Tenemos en casa unos albaricoques que me voy a zampar ahora mismo. Son unos frutos que, en mi entorno, siempre hemos conocido como albérchigos. Comento a la familia lo curioso lo curioso del origen sus nombres y, como les suena a desconocido, lo publico aquí. Aunque no sé si es una treta para apartarme y dejarme sin esa fruta «que madura temprano»
Albérchigo no es sino el artículo “al” árabe y “persicum”, ‘de Persia’, es decir, del actual Irán. Hace referencia a su origen porque, aunque las cepas más antiguas se han localizado en China, es en esa zona en donde nuestros albérchigos adquirieron más importancia y su referencia geográfica principal.
De ahí que también el nombre científico, en latín, “Prunus armeniaca” incida en aquella parte del planeta, ahora Armenia, colindante con Irán.
Al parecer en Andalucía se conoce como Damasco, nombre que sospecho pueda tener relación con la ciudad de Siria.
El inglés apricot o el francés abricot tienen la misma raíz y procedencia que nuestro albérchigo: la de la alusión a Persia.
Al margen de todo ello, recuerdo cómo de chavales, nos encantaban porque luego cogíamos sus huesos y los desgastábamos contra alguna pared para hacer una fina abertura y sacar su interior con un objeto punzante. Hoy en día no tiene sentido alguno pero por aquel entonces los silbatos que con ese proceso elaborábamos nos parecían el más ameno de los juguetes.
¡Ah! Que casi se me olvida… la denominación albaricoque también nos llega a través del árabe, con su inequívoco artículo inicial “al” pero ahora unido a una antigua expresión del griego, prekokion, y que significa que ‘madura temprano’. De ahí que lo esté merendando en una época en la que aún no se dispone de otras frutas. Salud y honor a los albérchigos.