Repetía el error una y otra vez, como si se regocijase con ello. Y me asombró, pues era algo que no pegaba ni con cola a aquel guía que, por lo demás, parecía manejarse con soltura por la historia del templo que nos mostraba.
Pero los errores se pagan y allí mismo me conjuré contra él, prometiéndole desde lo más íntimo el tomarme la justicia por mi mano para vengar tal desliz con unas líneas. Porque un experto no puede confundir dos cosas tan diferentes como un campanario y una espadaña. Así es que, con la irritación que aportan los finales de vacaciones, aquí estoy, desfaciendo entuertos.
COSAS DE LA CAMPANA
A pesar de que ya se cita su uso desde las fuentes clásicas (Estrabón, Marcial…), se atribuye a San Paulino de Nola (355-431) la generalización del uso de la campana como llamada a los servicios religiosos o para despertar a los monjes. Fue obispo de Nápoles, capital de la región de Campania. Y es precisamente de dicho topónimo de donde surge la palabra campana.
Enseguida arraigó la genial idea y el uso de la campana se expandió de mano del cristianismo, elevándolas paulatinamente en los templos para que su sonido llegase cada vez más lejos. Y ya San Gregorio de Tours (c. 585) nos habla de que se usaba una cuerda para hacerlas sonar desde abajo, algo que tan buenos recuerdos nos trae a todos los que las hemos tañido alguna vez.
Pronto (Historia eclesiástica de San Beda, año 680) se nos habla de las hazañas de las campanas que se escuchaban desde muy lejos y se crea cierta competitividad entre templos: un fuerte sonido era una demostración más de poder. Para ello se juega con el tamaño de la campana y con la elevación de la misma siempre, claro está, teniendo en cuenta la necesaria buena sonoridad dada por los mejores artesanos campaneros.
CAMPANARIOS
Una opción es la de los campanarios que no son sino una «torre elevada, exenta, adosada o integrada en un edificio, donde se colocan las campanas» como nos recuerda la Real Academia Española en su Diccionario. Campanario, que proviene de campana y ésta del topónimo de la región italiana de Campania, no lo olvidemos.
El euskera lo soluciona aún con más claridad y nos dice que un campanario una kanpandorre es decir “una torre” de campanas.
Pero siempre refiriéndonos a un lugar cerrado por varios flancos, con volumen. Pero no es la única opción porque existe la…
ESPADAÑA
…que es una «estructura mural –es decir, una simple pared– de un edificio que se prolonga verticalmente y acaba en punta, con huecos para colocar las campanas» como nos recuerdan de nuevo desde la Real Academia. En esta ocasión el término surge de “espada” por la forma en punta que las caracteriza y con las que parecen querer amedrentar los cielos.
El euskera aprueba aquí con “suficiente raspado” pues no cuenta con un término tradicional específico para ello. Aunque en su descargo diremos que probablemente esa carencia se deba a que nunca tuvo necesidad de diferenciarlo. En la actualidad, por exigencias léxicas en el campo del arte, arquitectura, historia, etc. se usa kanpai-horma (‘pared de campanas’) para diferenciarlo del kanpandorre (‘torre de campanas’).
POSTUREO CAMPANERO
Claro está, en un mundo en el que el “cuanto más mejor” ha sido el motor de nuestra evolución, pronto los grandes templos apostaron por los campanarios, más costosos pero con más empaque y suntuosidad. Lo necesario para aparentar ser más esplendoroso que el templo de al lado y así gozar de más admiración entre los fieles y, de paso… donaciones.
Tanto fue el abuso de la construcción de campanarios en detrimento de «las espadañas de toda la vida» que llegó incluso a incomodar a la orden franciscana –fundada por san Francisco de Asís en el año 1209–, más partidaria de las austeras espadañas, tañedoras en pureza, y no de los fastuosos campanarios, opción esta repudiada en todos sus templos por considerarlos consecuencia clara de los pecaminosos vicios terrenales. Una buena característica que podemos comentar en medio de una visita guiada para quedar de listos y dejar boquiabierto al personal. Porque seguro que esto no lo sabía ni aquel guía sabihondo…