Ardo en deseos de que Unidos Podemos y sus mil y pico afluentes, meandros e hijuelas terminen los ejercicios espirituales impuestos por el sumo pontífice de la orden para ver si son iluminados con las causas de su inopinado desastre electoral. No es coña. Aunque conforme nos alejamos del día de autos, va creciendo la legión de listos retrospectivos que ya sabían que los morados se iban a hostiar, aquí el arribafirmante sigue inmerso en la perplejidad más absoluta. Así como hay testigos de que predije que el PP pasaría de 130 y Ciudadanos recibiría un coscorrón de pantalón largo, para mi bochorno inenarrable, también quedó escrito lo que sigue: “El sorpasso [al PSOE] será de escándalo”.
Mientras trato de olvidar ese vaticinio patéticamente fallido —pero, por lo menos, reconocido; no como otros—, aguardo, ya digo que con ansiedad, el veredicto de quienes lo padecieron en sus expectativas. No puedo dejar de subrayar, en todo caso, lo que anotó en Euskadi Hoy de Onda Vasca el siempre puntilloso contertulio del PSE, Ekain Rico: ¿A nadie le parece raro que entre los motivos del fiasco inventariados en el cuestionario que debe contestar la militancia no figure la posibilidad de que el líder haya metido el cuezo? Sí están en la lista, además de la coalición con los nuevamente apestados de IU, el Brexit, Venezuela, los ayuntamientos del cambio, el derecho a decidir, los spots electorales, los audios de Fernández-Díaz, el discurso socialdemócrata, o algo enunciado como (ejem, ejem) “la mano tendida al PSOE”. Se echan en falta los comodines que citábamos en estas mismas líneas: los viejos y el pucherazo.