Uno de los enclaves más emblemáticos del macizo y Parque de Gorbeia es la “peña horadada de Itzina” (así se denomina por primera vez en la documentación, en 1520), un orificio natural por el que una senda nos introduce al interior del universo kárstico de Itzina, atravesando la inexpugnable muralla de piedra caliza que lo flanquea. El nombre genuino de ese paso es Atxulo y no Atxulaur como tantas y tantas veces escuchamos. Pero no comencemos la casa por el tejado…
Pues bien, vayamos a ello. Cuando la Diputación encargó por primera vez un trabajo de cartografía y recogida de toponimia (Mapa Topográfico de Vizcaya, 1923-1928, el primer mapa de Gorbeia), el geógrafo madrileño Eladio Romero no tuvo duda alguna para llamar Atxulo a esa «peña horadada» y Atxulaur a la ladera que se encuentra frente al mismo. Adjuntamos el fragmento en una imagen. Sobra decir que el nombre del primer término procede de haitz + zulo ‘agujero en la peña’ y el otro de Atxulo + aurre, ‘frente a Atxulo’.
Pero ya sabíamos de ese nombre desde bastante antes, al menos desde cuando Orozko comenzó a usar cavidades naturales de su territorio para el próspero negocio de la venta de hielo. En efecto, a la sima cercana a nuestro pintoresco túnel rocoso, que se usó como nevera, se refieren las autoridades administrativas como «…el arrendamiento de las neberas que llaman de Zaratate, Usateguieta, Arraba y Achulo, sitas en término concejil de este enunciado valle, por lo que, para la prosecución de lo sucesibo, se auían sacado a remate en la forma y solemnidad acostumbrada…” (año 1747, Archivo del notariado de Bizkaia, Juan Fº de Rotaeche). Atxulo, porque no conocían otra forma para denominarla.
La misma percepción tuvo el sacerdote José Miguel Barandiaran, el patriarca de la etnografía vasca, cuando recogió y publicó (Eusko folklore, 1922) una leyenda local contada por el orozkoarra Pedro Mª de Sautua y que decía que «Refieren en Orozko (Vizcaya) que en una cueva que se abre en aquella parte de la peña Itzine conocida con el nombre de Atxulaur, en el lado oriental del boquete Atxulo, vivió antiguamente un famoso ladrón…» [se trata de una cueva de Atxulo hacia peña Lekanda].
Cuando unos años después publicó nuestro cura ataundarra (1924, Revista Internacional de los Estudios Vascos) la reseña de aquel viaje, de nuevo hace referencia a Atxulo: «El día 22 de mayo de 1922 exploré parte de aquellas laderas y estribaciones del monte Gorbea que dan frente al valle de Orozko. En aquella expedición me acompañó el culto presbítero D. Juan José de Bastegieta, cura de Olarte de Orozko, a cuya colaboración debo no pocos datos en estos y otros trabajos que he realizado. Pasando por la anteiglesia de Urigoiti, subimos a la loma de Odieta. Después, rodeando por el lado de Oriente las peñas llamadas Astapekatu, Atxulo y Lekanda, subimos a la campa de Araba y de allí a...».
Asimismo es nombrado ese paso como Atxulo en la cartografía del Instituto Geográfico y Catastral elaborado por el Servicio Geográfico del Ejército (1950) y lo recoge como tal.
Pero no hace falta viajar al pasado ya que si, entre otros informantes locales, preguntamos, por ejemplo, al legendario último pastor de Lexardi (Itzina) Jose Mari Olabarria «el Rubio» —antes también lo fueron su padre Juanico y su abuelo— nos contestará que ese paso natural por el que ha pasado cientos de veces camino a su chabola, se llama Atxulo. Y lo hará con cierta indignación porque a sus 85 años está ya cansado de explicar tantas veces que Atxulaur es la ladera, no «la ventana», siempre de nombre Atxulo. Igual resultado obtendremos si preguntamos a otro de los pastores míticos de Gorbeia, el octogenario Luis Larrea, de Zaloa (Orozko), y que cuida su chabola y rebaño en Austegiarmin: «Atxulo, Itzineko bentanea» será su respuesta.
Como cabía esperar, José Santos de la Iglesia Ugarte recogió la denominación Atxulo en su libro Itxina: toponimia, paisaje, vivencia (2001).
Y, por supuesto, en la actualidad con la toponimia del macizo recopilada, normativizada y estandarizada se propone Atxulo para nombrar ese lugar. Así está recogida en, por ejemplo, el mapa municipal de Orozko (2011), en el «Nomenclátor de Nombres Geográficos Oficiales de la Comunidad Autónoma del País Vasco”, como registro público, adscrito al Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, en GeoEuskadi del Gobierno Vasco, en Euskaltzaindia… Parece que, a excepción de la figura del Parque Natural de Gorbeia que gestiona ese espacio natural, todo el mundo tiene constancia inequívoca de ello.
En cualquier caso, no es reciente la confusión entre los nombres Atxulo y Atxulaur a la hora de nombrar el pintoresco túnel en la roca ya que es con este segundo nombre como prácticamente todos los montañeros foráneos lo conocimos y usábamos en su momento, desde hace ya bastantes décadas. Todo me hace sospechar que el salto entre aquel ineludible Atxulo hacia el nombre Atxulaur y la casi desaparición del primero tiene su origen en una mala interpretación de lo que alguien escuchó y malinterpretó. Y lo divulgaría posteriormente a través de mapas o publicaciones montañeras hasta haber convertido Atxulo en «el ojo de Atxulaur» tan extendido hoy en día. Un poco más tarde hablaremos de ello.
PEOR QUE MAL. Siendo como es la toponimia un patrimonio cultural reconocido como tal, corresponde su vigilancia y salvaguarda al Parque de Gorbeia o, subsidiariamente en este caso, a la Diputación Foral de Bizkaia. No hablamos de voluntades sino de obligatoriedad.
Por ello, nadie mejor para corregir el agrandado error que arrastramos con ese cambio de nombre. Con sus indicaciones de caminos, mapas y otras publicaciones pronto podríamos devolver todo este embrollo a su estado original, natural y legítimo. Bastaría que los mapas y las señalizaciones de los senderos producidos por el Parque indicasen hacia Atxulo para en una o dos décadas tener solventado el error.
Pero ni por esas. Ni el genuino Atxulo ni el equívoco Atxulaur: el Parque ha rotulado a diestro y siniestro con el nombre Atxular, una tercera pata para el banco, otra opción errónea más y, encima, probablemente confundidos con el nombre de Axular, sobrenombre del escritor clásico vasco (1556–1644) que dominó como nadie la prosa en euskera. Pues bien, consecuencia de ello, son ya centenares los errores que en redes y noticias encontramos, dando por Atxular o Axular lo que debiera ser Atxulo o, al menos, Atxulaur. ¿Se puede hacer peor?
PERO… ¿CÓMO SE CONFUNDIERON ATXULO Y ATXULAUR? Al margen de estos infortunios toponímicos de rabiosa actualidad y de la desesperación que produce que no se ponga el mínimo cariño con nuestra cultura, vamos a intentar explicar por qué se confundieron en un momento de nuestra historia Atxulo con Atxulaur. Es una interpretación de cosecha propia sin, claro está, documentación que lo soporte. Pero, a su vez, la intuición y la experiencia personal en el campo de la toponimia me dice que fue así con casi total seguridad. Situémonos mentalmente en las praderas pendientes de Atxulaur…
En dicho entorno, hay tan solo dos enclaves reseñables —»con nombre»— por ser referencia muy nítida para los pastores, carboneros, etc. del lugar. Uno, el bolaleku (‘la bolera’) Atxulaurgo bolalekua, una especie de hondonada al comienzo de la senda pedregosa hacia Atxulo. Allí jugaban a los bolos los carboneros y pastores. La segunda referencia es Atxulaurgo ubegia, la surgencia de agua que aflora y divide con su casi imperceptible corriente en dos el terreno.
Como hemos adelantado, las surgencias o afloramientos acuosos son conocidas en el lugar como ubegi, literalmente ‘ojo de agua’, de ur + begi, con el paso evolutivo ur– > u- como ya tratamos al hablar del topónimo Ubizieta. Adelantamos que el sustantivo ubegi es relativamente normal en Gorbeia —en donde hay varios lugares denominados así— pero desconocido fuera de este entorno geográfico. Es decir, no identificable para alguien venido de fuera aunque fuese vascohablante, algo clave para poder entender nuestra historia.
Así, supongo que algún avezado montañero que en su día recogió notas para elaborar un mapa o relato del macizo de Gorbeia en compañía de algún lugareño, al preguntarle sobre los nombres del lugar, escucharía el «Atxulaurgo ubegia«, (‘manantial de Atxulaur’, como lo refleja Eladio Romero en el primer mapa del lugar, 1923-1928) término que, por una relación mental errónea del visitante, con el orificio de la roca superior a la vista, interpretaría erróneamente como «Atxulaurgo begia«. Porque conocería el término begia pero no ubegia. Y ya teníamos así, como por arte de birlibirloque, el archiconocido Ojo de Atxulaur (begi, ‘ojo’ en euskera) que nunca antes había existido. Para más inri y tormento, lo encontraremos muchas veces en sus versiones en euskera actuales como Atxulaur(go) begia, término que jamás usarían los locales, ya que siempre se refieren al paso de sus andanzas como bentanea ‘la ventana’ y nunca como ‘ojo’.
Y así se recogería en algunas notas o mapas y el anecdótico error se ha ido multiplicando hasta el infinito.
También está bastante extendida entre montañeros la denominación Atxulaur atea. Creo que debemos su invención y difusión a Javier Malo Icíar y sus mapas de cordales que fueron la guía de todo gorbeista. El hecho de que término Atxulaur no esté declinado (Atxulaurgo) nos refuerza esa idea de topónimo de nueva creación. Por cierto, en su mapa recogió como nombre de la fuente del lugar Atxulaur, a la que da como topónimo de segunda opción Ubegi, por no conocer el significado de ese vocablo.
LA FUENTE ORDEKOITURRI. Pero eso de interpretar algo diferente a lo escuchado no es nada extraordinario. Lo he sufrido en mis propias carnes.
Cuando caminamos desde Urigoiti hacia Atxulo una magnifica fuente nos espera para refrescarnos. Yo siempre la había conocido como la de Egilezaburu (Egalesaburu en dicción local) pero, cuando estaba recogiendo la toponimia del lugar para elaborar el mapa de Orozko (2001-2011), alguien había colocado una placa metálica en ella con el nombre Ordekoiturri. Me pareció una estupenda aportación y la presencia de aquella placa me hizo creer que el nombre contaba con toda la legitimidad del mundo. Y así lo recogí y se publicó en el mapa porque nadie, en las diversas exposiciones al público previas, se había percatado del error.
Al parecer, según me contaron después, un lugareño había dicho a un entusiasta de los nombres «Hor dok iturrie» o algo similar, ‘ahí está la fuente’, mientras estaba con él en aquellos parajes. Y, emocionado con el nuevo topónimo que creía haber descubierto, lo grabó en una placa para colocarlo en la fuente y así darlo a conocer. Para más desbarajuste, se sumó el error por mi parte de recogerlo y publicarlo sin haberlo contrastado. Un desastre. Afortunadamente, ya se encargó de arrancar la placa un vecino, indignado porque le habían cambiado con una chapita y un mapa el nombre de «su» fuente. El caso del error por mi parte, con su punto cómico pero con moraleja en lo que a metodología se refiere, se ha tratado en diversos congresos sobre toponimia y lingüística. Al fin y al cabo, un malentendido humano similar a lo que seguramente sucedió cuando convirtieron nuestro Atxulo en nada menos que un ojo y, encima, de Atxulaur.
Y así están las cosas, esperando en esta iniciativa personal el cambiar desastres que poco parecen inquietar a quienes ni siquiera se molestan en mirar un mapa antes de colocar unas señales. Dejadez o falta de amor a la tierra que se pisa. No sé… pero me duele.
Así es que nos toca una vez más exponernos para hacer una denuncia, con los perjuicios personales que ello conlleva. Otra lucha inútil contra los molinos que mueve con arrebato el viento de la desidia. Pero todo sea por el amor a ese bendito lugar al que entre todos tenemos que devolver su nombre y porque no sea el pastor José Mari el último que llame Atxulo a esa ventana. Que sea «la peña horadada» (1520) pero por nada del mundo, 500 años después, «la peña deshonrada».