UN DOMINGO DE ESTRENOS Y RAMOS MÁGICOS

Hoy es el Domingo de Ramos, dentro de la Cuaresma, el domingo previo al de la Semana Santa o de inicio de la misma. Y en él confluyen varias costumbres, muy generalizadas y extendidas.

ESTRENAR PRENDA. Ya que son fechas en torno al equinoccio de primavera, dado que comenzaba un nuevo período, que era un momento de renovación, era también costumbre entre la población estrenar cualquier prenda ese día. Fuese una vestimenta de cierto empaque o el más mínimo elemento, pero era de obligado cumplimiento.

Mejor ataviados que nunca, se acudía a la misa para bendecir los ramos que, a partir de ese momento, adquirían cualidades sobrenaturales y mágicas.

RAMOS. Informaban a Barandiaran desde Laudio (Daniel Isusi, 1935) que «Los ramos suelen ser de laurel (algunos de acebo, los cuales tienen un fin primordial: evitar el que otros desgajen el ramo de laurel). También se ve alguna que otra palma, sobre todo entre gente rica. El uso de que hace de los ramos benditos suele ser el colocarlos en medio de las tierras de labranza. También cuando hay tormenta fuerte, se suelen quemar».

CRUZ EN LOS CAMPOS. Sabemos además que, en este municipio de Laudio, en los campos de trigo, se colocaban por primavera una ramita de laurel bendecida el Domingo de Ramos junto a una cruz hecha con gotas de cera desprendidas de una vela bendecida el día de Candelas y con un poco de agua bendita que se cogía por Pascua y, para ser más explícitos, el Sábado Santo.

CRUCIFIJOS DE CASA. También se ponía una hoja de laurel bendecido en cada uno de los crucifijos de la casa para así complementar el poder protector de ambos elementos.

Hoy, cuando haciendo un recorrido en bicicleta me he encontrado con personas mayores que volvían a casa con su ramo de laurel bendecido me ha alegrado en sobremanera comprobar que aún palpita un mundo de tradiciones, costumbres y creencias que se niega a desaparecer.

25 de marzo y la vida

Hasta no hace tanto, y todavía recordada por la gente de mayor edad, la fiesta del equinoccio, la de la entrada de la primavera, era el 25 de marzo. Y se celebraba con gran solemnidad, ya que la Iglesia, una vez más, adaptó aquellas celebraciones paganas previas a su credo. Así, aquel culto al renacer de la naturaleza quedó suplantado por el supuesto anuncio que el arcángel Gabriel hizo a María, anunciándole su embarazo. A partir de entonces, aquel dios etéreo e intangible pasaba a ser algo real y con rasgos humanos. De ahí que esa fiesta del 25 de marzo se conociese tanto como la Anunciación (del embarazo) como la de la Encarnación (porque comenzaba a engendrarse el dios de «carne» y hueso).
Pero dejemos estos aspectos a un lado y veamos qué recordamos aún de aquella fiesta de culto y reverencia a la naturaleza y la primavera.

Petirrojo alimentando a una cría de cuco. Imagen, web «Mis animales»

EL KUKU. En la tradición popular de Llodio se creía que el día 25 de marzo era cuando llegaba el cuco o cuclillo —kuku, ave migratoria de característico canto— hasta nosotros para permanecer hasta el día de su partida, 29 de junio, día de San Pedro. Es decir, hasta el inicio del verano. Entonces vuela hasta Orozko, al barrio de Murueta donde celebran los sampedros, merienda opíparamente y emprende el vuelo para no volver hasta el año siguiente.

A pesar de su poco honesto comportamiento, ya que pone los huevos en nidos de otras aves, engañándolas, el cuco es un pájaro que se considera de buen agüero y se creía que traía la bonanza, el buen tiempo o la primavera. Por eso, en el ámbito rural, nunca se le ataca o molesta o respetan sus desproporcionadas crías.

LA PROSPERIDAD. Es creencia popular, también hoy en día, que «…cuando se oye cantar al cucu, si se tiene dinero en el bolsillo, se andará bien de dinero durante el año; en cambio, si tienes el bolsillo planchado, así también andarás», tal y como le refiere el laudioarra Daniel Isusi a Barandiaran en 1935.

LA VIDA. Fuera de nuestro entorno y extrapolándolo a otras creencias de escala más universales, desde la época clásica y como ya hemos contado en otras ocasiones, se creía que el cuco era en realidad un gavilán que se transformaba en cuco, según su deseo. Tenía la exclusiva virtud de vivir unas épocas en el inframundo de los muertos —cuando no lo vemos— y, otras, en el de los vivos. Para colmo, era capaz de interactuar ente ambos estadios, pudiendo hacer que los seres se debatiesen entre la muerte o a la vida.

Heredera de aquella antigua convicción será, con seguridad, la creencia popular general, también muy conocida en el ámbito vasco, de conjeturar que, cuando una persona o animal enfermo o moribundo escucha el cuco, sanará o al menos vivirá un año más.

AUMENTO DE LA LUZ Y LA AGRICULTURA. Por otra parte, a medida que se prolongaban las horas de luz, aumenta también la posibilidad de acometer más trabajos. Y más que posibilidad, se trataba de una necesidad en el caso del cultivo de los campos, en plena actividad.
De ahí que se considerase que, a partir de esta fecha equinoccial, se podía fraccionar la labor al haber aumentado su volumen, gracias a que anochecía más tarde. Lo recuerda un dicho popular bien conocido entre nosotros: «Nuestra Señora de marzo, merienda y descanso».

Feliz primavera. En especial para José, Germán y Teresa Sagardui, fallecidos trágicamente en Okondo y que ahora, en su nueva vida, estarán conversando con los kukus que cada primavera visitaban su caserío de Garrastatxu en Markuartu.

Dad de comer a esa gata, que es Navidad

Por el exterior de la cocina en donde anteayer celebrábamos la cena navideña escuchamos los maullidos de una gata callejera. De repente, la orden de mi padre fue seca y contundente: «Dad de comer a esa gata, que es Navidad«. Era la reaparición casual de una antigua tradición popular navideña…

Al momento me di cuenta de que se trataba de algo extraordinario, inconcebible en cualquier otro día, ya que no tiene simpatía alguna por los animales ni mascotas, siempre concebidos como seres supeditados al ser humano para su servicio y beneficio.

Por eso me sorprendió y maravilló el escuchar esa frase, porque sabía bien por dónde había que interpretarla.

En efecto, él, al igual que mi madre, siempre nos han contado que, cuando vivían en sus respectivos caseríos, en la noche de Navidad se compartía la cena ritual con los animales, dándoles algo de comida, haciéndoles partícipes del banquete y celebración porque vivían bajo el mismo techo y formaban parte de aquel universo conceptual llamado etxea, ‘la casa’, entendida como algo mucho más rico y complejo que una siempre edificación. Aquella tradición de repartir los alimentos navideños era una costumbre extendida y conocida aunque, por desgracia, hoy se encuentra asomada al borde del abismo del olvido.

José Barbara (Okeluri, Laudio) dando una espiga de maíz a cada vaca

Una espiga de maíz a las vacas, un puñado de cebada a las gallinas, algo de paja al burro… lo que fuese para que cada animal de la casa se sintiese dichoso y feliz. Porque, al fin y al cabo, también ellos eran criaturas de la creación.

Respecto a mi padre y madre, hace ya casi 60 años que bajaron de los caseríos para acomodarse en un piso más cercano al fondo fabril del valle. «Allí empezamos a vivir«, dicen. Pero, a la vez, sus mundos tradicionales se desmoronaron. Por ello, aquella costumbre de dar algo de comer a los animales había quedado proscrita, sin más, a sus recuerdos de la infancia y juventud. Sin embargo, ayer, a sus casi 88 años, como quien cierra un círculo, alguna llamada interior hizo que aquello reviviese en mi padre y nos mandó dar de comer a aquella gata. Con una motivación tan simple como contundente: porque era Navidad.

Extrapolándola, no me pareció mala enseñanza esa de compartir los recursos para buscar la felicidad mutua y la igualdad entre las personas. Porque así, tan contento se siente el que ayuda como el que es ayudado. Si no, que nos lo pregunten a nosotros o a aquella gata zalamera.

Para mí, el haberlo podido vivir, ha sido el más bonito de los regalos. Cosas de la Navidad…

Mercado de Santo Tomás y tres de Laudio

Al igual que en otros muchos pueblos de Bizkaia (no es un lapsus), también en Laudio era costumbre abonar la renta anual del caserío el 21 de diciembre, festividad de Santo Tomás. Para ello, aquellos baserritarras inquilinos, solían bajar a Bilbao pues era allí donde normalmente vivían las acaudaladas familias, propietarias de muchas de esas edificaciones. Llevaban capones y/u otros productos del caserío para complementar el aporte monetario.

Y, aprovechando aquella incursión en la ciudad, llevaban otros productos a modo de vendeja.

A la bonita estampa hay que sumar que, en las décadas a caballo entre el XIX y el XX se daba en Bilbao un pintoresco mestizaje entre la cultura urbana, moderna y floreciente de la belle époque bilbaína y el vistoso mundo rural, muy condicionado por la tradición y el inmovilismo promulgado desde las esferas ideológicas y políticas.

Mercado de Santo Tomás en la plaza Vieja, junto a San Antón. Cinco años después se comenzaría a celebrar en la Plaza Nueva

Y ahí es cuando aparecen tres personajes, amigos entre sí, que compartieron sus vidas entre Bilbao y Laudio. Siendo como soy oriundo de este municipio, barro para casa a la hora de ubicar a estos tres populares artistas.

FELIX GARCI-ARCELLUZ (1869-1920). Se trata de un polifacético personaje bilbaíno que, durante muchos años, vivió en Laudio, en una casona que ya no existe, frente a la iglesia, en uno de los lugares más relevantes de la población.

A él debemos, entre otros muchos más méritos (en especial los relatos costumbristas de Klin-Klon), que el mercado de Santo Tomás se celebre desde 1915 en la Plaza Nueva, de un modo más organizado, funcional e higiénico. El anterior, más improvisado y popular, se llevaba a cabo en la Plaza Vieja, en las proximidades del puente de San Antón.

JOSÉ ARRUE (1885-1977). Ya para el año siguiente, el sagaz pintor abandotarra José Arrue había hecho un cuadro reflejando el mercado organizado por su íntimo amigo Félix. Años más tarde (1952), lo reeditaría para ser una de las láminas promocionales de los célebres calendarios encargados por el empresario Arcadio Corcuera. Posteriormente hizo más dibujos con la temática de este pintoresco mercado navideño. También José Arrue, nacido en Abando, pasó la mayor parte de su vida en Laudio, donde falleció, está enterrado y es un personaje muy querido.

Baserritarras, supestamente de Orozko, cogiendo el tren en Areta (Laudio) para acudir a Bilbao con los productos del mercado. Estación de Areta, de José Arrue.

RUPERTO URQUIJO (1885-1977). Ruperto recorrió el camino contrario a los anteriores ya que, siendo nacido y oriundo de Laudio, ya de muy joven fue a Bilbao a trabajar como ebanista y allí vivió hasta que regresó definitivamente a Laudio en 1925, es decir, cuando contaba con 50 años. Es conocido sobre todo por el zortziko Lusiano y Clara (1915) que, posteriormente, Luis Aranburu lo haría famoso convertido en la canción «En el monte Gorbea».

Allí, en los círculos de la cultura bilbaínos, conoció a Felix Garci-Arcellus y a José Arrue por lo que es normal que, en muchas ocasiones, veamos canciones, dibujos o relatos de uno y otro entrelazadas entre sí. A los tres les apasionaba lo mismo: reflejar aquel mundo rural idílico, tan identitario como país, y que desgraciadamente se desvanecía frente a los tiempos modernos.

Regreso del mercado. Día de Santo Tomás de José Arrue





ASTILLAS MÁGICAS: DE NAVIDAD A SAN JUAN

Se trata de un curiosísimo ritual del que ya nada sabemos. Al parecer, en la hoguera de San Juan —noche el 23 al 24 de junio— se quemaban unos trozos de madera que se habían reservado expresamente para esta función, en la noche de Navidad. Y más probablemente, se encendería con ellos.

La referencia de esta costumbre la tenemos en Laudio y la recogió Jose Miguel Barandiaran en 1935 de mano de un informante local, «D. de Isusi» . Y nosotros lo rescatamos ahora de unas notas manuscritas, sin publicar y desconocidas.

Dicen así: «Día 24 de diciembre, Nochebuena. Este día acostumbran gran cantidad de caseros hacer astillas de un palo gordo y grueso y luego meterlo al horno donde hacen los panes y, hecha esta operación, luego que está bien seco, lo guardan hasta el día de San Juan, quemándolo en la fogata del día».

Un tesoro de testimonio ya que es un modo ritual popular de enlazar los dos solsticios, el de invierno con el de verano, por medio del fuego, el símbolo del sol en la tierra, lo que realmente se celebra en estas dos fechas.

Y, mucho nos tememos —en realidad no tenemos duda alguna— , que aquellas astillas fuesen parte del tronco navideño del que ya hemos hablado en otras ocasiones, aquel que por su tamaño introducían hasta la cocina ayudados de una yunta de bueyes. Así es que, disfrutemos de todo el conjunto de tradiciones del día de hoy, porque no hay jornada más cargada de magia en todo el calendario: fresno, árboles que sanaban hernias, ritos con un sol que bailaba

Santa Cruz de Gardea

Hoy, 3 de mayo, se celebra la Santa Cruz. Se trata en realidad del supuesto descubrimiento de los restos de la cruz en la que se ejecutó a Jesús, en la primera intervención arqueológica de la historia. Puedes leer la historia, con cierto tono de humor y sorna pinchando aquí: Santa Helena, cada día más buena.

Y es que Santa Elena (o Helena) tendrá que ver mucho en la historia de la ermita, advocada a Santa Cruz o a Santa Elena, que a continuación vamos a desgranar. Son notas rápidas y sueltas sobre la historia de una humilde ermita, desde hace más de medio siglo desacralizada, pero que sigue siendo un símbolo de identidad para todo el pueblo de Laudio y más si cabe para su pintoresco barrio de Gardea. Así es que vamos a por ello, que la fecha lo merece.

Se cree que es en el entorno de la actual ermita de Santa Cruz en donde se articuló la primera comunidad aldeana que dio origen a Gardea en la Edad Media. Lo sabemos gracias a un documento testamentario fechado en el año 964 por el que los hermanos Jimeno y Marina donaron al monasterio de San Esteban de Salcedo la propiedad y derechos de su monasterio “San Víctor y Santiago, con sus tierras, viñas, molinos, manzanales y pertenencias» [el original en latín] en el lugar llamado Gardea.

Es la primera cita histórica conocida del barrio y del municipio de Llodio y, por su antigüedad, podemos suponer que es en torno al pequeño templo en donde se gestó aquella pequeña población altomedieval.

Aspecto que muestra hoy mismo el edificio de la antigua ermita, rehabilitado hace unos años.

Podríamos suponer asimismo que, como suele ser habitual, las diferentes edificaciones religiosas que han existido a través del tiempo, con sus diversas advocaciones, ocuparon el mismo lugar, superponiéndose una sobre otra. Así es que solo una intervención arqueológica podría arrojar más luz sobre el origen incierto del lugar y sobre la potencialidad para la historia de ese enclave, sin duda una operación de gran interés estratégico para el municipio.

Fuera de esas especulaciones y retornando al edificio que nos ocupa, queremos de nuevo suponer que en 1564 ya existía, pues se cita como testigo de un bautizo a «Urtuño, fraile de Santa Cruz«. Y decimos que suponemos pues con esa advocación no la documentaremos hasta mucho más tarde: en el año 1818, según el Catálogo Monumental. Diócesis de Vitoria (Tomo VI. Micaela Portilla, 1988). Por la información que citamos a continuación, bien pudiera ser que la advocación de la Santa Cruz fuese secundaria o, probablemente, compartida.

Efectivamente, con anterioridad a esa fecha de 1818, se cita siempre en la documentación como «la ermita de Santa Elena» por la figura que presidía el retablo. Pero de una estética tan medieval y arcaizante que, en una visita, el obispo ordenó que se retirase, destruyese y enterrase la «efigie de Santa Elena colocada en el altar mayor de la ermita de su título, por la ridiculez en la que se halla» (1791).

Se trataría una imagen gótica o, más probablemente, románica, una estética que detestaban las autoridades eclesiásticas del XVIII: es muy corriente que las manden destruir por resultarles irreverentes y ridículas. Pero ello a su vez nos habla de la antigüedad del templo originario, medieval. En 1792 ya constatamos el pago al escultor Manuel de Acebedo por una nueva imagen de Santa Elena, más acorde con los gustos estéticos del barroco. Como veremos más abajo, cuatro décadas atrás se había remozado todo el templo y quizá no se consideraría digna de él la imagen antigua, de aspecto arcaizante: todo debía ser modernidad en aquel Siglo de las Luces.

Antigua imagen de la ermita publicada por Mª Josefa Ochoa en su obra Estudio geográfico del Valle de Llodio (1965)

Respecto a la doble advocación, cabe recordar que según la hagiografía cristiana y como hemos citado al inicio de este post, se le atribuye a Santa Elena la “invención” de la Santa Cruz, es decir, su hallazgo, en la primera cita histórica de una excavación arqueológica, por lo que podríamos estar hablando de lo mismo y hacer compatibles y coetáneos los cultos a Santa Elena y a la Santa Cruz en dicha ermita, quizá representando en la talla que presidía el altar a la santa portando una cruz.

El emplazamiento de la ermita, aprovechando un rellano a media ladera, también nos apunta a una génesis en el Medioevo. Cuesta rememorar aquel paisaje que nos llegó casi intacto hasta no hace tanto, ya que, según contaban los mayores que colaboraron en el proyecto Recuperación de la Memoria Colectiva de Laudio / Llodio (Fundación Amalur, 2007), la ermita se encontraba junto a una estrada que partía desde la torre y ferrería de Katuxa y que en la ermita se dividía en dos opciones para avanzar hacia Santa Marina o hacia Kukutza (Elorritxugana). Hoy, pegante a un polígono industrial, tiene ya imperceptibles aquellos encantos y caminos que la engalanaban en otros tiempos.

También sabemos gracias a la documentación (aportada principalmente por Micaela Portilla en el Catálogo de la Diócesis de Vitoria, 1988) que la ermita contaba con diversas propiedades como era habitual, para ayudar a su mantenimiento. Constaba de una casa para la fraila o serora, unas heredades para sembrar trigo, nogales, castañares y otros diversos árboles (1705).

Aquel bucólico entorno se complementaba con una fuente ferruginosa de gran aprecio por parte de los lugareños —hoy desaparecida tras las obras de circunvalación— y allí se llevaba a cabo una afamada romería, fiesta de la que tenemos constancia documental desde 1748 pues se contrata “un músico tamborilero” —txistulari— para la ocasión. Mi madre (n. 1941) recuerda desde la lejanía de su infancia cómo aquella fiesta a la que la llevaba de la mano su abuela Bernaba (n. 1878) era muy llamativa por la misa que se hacía, grandilocuente, cantada a muchas voces perfectamente armonizadas así como por la romería posterior.

Ermita en 2006, en plena decadencia y deterioro.

INTERVENCIONES EN EL EDIFICIO. La primera referencia a unas obras la encontramos en 1716, con el edificio en estado de gran deterioro, y que obliga a una reparación de cantería en la “portalada della parte de la calzada”.

Unas décadas después, en 1752, se daba cuenta del estado ruinoso del tejado en la parte del coro, con gran peligro de derrumbe. Achacaban los problemas a una torre del templo situada en el oeste del edificio y que, sin ser necesaria, era la causa de la ruina del conjunto.

Así, se acometió la restauración y remodelación íntegra del edificio, con el derribo de la torre campanario y la construcción de la espadaña que todos conocemos, tan característica de esta ermita.

EL ABANDONO. Pero llegaron los tiempos modernos y la ermita se abandonó y comenzó su degradación tras construirse una iglesia de nueva planta en la carretera principal (1957), esta vez con rango de parroquia para poder adecuarse a las nuevas necesidades demográficas provocadas por la industrialización del Valle. Fue en el año 1957 y el trasvase se simbolizó con el traslado de las dos campanas de la vieja ermita —que a su vez procedía(n) de la antigua ermita de San Roque— a la nueva parroquia, así como las reliquias encastradas en un óculo del altar, un lignum crucis, es decir, un fragmento de madera de la supuesta cruz en la que falleció martirizado Jesús.

El traslado se hizo con todo el boato que la ocasión merecía. Cuenta el lugareño Manolo Luja, que lo presenció con sus mismos ojos, que las campanas iban sobre un carro tirado por una yunta de bueyes. Las acompañaban otros enseres y las tallas de los santos, embutidos en unos sacos y sujetos dentro de un cesto grande, para que no sufriesen mucho con aquel cansino traqueteo que los mudaba para siempre hacia aquella nueva casa de Dios.

Desde aquel día, nuestra ermita permanece desacralizada. Pero nadie pareció añorar el pasado perdido, especialmente los vecinos de los barrios alejados como Olarte o Izardui, que sufrían bajando cada domingo y festividad desde aquellas montañas para recibir el servicio espiritual o para trasladar sobre sus hombros los cadáveres hasta la parroquia central de Lamuza. «Los anderos, los pobres, llegaban reventados» recuerda mi madre. Con esta nueva parroquia a mitad de camino respiraron aliviados por la comodidad que les aportaba.

Imagen de la nueva parroquia en el fondo del valle, que supuso el abandono de la ermita tradicional. Foto de Luis Dabouza para la obra, antes citada, Estudio geográfico del Valle de Llodio (1965)

Así, en aquel ambiente de olvido que parecía convenir a todas las partes, aquella edificación fue paulatinamente degradándose, acabando con un uso como almacén de paja y otros enseres. Hasta que, gracias a la iniciativa vecinal de algunos entusiastas del barrio, se actuó para recuperar el edificio. También la romería se reactivó en 2011 y el antiguo templo se sometió a una rehabilitación en 2018 para evitar su ruina definitiva.

Hasta que llego la Covid y, por segundo año consecutivo, nos ha dejado sin romería en el día de hoy. Pero, a mí al menos, poco me importa el presente del lugar y mucho su futuro. Esperemos que le persiga una próspera popularidad entre las generaciones venideras y que la arqueología, en honor a Santa Elena, nos permita desvelar cuanto antes sus secretos más íntimos y ocultos.

LAUDIOKO BERBAK / Palabras de Llodio

Aquí tenéis un humilde regalo, fruto de alguna que otra hora de entrañables conversaciones: el libro, para que podáis descargarlo, usarlo y difundirlo. Eso sí, sed elegantes y citad siempre la fuente.

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[EUSK] Abenduaren 22an, Eguberrien atarian geundela, «Laudioko berbak/Palabras de Llodio» liburua aurkeztu zen. Eta bertan aurreratu zen liburuaren bertsio digitala nahi zuenaren eskura jarriko zela udalaren webgunean. Horretarako laudioarrentzat data esanguratsua den bat hautatu zen, Dolumin Barikua, eskualdeko nekazari eta abeltzaintza azoka, herriko jai egun handia.

Bestalde, nahiz eta jende gehienak liburuaren paperezko alea jaso badu ere, beti eskatu ahal izango da, edizio digitalaren eskaintzarekin bat eginda.

Euskarri digitalari dagokionez, liburuaren bigarren edizio bat ere atontzen ari dira, bertsio digitalean soilik eskainiko dena eta, jasotako ekarpenei esker, lehenengoa handitu eta biribilduko duena. Horrela, berba-bilduma bitxi hau burutu egingo da. Eta denbora igaro ahala, etorkizuneko belaunaldientzat benetako altxor bihurtuko da. Izan ere, harriduraz eta miresmenaz irakurriko dituzte 2020. urte inguruan oraindik erabiltzen ziren hitz bitxi horiek, berezko nortasun-ikur diren euren herria identifikatzeko: Laudio.

Liburuaren bertsio digitala (bai lehenengo ediziokoa, bai hurrengo bigarren edizio handitua) ikusi edo deskargatu ahal izango duzu esteka honetan sakatuta:

http://www.laudio.eus/eu/herritarrak/beste-argitalpenak/laudioko-berbak


Albarka, Agur, Aida, Aita, Aitite, Aizkolari, Akullu, Alda, Altzo, Altxa, Ama, Amama, Amarrako, Amilotxa, Anda, Aranza, Arbigera, Ardura, Arkasta, Arlote, Arrana, Arraño, Arrecho, Arrekutxus, Arrumaco, Artaburu, Aska, Aspaldiko, Astako, Asten, Astotxu, Aurresku, Azpigarri, Baldera, Arkasta, Bargasta, Barregarri, Basaurda, Baskotxar, Batan, Begitxindor, Berakatzegun, Betagarri, Bihotzerre, Biriki, Birrotxa, Birrotxo, Birrisgada, Bitarte, Boina, Bolaleku, Bolatoki, Borona, Butarga, Bustina, Cascarria, Castañiza, Corada, Derroñar, Desconortar, Dindirri, Enánago, Ene, Epetxa, Frakestu, Galga, Gallur, Gangarra, Ganorabako, Gara, Garar, Garrazta, Garriko, Gaztanbera, Gibelurdin, Giharra, Gingilla, Goitibehera, Gorringo, Gurpilada, Guzur-zaku, Halda, Hamaiketako, Hamarreko, Hamarretako, Hanka, Hondakin, Horcacha, Hordago, Huesque, Intxaur-saltsa, Iñarra, Jaiko, Kaiku, Kakanarro, Kako, Kankallo, Kankarro, Kaparra, Kapirutxu, Karramarro, Kartola, Kartolada, Kaskallu, Kastañiza, Kili-kili, Kili-Kolo, Kima, Kiñar, Kiskete, Kizkallu, Koipe, Koipetsu, Kokolo, Kolko, Kortina, Koskol, Koskollo, Koskorra, Kuku, Laia, Laratzu, Larri, Lata, Latón, Latxa, Laztana, Legaña, Lolo, Lukainka, Lupetza, Lupo, Makera, Maladar, Hondakin, Mallugi, Malte, Mamarro, Mamau, Mami, Mancar, Marmear, Marmeón, Marmeona, Marmujear, Matxin, Maus, Meheko, Merro, Memelo, Millu, Minza, Mirrizki, Mokotza, Molintxin, Mollina, Morokil, Morrosko, Mozkorra, Mozollo, Mukurre, Muna, Murko, Musiero, Mustrukear, Mustrukear, Mutiko, Mutil, Mutilzahar, Narra, Nastado, Nastar, Neke, Neska, Neskazahar, Nogada, Okotx, Orcacha, Órdago, Orpo, Otaka, Pa, Paparra, Papau, Paspi, Patin, Patxaran, Txarrikoron, Perneta, Pernile, Perretxiko, Pigaza, Pikarlin, Pil-pil, Pir-pir, Pirrilera, Pista, Pistojo, Pitarra, Pitiki, Pitilin, Plisti-plasta, Porrusalda, Potolo, Potxolo, Putxa, Putxi, Putxiga, Quima, Quiñar, Sagutxu, Saguzar, Saltamatxin, Sanso, Santiritu, Sapaburu, Sarda, Sarda-kako, Sarra, Sarrantxa, Sarteneko, Saskel, Saskeleria, Segulinda, Sekulebedar, Seruga, Sespal, Sigulinda, Sil, Sinsorgada, Sinsorgo, Sirau, Sirimiri, Sirri, Sorki, Sosolo, Suku, Suskiñar, Susunbako, Talaburrin, Talo, Tontorra, Traku, Trauski, Trauskileria, Tripandi, Tripisurri, Txa, Txahala, Txakoli, Txakurre, Txalo, Txamarra, Txapela, Txapeldun, Txapela, Txapilo, Txarba, Txarpila, Txarri, Txarriboda, Txarrikoron, Txarrikorron, Txarri-korta, Txarrikuma, Txarri-pata, Txarriki-pata, Txatarra, Txilina, Txin, Txinbera, Txinbo, Txipli-txapla, Txintxorta, Txiribuelta, Txirinbolo, Txirlo, Txirlora, Txirpia, Txirri, Txirrinplin, Txirta, Txistu, Txistulari, Txita, Txito, Txitxi, Txitxiki, Txitxiburruntzi, Txitxiki, Txondorra, Txonta, Txontarreal, Txori, Txoriburu, Txoritoki, Txorroborro, Txosna, Txotxolada, Txotxolo, Urkelear, Urretxa, Usiar, Zaborra, Zanbergas, Zapaburu, Zezpal, Zil, Zirau, Zirimiri, Zirri, Zortziko, Zuku, Zumelar, Zurito, Zurru, Zurrut

DISPONIBLE LA VERSIÓN DIGITAL DEL LIBRO “LAUDIOKO BERBAK / PALABRAS DE LLODIO”

[CAST] Cuando 22 de diciembre, a las puertas de la Navidad, se presentó el libro “Laudioko berbak / Palabras de Llodio” ya se adelantó que la versión digital del libro se pondría a disposición de quien la quisiese en la web municipal. Para ello se eligió una fecha emblemática para los laudioarras, el Viernes de Dolores, feria agrícola ganadera comarcal, gran día de fiesta en el pueblo.

Por otra parte, a pesar de que la mayoría de la gente ya ha recogido su ejemplar en papel, en todo momento podrá solicitarse, al margen de exista la edición digital.

Respecto a esta última, se está perfilando una segunda edición del libro, que solo se ofrecerá en versión digital, y que aumentará y redondeará más la primera, gracias a las diversas aportaciones recibidas. De ese modo, se culminará esta precisa recopilación que, pasado el tiempo, se convertirá en un verdadero tesoro para las generaciones del futuro. Porque gozarán, entre la sorpresa y la admiración, de aquellas curiosas palabras que se usaban aún en torno a 2020 y que son una inherente seña identitaria de su pueblo: Llodio.

La versión digital del libro (tanto de la primera edición como de la segunda aumentada) la podrás ver o descargar pinchando en el siguiente enlace:

http://www.laudio.eus/es/otras-publicaciones/palabras-de-llodio

Albarka, Agur, Aida, Aita, Aitite, Aizkolari, Akullu, Alda, Altzo, Altxa, Ama, Amama, Amarrako, Amilotxa, Anda, Aranza, Arbigera, Ardura, Arkasta, Arlote, Arrana, Arraño, Arrecho, Arrekutxus, Arrumaco, Artaburu, Aska, Aspaldiko, Astako, Asten, Astotxu, Aurresku, Azpigarri, Baldera, Arkasta, Bargasta, Barregarri, Basaurda, Baskotxar, Batan, Begitxindor, Berakatzegun, Betagarri, Bihotzerre, Biriki, Birrotxa, Birrotxo, Birrisgada, Bitarte, Boina, Bolaleku, Bolatoki, Borona, Butarga, Bustina, Cascarria, Castañiza, Corada, Derroñar, Desconortar, Dindirri, Enánago, Ene, Epetxa, Frakestu, Galga, Gallur, Gangarra, Ganorabako, Gara, Garar, Garrazta, Garriko, Gaztanbera, Gibelurdin, Giharra, Gingilla, Goitibehera, Gorringo, Gurpilada, Guzur-zaku, Halda, Hamaiketako, Hamarreko, Hamarretako, Hanka, Hondakin, Horcacha, Hordago, Huesque, Intxaur-saltsa, Iñarra, Jaiko, Kaiku, Kakanarro, Kako, Kankallo, Kankarro, Kaparra, Kapirutxu, Karramarro, Kartola, Kartolada, Kaskallu, Kastañiza, Kili-kili, Kili-Kolo, Kima, Kiñar, Kiskete, Kizkallu, Koipe, Koipetsu, Kokolo, Kolko, Kortina, Koskol, Koskollo, Koskorra, Kuku, Laia, Laratzu, Larri, Lata, Latón, Latxa, Laztana, Legaña, Lolo, Lukainka, Lupetza, Lupo, Makera, Maladar, Hondakin, Mallugi, Malte, Mamarro, Mamau, Mami, Mancar, Marmear, Marmeón, Marmeona, Marmujear, Matxin, Maus, Meheko, Merro, Memelo, Millu, Minza, Mirrizki, Mokotza, Molintxin, Mollina, Morokil, Morrosko, Mozkorra, Mozollo, Mukurre, Muna, Murko, Musiero, Mustrukear, Mustrukear, Mutiko, Mutil, Mutilzahar, Narra, Nastado, Nastar, Neke, Neska, Neskazahar, Nogada, Okotx, Orcacha, Órdago, Orpo, Otaka, Pa, Paparra, Papau, Paspi, Patin, Patxaran, Txarrikoron, Perneta, Pernile, Perretxiko, Pigaza, Pikarlin, Pil-pil, Pir-pir, Pirrilera, Pista, Pistojo, Pitarra, Pitiki, Pitilin, Plisti-plasta, Porrusalda, Potolo, Potxolo, Putxa, Putxi, Putxiga, Quima, Quiñar, Sagutxu, Saguzar, Saltamatxin, Sanso, Santiritu, Sapaburu, Sarda, Sarda-kako, Sarra, Sarrantxa, Sarteneko, Saskel, Saskeleria, Segulinda, Sekulebedar, Seruga, Sespal, Sigulinda, Sil, Sinsorgada, Sinsorgo, Sirau, Sirimiri, Sirri, Sorki, Sosolo, Suku, Suskiñar, Susunbako, Talaburrin, Talo, Tontorra, Traku, Trauski, Trauskileria, Tripandi, Tripisurri, Txa, Txahala, Txakoli, Txakurre, Txalo, Txamarra, Txapela, Txapeldun, Txapela, Txapilo, Txarba, Txarpila, Txarri, Txarriboda, Txarrikoron, Txarrikorron, Txarri-korta, Txarrikuma, Txarri-pata, Txarriki-pata, Txatarra, Txilina, Txin, Txinbera, Txinbo, Txipli-txapla, Txintxorta, Txiribuelta, Txirinbolo, Txirlo, Txirlora, Txirpia, Txirri, Txirrinplin, Txirta, Txistu, Txistulari, Txita, Txito, Txitxi, Txitxiki, Txitxiburruntzi, Txitxiki, Txondorra, Txonta, Txontarreal, Txori, Txoriburu, Txoritoki, Txorroborro, Txosna, Txotxolada, Txotxolo, Urkelear, Urretxa, Usiar, Zaborra, Zanbergas, Zapaburu, Zezpal, Zil, Zirau, Zirimiri, Zirri, Zortziko, Zuku, Zumelar, Zurito, Zurru, Zurrut