te engaña Baltasar Garzón es culpa suya. La segunda, la tercera, la cuarta, la quinta… qué quieres que te diga, amigo progresí. Quizá empieza a ser menester que le des una vuelta a cómo las gasta el fulano extogado que veía amanecer, según la almibarada biografía escrita por Pilar Urbano, también conocida como Pilar Suburbano entre los veteranos del gremio periodístico.

Es probable que ni sepan los lectores a santo de qué saco a coalición al creador de aquella religión que se basaba (y aún se basa) en el mantra único Todo es ETA. Por fortuna, más allá de sus bien pagadas presencias en platós, mesas redondas y bolos varios, las andanzas del tipo se quedan en el córner de la actualidad. La última consiste en secundar al simpar Gaspar Llamazares en la creación de una candidatura para las elecciones de mayo bajo la marca Actúa, que hasta ahora era una escorrentía de Izquierda Unida. Se trataba de competir contra el partido nodriza con su propia pasta, con Garzón in person encabezando la lista a las europeas.

Para que no falte ningún detalle chusco, han aparecido unas grabaciones al estilo Villarejo —no por casualidad, compañero de cloacas del exmagistrado— que prueban la fechoría. “Este señor y yo nos tenemos que comer las candidaturas más importantes”, dice Gaspar en alusión a Baltasar (se diría que solo falta Melchor Miralles para completar la tripleta de reyes magos) en uno de los audios. Ahora, el otro Garzón, Alberto, el de la boda a lo duque de Alba, que todavía manda en la actual excrecencia de Podemos llamada IU, está que fuma en pipa por la traición. Como si no se la hubiera buscado.

21-D, un año

21-D, hace un año también estuve ahí. Recuerdo la interminable caravana desde el aeropuerto del Prat a los estudios de RAC-1 en la Diagonal de Barcelona. El atasco no tenía nada que ver con las elecciones a todo o nada que se celebraban en un territorio intervenido por designio del en aquellas fechas presidente español, Mariano Rajoy, con el apoyo de PSOE —oh, sí— y Ciudadanos. Era lo habitual cualquier día laborable del año a partir de las cinco de la tarde. De hecho, si no fuera por la propaganda que lucían las farolas y las marquesinas de autobús, nada hacía sospechar que a esas horas las urnas recibían unos votos supuestamente decisivos para el futuro de un país que, según se decía y se sigue diciendo, estaba partido en dos.

Tampoco olvido el comienzo del programa especial de Onda Vasca, con una encuesta a pie de urna que, además de vaticinar la pérdida de la mayoría soberanista, señalaba a la Esquerra del ya encarcelado Junqueras como primera fuerza, superando de largo a Junts per Catalunya, la lista del expatriado Puigdemont. Con esos datos, me provoca sonrojo evocar los comentarios de los sabios analistas (incluyendo los míos) y de los portavoces en las sedes de los diferentes partidos. Luego, el recuento real hizo virar los discursos. El independentismo retenía la mayoría absoluta, pero JxC le tomaba la delantera a ERC, con la guinda insospechada de que el (inútil) ganador de los comicios era Ciudadanos.

No negaré que desde entonces hasta hoy han ocurrido unas cuantas cosas, pero buena parte de lo fundamental —cárcel, exilio, procesos judiciales, imposibilidad de encontrar una salida— se mantiene.

Chistes que sí y chistes que no

Por si no lo han visto, trataré de no destriparles el ya tradicional anuncio navideño de una famosa marca de embutidos. Sí les cuento que, quizá porque de un tiempo a esta parte ando con la guardia baja, me gustó, y hasta juraría que al irse la imagen a negro, pensé para mis adentros que cuánta razón o algo así. Y eso que empecé a mirar la pantalla con una ceja enarcada, esperando la consabida ración de natillas con música de violín y moralina final. Es verdad que eso último, la moralina urbi et orbi, sí está y hasta me sobra, pero tampoco le vamos a pedir peras al olmo. El formato es el formato.

Me quedo, en todo caso, con el resto de la pieza, que va —ya imagino a los lectores impacientándose por la demora en entrar en materia— de lo caro que se ha puesto hacer chistes, especialmente sobre algunas materias en concreto. Sobre la monarquía, por ejemplo, se apunta expresamente, lo que sorprende cuando la marca promocionada es de indudable adhesión al régimen. Luego viene la mención de la exhumación de Franco, y cuando la hinchada progresí está a punto de prorrumpir en aplausos con las orejas, llega el jarro de agua fría del feminismo, lo étnico y la discapacidad, con el refuerzo de la presencia de figuras conocidas que en lugar de montar el cirio, optan por entrar en las bromas sobre sí mismos. También es cierto que con un cheque de por medio, pero alabo el valor de no esquivar ese charco, y más, después de comprobar que el anuncio está siendo una especie de profecía autocumplida. No vean lo encabronados que andan los sumos sacerdotes de la ortodoxía en cuestión de gracias y gracietas. Que les vayan dando.

Huyamos del morbo

De nuevo, la misma coreografía tan macabra como reveladora del paisaje y el paisanaje. Un crimen abominable se convierte en sangriento río revuelto para ganancia de pescadores sin escrúpulos. Y ahí se van todos en tropel, a hacer caja de pasta, de ego, o de lo uno y lo otro. No faltan, ojo, quienes dicen hacerlo en nombre de las más nobles causas y los principios más sagrados. Iba a decir que no cuela, pero, por desgracia, no tengo más remedio que admitir el triunfo de los trasegadores de morbo al por mayor. Basta ver los índices de audiencia y, en proporción directa, el tiempo y el espacio dedicados a retozar en el fango.

¿Es que hay que ocultar o minimizar unos hechos que objetivamente constituyen una noticia de relieve enmarcada, además, en una cuestión fundamental de nuestra época, como es la violencia machista? Ni se me ocurre insinuarlo. Podemos y debemos hablar de este asesinato y de lo que implica, pero me atrevo a pedir una vez mas, aunque sea prédica en el desierto, que tratemos de evitar incidir en lo que está de más.

Intencionadamente, lo he anotado de ese modo tan ambiguo, porque tengo la convicción de que no hace falta ser más explícito. Si somos honestos, no será difícil hacer la lista de lo que no viene a cuento remover ni en este ni en los mil y un casos prácticamente calcados que se han ido sucediendo con una frecuencia que parte el alma. Esas imágenes en bucle, esos testimonios de quien no es capaz de articular palabra o de quien pasaba por allí. Esos comentarios de jurista de barra de bar, esas pontificaciones sobre cómos y porqués que se ignoran del todo. Y lo demás que ustedes saben.

El gesto

Hace unos días, les lloraba aquí mismo las penas de Murcia, o sea, las de la Carrera de San Jerónimo, por los deplorables espectáculos que nos depara, con creciente frecuencia e intensidad, el Congreso de los Diputados de Madrid. O las Cortes, incluyendo esa peculiar cámara que es el Senado, donde lo mismo sestean los viejos elefantes que tratan de hacer su trabajo contra los elementos varios entusiastas de la política que todavía se lo creen. Era el mío un llanto a beneficio de inventario, casi una pataleta impotente, al ver cómo los supuestos representantes de la soberanía popular se han entregado a una competición ya decididamente alocada por hacer el mayor ruido posible para tapar su incapacidad —¿O será su falta de voluntad?— de encontrar soluciones a los problemas de la ciudadanía que los ha colocado ahí.

Por supuesto, la descarga no era de aplicación a la totalidad de los ocupantes de escaño. Ya dejaba caer que había algunos que clamaban en el desierto contra esa impostura desbocada y pedían un cambio de actitud a sus compañeros. Añado aquí y con doble subrayado entre los dignos titulares de acta de diputado al representante canario de Unidos Podemos, Alberto Rodríguez, que en esa misma bronca sesión de la que les hablaba el otro día, tuvo la gallardía de dedicarle unas emotivas palabras a su adversario del PP, Alfonso Candón, que se despedía de la cámara. “Nunca pensé que diría esto en el Congreso, y menos a alguien del Partido Popular. Le vamos a echar de menos. Es usted una buena persona y le pone calidez humana a este sitio”, dijo Rodríguez desde el atril. Un gesto que merece un enorme aplauso.