Cuando se es principiante, en el mejor de los casos las partidas suelen terminar en mates típicos como el Pastor o de la Escalera, o lamentablemente en ahogado, aunque en ocasiones se llega a posiciones muy extrañas donde no se sabe qué pasa. Estas posiciones son precisamente aquellas en las que el material que hay sobre el tablero no hace posible la victoria, ni la derrota de ninguno de los bandos. Así suele acceder el neófito a la noción de tablas.
La primera de estas posiciones que debe conocer el principiante, es la alcanzada cuando los dos reyes se quedan solos en el tablero. Siquiera por descuido uno puede capturar al otro.
Un segundo escenario donde es imposible la victoria, acontece cuando uno de los bandos pese a tener pieza de más no puede hacer mate bajo ningún concepto aun cuando se le dejara colocar las piezas como deseara. Estos casos son el de rey y alfil contra rey o rey y caballo contra rey. Llegado a ese extremo, no tiene sentido proseguir la lucha, pues no hay ni la más remota posibilidad de ganar la partida, por mal que juegue el rival.
Y un tercer estadio lo presentan los casos estudiados por la teoría de finales donde con una correcta defensa del bando débil, está demostrado el resultado de empate. De esta clase tenemos el conocido final de peón de torre, el de rey y peón contra rey, el final de torres de Philidor y muchos más, en los que si el rival juega correctamente son tablas, pero se los debe conocer y lícito comprobar unas jugadas para ver si efectivamente se lo sabe o por el contrario podemos obtener medio punto extra de la circunstancia. En el mate del burro es evidente que merecia la pena seguir.