Un ritual olvidado en Santa Lucía

No quisiera finalizar el día de hoy, 13 de diciembre, Santa Lucía, sin rescatar un rito totalmente olvidado. Se practicaba en Laudio en donde contamos con una ermita de Santa Lucía, de gran renombre, y en la que en épocas pasadas se llevaban a cabo diversas supercherías para mejorar o conservar la vista, siempre al margen pero paralelamente al dogma cristiano.

Santa Lucía en Ermualde, Laudio

AGUA. Una de ellas, la más conocida y que he visto practicar hoy mismo, consistía en lavarse los ojos con el agua que brota de la fuente de la ermita, ya que el manantial transcurre bajo el altar.

ACEITE. Otra costumbre milagrosa, bien documentada pero ya olvidada, consistía en frotarse los ojos con el aceite de la lamparilla que iluminaba el altar. Hoy no se practica porque la iluminación es eléctrica y ya no hay iluminación con aceite.


LOS OJOS DEL ALTAR. Pero existe un tercer ritual que ya nadie conoce en Laudio y que, al parecer, sí se guardaba su recuerdo fuera del municipio. No olvidemos que este lugar fue centro de grandes peregrinaciones y afamadas romerías. La recogió no sabemos dónde ni de quién Gurutzi Arregi (1936-2020), la gran estudiosa de las ermitas vizcaínas en cuya órbita ha de contextualizarse la de Santa Lucía de Laudio. Lo publicó, sin mayor detalle, en su trabajo Prácticas de Medicina popular en ermitas y santuarios (1985) dentro del libro-homenaje de Eusko Ikaskuntza a Aingeru Irigarai.

Ojos del altar

Ese ritual tan extraño hoy en día consistía en que «En el frontis del altar de Santa Lucía hay un relieve que representa dos ojos humanos. Los que sufren de la vista o también en prevención de alguna enfermedad de ojos, besan primero los ojos del relieve y después los tocan con los suyos propios«. El efecto milagroso debía ser de gran renombre, ya que «A la ermita de Santa Lucía de Llodio acuden los que sufren de la vista» tal y como nos recuerda la añorada autora.

Repitiendo el ancestral ritual que hoy nadie recuerda

¿DÓNDE ESTÁN ESOS OJOS? El elemento en cuestión es una especie de ojos en el centro del altar y que hoy pasan totalmente desapercibidos. Pero sin duda esa fue la intención del tallista Félix de la Peña cuando, en pleno barroco (1758) , cuando más se multiplicaban las supercherías, elaboró el frontal del altar que muestra esos ojos en su centro, sin duda en alegoría a la protección de la vista a través del culto a la santa.

El hecho de ubicarlos a baja altura obliga a quien practique el rito a arrodillarse y a mostrarse humilde frente al altar.

Una flecha indica el lugar del retablo en donde se encuentran los ojos

¿POR QUÉ LA VISTA? A pesar de que el martirio de Santa Lucía se describe como un degollamiento en la hagiografía más canónica, es cierto que en la Edad Media surgieron diversas leyendas que adornaron su muerte con otros suplicios, especialmente relacionados con la vista, sus ojos y con el alargamiento del día —mejor si decimos de las tardes, ya que las mañanas siguen acortando— pues su nombre está relacionado con la «luz».

Se decía que los que la ejecutaron se habían enamorado perdidamente de sus bellísimos ojos y que ella, para que no le hicieran renegar del cristianismo, se los arrancó y los entregó a sus enemigos para que la dejasen en paz. Otras versiones hablan de que fueron sus captores los que se los arrancaron en una de las muchas torturas sufridas antes de que le rebanasen el cuello por no renunciar ni al cristianismo ni a su virginidad.

Una pintura del retablo representa el momento en que Santa Lucía se arrancó los ojos para entregárselos a sus enemigos

Sea como fuere, esa nueva interpretación arraigó fuertemente en el pueblo, convirtiéndose en la patrona de la vista y sus enfermedades, así como el de las tejedoras, costureras, bordadoras… ya que se exigía mucha capacidad visual para desarrollar su labor, normalmente limitada a las muchachas jóvenes.

Sea como fuere hoy he tenido el placer de mirar frente a frente a esos ojos del altar de Santa Lucía, después de muchas décadas sin que nadie lo hiciera. Por mi parte no ha faltado un ápice de amor. Que me corresponda protegiéndome la vista… eso ya es cosa de ella.


Arrue, Barandiaran y Santa Lucía de Laudio

Todavía estamos por investigar en profundidad y descubrir la verdadera dimensión etnográfica y antropológica de la pintura de José Arrue (1885-1977). Porque sus dibujos son auténticos tratados visuales sobre la sociedad vasca que se balanceaba entre los siglos XIX y el XX, entre el mundo profundamente rural y la modernidad.

Uno de esos casos es el cuadro A la romería de Santa Lusía (sic) que por fin hemos podido gozar en la exposición Jose Arrue barrutik. Muestra la llegada de unos romeros a la afamada romería de Santa Lucía de Laudio.

Detalle de los personajes, romeros bilbainos, que alegres llegan al santuario de Laudio. Sus vestimentas coinciden con descripción recogida por Barandiaran. Son una estampa que hoy nadie reconoce y que, si no fuera por este cuadro, habríamos perdido para siempre.

Fue uno de los últimos cuadros que pintó —1975, contaba ya con 90 años—, dos antes de fallecer. De hecho, sus colores son más vivos y saturados de lo normal porque padecía en ese momento modificación en la visión tras una operación de cataratas.

En él refleja una pintoresca escena que probablemente observó en su juventud y que mantuvo perfectamente guardada en su memoria o en aquella libreta que siempre llevaba en el bolsillo y en la que, sin mediar palabra, bosquejaba las líneas básicas de la futura obra.

En las primeras décadas del siglo XX la romería de Santa Lucía contaba con gran renombre y hacía que en ella se congregasen miles de personas. No locales, sino venidos de toda Bizkaia pero especialmente de Bilbao. Muchos eran los bilbainos —incluidas prostitutas— que acudían en los trenes especiales que a tal efecto se fletaban desde Bilbao.

Pero otros muchos, la gran mayoría, acudían a pie desde Bilbao, por Iturrigorri, Bentabarri, Pagasarri y Laudio. Esos son los que Arrue nos acerca con tanto detalle en A la romería de Santa Lusía en ese estilo tan propio suyo en el que deforma perspectivas, dimensiones de edificios o paisajes para centrar su paciente minuciosidad y detalle en el paisaje humano, el que realmente le apasionó durante toda su vida.

Nadie hoy recuerda las vestimentas tan llamativas de los personajes del cuadro. Incluso nos chocan y nos podrían hacer dudar de su veracidad o fidelidad.

Pero, casualidades de la vida, se han chocado conmigo unos apuntes manuscritos en los que el bueno de José Miguel Barandiaran recoge las respuestas de que un vecino de Laudio (H. de Benito) le da a una de sus entrevistas etnográficas. Año 1936, año del golpe militar franquista que obligó al sacerdote de Ataun a refugiarse en Lapurdi. Quizá por ello quedaron sin publicar. O perdieron su interés.

Por eso es tan grande la alegría de poder resucitarlos, de desenterrarlos del olvido y, además, confrontarlos con las pinceladuras de nuestro genial pintor. Dicen así cuando describen la romería de Santa Lucía:

«…la mayor parte de la gente sube a la ermita por el monte Pagasarri y Ganekogorta muy de mañana […] grandes cuadrillas de tipos romeros muy festivos. Es de advertir su indumentaria que consiste generalmente en blusa de aldeano rayada, pantalones blancos o rayados, faja de color, alpargatas blancas con cintas largas de colores que suelen significar alguna bandera política. Sobre sus hombros viste lujoso un pañuelo llamativo. Algunos suelen vestir grandes sombreros engalanados de flores y plumas y también llevan algún instrumento músico (cuernos bocinas, etc.) con los que llaman la atención de la gente».

Con flores y plumas… Si Barandiaran y Arrue no hablan exactamente de lo mismo… que venga Santa Lucía y lo vea. Que para eso es la patrona de la vista.

Neskatoentzako limonadea. Aurkikuntza baten berri

 

Zenbait egunetan, gertakizunak apropos lerrokatzen direla dirudi, patuaren logikatik haragoko indar batek antolatuko balitu bezala. Atzokoa egun horietako bat izan zen.

GARRAFA-LIMONADA SANTA LUZIAN zelan edaten zen irakurri nuen atzo Leonor Aiestaren kontakizun batean.

Leonor Aiesta Goikoetxea Zeberioko Uriondo auzunean jaio zen 1919. urtean eta hainbat konturen berriemailea da Juan Manuel Etxebarria bere semeak idatzitako azken liburuan: Gorbeia inguruko etno-ipuin eta esaundak-II, Deustuko unibertsitatearen eta Euskaltzaindiaren artean 2016an argitaratua. Bidenabar esango dut liburu-azaleko argazkia nirea dela eta pozarren utzi niola, estimu handian dudalako niretzat lagun eta maisu den zeberioztar hori.

Liburuko kontakizun haietako batean Leonorrek azaldu du nola zetozen aurreko mendearen hasieran, Zeberioko ergoien hartatik Laudion dagoen Ermuko Santa Luzia erromeriara, aspaldi, entzute handikoa, jendetsua. Erdaraz, Santa Lucía del Yermo eta herrian, «la romería los vizcaínos» izengoitiz zen ezaguna, lurralde hartakoak zirelako bisitari gehienak.

Jaian bertan, garrafa-limonada edaten ei zen, ospakizun berezietarako paratzen zen oso edabe preziatu bat eta, egun, zeharo ahaztuta dagoena. Behin egungo grafiara egokitua, hauek dira Leonor Aiestaren hitzok: «Egarria kentzeko, Santa Luziako iturriko ura be edaten genduen, ura hotza, Urkiolako modukoa, eta esaten eudien hagineko mina kentzeko ona zala ahoan. Baina, klaro, tabernea be egoten zan eta ba limonadea be ondo paretan zan. […] Eta gero, esan deutsudana, bazkaria be polita izaten zan, han danok landan oboan-oboan [borobil batean] jarrita maleta sikua [pic-nic, etxetik kanporako janaria] jaten mutilon edariekaz. Neskatoak, en general, limonadea edaten gendun, mutilak e ardaoa botatik [zahatotik]».

Garrafa-limonada, jaietan kontsumitzeko edari izoztu berezia zen eta ardo zuriz, uraz, azukrez eta limoaz egiten zen. Zurezko balde batean [«garrafa»] prestatzen zen, neguan mendietan biltzen zen elurra baliatuz. Santa Luzia inguruan, jardun horretarako elurzulo bat dago.

GARRAFA, SANTA LUZIAKOA. Atzo ere, Ermuko paraje hartara igo nintzen arkeologo batzuekin batera, han Sergio Escribanoren zuzendaritzapean egiten ari diren indusketa arkeologikoak aztertzera eta interpretatzen saiatzera.

Elizan geundela, sarbidetik hurbil, zurezko balde handi bat ikusi nuen, aterki-ontzi moduan erabiltzeko jarria. Gurekin zegoen auzunekoari [Joseba Amondo] harriduraz galdetu nion hartaz eta erantzuna edonor txunditzeko modukoa izan zen: hortik zegoela, nonbait ahaztuta, jakin barik zer edo zertarako zen. Eta duela gutxi bere osabak zaharberritu zuela meza-egunetan, euritako bustiak bertan sartzeko.

Ikusi eta berehala ohartu nintzen balde hori garrafa baten zurezko atala zela. Garrafa zaharra, oraindik engranaje-biraderarik ez zuten garaikoa. Barrunbeak pozaz bete zitzaizkidan, su gabe irakiten jarriak. Hura poza!!!Argazki batzuk atera eta nola ez, letra hauek idazteko hitza eman, haren berri emateko. Noiz eta gaur, Laudioko jaietan Berakatz-eguna ospatzen denean eta, azken hamarkadetako ohiturari jarraiki, asto-gurdi batean garrafa zahar bat eraman denean nahi zuten herritarrei limonada emateko.

Esan bezala, jazoeren aldiberekotasuna susmagarria da gure kasuan: Leonorren oroitzapenak, Ermuko Andra Mari santutegian aurkitutako garrafa atala eta Berakatz-eguneko limonada… Kasualitate gehiegi, ezta? Baietz hortik ibili Santa Luzia, garrafari eragiten, sirin-saran, sirin-saran, sirin-saran

 

Por Santa Lucía… ¿empieza a alargar el día?

POR SANTA LUCÍA…
…no habrá baserritarra que el 13 de diciembre, festividad de Santa Lucía, pase sin decirnos aquello de “Por Santa Lucía, comienza a alargar el día” o cualquiera de las muchas variantes de la frase en cuestión. Porque les gusta poner en práctica y exhibir su capacidad de memorización con este tipo de eventos del calendario. Gozosos porque ven que así suben un pequeño escalón más de sus ciclos anuales, de sus vidas, como siempre han hecho porque vieron hacer. Gente que durante siglos observó el cielo sin tener más que aportar que esa tradicional frase y creencia popular. Creencia falsa pero cierta a la vez.

Tampoco hay que ir muy allá para intuir que en esas fechas de cambio solar se celebrarían con arraigados ritos de carácter pagano y que la Iglesia la integraría en sus creencias remodelándola y atribuyéndola nada menos que a Santa Lucía, la patrona de las luces y la visión por excelencia.Tanto que hubo que inventar posteriormente la leyenda de que se le arrancaron los ojos, algo de lo que no existe noticia alguna, para sí reforzar esa unión con la luz, cuyo mismo nombre sugiere.

Laudioko Sta Luzia baselizako xehetasun bat

Pero vayamos al calendario…

En principio, todos sabemos ya que la fecha en empezará a alargar el día será el solsticio de invierno, que puede caernos entre el 20 y el 23 de diciembre. Aunque el más reconocido y celebrado es el día 21, que casualmente es el que nos toca este año. Pues bien: por eso precisamente hacemos el cambio de estación, porque empieza a alargar el día. Así es que no le demos más vueltas y no os embarulléis con lo que os echo encima ahora.

LA DE CAL
Realmente el error en la fecha «popular» y la «científica» proviene de un reajuste hecho entre calendarios en 1582 y que hizo que ese año se pasase directamente del 4 al 15 de octubre, comiéndose varios días. Y de ahí el desajuste que no ha sido capaz de actualizar el refranero popular.

LA DE ARENA
Pero igual de cierto es que la realidad del solsticio es mucho más compleja de lo que nos cuentan ya que existe un liante de aúpa llamado «perihelio». Huid de él porque cuando más sepáis de él más os va a complicar la existencia.

vela

¿Y en qué nos afecta el «perihelio» ese? Pues que mientras por las fechas de Santa Lucía ya comienza a alargar un poco la puesta del sol, la tarde, el amanecer sigue atrasándose y restando horas de luz totales. Sólo comenzará a amanecer antes ya pasadas las Navidades y sus Reyes Magos. Y el cómputo total de horas de luz, la suma de todo, ese sí, empezará a alargar a partir del 21. Así es que es un lío. Pero la tarde ya avanza como bien nos desvelan nuestros baserritarras…

Sin más, que Santa Lucía nos conserve la vista… porque seguro que no os habéis enterado de nada de lo que os he contado. Si es que hay veces que no hay como la fe para creer sin entender…